jueves, 31 de mayo de 2018

7 PARQUES EN LA PROVINCIA DE ALICANTE PARA SUPERAR APUROS CON NIÑOS

No son pocas las ocasiones en las que los niños empiezan a ponerse un poquito pesados porque se aburren. Entonamos el mea culpa, ya que seguramente no habíamos contado con sus gustos para organizar una excursión. En esos momentos venderíamos nuestra alma al diablo por conseguir un cierto sosiego, el cese de llantos y un paréntesis de esos "me aburro" con los que pueden atormentarnos durante horas. En esos casos la mejor estrategia es mantener la calma y buscar alguna alternativa. En estos casos un parque es bastante socorrido, ya que cuentan con dos premisas básicas para matar el aburrimiento: columpios y espacio para jugar (y son gratuitos!).



Os dejamos una selección de varios parques situados en la provincia de Alicante que nos gustan y que en alguna ocasión nos han sacado del apuro:
Parque de Elche (Benidorm): Situado junto al puerto y en paralelo a la playa de Poniente. Es un lugar por donde suelen pasear numerosos turistas, además enlaza con el moderno paseo de Poniente, un espacio diseñado por los arquitectos Carlos Ferrater y Xavier Martí Galí. En el parque de Elche (conocido popularmente como "el de las palomas" por la abundancia de estas aves) encontramos varios espacios con columpios y juegos infantiles, incluso unos juegos adaptados para niños con diversidad funcional. Suele albergar numerosos eventos a lo largo del año y en verano se instala un teatro de títeres para los niños (hay que colaborar con la voluntad).


Parque de Foietes (Benidorm): el parque más nuevo de la ciudad, hace apenas un año que se abrió al público. Fruto de la urbanización de un barranco, se divide en varias zonas: una plaza dura, una zona de pinada y varias zonas con juegos infantiles (bastante amplias, por cierto). Cuando el calor deja de apretar en los meses más tórridos, suele estar muy concurrido, sobre todo una tirolina que hace las delicias de los peques. Cuenta con un gran aparcamiento público anexo, donde los miércoles se monta el mercadillo municipal.
Parque de la Ereta (Alicante): situado en las laderas del monte Benacantil, donde se sitúa el castillo de Santa Bárbara, sirve de enlace entre éste y el barrio de Santa Cruz. No tiene juegos infantiles pero sí una gran cantidad de espacio para poder jugar a sus anchas. En Navidad se instala aquí la Casa de Papá Noel, donde los niños alicantinos le entreguan sus cartas. Muy cerca, además del castillo de Santa Bárbara, se encuentra el museo de Aguas de Alicante, unos antiguos pozos. Tiene unas magníficas vistas sobre la ciudad.



Parque Municipal (Elche): el parque más grande de todo Elche, está situado en pleno Palmeral (declarado Patrimonio de la Humanidad). Puede ser el centro de toda una visita a la ciudad, ya que además de juegos infantiles podemos seguir una ruta para visitar palmeras monumentales, incluida alguna que ridiculiza la ley de la gravedad. Cuenta con un templete donde se pueden ver conciertos de la banda municipal. En una de sus esquinas se sitúa la Oficina de Turismo, de donde parte el tren turístico que hace un recorrido por los principales hitos ilicitanos. Muy cerca encontramos el museo arqueológico de Elche (MAHE) o la Basílica de Santa María, donde cada agosto se representa el Misteri, también declarado Patrimonio de la Humanidad.
Parque Central Municipal (Campello): Un parque en pleno centro de El Campello (me chivan que es el más grande del pueblo), muy cerca de la estación del TRAM. Los juegos infantiles son bastante chulos y tienen temática “marinera” (un barco por el que trepar y deslizarse). En el mismo parque hay un pequeño bar donde poder tomar un refresco y baños por si tenemos alguna necesidad fisiológica. También hay un pequeño lago artificial, con bancos alrededor y estatuas. 



Parque de la Vallesa (Calpe): Se encuentra en la urbanización de La Merced, un poco alejada del centro de la ciudad. El parque es bastante grande (unos 10.000 m2) y muy completo. Además de juegos infantiles hay mesas para llevarte un picnic, aseos y barbacoas, aunque son abiertas y su uso está muy condicionado. Hay abundante vegetación por lo que el ambiente, aunque haga calor, es muy agradable. Puede ser un buen complemento a la visita al Peñón de Ifach.
Parque de la Font de Carré (Finestrat): Una de las sorpresas más gratas que nos hemos llevado con un parque. No esperábamos nada y encontramos un espacio muy chulo. Dividido en niveles, en una zona de orografía difícil, nos recibe la escultura de una mano dedicada a los trabajadores, obra del artista alicantino Pepe Azorín, autor también de la mano con el lápiz que hay en el Campus de la Universidad de Alicante en San Vicente. Tiene una zona de juegos muy chula donde los niños se lo pasan pipa. Un cauce con agua vertebra los distintos niveles. Junto al parque se encuentra el Museo de Finestrat, que abre de lunes a viernes de 9:00 a 14:00.



