lunes, 28 de diciembre de 2020
VIAJAR CON EL PALADAR: RATATOUILLE
viernes, 18 de diciembre de 2020
¿PRÓPOSITOS PARA 2021? ¡NO!
martes, 8 de diciembre de 2020
ALPUENTE: TAN CERCA, TAN DESCONOCIDO
La actual situación de pandemia en la que las distintas autoridades han decretado diversos cierres perimetrales, ha hecho que tengamos que centrarnos en visitar, siempre que se pueda, lugares cercanos. El cierre perimetral de la Comunidad Valenciana nos llevó a buscar una escapada en los límites permitidos en nuestra comunidad autónoma. Así es como, grosso modo, fuimos a parar a Alpuente.
Lo primero: Alpuente ha sido un descubrimiento mayúsculo. Nos ha fascinado, nos ha cautivado. Un lugar del que sabíamos muy poquito antes de reservar, apenas que había un museo paleontológico, pero que tiene un montón de actividades para toda la familia. Este municipio está en el interior de la provincia de Valencia, en la comarca de los Serranos, y su término municipal limita con Aragón, concretamente con la provincia de Teruel. Se notaba en el frío que hacía.
Aunque la historia de Alpuente se remonta a los primeros asentamientos humanos en la Edad de Bronce, su momento de máximo esplendor viene de mano de la conquista musulmana. Alpuente llegó a dar nombre a uno de los reinos de taifas en los que se dividió el califato de Córdoba. Tras la reconquista cristiana por parte del rey aragonés Jaume I, Alpuente vive otro de sus momentos de máximo apogeo ya que cruzaba su casco un Camino Real por el que se comerciaba con trigo y lana y la lonja de Alpuente era muy importante en el comercio de estos productos.
Alpuente se encuentra en una depresión entre dos muelas, la del Castillo y la de San Cristóbal. El paisaje es absolutamente espectacular, con un cañón con unas paredes casi verticales por el que transcurre el río Reguero, un río de poco caudal y que es afluente del Tuéjar, que a su vez es afluente del Turia. Estas muelas están cubiertas por frondosos bosques de pinos que contrastan con los llanos donde hay extensos campos donde se cultivan cereales o viñas. De vez en cuando es posible ver alguno de los buitres que viven en este hábitat, un descubrimiento fabuloso por la enorme envergadura de esta ave.
En la parte superior de una de las dos muelas, la del Castillo, se localizan los restos del… (tachán) antiguo castillo de Alpuente. Esta fortificación se construyó alrededor del s. X, durante el Califato de Córdoba. Este castillo vigilaba el Camino Real, por lo que, como os hemos contado anteriormente, era muy importante para el comercio de productos esenciales. Una muralla rodeaba las estancias de este castillo y otra muralla guardaba la villa de Alpuente. La entrada principal del castillo era bastante inexpugnable, ya que estaba junto a un cortado y solo se podía acceder a través de un puente levadizo.
El castillo fue reconstruido durante las primeras Guerras Carlistas, ya que Felipe V mandó derruirlo tras la Guerra de Sucesión en represalia por la falta de apoyo de Alpuente. Esta guerra, la Carlista, fue muy dura y el asedio a Alpuente y su castillo supuso la destrucción del 60% de la villa. Esto provocó que al finalizar esta guerra los propios alpontinos derruyeran los restos del castillo para evitar que otro ejército quisiera apostarse en este lugar en el futuro. Muerto el perro se acabó la rabia, pensarían.
La visita al castillo de Alpuente es gratuita y libre. Es cierto que quedan muy pocos restos. Lo más interesante son los antiguos aljibes, que se reconvirtieron en dormitorios por los carlistas y que pueden ser visitados. Hace poco también se ha restaurado y puesto en valor el área palatina y hay paneles explicativos. Pero si por algo merece la pena subir hasta el castillo es para disfrutar de las impresionantes vistas. Enseguida comprendimos porqué el castillo estaba donde estaba. Nosotros, además, tuvimos la suerte de ver un par de buitres volando. Para llegar arriba hay que subir por una escalera y cuesta muy empinada, por lo que preparaos para poner a prueba las piernas. Os recomendamos llevar calzado cómodo ya que hay partes un poco escarpadas y con tacones u otro calzado podría ser peligroso.
