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domingo, 28 de marzo de 2021

L'ALMOINA, EL LUGAR DONDE CONOCER LA VALENCIA ROMANA

En el año 138 a. C. el paisaje era muy distinto al que vemos en la actualidad en el tramo final del río Turia. Una llanura fluvial hacía que desembocara plácidamente en el Mediterráneo, extendiéndose a sus anchas. Varios brazos partían del cauce principal, regando las tierras colindantes y formando algunas islas fluviales. En una de esas islas decidieron que se instalara Valencia.


Entonces tampoco era Valencia, si no la Colonia Valentia Edetanorum. Estas tierras iban a ser disfrutadas por soldados veteranos que ya se habían licenciado tras guerras lusitanas. Agua, tierra fértil, sol… Un buen lugar para el retiro. Aunque hay artículos que afirman que estas tierras no fueron entregadas a los soldados al mando de Décimo Junio Bruto Galaico, si no a los hombres que se sublevaron junto a Viriato y que fueron desterrados.

Sea como fuere, en aquel lugar se fundó una próspera ciudad que llegó a tener una cierta relevancia, como veremos, y que con el paso de los siglos devino en lo que conocemos actualmente. Y podemos descubrir como se fundó y como fue el principio de esta Colonia gracias al Centro Arqueológico de l’Almoina, un lugar muy interesante y que os recomendamos.


Para entender lo que podéis ver en este lugar hay que explicar un poco de urbanismo romano. No vamos a ser muy chapas, lo prometemos. La mayoría de ciudades o colonias, seguían el esquema del castrum, es decir, de los campamentos que formaban cuando querían conquistar un territorio. Se basaba en el modelo hipodámico o de retícula y se trazaban calles rectas paralelas y transversales formando parcelas cuadrangulares. Las calles que se trazaban de norte a sur eran los decumanos, y las que se trazaban de este a oeste los cardos.

Había un cardo y un decumano máximo, que eran las vías principales y en el punto donde se cruzaban se instalaba el centro (nunca mejor dicho) de la ciudad. Aquí se instalaba una plaza (el foro o forum) y alrededor los principales edificios administrativos y religiosos. Si recordáis el post sobre la Tarraco romana, en esta ciudad habían dos foros, uno para la provincia y otro para la ciudad.


Precisamente en este Centro Arqueológico de l’Almoina veremos este foro y los restos de varios edificios muy importantes de la época romana de Valencia. En primer lugar, y a pie de calle, veremos un audiovisual donde nos explican la fundación de esta colonia, el rito con el que celebraban la fundación y los primeros años de esta colonia. Hay que decir que Valentia Edetanorum fue destruida en año 75 a. C., en el marco de las guerras sertorianas, y repoblada unos 70 u 80 años después. A esto contribuyó que la vía Augusta, que recorría el Mediterráneo uniendo Roma con Gades (la actual Cádiz) coincidía con el decumano máximo.

También en esta primera parte de la visita veremos una serie de restos que se localizaron en las excavaciones arqueológicas realizadas aquí. No solo hay elementos como cerámicas romanas, también otros objetos de uso diario de los habitantes de los siglos posteriores, como la Balansiya musulmana o la ciudad medieval.


Nada más bajar las escaleras que llevan al nivel inferior, donde están los restos de las construcciones, veremos el lugar donde se practicó el ritual de fundación de la ciudad. De ahí pasamos a ver los restos de unas termas. Si habéis visitado cualquier otra ciudad romana sabréis que este edificio era capital para la vida de los romanos, no solo por la higiene (que también) y la salud, si no por ser un lugar de socialización. Se pueden ver las diversas estancias como el apodyterium (el vestuario), el caldarium, tepidarium y frigidarium (las salas de agua caliente, templada y fría, respectivamente) o las estancias auxiliares donde, por ejemplo, se calentaba el agua. Si vais al mediodía (el solar, no el del reloj) entenderéis el porqué de la lámina de agua sobre un cristal trasparente que hay en la plaza. Se consigue el efecto de reflejar el agua sobre en las termas dando la sensación de que vuelve a correr el agua por aquí.


Estas termas estaban junto al decumano máximo, que, como hemos dicho era el paso de la Vía Augusta por Valentia a partir del s. I de nuestra era. Una pasarela sobre esta vía nos llevará alrededor del foro. En uno de los laterales se han encontrado algunas de las columnas que sostenían el porche que rodeaba este espacio de la ciudad. Con una ilustración se recrea como sería idealmente este espacio. Además se exhiben otros restos, como un mosaico que sería parte del suelo.

Otros de los edificios importantes que se localizaban en el foro eran el horreum y el macellum, el almacén de grano y el mercado. Esa manía que tenemos los seres humanos de comer… Para entender mejor la disposición de los distintos edificios alrededor de este foro, hay una maqueta que muestra como debía ser este lugar. Es bastante interesante ya que nos permite imaginar y situarnos en estos edificios hace unos dos mil años.


En otro de los laterales del foro se ha localizado un templo dedicado a Asklepios (bueno, a Esculapio, que era el equivalente romano) o a las ninfas acuáticas. Este culto se entiende al estar en un lugar tan rodeado de agua, y ante la necesidad de contar con un volumen de agua dulce para las tareas cotidianas.