Este es sólo un pequeño resumen que recoge algunas opciones para salir de casa (el caso es tener una excusa) y disfrutar de un buen rato con nuestros hijos. O para que se desfoguen si estamos cerca de alguno, que siempre viene bien. ¿Los conocéis? ¿Nos recomendáis otros?

jueves, 24 de mayo de 2018

POMPEYA: DONDE EL TIEMPO SE DETUVO

24 de agosto del año 79 d.c. Después de cuatro días de continuos terremotos, el monte Vesubio entra en erupción. Las coladas y cenizas llegan a varios municipios de la actual Campania sepultándolos y permitiendo que durante siglos durmieran un sueño del que parecía que nunca iban a despertar. Pero los textos clásicos (principalmente por Plinio el Viejo y su sobrino Plinio el Joven) no dejaban duda de su ubicación y finalmente en 1748 las ruinas de Pompeya fueron localizadas (aunque se supone que en 1550 se habían localizado restos).




Los restos de Pompeya nos permiten descubrir unos restos perfectamente conservados de la vida cotidiana durante el primer siglo de nuestra era. Lejos de considerar al común de los habitantes del Imperio Romano un sibarita zampabollos que comía reclinado en su triclinio mientras su esclavos les abanicaban, su civilización y la nuestra no están tan lejos.


Bares, edificios para el ocio, grandes espectáculos, gimnasios... Viviendas de alquiler, anuncios, negocios, peajes... Dos mil años después no hemos cambiado tanto. Esa es la gran enseñanza que extraemos de Pompeya. Y es una lección muy valiosa que nos llena de humildad.

La visita a Pompeya dura tanto como queramos y puede llevarnos todo un día, es una ciudad entera en la que se puede entrar "impunemente" en casas, comercios, y todo tipo de edificios (siempre y cuando esté permitido, claro está). Os recomendamos calzado cómodo (muy cómodo) y ropa adaptada a todo un día caminando. También os aconsejamosacon intentéis hacer vuestras necesidades antes de entrar ya que dentro no hay muchos baños y puede ocurrir que os pille un poco lejos.



Os recomendamos entrar por la Porta Marina, a la que antecede una torre del siglo XIII. Cerca de esta puerta es donde se encuentran la mayor parte de los servicios de Pompeya (baños, taquilla, cajero automático, taquillas para objetos personales...). Además aquí tiene parada el tren procedente de Nápoles, que es el mejor medio de transporte en esta zona (solo pensar en conducir por Nápoles hace que una gota de sudor frío recorra mi espalda).


Lo primero que nos sorprende al visitar Pompeya es el pavimento de las calles. Todas perfectamente empedradas, con esos bordillos altos y esas piedras altas como pasos de cebra que hacen las delicias de los niños. Esto tiene una razón, claro. En primer lugar porque no existía alcantarillado y las aguas sucias debían correr por algún sitio sin que las pisaran constantemente. La otra era que los pasos tienen la misma distancia y solo se podía circular por Pompeya con sus carros, que tenían los ejes a la distancia adecuada para sortear estos pasos de peatones. Evidentemente cobraban un alquiler por el uso de esos carros.


Como primera parada en nuestra visita iremos al foro, la plaza mayor, donde se encontraban los edificios públicos y religiosos más importantes de la ciudad, además del mercado (macellum). Era un espacio abierto donde una columnata sostenía un porche para resguardarse en caso de lluvia, todavía queda parte de estas columnas. En un lateral se encuentra la , el lugar que regía los pesos y medidas en Pompeya y donde podían acudir para comprobar si eran correctos y así evitar fraudes. Junto a la mensa hay un almacén donde se pueden observar varias de las figuras que se obtuvieron al rellenar con yeso algunos huecos que se encontraron en diversas excavaciones y que correspondían con los restos desaparecidos de víctimas de la erupción volcánica. Las más famosas son la de una persona en cuclillas y la del perro que se retuerce. Estremecen.




Seguidamente os recomendamos que vayáis hacia la zona del teatro grande y el odeón (teatro pequeño), donde de camino podréis visitar las termas estabianas, las más grandes y antiguas de la ciudad. Tenía espacios diferenciados para su uso por hombres y mujeres. Otras más pequeñas separaban el uso por géneros estableciendo horarios. En Pompeya había otras tres termas (las suburbanas, junto a la Porta Marina; las del foro, elegantemente decoradas; y las centrales, cuya ampliación no fue terminada) y su función en la cultura romana no se limitaba al aseo y la higiene, ya que era también un lugar social, donde se encontraban los ciudadanos y charlaban.

