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domingo, 8 de agosto de 2021

VIAJAR CON EL PALADAR: TARTA DE QUESO DE LA VIÑA

En casa nos pirra el queso. Todos los que imaginéis. Curados, frescos, azules, de vaca, de cabra, para untar… Una pasión que se extiende a otras recetas que usan el queso como uno de sus ingredientes principales. Últimamente se han puesto de moda las tartas de queso. Y la tarta de queso La Viña tiene buena parte de culpa.

La tarta de queso de La Viña

La Viña es un restaurante que se encuentra en el centro de San Sebastián, en plena Parte Vieja, muy cerca del Museo de San Telmo. Especializado en pintxos y raciones, ha sido su tarta de queso la que lo ha catapultado a la fama mundial. ¿Los motivos? El primero y principal: está buenísima. Tanto que The New York Times la considera sabor del año, y ha sido elogiada en numerosas publicaciones especializadas. Gran parte del éxito procede también de su textura cremosa, suave y ligera.

Por todo el mundo han surgido copias que han intentado imitar el sabor y la textura de esta tarta. En Turquía, Japón o Estados Unidos, por poner solo algunos ejemplos, han surgido versiones de esta tarta, que también se conoce como “Basque burnt cheesecake” (tarta de queso vasca quemada) o simplemente “Basque cheesecake.


Quizás por eso Santiago Rivera, responsable de La Viña, hiciera pública la receta de esta tarta. Estamos convencidos que en cuanto la probéis, al igual que nosotros, os rendiréis y os haréis fans. Esta tarta, a diferencia de otras tartas de queso, carece de la típica base de galletas y mantequilla. También carece prácticamente de harina. De ahí esa ligereza.

La preparación de la tarta de La Viña es bastante sencilla. Pero hay que prestar un poco de atención a algunos detalles importantes para lograr que nuestra tarta sea una verdadera delicia.

Vamos a cocinar la tarta de queso de La Viña

La tarta de queso de La Viña

En cuanto a ingredientes necesitaremos: 1 kg de queso crema, 7 huevos, ½ litro de nata líquida, 400 gramos de azúcar y una cucharada colmada de harina. Ingredientes sencillos pero contundentes, con los que lograremos una tarta de aproximadamente dos kilos de peso, para unas 10-12 raciones.

Como veis en la foto que hay un poco más arriba, nosotros utilizamos en una de las ocasiones ingredientes de marca blanca. Oye, que la economía doméstica está como está y no vamos (ni podemos) criticar. Sale muy buena pero si queréis llegara un nivel superior utilizad queso crema de marca líder del mercado (Philadelphia, vamos) y notaréis la diferencia.

La tarta de queso de La Viña

En primer lugar vamos a cubrir con papel sulfurado o papel de horno un molde para horno desmoldable. No importa que el papel quede arrugado, de hecho eso le da un toque visual más genuino a la tarta. Al mismo tiempo precalentamos el horno a 200ºC con calor arriba y abajo y sin ventilador.

Mientras iremos mezclando los ingredientes. Empezaremos poniendo el queso crema en un bol lo suficientemente grande. Depende de la receta ya se bate por separado o bien junto a los huevos. Para batir emplearemos un batidor de varillas o una eléctrico, incluso un robot de cocina, pero hay que tener cuidado para mezclar sin introducir una gran cantidad de aire. Debe quedar una mezcla sin grumos, lo más homogénea posible.

La tarta de queso de La Viña

A continuación añadiremos el azúcar y si no habéis agregado los huevos antes, ahora es el momento. Volvemos a batir. Es el turno de la harina. Y batimos de nuevo. Por último incorporamos la nata y batimos por última vez. Volcamos la mezcla en el molde e introducimos en el horno.

La importancia de la cocción

El tiempo de cocción es de aproximadamente 40 minutos. El punto final depende de varios factores: si os gusta más o menos tostada, más o menos cuajada, etc. A partir de los 30 minutos deberéis vigilar el dorado de su parte superior y recolocarla en una parte más alta para que se dore más o ponerle un poco de papel de aluminio para evitar que se queme en exceso. Esta capa que se forma por la caramelización de los diversos azúcares presentes en la receta (los naturales y el que hemos añadido) es otro de los elementos que han propiciado la fama de esta tarta.

La tarta de queso de La Viña

Una vez consideremos que está lista la sacaremos del horno y la dejaremos durante varias horas que se enfríe y de esta manera poder desmoldar más fácilmente. Si la guardamos en la nevera y la consumimos de un día para otro, estará mucho más sabrosa. Eso siempre y cuando podáis, porque os aseguramos que es bastante difícil resistirse a no probar un poquito.

San Sebastián y la gastronomía

La tarta de La Viña es la última receta de San Sebastián que ha alcanzado fama mundial. Porque está claro que hablar de San Sebastián es hablar de su gastronomía. De todo un universo gastronómico. Empezando por platos tradicionales que ya se han convertido en monumentos, como las kokotxas, el bacalao al pil pil, el marmitako, el txangurro, la tortilla de bacalao o los chuletones regados con sidra, la popular sagardoa, que se puede degustar en las numerosas sidrerías que hay en toda la ciudad y varias localidades de la provincia de Gipuzkoa (Astigarraga, Urnieta, Hernani o Usurbil).


Otra de las grandes aportaciones de San Sebastián al universo gastronómico son los pintxos, que han elevado estas preparaciones a los altares culinarios. En lo más alto se sitúa la tradicional “Gilda”. Una delicia que en la sencillez de la anchoa, las aceitunas y la guindilla, encierra la concreción del sabor. Los pinchos se han unido a las tapas y se han internacionalizado. 

Además San Sebastián, y su provincia, han aportado algunos de los grandes nombres de la gastronomía española: Pedro Subijana, Karlos Arguiñano, Martín Berasategui, Juan Mari y Elena Arzak o Andoni Luis Aduriz. Son un universo de estrellas Michelín y soles Repsol. Además, han compartido su sabiduría con numerosos discípulos que han abierto su propio camino en el difícil mundo de la restauración.

El Basque Culinary Center, que este año cumple su primera década, ha supuesto un empujón en el empeño de convertir a Donosti en una de las capitales culinarias del mundo. Para ello además de fogones, cuchillos y ollas, emplea innovación, talento y creatividad. ¡Ahí es nada!

