"Nadie es perfecto (Nobody's perfect)" decía Osgood, el enamorado de un Jack Lemmon convertido en Dafne al final de Con faldas a lo loco. Y esa es una verdad irrefutable. Los viajeros como personas que somos (¡Oh, sorpresa!) no podemos evitar equivocarnos en ocasiones, algo que puede deportarnos ciertas decepciones tras mucho tiempo de preparación de un viaje soñado.
- Visitar algo "porque hay que hacerlo": Vale, lo hemos dicho, y lo hemos hecho. Es eso de "¿cómo que no habéis visto el museo de bujías perladas?". O por el contrario has ido a ver el puñetero museo de bujías perladas, en vez de pasear por un parque, visitar un museo de arte o ponerte hasta las trancas de la especialidad local y te la traen completamente al pairo las bujías, las chispas y la leche que les han dado (SPOILER: el Museo de bujías perladas no existe, o eso espero, es un ejemplo). Si algo no os gusta, no vayáis a visitarlo, tal cual. Sobre gustos los colores.
- Tener menos flexibilidad que una vara de acero alemán: Durante un viaje puede llover, granizar, y caer chuzos de puntos. Puede reventar una cañería e inundar ese edificio que queríamos visitar. Puede haber una invasión alienígena... Hay que tener siempre un plan B, C y hasta la Z si me apuras. Es fantástico llevar un planning de actividades con horarios y querer cumplirlo (para eso se hacen), pero contad con unos ciertos márgenes que nos permitan hacer cambios rápidos en caso de que surjan imprevistos. Cuando mejor se improvisa es cuando mejor preparado se va.
- Nos llevamos los prejuicios de viaje: Ya hemos comentado que hay que llevar la menor carga posible, y los prejuicios pueden arruinar un viaje (o al menos no dejarnos disfrutar de algunas cosas). Yo no he entrado al Museo del Barça por no ser mi equipo (y me he arrepentido). Casi me borro de una visita guiada que resultó ser maravillosa (por suerte me convencieron). Si sólo sabemos decir que no, el viaje nos dirá que no a nosotros.
- No comparar precios: ¿Quien no ha comprado un souvenir en una tienda frente al monumento estrella de la ciudad que estamos visitando y lo hemos encontrado a dos calles de distancia a un precio bastante menor? Parece mentira, pero el ansia viva todavía nos puede. No hablamos de racanear, si no de economizar. A veces cuando estamos de vacaciones parece que todos los caprichos son posibles y después pagamos las consecuencias (nunca mejor dicho).
- R.E.S.P.E.C.T.: Parece obvio, pero no siempre se cumple. Hablamos de respeto en todos los aspectos posibles, tanto a las personas como a los lugares. Recordad que si viajamos es para enriquecernos culturalmente, comprender y asimilar costumbres locales, aunque no nos gusten. Es parte de ese aprendizaje que experimentamos. En muchos viajes identificamos al segundo el rastro de los españoles, y suele dar vergüenza ajena.