Los teatros eran, evidentemente, edificios culturales y de espectáculos. El odeón estaba techado completamente y se destinaba a actuaciones musicales o recitales poéticos. El teatro grande, se destinaba a obras teatrales y aprovechó una pendiente natural para construir su graderío como se hacía en la cultura griega. Conserva muy bien el escenario. Es curioso que las gradas conservan las marcas y la numeración que delimitaba cada asiento (cada fila estaba reservada para los distintos estamentos sociales, cuanta más importancia más cerca estaba del escenario).

De ahí nos dirigiremos hacia uno de los edificios más representativos de Pompeya, el anfiteatro (no confundir con teatro). Es el anfiteatro más antiguo, tanto es así que carece de galerías subterráneas como el Coliseo romano. Antes de llegar está el huerto de los fugitivos, un espacio donde se pueden visitar más yesos aterradores.




Para continuar la visita podemos hacerlo recorriendo la muralla que rodeaba Pompeya, o bien callejeando. Lo ideal, como en tantas cosas, es una mezcla de ambas, ya que si no nos perderemos las casas pompeyanas que son muy interesantes. Ejemplos hay muchos: la Casa del Fauno, la del Poeta Trágico, la de la Columna Etrusca, la de Meleagro, la de Apolo, la de Menandro, la del Citarista, etc. Los nombres proceden de elementos que se han hallado durante las excavaciones. Casi todas están decoradas con pinturas murales, ya sean escenas o simplemente con bandas desde el zócalo, con el conocido rojo pompeyano, un granate (quien esto escribe es un hombre, no me pidáis un análisis cromático más afinado). También de negocios como el thermopolium, una taberna de la que se conserva la barra donde hay unos huecos donde se conservaban alimentos fríos y/o calientes preparados y listos para que los clientes los consumieran en la calle (street food, ¿os suena?). También el lupanar, el prostíbulo, decorado con pinturas eróticas.

Por último visitaremos la Villa de los Misterios, una casa de campo conocida por las pinturas que decoran muchas estancias, de una elegancia exquisita, sobre cuya temática no se ponen de acuerdo los expertos (de ahí el nombre) aunque se supone que pueden versar acerca de ritos iniciáticos. Al encontrarse en las afueras podremos ver tumbas, ya que una costumbre romana era enterrar a sus fallecidos en los caminos.


La entrada general a Pompeya cuesta 15 euros y 9 € la reducida, de la que se pueden beneficiar ciudadanos europeos entre 18 y 24 y mayores de 65, estudiantes y profesores. Los menores de 18 años tienen la visita gratuita.



Al menos una vez en la vida hay que visitar Pompeya. Olvidaos de Italia, olvidaos de la Campania y de Nápoles, la sola visita a Pompeya bien merece un viaje. A pesar de que el Vesubio sigue vigilando, amenazante, y de vez en cuando sugiere que va a volver a expulsar lava y cenizas, el riesgo merece la pena. Porque ellos, tanto los pompeyanos que murieron como los que se salvaron, somos nosotros.

jueves, 17 de mayo de 2018

CONOCER UNO DE LOS MEJORES MUSEOS EUROPEOS: EL MARQ DE ALICANTE

En este blog ya os hemos hablado en otros artículos sobre los museos y los niños. Si nos seguís habitualmente sabréis que somos muy pro-museos y que estamos muy a favor de que los peques visiten estos espacios. En esta ocasión os vamos a hablar de la exposición permanente del MARQ, el Museo Arqueológico de Alicante, uno de los más recomendables para visitar con niños.





El MARQ está ubicado en el antiguo Hospital Provincial, lo que hace que tenga una estructura particular, con un gran espacio central y largas salas laterales. Cada una de las salas laterales ubicadas a la derecha (respecto a la entrada) desgrana una época histórica. La exposición es muy atractiva porque no se limita a las vitrinas llenas de piezas, si no que en las paredes hay material audiovisual que pone en contexto cada época, con explicaciones acerca del uso de las piezas expuestas. Por ejemplo, en la sala dedicada a Roma, el pavimento de la casa que vemos en el vídeo es el mismo que está expuesto frente a nosotros.


Es esta tipología expositiva la que hace que sea muy atractivo para los peques, ya que entienden los conceptos a la primera y, lo más importante, apoyándose en un medio (el audiovisual) que es la forma natural que tienen para adquirir nuevos conocimientos. No nos engañemos, el futuro de la didáctica es multimedia y multiplataforma.