La tarta de queso de La Viña

Pero volvamos a la tarta de queso. Nosotros la preparamos en ocasiones especiales, generalmente para alguna celebración importante. Si queréis quedar bien e impresionar al resto de comensales os prometemos que acertaréis seguro. El problema es parar una vez empiezas porque es absolutamente deliciosa. Y para complementar podéis aprovechar otras recetas que hemos publicado  bajo el título genérico de "Viajar con el paladar". ¡Qué aproveche!

lunes, 28 de diciembre de 2020

VIAJAR CON EL PALADAR: RATATOUILLE

Si nombramos la ratatouille estamos convencidos que enseguida os vendrá a la mente la fantástica película de Pixar. Pero como dice Nieves Concostrina, antes que una película fue un plato. Un plato campesino, como dicen en la película. Esta vez vamos a viajar hasta Francia para preparar una receta que tiene muchos “primos”. ¿Venís?


Supongo que habréis visto la película un millón de veces. Por si acaso os hago un resumen: Rémy es una rata que tiene un extraordinario sentido del olfato y el gusto. Por diversos azares llega hasta París, hasta el restaurante de Gusteau, uno de los chefs más famosos de Francia recientemente fallecido. Gusteau, cuyo lema es “cualquiera puede cocinar”, es el chef favorito de Rémy. Allí conoce al recién llegado Lingüini, un joven un poco torpe que ha llegado para trabajar en la cocina de Gusteau. Rémy comenzará a manejar a Lingüini como una marioneta para cocinar. El buen hacer de “mini-chef”, como Lingüini llama a Rémy, hará que Gusteau recobre la fama que tenía cuando su creador todavía estaba vivo. Esa fama atrae a Anton Ego, el crítico culinario más influyente de París, que tras su última crítica hizo perder una estrella al restaurante. 

La ratatouille es una receta muy sencillita de hacer, con ingredientes que son muy fáciles de encontrar. Necesitaremos berenjena, pimientos, tomates, calabacines, cebollas, ajo, aceite de oliva y hierbas aromáticas. Dependiendo de la receta, los ingredientes pueden cambiar algo, pero estos son los más habituales. En este caso la vamos a preparar al horno, pero también se puede preparar en una sartén o cazuela. 


Cortamos los ingredientes en rodajas, excepto el ajo, que lo picaremos muy fino. Tened en cuenta que cada verdura tiene un tiempo distinto de cocción, por lo que el calabacín, que se prepara muy rápido, debería ser más grueso que los pimientos, tardan más en cocinarse. Haremos “sudar” a la berenjena para sacarle un poco de amargor. Esto es, ponerla sobre un papel de cocina y echarle un poco de sal. Secaremos el líquido que exuda con el papel de cocina. 

En una bandeja que pueda usarse en el horno iremos colocando los ingredientes. Para que sea más colorido os recomendamos que los vayáis intercalando, formando una especie de escalera de caracol multicolor. Aderezaremos con un chorro generoso de aceite de oliva virgen extra, y echaremos sal y una mezcla de hierbas aromáticas como romero, tomillo, orégano, albahaca, etc. En nuestro caso usamos las famosas “hierbas provenzales” que venden en cualquier supermercado. Nosotros las metimos un rato antes en el aceite para hidratarlas un poco. 


El horno estará previamente precalentado a 180ºC, y meteremos la ratatouille unos 20 minutos, quizá un poco más si no son muy finas las lonchas. Con calor arriba y abajo y sin aire. Si notáis que se queman las verduras taparlas con papel de horno. Estará listo cuando las verduras estén cocinadas, pero todavía firmes. 

La ratatouille nació en la Provenza francesa. De hecho su nombre completo es “ratatouille niçoise”, es decir, de Niza. Como ya hemos dicho, es una receta campesina, de gente humilde, preparada con las verduras que cultivaban. Se tiene noticias desde el s. XVIII de su preparación. 

Antes también hemos comentado que esta receta tiene muchos “primos”. ¿Os suena otra receta que lleve tomate, pimientos, cebolla y calabacines? Si estáis pensando en un pisto, tanto manchego como murciano, habéis acertado. Este sería uno de los familiares directos de la ratatouille. El pisto también tiene otros familiares como la samfaina catalana o el tumbet mallorquín. 


Pero encontramos otros parientes en otros países, todos bañados por el Mediterráneo. En Italia hay un plato denominado ciambotta que lleva patatas hervidas, berenjenas, tomates y pimientos. En Malta la kapunata es una receta con tomates, pimiento verde, berenjena y ajo que suele acompañar a los platos de pescado. Y en Turquía se prepara el Imán Bayaldi. Dicen los expertos que lo que Rémy le prepara a Ego en la película no es una ratatouille, si no un confit byaldi, una receta que en los años 70 creó el chef Michel Guérad, fusionando las preparaciones francesas y turcas. 

Sea como sea. Este es un plato estupendo para toda la familia. Con la excusa de la película, podemos hacer que los niños se aficionen a comer verduras. Incluso podremos aprovechar para ver la película mientras degustamos nuestra ratatouille. 

Y podemos imaginar que estamos en París en un restaurante como el de Gusteau, o paseando por las orillas del Sena. O incluso que recorremos la Provenza, atravesando sus campos al atardecer. Podemos seguir volando en sueños y nos vamos al Bistro Chez Rémy, el restaurante de Disneyland París que se basa en la peli Ratatouille, donde nos sentiremos del tamaño de unas ratitas. Como veis imaginación no nos falta, jeje. 


De momento lo más lejos que vamos a ir es a la cocina. Elegiremos verduras y prepararemos una rica ratatouille para disfrutar en familia. Coged pan y...¡Bon appetit!

sábado, 8 de febrero de 2020

VIAJAR CON EL PALADAR: PANNA COTTA

Para finalizar una gran comida nada mejor que un postre que redondee la velada. En esta ocasión os vamos a proponer un postre que es muy sencillo de realizar, tanto que los niños podrán ayudarnos en la mayoría del proceso de realización. Pero su sencillez no implica que no esté tremendamente delicioso y que nos transporte a otro lugar. Vamos a preparar panna cotta.