La visita continúa visitando los restos de otros edificios como la curia (el centro del poder) o la basílica, que era el lugar destinado a la administración de justicia, aunque también se empleaba para cerrar tratos económicos. Este tipo edificio fue adoptado por los primeros cristianos para su culto, tanto es así que en la actualidad siguen existiendo basílicas, como la de la Virgen de los Desamparados que está apenas a unos metros de L’Almoina, y que son templos de una sola nave y diáfanos.


En la parte final del recorrido a los restos romanos se les superponen los de las civilizaciones posteriores, como los edificios visigodos o los medievales. Tal vez por la tradición de este lugar, se construyeron aquí edificios de culto, del que se conservan restos parciales, además de tumbas. La actual plaza de L’Almoina se encuentra rodeada por la basílica de la Virgen de los Desamparados y por la Catedral de Valencia, que se construyó sobre la mezquita mayor musulmana.

El Centro Arqueológico de L’Almoina, que, por cierto significa “limosna” en castellano, ya que en la época medieval había aquí un centro que atendía a las personas más necesitadas, abre de martes a sábado de 10:00 a 19:00, y los domingos y festivos de hasta las 14:00. Actualmente es gratuito mientras se implanta el pago por datáfono, por lo que es una buena oportunidad. Además los jueves a las 13:00, los viernes a las 17:30 y los sábados y domingos a las 11:00 y 12:00 hay visitas guiadas gratuitas.


Os recomendamos visitar este Centro Arqueológico de l’Almoina con los niños. Es un lugar muy didáctico y les sorprende mucho que hace tanto tiempo ya hubieran ciudades tan bien organizadas como esta. Además si, como alguno de los nuestros, en Ciencias Sociales están viendo a los romanos (o los han visto) pues miel sobre hojuelas.

Si nos hemos quedado con ganas de más Valencia romana os recomendamos varios lugares. El primero es el portus, el puerto fluvial romano. Está junto a las Torres de Serranos. No hay muchos restos, pero un ancla señala el lugar. Un poco más lejos, en la calle del Mar 34, junto plaza de San Vicente Ferrer hay un restaurante (una hamburguesería) que en su sótano conserva una de las curvas del circo, lo que indica que Valentia llegó a tener cierta importancia. Por último, varios museos de la ciudad conservan restos romanos, como los sarcófagos, estelas y mosaicos que se exhiben en el Museo de Bellas Artes, o el Apolo de Pinedo, una escultura de bronce que es una de las piezas estrellas del Museo de Prehistoria de Valencia.


Como veis la historia romana de Valencia es apasionante y, lo mejor, es que se presenta de una forma amena. Esta es una excusa, tan buena como otra cualquiera, de visitar y descubrir la ciudad. Así que ya sabéis, podéis viajar al pasado de una forma sencilla y barata. Vale!

jueves, 24 de mayo de 2018

POMPEYA: DONDE EL TIEMPO SE DETUVO

24 de agosto del año 79 d.c. Después de cuatro días de continuos terremotos, el monte Vesubio entra en erupción. Las coladas y cenizas llegan a varios municipios de la actual Campania sepultándolos y permitiendo que durante siglos durmieran un sueño del que parecía que nunca iban a despertar. Pero los textos clásicos (principalmente por Plinio el Viejo y su sobrino Plinio el Joven) no dejaban duda de su ubicación y finalmente en 1748 las ruinas de Pompeya fueron localizadas (aunque se supone que en 1550 se habían localizado restos).




Los restos de Pompeya nos permiten descubrir unos restos perfectamente conservados de la vida cotidiana durante el primer siglo de nuestra era. Lejos de considerar al común de los habitantes del Imperio Romano un sibarita zampabollos que comía reclinado en su triclinio mientras su esclavos les abanicaban, su civilización y la nuestra no están tan lejos.


Bares, edificios para el ocio, grandes espectáculos, gimnasios... Viviendas de alquiler, anuncios, negocios, peajes... Dos mil años después no hemos cambiado tanto. Esa es la gran enseñanza que extraemos de Pompeya. Y es una lección muy valiosa que nos llena de humildad.

La visita a Pompeya dura tanto como queramos y puede llevarnos todo un día, es una ciudad entera en la que se puede entrar "impunemente" en casas, comercios, y todo tipo de edificios (siempre y cuando esté permitido, claro está). Os recomendamos calzado cómodo (muy cómodo) y ropa adaptada a todo un día caminando. También os aconsejamosacon intentéis hacer vuestras necesidades antes de entrar ya que dentro no hay muchos baños y puede ocurrir que os pille un poco lejos.



Os recomendamos entrar por la Porta Marina, a la que antecede una torre del siglo XIII. Cerca de esta puerta es donde se encuentran la mayor parte de los servicios de Pompeya (baños, taquilla, cajero automático, taquillas para objetos personales...). Además aquí tiene parada el tren procedente de Nápoles, que es el mejor medio de transporte en esta zona (solo pensar en conducir por Nápoles hace que una gota de sudor frío recorra mi espalda).