Las salas permanentes abordan cinco períodos históricos:
- Prehistoria, en esta sala se pueden ver desde las piezas realizadas en hueso o piedra, hasta objetos elaborados con metales. También reproduce pinturas rupestres del yacimiento de Pla de Petracos, el gran conjunto de pinturas rupestres en Alicante junto a La Sarga.
- Íberos, fueron una de las culturas más importantes del Mediterráneo y dejaron numerosos restos, fruto de sus intercambios comerciales con otro pueblos como los fenicios o los griegos. Destaca la Dama de Cabezo Lucero, una deidad similar a la Dama de Elche.
- Cultura romana, poco se puede decir que no se sepa ya de Roma. Nuestra civilización depende en gran medida de los romanos: las costumbres, la lengua, la legislación...
- Edad Media, habitualmente se ve como una época oscura, sin educación, con pocos avances científicos, pero en gran parte de nuestro país fue la época de la dominación islámica, la otra gran cultura que nos dejó como legado avances en la agricultura, mucho léxico, y que conformó nuestra sociedad actual.
- Edad Moderna y Contemporánea, esta época histórica recoge la industrialización de la provincia, la asunción de importantes reformas sociales y la llegada de novedades técnicas y tecnológicas que cambiarían el paisaje, como fue la llegada del tren. La exposición permanente del MARQ finaliza con la II República.


El espacio central del MARQ lo ocupa una exposición permanente sobre tres tipos de excavaciones arqueológicas: una excavación en una cueva, que a priori parecería como la más habitual para el gran público; una excavación en un medio urbano, concretamente en una iglesia, donde se van superponiendo restos y edificios (la iglesia cristiana se construyó sobre una mezquita que se asentó sobre la basílica visigoda donde antes había un templo romano); y, por último, la simulación de una excavación subacuática. También hay reproducciones de restos arqueológicos y de materiales, como hachas de piedras, punzones de hueso, etc., para que los niños, sobre todo, puedan manipularlos, algo que les encanta.

Por su parte las salas del lado izquierdo se utilizan para exposiciones temporales. El MARQ mezcla exhibiciones con piezas de los museos arqueológicos de distintos municipios de la provincia (la última ha tenido como protagonista a Petrer) con otras de carácter internacional. Todavía se recuerda la exposición acerca de la Grecia Clásica que tuvo como gran estrella invitada la famosa escultura de El Discóbolo, obra de Mirón de Eleuteras, y que es una de las joyas del British Museum. Más recientemente se han podido ver una exposición acerca de la cultura vikinga y otra sobre la cultura maya, que batió los récords de asistencia al museo (os hablamos de ella en otro artículo). Hace poco se hizo público que en 2019 el MARQ acogerá una gran exposición sobre los guerreros de terracota de Xian, con piezas nunca vistas antes en nuestro país.



También os recomendamos visitar la biblioteca, que fue la capilla del hospital y que también suele albergar algún "epílogo" de las exposiciones temporales. No os perdáis la gran lámpara de araña que cuelga de su techo. Por si esto fuera poco, los sábados a las 18:30 se pueden visitar los sótanos del museo donde se pueden ver los almacenes, los laboratorios y otras estancias que habitualmente están fuera del alcance de los visitantes.

Llegar es fácil. Se encuentra en la plaza del Doctor Gómez Ulla, cerca de la Avenida de Denia (entrada norte de Alicante). Tiene su propia parada de TRAM (tren ligero metropolitano). La entrada vale 3 euros, pero las familias numerosas tienen un descuento del 50% y los niños hasta 8 años tienen entrada gratuita. Los pensionistas también tienen entrada a precio reducido (1,50€) y los desempleados y personas con discapacidad tienen entrada gratuita. Por su psarte la visita guiada a lo sótanos del Marq tiene un precio de 6,00€ por persona. El MARQ celebra con cierta asiduidad jornadas de puertas abiertas que permiten entrar de forma gratuita y realizar actividades especiales como talleres infantiles.


Por último cabe destacar el trabajo cada vez más importante en pos de la accesibilidad del museo para que todos puedan disfrutar de la visita. Gracia a todo esto fue nombrado Museo Europeo del año en 2004, un importante reconocimiento que obtienen los mejores centros y que ganó con todo merecimiento.


jueves, 10 de mayo de 2018

EL CASTILLO DE GIBRALFARO: EL MIRADOR DE MÁLAGA

Málaga siempre merece una visita. Nosotros la hemos descubierto recientemente y nos ha encantado. De hecho estuvimos poco tiempo y ya estamos pensando en volver (qué le vamos a hacer, somos así).


Hay que dedicarle una mención especial al Castillo de Gibralfaro. No tiene la fama ni la belleza de la Alcazaba, al fin y al cabo es un recinto militar con todo lo que ello conlleva, pero sin lugar a dudas su posición elevada permite tener las mejores vistas de toda la ciudad, ya que de un vistazo podemos ver el puerto, el centro histórico, la ciudad moderna y los edificios más representativos de Málaga.