La panna cotta es un postre originario de la región italiana del Piamonte. Por si andáis con un poco de despiste, es una región situada al noroeste del país y la capital de la región es Turín. Sus principales ingredientes son la leche de vaca y la nata. De hecho 'panna cotta' significa 'nata cocida', tal cual. La cocina a base de ingredientes derivados de la vaca tiene bastante predicamento en la cocina al norte de Italia (leche, nata, quesos, carne, etc.).


Para realizar la panna cotta necesitaremos:
- 250 ml de leche (mejor si es fresca)
- 250 ml de nata
- 70 gramos de azúcar
- una vaina de vainilla
- tres hojas de gelatina

Para prepararlo se ponen en un cazo la leche, la nata, el azúcar y la vaina de vainilla y lo llevamos a ebullición a fuego lento. Aunque podemos poner la vaina tal cual, os recomendamos abrirla con una punta para conseguir un mayor aroma y para que las semillas se salgan, lo que ayudará a dar un toque de color al plato, que es de un blanco inmaculado, pero esto es al gusto. Al mismo tiempo ponemos las hojas de gelatina en un recipiente con agua fría para hidratarlas. Cuando rompa a hervir la leche con la nata  sacamos el cazo del fuego. Se sacan las hojas de gelatinas, las escurrimos bien y las añadimos al cazo. Removemos enérgicamente para que todos los ingredientes se mezclen correctamente. A continuación llenamos unas flaneras con la mezcla y metemos en la nevera para que cuajen. Pueden ser unas cinco horas, aunque lo mejor es reservar para el día siguiente.


La panna cotta tiene textura de flan y para descubrir si hemos acertado deberemos "hacerlo bailar". Un error frecuente suele ser añadir demasiada gelatina, convirtiéndolo en un postre de gelatina blanca. Las versiones industriales que hemos encontrado no tienen nada que ver con esto, y bajo la denominación "panna cotta" cuelan cada engendro que no hay por donde cogerlo.


Una de las grandes ventajas que tiene este postre es su versatilidad. Hay una versión vegana o para intolerantes/alérgicos a la lactosa  recomendable, hecha con sustituto de nata vegetal y leche vegetal (bebida de soja, avena, almendras...), o se puede sustituir el azúcar por edulcorante. También es muy agradecido con el acompañamiento, ya que combina bien casi con cualquier mermelada o fruta. También con chocolate, dulce de leche, caramelo, etc.


El potente sabor de la leche nos llevará hasta la zona transalpina, donde nació este plato. La riqueza gastronómica del norte de Italia es impresionante y, sorprendentemente, nada tiene que ver con la riqueza gastronómica del sur. Como hemos indicado antes, la cocina del norte de Italia se define por tener una mayor presencia de los productos procedentes de los animales (carnes y lácteos), en contraposición con el sur, donde ela platos más ligeros y con mayor presencia del aceite de oliva, pescados y vegetales frescos. Platos como el rissoto, el carpaccio, la salsa boloñesa, o quesos como el pecorino, el gorgonzola o el celebérrimo Grana Padano (además de la panna cotta), definen la cocina norteña. 
 

Como veis sobran argumentos para disfrutar con la cocina italiana, tanto si es del norte como si es del sur. Esta vez hemos querido incidir en un plato muy básico, pero que define muy bien a su región, y que demuestra que muchas veces menos es más. Os invitamos a probarlo y a que, de nuevo, viajemos con el paladar.

jueves, 18 de abril de 2019

EL NUEVO LIBRO DEL MONSTRUO DE COLORES Y LA FIRMA DE SU AUTORA

Este es el monstruo de colores. 
Hoy se ha levantado raro,
confuso, aturdido...
No sabe muy bien qué le pasa.

Seguro que muchos habéis reconocido el párrafo anterior. Pertenece (por si no sabéis de que va) a "El Monstruo de Colores", un cuento escrito e ilustrado por Anna Llenas y que es todo un best-seller entre el público infantil, con más de 300.000 ejemplares vendidos desde 2012 que fue publicado.

Y es que este simpático monstruo explica a los más pequeños que existen distintos tipos de emociones y que no es extraño que en ocasiones nos sintamos alegres, en otras tristes, a veces nos enfademos y en otro momento nos sintamos confusos. Todo esto se explica a través de colores, lo que hace que el niño pueda sentirse identificado rápidamente. El azul es la calma, el rojo la rabia, el negro la tristeza...

Nuestros hijos son fans de este libro, sobre todo nuestra hija mediana y el pequeño (bueno, es el libro favorito del pequeño) y aprovechando hace meses una visita a Madrid acudimos a la presentación de las nuevas aventuras del Monstruo de Colores, "El Monstruo de Colores va al cole", en una conocidísima tienda en pleno centro. A pesar de acudir con bastante tiempo la cola era tremendamente larga.

Aunque los trabajadores de la tienda nos advertían que el aforo era limitado y seguramente no entraríamos, de la cola no se movía nadie. Entonces llegó el momento de la verdad y la sala donde tenía lugar el acto se llenó rápidamente de niños, carros, mamás, papás, libros y peluches. Sí, peluches, porque el Monstruo de Colores ha traspasado el papel para convertirse en numerosos objetos, desde libretas a peluches, de libros para colorear a canción en Youtube. Nosotros, por ejemplo, tenemos la edición convencional, otra en pop-up (con desplegables) y el nuevo libro, que compramos para la ocasión.


Pasó lo que tenía que pasar: aforo completo. La sala se desbordó y no cabía ni un alfiler chiquitito. Teníamos dos opciones: o esperar arriesgándonos a que nos quedáramos sin firma, o irnos. Aguantamos más o menos media hora. Pero esperar vosotros media hora en una cola con tres niños pequeños si tenéis valor. Así que al cabo de un rato nos fuimos.

Aprovechamos para pasear por el centro de Madrid. Calle Preciados, Puerta del Sol, Plaza Mayor... Tras un buen rato, más de hora y media, volvimos a pasar por la tienda y asomamos, por si acaso. Todavía había cola, pero mucho menos, así que decidimos esperar. Nos volvíamos a arriesgar a quedarnos sin firma, pero oye, ya que estábamos... Cada poco calculábamos: si en x tiempo ha firmado tantos libros y quedan estas personas... Y sucedió, Anna Llenas nos firmó nuestro ejemplar. Fuimos los últimos, pero de allí ya no nos movía ni la grúa. 


