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jueves, 8 de abril de 2021

LA VILA JOIOSA, COLOR EN EL PARAISO

Voy a empezar con una confesión. Una confesión dolorosa. Y es que para alguien que se considera de Benidorm, hablar bien de La Vila es muy duro. Entre Benidorm y La Vila hay una cierta rivalidad, algo, por otra parte, bastante típico entre vecinos. Madrid y Barcelona (aunque estrictamente no sean vecinos), Bilbao y San Sebastián o, en el ámbito futbolístico, Sevilla y Betis son ejemplos de estas rivalidades.

La Vila Joiosa (sin entrar mucho en polémicas: Villajoyosa en castellano y La Vila popularmente) es la capital histórica de la comarca de la Marina Baixa. En su momento contaba con un puerto importante, la línea de ferrocarril era Alicante-La Vila, y tenía una incipiente industria. Pero a partir de los años 60, con la pujanza del turismo, Benidorm creció muy por encima de lo que lo hacía La Vila. Económica y mediáticamente Benidorm es la población más importante de la comarca, aunque La Vila siga siendo la capital.

¿Qué podemos hacer y ver en La Vila? Muchas más cosas de las que a priori pudiera parecer. En primer lugar vamos a referirnos a su costa. La Vila tiene excelentes playas y calas, bastante menos masificadas que las de Benidorm. Empezaremos por la playa Centro, la playa que se encuentra justo enfrente de su casco urbano.
 

Evidentemente, por su situación, esta es la playa más visitada de La Vila. Es de arena fina y es muy conocida porque en una parte de su fachada litoral se encuentran esas casas que tienen las fachadas de colores y que se han convertido en el símbolo de La Vila. Tanto que hasta las replican en las rotondas de entrada a la población (o salida, según se mire).

Parece ser que pintar las fachadas de esta manera tan colorida no surgió intencionadamente, si no que comenzó a hacerse con la pintura que sobraba al reparar las embarcaciones fuera de temporada. Casi de rebote esto sirvió para que los marineros de La Vila reconocieran mientras faenaban (que podían ser muchas jornadas fuera de su hogar) su casa desde la lejanía, ya que así se diferenciaba de las otras. También se cuenta que aprovechaban para mandar mensajes cortos a través de trapos de colores concretos en las fachadas (la muerte de alguien, nacimientos, etc.).


Las casas de colores las encontramos en dos lugares, uno, como ya hemos comentado, frente a la playa Centro, en la parte recayente al casco antiguo. El otro lugar está muy cerquita, son las casas colgadas sobre el cauce del río Amadorio, que desemboca, precisamente en un extremo de la playa Centro.


Vamos a volver al tema de las playas y de las calas de La Vila, porque es bastante importante. De norte a sur (más bien de noreste a sudoeste) tenemos la cala del Racó del Conill (famosa por ser naturista, nudista, vamos), cala Fonda, cala del Torres, playa de los Estudiantes, playa Centro, playa de la Mallaeta, playa del Moro, cala Mallaeta (sí, no está repe), playa del Paraíso, playa del Bol Nou, playa de la Caleta y la cala del Xarco. Si nos dan a elegir, nos quedamos con las playas del Paraíso y Bol Nou. En verano, además, habilitan chiringuitos que suelen estar abiertos hasta tarde, ofreciendo conciertos y sesiones de DJs. También hay chiringuitos en las playas del Torres y de los Estudiantes.


La Vila tiene muchas más cosas que no son las playas. Empezaremos por una de las industrias que ha dado fama a esta población. Hablamos del chocolate. Hace un tiempo escribimos un post a raíz de nuestra visita a la fábrica de Chocolates Valor. En esta factoría, además de poder ser testigos del proceso de fabricación de este dulce, se encuentra el Museo Valenciano del Chocolate. En su momento llegaron a haber en La Vila numerosos talleres artesanales que fabricaban chocolate con el cacao que se desembarcaba en el puerto vilero procedente de África. Hoy día sobreviven cuatro fábricas. Además de Valor se puede visitar la fábrica y museo de Chocolates Clavileño y la fábrica artesana de Chocolates Pérez. La última fábrica es Marcos Tonda. No se puede visitar, pero sí es posible comprar en su tienda gourmet.