Pero no solo de vistas vive un monumento, y aun con la espartana austeridad militar este enclave tiene bastantes cosas interesantes. En primer lugar visitaremos el centro de interpretación del castillo, ubicado en el antiguo polvorín. Una exposición repasa la historia de esta fortificación que fue construida para defender la Alcazaba y alojar a los soldados. Precisamente la exposición repasa la historia militar entre los siglos XVI y XX, en primer lugar con una maqueta que reproduce la Málaga del siglo XVII, y con reproducciones de uniformes y armas y distintos objetos de la vida cotidiana, desde compases y brújulas a barajas de naipes. A mis hijos les pareció muy interesante, sobre todo los objetos cotidianos y los maniquíes que representan a los distintos soldados. Tanto se fijaron que me aseguraron que uno movió una mano...




Cerca del centro de interpretación se encuentra el pozo Airón, excavado en la misma roca y que tiene una profundidad de 40 metros. La verdad es que da cosita mirar hacia abajo. A continuación podemos ascender a la torre mayor, el punto más elevado del castillo. Evidentemente desde aquí se contempla la mejor panorámica de la ciudad. Podemos seguir visitando el castillo a través del camino de ronda que discurre paralelo a la muralla. Mucha precaución, hay bastantes escalones (no olvidemos que el castillo está sobre un cerro y se distribuye en varios niveles) y en ocasiones nos cruzamos con otros visitantes de frente y no hay apenas espacio para todos.


En la parte inferior del castillo se encuentra el patio de armas, un espacio amplio rodeado de bastante vegetación que hace más llevadero el calor. Frente al patio de armas se alza la torre Blanca. Aquí hay que hacer una crítica ya que las paredes interiores se encuentran llenas de grafittis. Me parece fenomenal que la gente se quiera y se ame, o que pretendan dejar un mensaje de su paso por ahí para la posteridad, pero ya existen redes sociales que cumplen con el mismo cometido sin necesidad de dañar parte de nuestro patrimonio histórico-artístico, que un poco de civismo nunca viene mal. 


Podemos visitar todo el castillo a través del camino de ronda, ya que la muralla se conserva en perfectas condiciones y rodea todo el conjunto, o paseando por el interior de las instalaciones. El paseo por el castillo de Gibralfaro es muy agradable. Justo detrás del centro de interpretación hay unos paneles explicativos sobre la vegetación que se encuentra aquí y son bastante interesantes.

También existe un pequeño bar y servicios higiénicos estratégicamente situados a la sombra para poder descansar un poco. Se pueden encontrar un par de fuentes de agua si tenemos sed. Nos resultó  curioso ver unos cuantos pintores aficionados inmortalizando distintos rincones de este conjunto. Hay visitantes que se quedan viendo como ejecutan sus obras.



Llegar al castillo de Gibralfaro es muy fácil. Si acudimos con nuestro vehículo no hay pérdida ya que está perfectamente indicado. Si optamos por el transporte público hay un autobús que sale del paseo del Parque (junto al puerto) y llega a la misma entrada del recinto. Abre todos los días a las 9:00 y cierra a las 18:00 en horario de invierno y a las 20:00 en horario de verano. En cuanto a precios, la entrada general cuesta 2,20 €. Hay una entrada reducida a 0,60 € para residentes en Málaga, niños de 6 a 16 años, escolares o titulares del carnet de estudiante jubilados o pensionistas, familias numerosas de categoría general y usuarios de tarjeta MALAGACARD. Por si fuera poco, los domingos a partir de las 14:00 y hasta la hora de cierre la visita es gratuita.También existe la opción de comprar un billete conjunto para visitar el castillo de Gibralfaro y la Alcazaba por 3,55 €.


Si os encontráis en Málaga no dudéis en visitar este castillo. Quizás no sea el edificio más bonito de la ciudad, ni a priori el monumento más emblemático (aunque aparece en el escudo de la ciudad y de la provincia), pero las vistas os enamorarán y solo por eso ya merece la pena.

jueves, 3 de mayo de 2018

VIAJANDO 7.000 AÑOS AL PASADO EN LA SARGA

En el término municipal de Jijona, en el interior de la provincia de Alicante, a los pies de la Sierra de La Carrasqueta, en la pedanía de La Sarga, se encuentra un magnífico conjunto de pinturas rupestres que datan de hace unos 7.000 años. 



En 1951 se descubrieron las pinturas de La Sarga en unos abrigos rocosos. Como bien puntualizó el guía, en ese año se descubrieron "científicamente" aunque es probable que se conocieran con anterioridad ya que en uno de los abrigos hay restos de hogueras que habrían hecho pastores que se resguardaban en la zona. El conjunto está incluido entre las pinturas rupestres del arco mediterráneo de la Península Ibérica (que abarcan desde Andalucía hasta Cataluña, pasando por Murcia, la Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y Aragón) que fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998.

Aprovechamos una de las jornadas de puertas abiertas que realizan para conocer estas pinturas rupestres, ya que aunque hace tiempo que habíamos pensado en visitarlas, un tuit nos puso en la pista y no nos lo pensamos. Estas jornadas de puertas abiertas se realizan el primer y tercer domingo de cada mes a las 10:30, 11:30 y 12:30. No es preciso inscribirse previamente, son gratuitas y las realiza un guía.