A pesar del pasado islámico de Alpuente, la inmensa mayoría de los monumentos que se pueden visitar son posteriores a la reconquista cristiana. El más importante es la Torre de la Aljama que, a pesar de su origen islámico, se transformó profundamente en el s. XVI y posteriores. Hasta hace diez años alojaba la casa consistorial, incluido el antiguo Salón de Cortes, en el que los reyes de Aragón reunieron dos veces las Cortes. Generalmente lo hacían para pedir dinero. En sus bajos se encuentra temporalmente la Tourist Info. Aquí Jan os informará de todo lo que podéis hacer en Alpuente y sus alrededores.
Nosotros nos decidimos por realizar la denominada “Ruta de la Taifa”, a cargo del propio Jan. Esta visita guiada permite recorrer el centro de Alpuente e incluye visitar la Torre de la Aljama, el Museo Etnológico y el Museo Paleontológico. Tiene un coste de 5€ para adultos y 3€ para niños mayores de 4 años. Tiene una duración de unas 2h y cuarto y es muy interesante por la cantidad de secretos que esconde Alpuente.
Entre el arranque del camino que lleva al Castillo y la Torre de la Aljama está la Iglesia de la Virgen de la Piedad, que no es la patrona de Alpuente. Es una iglesia de un gótico muy temprano. Si la rodeamos encontraremos un pequeño altar en el lugar donde se encontró la figura de la, ahora sí, patrona de Alpuente, la Virgen de la Consolación. La mayor parte del año se encuentra en la iglesia de la aldea de Corcolilla. Es una iglesia muy sencillita y su entorno está muy chulo. Si os fijáis en alguno de sus sillares descubriréis marcas de canteros, incluso metralla incrustada en tiempos de las Guerras Carlistas.
El museo etnológico se encuentra junto a los restos de la muralla que rodeaba la villa de Alpuente. De esta infraestructura que medía unos 800 metros, quedan pocos restos, apenas unos lienzos de la muralla y las bases de algunas de las torres que servían para vigilar y defender la plaza. Esta muralla se ve mejor desde la CV-345, que en este punto a su paso por Alpuente se convierte en la calle San Blas. El museo etnológico, por su parte, se encuentra en un edificio construido en el s. XIV y aquí se situaba el horno comunal del pueblo. En este museo se explica la vida, sobre todo, durante el s. XX pero que podría también ser la forma de vida de los habitantes de Alpuente durante los últimos siglos. Es curioso ir con niños para ver su sorpresa ante aquellas labores agrícolas que los alpontinos intentaban poner en común para poder atender otras tareas y subsistir un poco mejor. No os perdáis la historia de los ataúdes comunales… y hasta aquí puedo leer, digo, contar.
Os acabamos de contar que los restos de la muralla se ven mejor desde la CV-345, pero otro punto fantástico es desde uno de los extremos del camino de los huertos medievales. Este paseo discurre entre los antiguos huertos que se situaban extramuros. Aunque no es un paseo muy largo (poco más de 500 metros), tendréis otra perspectiva del paisaje que rodea este municipio. Junto a los restos de la muralla se encuentra el antiguo lavadero, que era alimentado por las aguas que llevaba la Acequia Mayor. En realidad antes del lavadero pasaban por un abrevadero y un lavadero más pequeño destinado a los cacharros de la cocina y domésticos. El agua llegaba a Alpuente desde las fuentes Nueva y Marimacho (sic) gracias, en parte, al Acueducto de los Arcos, un acueducto medieval (sus arcos apuntados lo delatan) que está apenas a 2 kms del núcleo urbano de Alpuente y que estuvo en uso hasta los años 60, cuando se canalizó la conducción del agua.