El monstruo nació como un diseño para una línea de productos que su autora, diseñadora gráfica, había sacado a la venta: cortinas de ducha, carritos de la compra. Cuando escribió el cuento de "El Monstruo de Colores" se dio cuenta de que esa figura encajaba perfectamente, y le dio una nueva vida.

Como el Monstruo de Colores va creciendo, le ha llegado la hora de ir al cole. Está nervioso porque no sabe lo que va a encontrar. Junto a su amiga Nuna conocerá a su profe y a sus nuevos compañeros, y vivirá muchas aventuras.
   

Y esta es la historia de la primera firma de libros de nuestros hijos, de una lección de paciencia, sobre
todo por parte de la autora, que tenía a unos pesaos esperando hasta el último momento. Fue muy amable y atenta, y la verdad es que así da gusto esperar lo que esperamos. Nosotros ya estamos esperando una nueva aventura del Monstruo de Colores. Y lo querremos firmado.

viernes, 8 de febrero de 2019

VIAJAR CON EL PALADAR: DORAYAKI

Que vivimos en un mundo globalizado no es ninguna sorpresa para nadie. La información viaja de una punta a la otra del planeta a una velocidad de vértigo. Internet nos ha permitido que desde la pantalla de nuestro ordenador podamos visitar cualquier lugar que se nos ocurra, y en nuestra mano tenemos un pequeño ordenador abierto al mundo.




Los dorayaki son un dulce de origen japonés que se ha popularizado gracias a la serie anime Doraemon. Por si habéis estado en un bunker ultrasecreto durante los últimos veinticinco años os explico que Doraemon es un gato robot del futuro que viaja al pasado (a nuestros días) para ayudar a Nobita, el tatarabuelo del propietario de Doraemon, para ayudarlo a mejorar ya que es un desastre en los estudios y eso tendrá desgraciadas consecuencias en el futuro para su familia. Doraemon posee un bolsillo donde almacena inventos de su tiempo que ayudarán a Nobita y sus amigos. ¿Quién no ha deseado tener un gorro-cóptero o una puerta mágica?

Los dulces favoritos de Doraemon y Nobita son los dorayaki, incluso se llegan a pelear por ellos. Si te fijas, Doraemon y dorayaki empiezan ambas por “dora” que en japonés significa “gong” y hacen referencia a la forma redonda, tanto del disco del gong como del pastelito del dorayaki como de la cabeza de Doraemon. Estas Navidades le prometí a mi hijo que le haría unos dorayaki. Y aquí estoy.





El dorayaki tiene dos partes, un par de bollos llamados kasutera, que se parecen bastante a las tortitas (pancakes) y un relleno que se denomina anko, y que se realiza con una judías del tipo azuki, primas hermanas de las judías pintas. El anko es el relleno tradicional, pero también puede rellenarse con dulce de castaña, chocolate, fruta, crema pastelera, nocilla/nutella, etc.

Probablemente lo más complicado para elaborar los dorayakis es encontrar las azuki. Por suerte, y casi por casualidad, las encontré entre las legumbres ecológicas que venden en los supermercados Aldi. También se pueden encontrar en Alcampo. Como recurso final siempre os quedan las tiendas online, ya que es un alimento no perecedero y aguanta bastante tiempo sin problemas.


Para los kasutera seguí la receta de la web Japonpedia  y la verdad es que las medidas que proporciona dicen que son para 4 o 5 raciones, pero a mi me salieron al menos siete, aunque de distintas medidas. Cuando le cogí el truco los hacía más o menos iguales, pero al principio mezclaba unos pequeños con otros grandes. La cosa no es una tontería, porque necesitamos dos kasutera más o menos iguales para hacer cada dorayaki.

Necesitáis los siguientes ingredientes:
    • 200 gramos de harina. 
    • 2 huevos. 
    • 150 gramos de azúcar. 
    • 120 mililitros de agua. 
    • 60 gramos de miel. 
    • 1,5 gramos de levadura en polvo (una cucharadita de café). 
    • 1,5 gramos de bicarbonato. 

Empezaremos por batir los huevos. No es necesario separar las yemas de las claras. Añadimos la miel, el azúcar y lo batimos todo. Mientras, echamos el bicarbonato en el agua y lo removemos hasta disolverlo. Lo añadimos a la masa y echamos la harina y la levadura. Aunque no es necesario, es conveniente tamizarlo. ¡Y a batirlo todo! La masa estará lista cuando sea homogénea y no hay grumos. Es un poco consistente, líquida pero un poco viscosa, como la miel. No es preciso dejarla reposar.


Solo queda coger una sartén o una plancha e ir echando la masa con un cucharón. Previamente hay que engrasar la sartén con aceite de girasol. El fuego debe estar medio-bajo, aunque según vayáis haciéndolas iréis ajustando la temperatura. Se hacen enseguida, en un minuto o minuto y medio. Darles las vuelta y esperar a que se hagan. Las ponéis en un plato y esperáis para rellenarlas con el anko.


Lo suyo es que hagáis el anko al mismo tiempo, o antes. Necesitáis la misma cantidad de judías azuki que de azúcar (azúcar-azuki... no voy a seguir por este terreno pantanoso de las bromas fáciles) y una pizca de sal. Es decir, su usáis 100 gramos de judías, necesitáis 100 gramos de azúcar (blanco).


Antes hemos tenido que dejar en remojo las judías, al menos 12 horas. Si es más no pasa nada. Las escurrimos y la ponemos en una olla grande con agua a cocer. Se cuecen a fuego fuerte hasta que hierven y entonces se baja el fuego y las dejamos unos 10 minutos. Las escurrimos, volvemos a ponerlas en la olla, las cubrimos de agua y las volvemos a poner al fuego. Cuando hiervan bajamos el fuego y las dejamos a fuego bajo al menos hora y media, moviéndolas de vez en cuando. Cuando estén blandas se escurren. Hay que volver a ponerlas en la cacerola y con el fuego bajo echamos la sal y el azúcar. Removemos mientras la mezcla va espesando. Si vemos que la cosa no espesa, podemos triturar la mezcla con la batidora. Y una vez se haya enfriado...¡a rellenar! 