Llegar es bastante fácil. Recomendamos ir por la A-7 y tomar la salida 452 (si vamos en dirección Alicante) o 453 (si vamos dirección Alcoi / Valencia), coger la CV-800 dirección Jijona y desviarnos en la indicación La Sarga. Con el coche podremos acceder hasta unos 300 metros de los abrigos. El resto del camino hay que hacerlo andando. IMPORTANTE: Es una senda en la montaña, es imprescindible llevar calzado adecuado (botas de trekking o zapatillas deportivas) y ropa cómoda. No está de más llevar un bastón de apoyo porque el terreno es bastante escarpado.

La visita guiada es muy didáctica y amena, y el guía que la realizó, Rubén, hizo una contextualización magnífica del Neolítico, de las condiciones de vida del momento y de lo que pudo suponer La Sarga para aquellos habitantes. Nuestro hijo mayor (8 años) no perdió detalle, nuestra hija (6 años) se llegó a aburrir un poco, y el peque (2 años), bueno, a su bola. Se visitan dos abrigos, que contienen diferentes escenas, realizadas en diferentes momentos (se sabe porque hay pinturas superpuestas) y en diferentes estilos. Se cree que La Sarga era un santuario donde acudían pueblos neolíticos que habitaban los valles cercanos (este lugar se encuentra a medio camino entre los valles de los ríos Serpis y Vinalopó) para realizar rituales, ofrendas, actos religiosos, ritos de iniciación en la vida adulta, etc.


Como ya hemos mencionado anteriormente, las pinturas se encuentran en abrigos, es decir, en oquedades de la roca y no en cuevas como en el caso de Altamira. Esto supone que son más vulnerables a la acción de los elementos y de los humanos. Esto refuerza la teoría de que sería un santuario, ya que no es un lugar donde residiría un pueblo (además, no hay espacio físico para vivir).

Encontramos tres tipos de estilos: Arte Levantino (el más antiguo), arte esquemático y macroesquemático. Las escenas representan escenas de caza con arqueros abatiendo ciervos, escenas de recolección con árboles de los que caen fruto, o a los que se está vareando para que caigan, escenas de la vida cotidiana (es muy curiosa la escena de los/as dos infantes que escuchan sentados a un adulto, a mis hijos fue la escena que más les gustó, tanto que se fotografiaron junto a las figuras), o los orantes y figuras serpentiformes que definen el macroesquemático.


Ver estas pinturas es muy emocionante, nos conecta con esos seres humanos que vivieron hace miles de años. El guía insistió en la idea de que los miembros de aquella sociedad no eran ni más tontos ni menos inteligentes que nosotros, vivían en una época muy distinta a la nuestra. Tras 7.000 años nuestras sociedades, a pesar de los adelantos tecnológicos, no difieren tanto. Tuve esa misma sensación en Pompeya, la historia te pone en tu sitio demostrando que no somos tan geniales como creemos.

Para los niños esta visita es muy chula y después en casa pueden imitar la técnica pictórica. Las pinturas (en general) tienen dos componentes, los pigmentos, es decir, los componentes que le dan el color y un aglutinante, una sustancia donde se adhieren los colores y que hace posible el empleo de la pintura. En este caso los pigmentos se obtienen de distintos tipos de tierra (todos los tonos de ocres y marrones), óxido (tonos rojizos) y carbón (negro), mezclándolos con grasa animal o vegetal. Para pintar empleaban los dedos o pelos de animales (como los pinceles actuales) para los trazos más finos. En casa tenemos una piedra plana pintada por mis hijos con tierra y agua en un taller que dos años después mantiene el dibujo.


Por si fuera poco el entorno natural ofrece la oportunidad de avistar aves rapaces y con suerte algún venado o cabra montesa. De estos animales vimos algunos restos. Además la vía verde que parte de Alcoy llega muy cerca de La Sarga, con lo que podremos disfrutar de un día muy completo.

jueves, 26 de abril de 2018

LOS 8 ERRORES QUE TODO VIAJERO COMETE (Y CÓMO EVITARLOS)

"Nadie es perfecto (Nobody's perfect)" decía Osgood, el enamorado de un Jack Lemmon convertido en Dafne al final de Con faldas a lo loco. Y esa es una verdad irrefutable. Los viajeros como personas que somos (¡Oh, sorpresa!) no podemos evitar equivocarnos en ocasiones, algo que puede deportarnos ciertas decepciones tras mucho tiempo de preparación de un viaje soñado.