Otro elemento destacado en La Vila es su patrimonio histórico. Se cree que pudo ser la colonia de Alonis, fundada por los griegos y que posteriormente paso a formar parte de los territorios romanos. Aunque hay autores que no están de acuerdo con esta ubicación, el hecho de haber encontrado numerosos restos de esta época sugiere que Alonis sí que era La Vila. Uno de los monumentos más sorprendentes es la denominada Torre de San José (o de Hércules), junto a la playa del Torres, que en realidad es un monumento funerario.


Otros restos históricos son las murallas y las torres vigías. Fueron levantadas en tiempos de Felipe II (s. XVI) para evitar los ataques berberiscos, bastantes frecuentes en aquella época. Las murallas se encuentran alrededor del casco antiguo. Respecto a las torres son tres las que se encuentran en el término municipal de La Vila. Junto a la cala de la Malladeta se encuentra una de las torres. De planta circular y muy cerca del mar, es una de las más bonitas que se conservan. Además en la senda que lleva hasta la torre encontraremos un santuario ibérico y Villa Giacomina, el antiguo chalet ahora en ruinas del doctor Jose María Esquerdo. Esquerdo fue un importante psiquiatra y político nacido en La Vila, también conocido por tener una importante avenida con su nombre en Madrid. En la Vila lo recuerdan con su nombre en colegios y calles y en la playa Centro hay un busto en su honor.




Un poco más al sur se encuentra la torre del Xarco, junto a la playa del mismo nombre. De planta circular y sobre un impresionante acantilado. La última torre es la del Aguiló, que se encuentra sobre un cerro que mira a la cala de Finestrat. Esta es de planta cuadrada. Hay una senda que recorre la costa vilera hasta llegar hasta este punto, que se puede recorrer tanto andando como en bicicleta de montaña.


En Vila Museu, el museo de La Vila, encontraremos muchos de los que se han localizado en los diferentes yacimientos que se han excavado en el municipio. Se encuentra en pleno centro urbano de La Vila, en la calle Colón 57. Tiene un amplio horario, abriendo a las 10:00 y con horario ininterrumpido en invierno hasta las 19:00 o hasta las 21:30 en verano, pero no cierre al mediodía. Los domingos y festivos cierra siempre a las 14:00. La entrada general cuesta 3€, aunque las familias numerosas disfrutamos de una entrada reducida a 1,5€. Los domingos, además de para los niños hasta 7 años, mayores de 65 años o pensionistas, personas desempleadas y personas con diversidad funcional, la entrada es gratuita.



Dependiente de Vila Museu encontramos la Casa Museo La Barbera dels Aragonés, la antigua residencia de una familia noble de La Vila, que conserva parte del mobiliario original del s. XIX. Se encuentra en el parque de La Barbera, junto a la estación del TRAM de Creueta, apenas a 300 metros de Vila Museu y a unos 600 metros de la fábrica de Chocolates Valor. El parque puede ser un buen lugar para descansar un rato después de tanta visita.

El entorno natural de La Vila también tiene bastante interés. Destaca el pantano del Amadorio, el más cercano al mar de España, a sólo 7 kilómetros del Mediterráneo. En este lugar podéis hacer una bonita excursión. Podéis encontrar más info en el artículo que le dedicamos a este paraje hace ya algún tiempo. 


Ahora ya conocéis un poco mejor La Vila. Es un municipio que tiene bastantes atractivos para toda la familia: playas y calas, un pantano, monumentos romanos, lugares pintorescos, museos… Y eso que no hemos entrado en su cocina típica, mediterránea y marinera. Merece la pena conocerla. Aunque al fin y al cabo todo el mundo sabe que Benidorm es mucho mejor.

jueves, 25 de octubre de 2018

LA RUTA SENDERISTA A LA TORRE DE LES CALETES

Domingo por la mañana. Nos levantamos un poco más tarde de lo habitual, que nos lo hemos ganado durante la semana. ¿Qué hacemos hoy? Empezamos a hacer propuestas, algunas más cercanas, algunas más disparatadas. Finalmente nos decidimos por ir al lado de casa, a Serra Gelada, a que nuestros hijos descubrieran un paraje que, a pesar de estar muy cerca de casa, no conocían. ¿Cómo motivarles? Fácil, íbamos a vigilar si venían piratas.