Sólo queda una cosa, comer y disfrutar. Nuestra primera tirada de dorayaki quedó bastante buena. Los kasutera tienen un sabor lo suficientemente intenso como para que no necesiten relleno. Pero no seré yo quien contradiga a los japoneses. Además son muy contundentes, con uno apenas estaba lleno, y no soy una persona que coma poco, precisamente. Aunque aguantan unos días en la nevera envueltos en film transparente, no hagáis mucha cantidad si sois pocos. Con las cantidades que os hemos proporcionado salen 7-8 dorayaki. 

FUENTE: https://www.flickr.com/photos/phuongkim1981/11820527984
Seguiremos perfeccionando la preparación de los dorayaki y esperamos ir algún día a Japón y probar unos auténticos en alguna pastelería de Tokio. Y vosotros, ¿habéis probado los dorayaki? ¿Los habéis comido en Japón? Podéis dejar comentarios acerca de esta u otra receta japonesa. ¡Qué aproveche!

sábado, 24 de noviembre de 2018

¿HOTEL O APARTAMENTO?

La pregunta que titula este post es una de las grandes dudas que nos surgen a la hora de planificar un viaje. Y es que la elección de un mal alojamiento puede mandar al garete toda la planificación de un viaje. 



Indudablemente a nosotros nos gustaría alojarnos siempre en un hotel de cinco estrellas con pensión completa (o todo incluido, quien sabe) pero nuestra disponibilidad económica es la que es y debemos ajustarnos a nuestras posibilidades, por lo que habitualmente optamos por el apartamento, aunque cada viaje es distinto y cada vez hay que volver a la casilla de partida. 



La decisión entre hotel o apartamento no es solo económica, hay otros factores que debemos de tener en cuenta. La primera es la disponibilidad de alojamiento. Pocos hoteles ofrecen habitaciones para familias numerosas y si tienen suelen ser suite junior o superiores. Se nos dispara el presupuesto. La alternativa no es que sea muy atractiva: dos habitaciones. Vale, al final la diferencia económica con una habitación de superior categoría no es tanta, pero ¿como nos repartimos? ¿Una triple y una doble? ¿Los padres juntos o separados? Caramba, una respuesta que ha provocado muchas más preguntas. Y es que esa pared que divide las dos habitaciones es un gran problema.



En un apartamento tenemos más controlada a la prole, incluso cada uno puede tener su propia habitación (o su cama) como en casa. Suelen ser más económicos, pero por contra nos tocara currar un poco más. Habitualmente no suelen tener un servicio que nos haga la cama, ni nos sirven desayuno, comida y cena. Es la contrapartida. Pero esto puede ser un inconveniente o aprovecharlo, como en el judo, a nuestro favor. De esta manera podemos salir a comer o cenar fuera, o probar algún producto local que compremos en la tienda de la esquina y del que desconocíamos su existencia. 




Una de las ventajas que suelen tener los apartamentos es la libertad de no estar sujetos a los horarios de comedor de los hoteles, que en ocasiones nos parten en dos una jornada de excursión, o hace que tengamos que apurar alguna visita si queremos llegar a tiempo. Pero si nuestro plan es de relax total, nada mejor que un hotel y dejarnos llevar. 



Nosotros nunca nos cerramos a ninguna de las dos opciones, pero advertimos que somos de visitar muchas cosas en nuestros viajes, por lo que normalmente optamos por el apartamento. Aunque irónicamente siempre empezamos buscando hotel. Sí, lo admitimos, somos fieles a Booking, quizás la experiencia de unos cuantos años nos ha llevado a que nos fiemos más que de otros comparadores como Trivago, por ejemplo. Siempre cogemos la opción de cancelación gratuita, ya que aunque sube un poco el precio, si existe algún imprevisto, que suele ser normal con tres niños, tendremos un respiro. Además últimamente cada vez incluye más otras modalidades de alojamiento, para competir con las plataformas de alquiler de apartamentos.

Nuestro método es ir buscando, siempre en ventana de incógnito para intentar no almacenar cookies y que al volver a mirar el mismo alojamiento nos intenten clavar, hasta encontrar lo que nos interesa. Si salta la liebre y encontramos una oferta, mejor que mejor, pero es algo que no suele suceder si buscamos un destino concreto en una fecha determinada. Cuanta mayor flexibilidad tengamos a la hora de viajar, tanto de fechas como de destino, mejores ofertas podremos encontrar.



Sentimos haber sido tan poco concretos, pero es cierto que la decisión depende de cada familia, de su situación económica, de las necesidades concretas del viaje, o de las ganas de cocinar y limpiar que tengamos. Para otro artículo dejaremos otros tipos de alojamiento, como los campings, o incluso las autocaravanas. Por no hablar del gran recurso del viajero low cost, las casas de los familiares y amigos.

jueves, 6 de septiembre de 2018

DESCUBRIMOS EL SABOR MEDIEVAL DE GIRONA

A medio camino entre la costa y los Pirineos, muy cerca de la frontera con Francia se encuentra Girona. Gracias a su estratégica posición y, entre otras razones, estar atravesada por cuatro ríos (Ter, Güell, Galligants y Onyar), hunde sus raíces en el Imperio Romano, viviendo un gran esplendor en la época medieval, lo que configurará un centro histórico único y singular.

Si llegáis en coche a Girona os recomendamos buscar aparcamiento de uno de los parkings que se encuentran en la zona del puente de Pedret, cerca del Parque de la Devesa. No es fácil estacionar, os avisamos, pero estaréis muy cerca de la ciudad histórica, y podréis iniciar desde aquí la visita.
Lo primero que os aconsejamos es pasear junto al río Onyar. Reconoceremos fácilmente el tramo que discurre junto al centro histórico porque en su ribera izquierda las fachadas de colores de sus casas se asientan prácticamente encima del cauce. Esta es una de las estampas más bonitas de Girona y una de las más reconocibles de la ciudad. El paseo es muy agradable ya que al rumor del agua se le suma la sombra que proporcionan los árboles de la orilla. Atravesando uno de sus puentes (en este tramo son todos peatonales) llegaremos al centro. Nosotros lo hicimos por el de Gómez, pero también tenéis el de Piedra (o de Isabel II), el de Sant Feliu (San Félix), o el de Hierro, o de las Pescaderías, construido por la compañía Eiffel.