- Llevarnos la casa detrás: uno de los errores más frecuentes es transportar muchas cosas que no necesitamos o que ocupan un espacio (y un peso) muy valioso. Por ejemplo los productos de aseo personal. Si es una escapada rápida de un par de noches, con los tamaños de viaje tendremos más que suficiente. ¿Para que llevarnos un bote de gel, otro de champú, nuestras cremas favoritas, la espuma de afeitar...? Si vamos a estar más tiempo, a menos que usemos un producto por necesidad médica (psoriasis, por ejemplo), en la inmensa mayoría de destinos podremos comprar productos básicos y evitar cargar tanto a la ida como a la vuelta con un peso que pueda penalizar nuestro equipaje.

- Visitar algo "porque hay que hacerlo": Vale, lo hemos dicho, y lo hemos hecho. Es eso de "¿cómo que no habéis visto el museo de bujías perladas?". O por el contrario has ido a ver el puñetero museo de bujías perladas, en vez de pasear por un parque, visitar un museo de arte o ponerte hasta las trancas de la especialidad local y te la traen completamente al pairo las bujías, las chispas y la leche que les han dado (SPOILER: el Museo de bujías perladas no existe, o eso espero, es un ejemplo). Si algo no os gusta, no vayáis a visitarlo, tal cual. Sobre gustos los colores.


- No movernos un mílimetro de nuestros platos favoritos: Yo he visto una familia con la compartíamos viaje organizado buscar desaforadamente un restaurante en Santiago de Compostela que les hiciera una paella. No es un ejemplo, es verdad verdadera. Mientras, nosotros nos poníamos como el Quico de empanada, percebes, albariño... No sé si en Santiago hacen buenas o malas paellas, imagino que habrá quien tenga mano, pero tenemos el convencimiento de que viajar es descubrir en todos los sentidos, y el gastronómico es uno ellos. 

- Tener menos flexibilidad que una vara de acero alemán: Durante un viaje puede llover, granizar, y caer chuzos de puntos. Puede reventar una cañería e inundar ese edificio que queríamos visitar. Puede haber una invasión alienígena... Hay que tener siempre un plan B, C y hasta la Z si me apuras. Es fantástico llevar un planning de actividades con horarios y querer cumplirlo (para eso se hacen), pero contad con unos ciertos márgenes que nos permitan hacer cambios rápidos en caso de que surjan imprevistos. Cuando mejor se improvisa es cuando mejor preparado se va.

- Nos llevamos los prejuicios de viaje: Ya hemos comentado que hay que llevar la menor carga posible, y los prejuicios pueden arruinar un viaje (o al menos no dejarnos disfrutar de algunas cosas). Yo no he entrado al Museo del Barça por no ser mi equipo (y me he arrepentido). Casi me borro de una visita guiada que resultó ser maravillosa (por suerte me convencieron). Si sólo sabemos decir que no, el viaje nos dirá que no a nosotros.


- Los niños también viajan: Como viajeros que son, debemos hacer partícipes de los niños de algunas de las decisiones que tienen que ver con el viaje. No podemos dar por supuesto que les va a gustar y divertir algo, sería conveniente preguntárselo. También al revés, a lo mejor quieren visitar algún lugar que no habíamos pensado ya sea porque algún amigo haya estado previamente, porque salga en su programa de televisión favorito, o por que en el cole hayan visto algo relacionado. Esta toma de decisiones conjunta será muy beneficiosa para toda la familia.

- No comparar precios: ¿Quien no ha comprado un souvenir en una tienda frente al monumento estrella de la ciudad que estamos visitando y lo hemos encontrado a dos calles de distancia a un precio bastante menor? Parece mentira, pero el ansia viva todavía nos puede. No hablamos de racanear, si no de economizar. A veces cuando estamos de vacaciones parece que todos los caprichos son posibles y después pagamos las consecuencias (nunca mejor dicho).

- R.E.S.P.E.C.T.: Parece obvio, pero no siempre se cumple. Hablamos de respeto en todos los aspectos posibles, tanto a las personas como a los lugares. Recordad que si viajamos es para enriquecernos culturalmente, comprender y asimilar costumbres locales, aunque no nos gusten. Es parte de ese aprendizaje que experimentamos. En muchos viajes identificamos al segundo el rastro de los españoles, y suele dar vergüenza ajena.


Hemos recopilado estos errores frecuentes que, además, nosotros solemos cometer. ¿Qué opináis? ¿Cometéis estos mismos errores u otros? Podéis ir dejando vuestros errores en los comentarios o en nuestros perfiles de redes sociales. Estamos seguros que ayudaremos a mucha gente (¡empezando por nosotros!).

jueves, 19 de abril de 2018

UN PASEO RELAJADO: LA RUTA DEL FARO DEL ALBIR

Ahora que no nos oye nadie vamos a hacer una confesión: todos los padres buscamos actividades en la que nuestros hijos se diviertan, a ser posible aprendan y, además, y este es el motivo secreto, se cansen. En esta ocasión os vamos a hablar de una ruta senderista por el parque natural de Serra Gelada que es bastante sencilla y no es excesivamente larga. Aunque tiene alguna pendiente un poco más pronunciada, es muy asequible y a los niños les va a encantar. Es la ruta del faro del Albir.