Lo primero que nos sorprende al visitar Pompeya es el pavimento de las calles. Todas perfectamente empedradas, con esos bordillos altos y esas piedras altas como pasos de cebra que hacen las delicias de los niños. Esto tiene una razón, claro. En primer lugar porque no existía alcantarillado y las aguas sucias debían correr por algún sitio sin que las pisaran constantemente. La otra era que los pasos tienen la misma distancia y solo se podía circular por Pompeya con sus carros, que tenían los ejes a la distancia adecuada para sortear estos pasos de peatones. Evidentemente cobraban un alquiler por el uso de esos carros.


Como primera parada en nuestra visita iremos al foro, la plaza mayor, donde se encontraban los edificios públicos y religiosos más importantes de la ciudad, además del mercado (macellum). Era un espacio abierto donde una columnata sostenía un porche para resguardarse en caso de lluvia, todavía queda parte de estas columnas. En un lateral se encuentra la , el lugar que regía los pesos y medidas en Pompeya y donde podían acudir para comprobar si eran correctos y así evitar fraudes. Junto a la mensa hay un almacén donde se pueden observar varias de las figuras que se obtuvieron al rellenar con yeso algunos huecos que se encontraron en diversas excavaciones y que correspondían con los restos desaparecidos de víctimas de la erupción volcánica. Las más famosas son la de una persona en cuclillas y la del perro que se retuerce. Estremecen.




Seguidamente os recomendamos que vayáis hacia la zona del teatro grande y el odeón (teatro pequeño), donde de camino podréis visitar las termas estabianas, las más grandes y antiguas de la ciudad. Tenía espacios diferenciados para su uso por hombres y mujeres. Otras más pequeñas separaban el uso por géneros estableciendo horarios. En Pompeya había otras tres termas (las suburbanas, junto a la Porta Marina; las del foro, elegantemente decoradas; y las centrales, cuya ampliación no fue terminada) y su función en la cultura romana no se limitaba al aseo y la higiene, ya que era también un lugar social, donde se encontraban los ciudadanos y charlaban.

Los teatros eran, evidentemente, edificios culturales y de espectáculos. El odeón estaba techado completamente y se destinaba a actuaciones musicales o recitales poéticos. El teatro grande, se destinaba a obras teatrales y aprovechó una pendiente natural para construir su graderío como se hacía en la cultura griega. Conserva muy bien el escenario. Es curioso que las gradas conservan las marcas y la numeración que delimitaba cada asiento (cada fila estaba reservada para los distintos estamentos sociales, cuanta más importancia más cerca estaba del escenario).

De ahí nos dirigiremos hacia uno de los edificios más representativos de Pompeya, el anfiteatro (no confundir con teatro). Es el anfiteatro más antiguo, tanto es así que carece de galerías subterráneas como el Coliseo romano. Antes de llegar está el huerto de los fugitivos, un espacio donde se pueden visitar más yesos aterradores.




Para continuar la visita podemos hacerlo recorriendo la muralla que rodeaba Pompeya, o bien callejeando. Lo ideal, como en tantas cosas, es una mezcla de ambas, ya que si no nos perderemos las casas pompeyanas que son muy interesantes. Ejemplos hay muchos: la Casa del Fauno, la del Poeta Trágico, la de la Columna Etrusca, la de Meleagro, la de Apolo, la de Menandro, la del Citarista, etc. Los nombres proceden de elementos que se han hallado durante las excavaciones. Casi todas están decoradas con pinturas murales, ya sean escenas o simplemente con bandas desde el zócalo, con el conocido rojo pompeyano, un granate (quien esto escribe es un hombre, no me pidáis un análisis cromático más afinado). También de negocios como el thermopolium, una taberna de la que se conserva la barra donde hay unos huecos donde se conservaban alimentos fríos y/o calientes preparados y listos para que los clientes los consumieran en la calle (street food, ¿os suena?). También el lupanar, el prostíbulo, decorado con pinturas eróticas.

Por último visitaremos la Villa de los Misterios, una casa de campo conocida por las pinturas que decoran muchas estancias, de una elegancia exquisita, sobre cuya temática no se ponen de acuerdo los expertos (de ahí el nombre) aunque se supone que pueden versar acerca de ritos iniciáticos. Al encontrarse en las afueras podremos ver tumbas, ya que una costumbre romana era enterrar a sus fallecidos en los caminos.


La entrada general a Pompeya cuesta 15 euros y 9 € la reducida, de la que se pueden beneficiar ciudadanos europeos entre 18 y 24 y mayores de 65, estudiantes y profesores. Los menores de 18 años tienen la visita gratuita.



Al menos una vez en la vida hay que visitar Pompeya. Olvidaos de Italia, olvidaos de la Campania y de Nápoles, la sola visita a Pompeya bien merece un viaje. A pesar de que el Vesubio sigue vigilando, amenazante, y de vez en cuando sugiere que va a volver a expulsar lava y cenizas, el riesgo merece la pena. Porque ellos, tanto los pompeyanos que murieron como los que se salvaron, somos nosotros.