La Catedral de Girona es el epicentro de la ciudad y en torno a ella ordenaremos nuestra visita. Se encuentra dentro del antiguo recinto amurallado romano, que describía un triangulo. Al alzarse sobre un podio se yergue majestuosa, acentuando esta visión una larga escalinata compuesta por 90 escalones que se construyó entre 1686 y 1699. La Catedral, por su parte, se construyó entre los siglos XI y XVIII, y es una mezcla de estilos románico, gótico y barroco. La fachada, por ejemplo, es de estilo barroco igual que la escalinata, la nave interior gótica (la más ancha que existe), y el claustro, junto a las torres anexas, de estilo románico.

Junto a la escalinata de la Catedral numerosas personas susurraban mientras sonreían "Vergüenza, vergüenza" o "Shame, shame". No estaban locos, es que emulaban una de las escenas más conocidas de Juegos de Tronos que, efectivamente, tuvo como escenario la capital gironina. Como ha sucedido con otros muchos destinos, el fenómeno mundial que supone la serie de HBO atrae un gran número de fans de la serie a los lugares de rodaje, como también han sido en nuestro país Peñíscola o Sevilla. Pero Juego de Tronos no ha sido el único rodaje que ha acogido Girona. El Perfume, Tengo ganas de ti o Soldados de Salamina, por citar algunos ejemplos, también se rodaron en Girona. Como curiosidad, en la web de la Film Office de Girona se puede descargar un plano con los puntos exactos de las localizaciones cinematográficas. Pero la relación de Girona con el cine no acaba ahí, ya que tiene un Museo del Cine con aparatos antiguos y una amplia colección de carteles, entre otros materiales.

Si rodeamos la Catedral por la parte derecha de la escalinata llegaremos hasta el antiguo palacio episcopal que hoy en día alberga el Museo de Arte de Girona. Junto a la entrada hay un arco que nos conduce a un pasadizo por el que llegaremos al ábside de la Catedral. Esta parte de la ciudad conserva el aspecto medieval, un trabajo que le ha valido a la ciudad el reconocimiento del Consejo de Europa. Si tomamos la cuesta arriba llegaremos a unos jardines. Junto a estos jardines podremos ver un tramo de la muralla medieval que todavía se conserva. Si no fuera por algunos elementos contemporáneos (farolas, bancos, papeleras...) tendríamos la sensación de haber viajado a plena Edad Media.
A partir de este momento tendremos dos alternativas para continuar la visita. Por un lado seguir rodeando la Catedral para dirigirnos a la Basílica de San Félix, y de ahí al Monasterio de San Pedro de Galligants; o dirigirnos hacia el sur al Barrio Judío.

Si optamos por la primera opción descubriremos la que fue la primera catedral de Girona. Destaca su espigado campanario y su fachada barroca con escalinata, que nos recuerda a la Catedral. Muy cerca encontramos uno de los símbolos de la ciudad: la lleona (la leona). Es una escultura en piedra datada en el s. XII que representa a este animal trepando una columna. La leyenda dice que hay que besar el culo de la leona para volver a Girona. Aunque hay unas escaleras tened cuidado, porque se han producido varios accidentes, uno de ellos con un desenlace fatal. Continuando nuestra ruta llegaremos hasta el Monasterio de San Pedro de Galligants, un edificio de época románica que actualmente alberga el Museo Arqueológico de Girona.
Por su parte el Barrio Judío es una de las juderías medievales mejor conservadas del mundo. Es curioso pasear por sus intrincadas callejuelas, ya que mantiene la peculiar estructura urbanística más orgánica que racional. En la antigua sinagoga se instaló el Museo de Historia de los Judíos, como muestra de que este credo tuvo mucha importancia para la ciudad de Girona hasta su expulsión en el año 1492. Realmente os recomendamos que callejeéis por esta parte de la ciudad, ya que es muy peculiar.

Girona también es un lugar destacado dentro de la gastronomía mundial. El relevo de El Bulli, que se encontraba en la cercana Roses, como mejor restaurante del mundo (2002, 2006, 2007, 2008 y 2009) fue tomado por El Celler de Can Roca (en 2013 y 2015). Supongo que conocéis la propuesta de los hermanos Roca. Si no es así os aconsejo que corráis a ver algún reportaje (si puede ser espera a acabar de leer este post) sobre la cocina de El Celler, o la participación de los Roca en programas tipo Master Chef para que se os haga la boca agua. Hay una alternativa a El Celler, ya que el menú degustación clásico cuesta la nada despreciable cantidad de 180 euros, el Restaurante Can Roca, abierto por los padres de los Roca, muy cerca de El Celler y donde su equipo come antes del servicio. Sirven menú del día a 11 euros y la especialidad de la casa son los canelones. Otra alternativa es tomarse un helado en Rocambolesc, las heladerías de Jordi Roca. Aquí podremos probar sorprendentes creaciones heladas. Aunque no hace falta ir hasta Girona a probarlas porque ha abierto sucursales en Barcelona, Madrid y Alicante.

Habitualmente dedicamos el último párrafo a recapitular lo que os hemos contado en el artículo, pero esta vez queremos hacer un pequeño alegato en vista de lo que está ocurriendo en Cataluña. Cuando visitamos Girona (hace unos dos años) había bastantes símbolos independentistas en balcones, calles, carreteras… No hay que olvidar que Carles Puigdemont fue alcalde de Girona y la provincia es la que más poya la independencia, según las encuestas. Todavía no se había producido la declaración de independencia. Hoy nos venden dos versiones contrapuestas sobre la situación allí. Puede que todos tengan razón, al menos en parte, o que ninguno la tenga. Pero están olvidando a mucha gente que vive el día a día, ajena a independencias y que necesita servicios públicos de calidad. La solución requiere diálogo, mucho diálogo, muchísimo diálogo. Todo el diálogo del mundo. La confrontación que muchos buscan solo beneficia a los que están directamente implicados, nunca al resto que mira atónito. Probablemente ambas partes necesiten tomar perspectiva. Y para esto, viajar ayuda.

jueves, 19 de julio de 2018

VIAJAR CON EL PALADAR: EL GAZPACHO ANDALUZ

Cuando empieza a hacer calor, que suele ser en la primera semana de junio, en casa empezamos lo que denominamos "la temporada del gazpacho", así conocida por el intensivo consumo de esta sopa fría. Tanto como acompañamiento como plato único, es indiscutible el poder de un gazpacho bien fresco para aliviar el calor de una manera deliciosa. 