Al Parque Natural de Serra Gelada lo atraviesan tres senderos: el rojo o el del Faro del Albir, del que ya os hablamos; el amarillo, que cruza la sierra de punta a punta; y la ruta azul, o de la Punta del Cavall, en Benidorm, de la que os vamos a hablar. También se la conoce como la ruta de les Caletes, ya que al final del recorrido hay una torre vigía con este nombre.

El recorrido es muy fácil sólo encontramos un primer tramo con una cuesta pronunciada y un tramo final con una pendiente más suave, pero en ningún momento nos pondrán en apuros. Toda la ruta está cerrada al tráfico y asfaltada, y sorprendentemente está en muy buen estado, por lo que se puede hacer a pie, en bicicleta, patines...o silla de ruedas, que os parecerá una locura, pero vimos varias personas con un mobility scooter, una silla de ruedas motorizada, vamos (si habéis estado en los últimos años en Benidorm sabréis de que hablo).


Nosotros los 3,400 km de recorrido (1700 m. de ida + la vuelta) los hicimos en cerca de 75 minutos. Un ritmo muy asequible marcado por nuestros tres hijos. Estoy convencido de que cualquier persona acostumbrada a caminar puede hacerlo en menos de una hora.

Podemos aparcar junto al inicio de la ruta. Para llegar hay que seguir las indicaciones de la Cala del Ti Ximo desde el final de la Avenida del Mediterráneo. Tanto el Ti Ximo como la cala de la Almadrava (en valenciano es con v) son dos pequeñas calas, recogidas, y que en verano son una alternativa perfecta a los grandes arenales de Benidorm.


A lo largo de la podréis divisar bastante vegetación mediterránea, fundamentalmente arbustos como enebros, y plantas con flor como el limonio (Limonium parvibracteatum) o la anteojeras (Biscutella montana). Respecto a la fauna, las gaviotas nos acompañarán durante todo el camino. Tuvimos suerte y vimos un par de lagartijas que habían salido al asfalto a tomar el sol. Al principio nos encontramos con un pescador que había capturado tres ejemplares de un tamaño considerable (cerca del metro). Aunque he buscado no encuentro la especie concreta (puede que congrios). Y es que el 80% de la superficie del Parque Natural de Serra Gelada es mar, y podemos practicar en estas aguas buceo y/o snorkel.


Pronto divisaremos donde finaliza la ruta, en la Torre de les Caletes. Ésta forma parte de la línea defensiva construida en tiempos de Felipe II para prevenir los ataques berberiscos a las costas. Esta torre se comunicaría con señales de fuego y humo con la Torre Bombarda, situada junto al faro del  Albir, y con el castillo de Benidorm y la torre del Aguiló, con las que tiene contacto visual. De la torre solo queda el cuerpo central, construido con piedras y mortero, y hace unos años fue sometida a un proceso de restauración debido a que amenazaba ruina.


Una vez lleguemos a la torre disfrutaremos de las impresionantes vistas de los acantilados de Serra Gelada y la Illa Mitjana (isla mediana) un pequeño islote. Además se llega a divisar una de las dunas fósiles de Serra Gelada. Aprovecharemos que hay que dar la vuelta para tomar un respiro, y tomar todas las fotos que estimemos conveniente. Y no serán pocas.


Esta ruta permite un bonus track, subir hasta el alto de La Cruz. Se conoce así porque en diciembre de 1961 una misión católica instaló una cruz para expiar a la ciudad, cuna del pecado que permitía a las mujeres bañarse en la playa en bikini. Es uno de los puntos más elevados de la ciudad (237 metros de altitud) y las vistas son simplemente espectaculares. Debido a que un temporal arrancó la cruz original de madera, ésta se sustituyó a mitad de la década de los 80 por una cruz metálica con iluminación nocturna, que permite que sea visible por la noche. La cruz se  ha convertido en un lugar de recuerdo de difuntos (vimos incluso una urna cineraria). Para compensar aquí muchas parejas se reparten amor, y hasta se han rodado películas porno.