El Parque Natural de Serra Gelada abarca 3 términos municipales, el de Benidorm, el de Alfaz del Pi y el de Altea. Cuenta con un total de hectáreas, fue el primer parque natural marítimo-terrestre. Se levanta muy cerca del mar hasta los 430 msnm, aunque la cresta se levanta de media cerca de los 300 metros. Los acantilados, casi cortados a cuchillo, ofrecen un espectáculo difícil de igualar. Su ubicación en los términos municipales de tres ciudades muy turísticas hace que sea uno de los espacios naturales más visitados de España.



Llegar es muy fácil es muy fácil nos dirigiremos al Albir (la playa de Alfàs del Pi) y por la Avenida del Albir doblaremos en el Camino de la Cantera, inmediatamente después del supermercado Consum. Está muy bien indicado, no tiene pérdida. Muy cerca del punto de información hay un aparcamiento bastante amplio donde podremos aparcar sin problemas. También hay una fuente con agua potable y servicios que cierran a las 19:00.


Aquí arranca la ruta hacia el faro que tiene unos 2,5 km de longitud (que se convierten en 5 km con la vuelta) y se hace en aproximadamente una hora y media. Como ya hemos comentado es bastante sencilla, aunque la pendiente de llegada al faro es la más empinada. Está totalmente asfaltada, por lo que no tiene pérdida ninguna.

A pocos metros de iniciar el camino nos encontramos con un merendero donde podemos coger fuerzas (o recuperarlas). Hay bastante espacio para que los niños puedan jugar y correr y un par de fuentes con agua potable, una de ellas especial para perros, ya que puedes llevar a tu mascota si lleva correa.

Durante el recorrido vamos a encontrar varios miradores, unos permiten que disfrutemos de las vistas del interior de la Marina Baixa con las últimas estribaciones de Aitana, el Puig Campana, Ponoig, Sierra Cortina o Bèrnia, pero también de los paisajes de la bahía de Altea con el Morro de Toix y el Peñón de Ifach al fondo. Es un acierto que hayan colocado cartelería en los miradores para que instagrameemos las fotos con el hashtag #instalbir.


Al poco de iniciar la ruta vamos a encontrar una curiosidad, los restos fosilizados de unos bivalvos gigantes (unos berberechos a lo bestia, vamos) que vivieron hace miles de años y que demuestran que esta parte estuvo sumergida durante varias eras. Al poco atravesaremos el túnel que fue excavado a principios del siglo XX por los fareros para llegar más fácilmente al faro ya que anteriormente tenían que dar un rodeo campo a través.

Otro de los puntos de interés de esta ruta es la antigua mina de ocre que empezaron a explotar los íberos, que definitivamente excavaron los romanos y que se mantuvo hasta la Guerra Civil en funcionamiento para extraer este mineral que se usaba como colorante. No es que haya demasiadas cosas que ver aparte de unas ruinas y algunos depósitos de mineral, pero nos ofrece una senda alternativa al camino hacia el faro.


El faro fue construido en 1863 junto a la antigua torre Bombarda, una torre vigía de la que solo se conserva su base. Actualmente el faro es un centro de interpretación y puede visitarse de lunes a viernes de 9 a 14 y fines de semana de 10 a 13:30. Como todos los faros antes funcionaba con petróleo y ahora es la electricidad la que le proporciona la energía para alumbrar. Es curioso ver en el patio del faro unas baterías muy grandes, como para un camión, que suponemos son de reserva por si hay un corte en el suministro de la corriente. El centro de interpretación cuenta con dos salas de exposición donde se explica la historia del faro y del hábitat que lo rodea. 


Precisamente en el faro (en su exterior) hay unos binoculares con los que poder observar delfines, ya que la instalación de una piscifactoría cercana ha hecho que de vez en cuando un grupo de estos cetáceos se dejen ver por la zona cuando buscan comida fácil y es posible divisarlos cuando saltan fuera del agua. No vamos a engañaros, las dos últimas veces que hemos ido al faro no hemos visto ningún delfín. Consejo: llevaos vuestros prismáticos, siempre hay cola. También desde el exterior del faro se pueden ver los acantilados de Serra Gelada y su caída casi vertical. 


Ya sabéissi queréis pasar un rato en familia mientradisfrutáide la naturaleza, descubrís pasajes curiosos de la historia y hacéis algo de ejercicio (en mis tiempos, hace años, se decía que una mañana de senderismo, una semana de salud), calzaos las zapatillas de deportes, poneos ropa cómoda, gorra y coged agua y algo de comer, y haced la ruta del faro del Albir. No os va a defraudar.