Este plato aporta multitud de nutrientes, vitaminas, minerales, hidratos de carbono y agua, imprescindible en verano si no queremos morir deshidratados. Es uno de los grandes exponentes de la dieta mediterránea ya que para prepararlo se emplean dos de los ingredientes indiscutibles que definen esta dieta como son el pan y el aceite de oliva, además de las hortalizas que se utilizan. Y ya he pisado uno de los callos acerca del gazpacho, el uso de pan. 

Hablemos de ingredientes. Os dejo mi receta y a partir de aquí empezamos a discutir, como ocurre con cualquier plato famoso y representativo: tomates bien maduros, alrededor de un kilo o seis medianos; media barra de pan, es aconsejable que sea del día anterior para que absorba bien el agua; agua, la que sea capaz de absorber el pan, y un poco más; medio pepino; medio pimiento rojo y otro medio verde; media cebolla; dos o tres dientes de ajo; sal al gusto; vinagre de jerez, al gusto, unas cuatro o cinco cucharadas; y aceite de oliva virgen extra, un buen chorro. Cortamos todo en trozos lo más pequeños posibles y le metemos caña con la batidora. Antes lo pasaba por el chino para dejarle una textura fina, pero por economizar tiempo, y porque nos hemos acostumbrado a los grumos, lo suelo dejar tal cual. Quien tenga batidora de vaso o robot de cocina podrá mejorar la textura.

A partir de aquí vamos a empezar a divagar. Empezaremos por el tomate, de los pocos elementos que no tienen disputa. En todo caso el tipo de tomate. Hay quien prefiere el de pera, pero nosotros nos decidimos por uno que tenga una buena relación calidad-precio, ya sabéis que el tema tomatil en los supermercados está complicado, que suelen tener una piel como de adamantium y una carne como de porexpan. Respecto al ajo, la cebolla, el pepino, el pimiento, la sal o el vinagre, prevalece el gusto de cada uno. A mi no me gusta el pepino, y aun así le pongo medio (si se despistan no hecho, jeje). La cebolla y el ajo pueden cargar mucho el sabor y hay personas que les produce acidez. Algo parecido pasa con el pimiento o el vinagre. También depende un poco de la tradición familiar, porque hay quien lo prepara sin cebolla ni pepino, que solo utiliza pimientos verdes… 


Y llegamos a la madre del cordero, el pan en el gazpacho. Hay quien pide cárcel para quien pone pan en el gazpacho, que si le pones pan es salmorejo. En un país dividido en concebollistas y sincebollistas, y entre el-arroz-con-cosas-no-es-paella y los que le echan de todo a la paella, menos arroz, este es uno de los grandes debates culinarios nacionales. Yo le pongo pan. Si lo quieres menos espeso puedes añadir agua, siempre antes de batir, que si no se queda aguado y pierde todo el sabor.

No está muy claro el origen del gazpacho. Evidentemente tal y como lo conocemos solo es posible tras la popularización del tomate como producto agrícola tras traerlo los conquistadores castellanos de América, al igual que el pepino. La primera noticia que se tiene del gazpacho viene de la mano del escritor francés Théophile Gautier, que hizo un viaje por España en 1840 y escribió un dietario donde dejó escrita la receta del gazpacho. Si indagamos sobre su origen es posible que remita a algunos majados que se hacían en Al-Andalus con pan, agua, ajo, sal y vinagre, o yendo más atrás en el tiempo, a diversas mezclas de vinagre, agua, pan y hierbas aromáticas que hacían los romanos, como la conocida posca que consumían sus ejércitos.

El gazpacho tiene platos hermanos, voy a destacar dos. Por una parte el salmorejo. Confesaré que me gusta casi más que el gazpacho. El salmorejo únicamente lleva 1 kilo de tomates duros, dos o tres dientes de ajo, una barra de pan, vinagre, sal y aceite de oliva virgen extra. La textura debe quedar fina, y debido a la nula aportación de agua (hay quien empapa un poco el pan, pero la mayoría ni eso) y al aceite, se convierte en una crema más densa que se tiene que tomar inevitablemente con cuchara. Se decora con taquitos de jamón serrano y huevo duro. 


Otro de lo hermano del gazacho e el ajoblanco, que entra más en la categoría de sopas frías, pero tiene elementos comunes al gazpacho como el pan, el ajo y el aliño con sal, vinagre y aceite de oliva. En este caso se usa solo la miga, para conservar el color blanco, y almendras crudas. A mi me decepcionó un poco al principio, ya que el gusto a almendras crudas era muy intenso. 

Si no tenemos tiempo o ganas, siempre podemos recurrir a los gazpachos envasados. Como siempre si lo hacemos en casa probablemente nos saldrá más barato y es posible tener una mayor seguridad en el control de los ingredientes y su trazabilidad. Es decir, sabemos si lleva mucha sal, si los tomates están pochos, que el aceite sea virgen extra realmente... Con todo, ya decimos, no son una mala alternativa. Nosotros compramos de vez en cuando. Además la venta del gazpacho envasado contribuyó a su expansión internacional, ya que comenzó a principios de los 90, y España en el 92 tuvo varios eventos internacionales como la Expo o los Juegos Olímpicos. Tanto que hasta Lisa Simpson recomienda en un capítulo a su familia tomar esta "sopa de tomate muy fresquita" (aunque se la acabe tomando el perro).

El gazpacho (y el salmorejo) no hace que viaje a ningún lugar concreto, si no que me traslada al verano, la época del año de las vacaciones por excelencia. Vienen recuerdos de restaurantes más o menos abarrotados, comidas improvisadas en la terraza, sobremesas interminables. Y siestas. Y el Tour de France. Hacerle aguadillas a los colegas. Bañarse de noche en una piscina (mejor no decimos con que bañador...). Los primeros amores. No estudiar hasta que fuera imprescindible.  