Además de los valores medioambientales, paisajísticos e históricos que atesora esta ruta, si hay algo  que nos sorprende es que estando en Benidorm, una de las ciudades más bulliciosas del Mediterráneo español, parece que estemos en otro lugar. La tranquilidad es asombrosa. Podemos decir, sin lugar a dudas, que es un auténtico tesoro. ¿Lo esconderían los piratas?

jueves, 18 de octubre de 2018

NUESTRA EXPERIENCIA EN TERUEL

No nos cansaremos de decirlo: Teruel es una de las provincias que menos se conoce de nuestro país, y es una de las que más vale la pena descubrir. Nosotros ya hemos estado tres veces con nuestros hijos, y otra sin ellos, y nos sigue encantando. Si tuviéramos que recomendar un lugar por el que empezar a visitar esta provincia, recomendaríamos la capital.


La ciudad de Teruel es muy cómoda para visitar con niños. Su centro histórico es pequeño pero "matón". Que gran parte sea peatonal (o semi-peatonal) ayuda mucho a caminar un poco más despreocupado. Mi abuela lo definiría como "amanosita", es decir, que todo se encuentra a mano, algo que también es destacable.


Si hay un lugar de Teruel verdaderamente emblemático esa es la plaza de Carlos Castel. A esta plaza le pasa un poco como a Manolito Gafotas, que si preguntas por Manolito García Moreno la mayoría se encogerá de hombros, pero si preguntas por la plaza del Torico... Es el epicentro de Teruel. El centro de esta plaza con forma ovalada es la fuente, inaugurada en 1858, y decorada con una columna sobre la que se alza una pequeña escultura de un toro, que le da nombre a la plaza. Cuando lo ves por primera vez decepciona el tamaño, pero a la vez hace que sea más simpático. Cuatro cabezas de toro ejercen de caños, de donde surte un agua que en pleno agosto está muy fresca. La columna la decoran estrellas, como el escudo de la ciudad, elementos que provienen de una leyenda medieval.


También la plaza del Torico es uno de los espacios más vivos de la ciudad. Bajo sus soportales se alternan cafeterías con comercios, en su mayoría de productos selectos, sobre todo embutidos y jamón. Es muy recomendable sentarse un poco en una terraza y contemplar los edificios que la envuelven, en especial la casa del Torico, con su característica fachada de color lila. Sale en casi todas las fotos de la plaza ya que está justo detrás de la fuente. Del edificio original sólo se conserva la fachada, una de las más características de la arquitectura modernista en Aragón.


De esta plaza sale un tren turístico que recorre todo el centro. Uno de los puntos más emocionantes en el recorrido (sí, un tren turístico puede guardar grandes emociones) es su paso a través de la torre del Salvador. Pasa a ras, tanto que si tienes la mala cabeza de sacar algún miembro, puedes acabar perdiéndolo (no lo deseamos). Esta es una de las tres torres mudéjares que se alzan en el centro de la ciudad y son otro de sus símbolos. Estas tres torres son, además de la del Salvador, la de San Pedro y San Martín. La duración del recorrido del tren es de unos 45 minutos. Los precios por trayecto son: Adultos 3,50 €, niños de 4 a 10 años y mayores de 65 años 2,50 €. Los menores de 4 años no pagan. El horario del tren turístico es de 11:00 a 14:00 y a partir de las 17:00.


El arte mudéjar se caracteriza por la aplicación de elementos de inspiración andalusí, el uso del ladrillo como principal elemento constructivo, además de la madera, y la decoración con cerámica vidriada. Se circunscribe casi exclusivamente a la Península Ibérica, con algún elemento en Sicilia y América. Las tres torres mudéjares de Teruel junto algunos elementos originales de la Catedral de Santa María fueron declarados Patrimonio de la Humanidad en 1986.


La Catedral se encuentra muy cerca de la plaza del Torico. Se encuentra un poco oculta y puede que pase un poco desapercibida, ya que la fachada a los pies es muy simple, como de una parroquia menor. Esto cambia en la plaza de la Catedral, junto a la torre y a la portada neomudéjar, un movimiento que rescató elementos mudéjares a finales del s. XIX y principios del XX. Conviene entrar y echar un vistazo al techo, ya que es uno de los elementos merecedores de la declaración Patrimonio de la Humanidad. Os sorprenderá gratamente.