Ya sé que no he nombrado los gazpachos con frutas como melón, sandía, mango, frambuesas, cerezas, etc. Es cierto que son muy refrescantes y una manera distinta de preparar gazpacho, pero soy un poco clásico para estas cosas. Tampoco he hablado de los gazpachos manchegos, hechos con carne. Creo que merecen un capítulo aparte. Con todo, os invitamos a probar el gazpacho como más os guste y, sobre todo, disfrutar del verano.

jueves, 17 de mayo de 2018

CONOCER UNO DE LOS MEJORES MUSEOS EUROPEOS: EL MARQ DE ALICANTE

En este blog ya os hemos hablado en otros artículos sobre los museos y los niños. Si nos seguís habitualmente sabréis que somos muy pro-museos y que estamos muy a favor de que los peques visiten estos espacios. En esta ocasión os vamos a hablar de la exposición permanente del MARQ, el Museo Arqueológico de Alicante, uno de los más recomendables para visitar con niños.





El MARQ está ubicado en el antiguo Hospital Provincial, lo que hace que tenga una estructura particular, con un gran espacio central y largas salas laterales. Cada una de las salas laterales ubicadas a la derecha (respecto a la entrada) desgrana una época histórica. La exposición es muy atractiva porque no se limita a las vitrinas llenas de piezas, si no que en las paredes hay material audiovisual que pone en contexto cada época, con explicaciones acerca del uso de las piezas expuestas. Por ejemplo, en la sala dedicada a Roma, el pavimento de la casa que vemos en el vídeo es el mismo que está expuesto frente a nosotros.


Es esta tipología expositiva la que hace que sea muy atractivo para los peques, ya que entienden los conceptos a la primera y, lo más importante, apoyándose en un medio (el audiovisual) que es la forma natural que tienen para adquirir nuevos conocimientos. No nos engañemos, el futuro de la didáctica es multimedia y multiplataforma.






Las salas permanentes abordan cinco períodos históricos:
- Prehistoria, en esta sala se pueden ver desde las piezas realizadas en hueso o piedra, hasta objetos elaborados con metales. También reproduce pinturas rupestres del yacimiento de Pla de Petracos, el gran conjunto de pinturas rupestres en Alicante junto a La Sarga.
- Íberos, fueron una de las culturas más importantes del Mediterráneo y dejaron numerosos restos, fruto de sus intercambios comerciales con otro pueblos como los fenicios o los griegos. Destaca la Dama de Cabezo Lucero, una deidad similar a la Dama de Elche.
- Cultura romana, poco se puede decir que no se sepa ya de Roma. Nuestra civilización depende en gran medida de los romanos: las costumbres, la lengua, la legislación...
- Edad Media, habitualmente se ve como una época oscura, sin educación, con pocos avances científicos, pero en gran parte de nuestro país fue la época de la dominación islámica, la otra gran cultura que nos dejó como legado avances en la agricultura, mucho léxico, y que conformó nuestra sociedad actual.
- Edad Moderna y Contemporánea, esta época histórica recoge la industrialización de la provincia, la asunción de importantes reformas sociales y la llegada de novedades técnicas y tecnológicas que cambiarían el paisaje, como fue la llegada del tren. La exposición permanente del MARQ finaliza con la II República.


El espacio central del MARQ lo ocupa una exposición permanente sobre tres tipos de excavaciones arqueológicas: una excavación en una cueva, que a priori parecería como la más habitual para el gran público; una excavación en un medio urbano, concretamente en una iglesia, donde se van superponiendo restos y edificios (la iglesia cristiana se construyó sobre una mezquita que se asentó sobre la basílica visigoda donde antes había un templo romano); y, por último, la simulación de una excavación subacuática. También hay reproducciones de restos arqueológicos y de materiales, como hachas de piedras, punzones de hueso, etc., para que los niños, sobre todo, puedan manipularlos, algo que les encanta.

Por su parte las salas del lado izquierdo se utilizan para exposiciones temporales. El MARQ mezcla exhibiciones con piezas de los museos arqueológicos de distintos municipios de la provincia (la última ha tenido como protagonista a Petrer) con otras de carácter internacional. Todavía se recuerda la exposición acerca de la Grecia Clásica que tuvo como gran estrella invitada la famosa escultura de El Discóbolo, obra de Mirón de Eleuteras, y que es una de las joyas del British Museum. Más recientemente se han podido ver una exposición acerca de la cultura vikinga y otra sobre la cultura maya, que batió los récords de asistencia al museo (os hablamos de ella en otro artículo). Hace poco se hizo público que en 2019 el MARQ acogerá una gran exposición sobre los guerreros de terracota de Xian, con piezas nunca vistas antes en nuestro país.



También os recomendamos visitar la biblioteca, que fue la capilla del hospital y que también suele albergar algún "epílogo" de las exposiciones temporales. No os perdáis la gran lámpara de araña que cuelga de su techo. Por si esto fuera poco, los sábados a las 18:30 se pueden visitar los sótanos del museo donde se pueden ver los almacenes, los laboratorios y otras estancias que habitualmente están fuera del alcance de los visitantes.

Llegar es fácil. Se encuentra en la plaza del Doctor Gómez Ulla, cerca de la Avenida de Denia (entrada norte de Alicante). Tiene su propia parada de TRAM (tren ligero metropolitano). La entrada vale 3 euros, pero las familias numerosas tienen un descuento del 50% y los niños hasta 8 años tienen entrada gratuita. Los pensionistas también tienen entrada a precio reducido (1,50€) y los desempleados y personas con discapacidad tienen entrada gratuita. Por su psarte la visita guiada a lo sótanos del Marq tiene un precio de 6,00€ por persona. El MARQ celebra con cierta asiduidad jornadas de puertas abiertas que permiten entrar de forma gratuita y realizar actividades especiales como talleres infantiles.


Por último cabe destacar el trabajo cada vez más importante en pos de la accesibilidad del museo para que todos puedan disfrutar de la visita. Gracia a todo esto fue nombrado Museo Europeo del año en 2004, un importante reconocimiento que obtienen los mejores centros y que ganó con todo merecimiento.