Uno de los lugares que más me gustan de Teruel es la escalinata. Fue construida a principios del s.XX para conectar el centro de la ciudad con la recién estrenada estación de ferrocarril. Evidentemente este nuevo espacio y este medio de transporte supuso una revolución en la ciudad. Su arquitectura neomudéjar la pretende emparentar con las torres. Está decorada con paneles cerámicos y relieves con la historia de los amantes de Teruel. Si no queréis (o no podéis) bajar o subir por sus peldaños, entre los años 2001 y 2003 se hizo una importante actuación en la zona e instalaron dos ascensores. Pero ojo, nosotros nos los hemos encontrado fuera de servicio muchas veces. Consejo para padres/madres: a los pies de la escalinata hay un parque con juegos infantiles (hay un módulo que todavía no comprendo para que sirve), donde vuestros hijos pueden desfogarse un ratito.


Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla eran dos chiquines que vivían en el Teruel del siglo XIII. Su historia, mitad leyenda mitad realidad, narra el amor de la pareja, obligada a separarse porque la familia de ella (hija único y con posibles) quería un pretendiente con dinero, no como él, que a pesar de venir de buena casa al ser segundón estaba tieso. Al regresar de un exilio económico de cinco años dispuesto a desposar a Isabel, ella se acababa de casar y él fallece al no recibir un último beso de su amada. Ella, afligida, le besa finalmente en el velatorio de Juan, muriendo de inmediato. No, no son Romeo y Julieta ni ocurrió en la Italia medieval. Son los Amantes de Teruel (tonta ella, tonto él). Esta historia-leyenda se representa cada tercer fin de semana de febrero, recreando las bodas de Isabel y la muerte de ambos, volviendo por unos días al s. XIII.

Pero también podéis visitar el mausoleo de Juan e Isabel, a los que se decidió enterrar juntos, debido al amor que se profesaban. El museo indaga acerca del contexto sociocultural del Teruel de la época, para pasar a explicar la historia de los amantes, el debate acerca de la veracidad de los hechos y su influencia en el arte. La parte central del museo es el sepulcro, que representa a los dos amantes yacentes, con sus manos muy cerca pero sin tocarse. La escultura es obra de Juan de Ávalos, el autor de las esculturas monumentales del Valle de los Caídos. También se habla de amor, incluso los visitantes pueden dejar mensajes en tarjetas en forma de corazón. El edificio fue rehabilitado en 2005. Abre de lunes a domingo de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00. La entrada general cuesta 4€, 3€ la reducida (menores de 15 años, estudiantes hasta 25 y jubilados) y los menores de 7 años entra gratis. También existe la posibilidad de entrada conjunta para visitar la iglesia de San Pedro (donde se veló a Juan y murió Isabel) y su claustro.



En lo que era el exterior del antiguo Teruel (de hecho se adentra en el barrio del Arrabal) se encuentra el acueducto de los Arcos, el más grande de los acueductos renacentistas construidos en España. Bajo del acueducto hay una zona donde suele haber aparcamiento, y no creo que sea posible así olvidar donde dejas el coche.


Uno de los recursos turísticos que ha relanzado a Teruel turísticamente es Dinópolis. No nos vamos a enrrollar mucho en esto porque ya le dedicamos un artículo hace un tiempo, y dentro de unas semanas le dedicaremos otro ampliándolo, con la experiencia de nuestra última visita. Solo decir que si tenéis niños es imprescindible. Si no los tenéis, la visita, sobre todo del museo paleontológico es muy interesante. Además muchos alojamientos ofertan descuentos (o invitaciones) por lo que no tenemos excusa.



La cercanía de Teruel al centro peninsular, a la Comunidad Valenciana y gran parte de Cataluña, hacen que sea un destino excelente para una escapada, para un fin de semana o un puente. Nosotros ya hemos convencido a varias familias (cuando volvamos ya exigiremos nuestra comisión jeje). Si la capital se os queda pequeña siempre podéis hacer excursiones al resto de la provincia. Pero de eso hablaremos otro día.

jueves, 10 de mayo de 2018

EL CASTILLO DE GIBRALFARO: EL MIRADOR DE MÁLAGA

Málaga siempre merece una visita. Nosotros la hemos descubierto recientemente y nos ha encantado. De hecho estuvimos poco tiempo y ya estamos pensando en volver (qué le vamos a hacer, somos así).


Hay que dedicarle una mención especial al Castillo de Gibralfaro. No tiene la fama ni la belleza de la Alcazaba, al fin y al cabo es un recinto militar con todo lo que ello conlleva, pero sin lugar a dudas su posición elevada permite tener las mejores vistas de toda la ciudad, ya que de un vistazo podemos ver el puerto, el centro histórico, la ciudad moderna y los edificios más representativos de Málaga.

Pero no solo de vistas vive un monumento, y aun con la espartana austeridad militar este enclave tiene bastantes cosas interesantes. En primer lugar visitaremos el centro de interpretación del castillo, ubicado en el antiguo polvorín. Una exposición repasa la historia de esta fortificación que fue construida para defender la Alcazaba y alojar a los soldados. Precisamente la exposición repasa la historia militar entre los siglos XVI y XX, en primer lugar con una maqueta que reproduce la Málaga del siglo XVII, y con reproducciones de uniformes y armas y distintos objetos de la vida cotidiana, desde compases y brújulas a barajas de naipes. A mis hijos les pareció muy interesante, sobre todo los objetos cotidianos y los maniquíes que representan a los distintos soldados. Tanto se fijaron que me aseguraron que uno movió una mano...




Cerca del centro de interpretación se encuentra el pozo Airón, excavado en la misma roca y que tiene una profundidad de 40 metros. La verdad es que da cosita mirar hacia abajo. A continuación podemos ascender a la torre mayor, el punto más elevado del castillo. Evidentemente desde aquí se contempla la mejor panorámica de la ciudad. Podemos seguir visitando el castillo a través del camino de ronda que discurre paralelo a la muralla. Mucha precaución, hay bastantes escalones (no olvidemos que el castillo está sobre un cerro y se distribuye en varios niveles) y en ocasiones nos cruzamos con otros visitantes de frente y no hay apenas espacio para todos.


En la parte inferior del castillo se encuentra el patio de armas, un espacio amplio rodeado de bastante vegetación que hace más llevadero el calor. Frente al patio de armas se alza la torre Blanca. Aquí hay que hacer una crítica ya que las paredes interiores se encuentran llenas de grafittis. Me parece fenomenal que la gente se quiera y se ame, o que pretendan dejar un mensaje de su paso por ahí para la posteridad, pero ya existen redes sociales que cumplen con el mismo cometido sin necesidad de dañar parte de nuestro patrimonio histórico-artístico, que un poco de civismo nunca viene mal. 


Podemos visitar todo el castillo a través del camino de ronda, ya que la muralla se conserva en perfectas condiciones y rodea todo el conjunto, o paseando por el interior de las instalaciones. El paseo por el castillo de Gibralfaro es muy agradable. Justo detrás del centro de interpretación hay unos paneles explicativos sobre la vegetación que se encuentra aquí y son bastante interesantes.

También existe un pequeño bar y servicios higiénicos estratégicamente situados a la sombra para poder descansar un poco. Se pueden encontrar un par de fuentes de agua si tenemos sed. Nos resultó  curioso ver unos cuantos pintores aficionados inmortalizando distintos rincones de este conjunto. Hay visitantes que se quedan viendo como ejecutan sus obras.



Llegar al castillo de Gibralfaro es muy fácil. Si acudimos con nuestro vehículo no hay pérdida ya que está perfectamente indicado. Si optamos por el transporte público hay un autobús que sale del paseo del Parque (junto al puerto) y llega a la misma entrada del recinto. Abre todos los días a las 9:00 y cierra a las 18:00 en horario de invierno y a las 20:00 en horario de verano. En cuanto a precios, la entrada general cuesta 2,20 €. Hay una entrada reducida a 0,60 € para residentes en Málaga, niños de 6 a 16 años, escolares o titulares del carnet de estudiante jubilados o pensionistas, familias numerosas de categoría general y usuarios de tarjeta MALAGACARD. Por si fuera poco, los domingos a partir de las 14:00 y hasta la hora de cierre la visita es gratuita.También existe la opción de comprar un billete conjunto para visitar el castillo de Gibralfaro y la Alcazaba por 3,55 €.


Si os encontráis en Málaga no dudéis en visitar este castillo. Quizás no sea el edificio más bonito de la ciudad, ni a priori el monumento más emblemático (aunque aparece en el escudo de la ciudad y de la provincia), pero las vistas os enamorarán y solo por eso ya merece la pena.