Una de la actividades que más nos gustaron fue la visita al Museo Paleontológico de Alpuente. Es un museo pequeñito, ubicado en una antigua ermita del siglo XVI, hoy embutida entre otros edificios. Pero tiene una colección importante. Antes de que abriera sus puertas en 2006 los fósiles que se localizaban en esta zona se depositaban en el Museo de Ciencias Naturales de Valencia. Esto ha hecho que este museo sea motivo de orgullo para los alpontinos. En esta zona se han localizado numerosos restos de tres tipos de dinosaurios: por una parte una especie de dinosaurio bípedo carnivoro, tipo T-Rex, para entendernos, pero de tamaño medio; un tipo de estegosaurio; y de un enorme herbívoro similar a los braquiosaurios. Al inicio de la visita un bonito y didáctico audiovisual contextualiza algunos conceptos sobre la época en la que vivieron estos maravillosos animales.
Pero no solo se han localizado huesos fosilizados en los yacimientos de Alpuente, ya que también se pueden visitar dos yacimientos de icnitas. Esto es, huellas que los dinosaurios dejaron marcadas en el fango y que han llegado petrificadas hasta nuestros días. Hace 140 millones de años, al igual que otras zonas de Cuenca, Teruel o Morella, aquí estaba la costa del mar de Tetis, antepasado del Mediterráneo. Uno de los yacimientos, el de Cañada París, se encuentra en un camino asfaltado que desemboca en la aldea de Corcolilla, y el otro también en Corcolilla, pero junto a la CV-345, en el kilómetro 7. Cuando visitéis este último os pedimos especial prudencia, ya que el aparcamiento se encuentra al otro lado de la carretera y hay que cruzar. En ambos localizaron huellas de carnívoros y de herbívoros. El de Corcolilla es más grande y tiene incluso un tejado que lo protege en parte de las inclemencias del tiempo. Además han marcado las huellas para facilitar su visión.
Corcolilla es una de las 15 aldeas que hay dentro del término municipal de Alpuente, uno de los más extensos de la Comunidad Valenciana. Algunas llegaron a tener más habitantes que la villa de Alpuente, ya que sus características orográficas no le permiten crecer. También hay unas cuantas aldeas que no tienen población estable y están deshabitadas gran parte del año. En Corcolilla encontraréis un horno moruno que sigue elaborando pan desde el s. XVI. Es posible comprar pan encargo. Recomendamos las boyas, un pan con aceite típico de la zona, y las tortas saladas, especialmente la de jamón que está exquisita. En cuanto al dulce, que también hacen, las madalenas están muy buenas. Un consejo, si os gusta la miel preguntad en el horno donde podéis comprar ya que por la zona hay una buena producción apícola.
Alpuente se encuentra en una reserva Starlite. Esto no es ninguna cochinada, al contrario, esto significa que su cielo tiene unas condiciones excepcionales para poder realizar observaciones astronómicas. Quizás nunca hayáis visto unos cielos tan azules como los de Alpuente. Nosotros quisimos hacer la observación, acompañados de Alejandro, un guía que nos ayuda en esta tarea, pero las nubes no nos lo permitieron. Esta actividad se realiza en el observatorio que se encuentra en Aras de los Olmos, una población a unos 20 kms que en el s. XVIII se independizó de Alpuente. Otro lugar en el mismo Alpuente para observar el cielo nocturno es el mirador de San Nicolás, que está en lo alto de la otra muela que encaja Alpuente. Las vistas desde aquí son también extraordinarias y os la recomendamos tanto de noche como de día, pero el momento clave es el atardecer. Se llega a través de un camino de tierra que está bastante bien incluso para circular en coche. Otros lugares de observación se encuentran junto a los yacimientos de icnitas, con unos paneles con mapas del cielo nocturno.
Como podéis ver no os mentíamos cuando os decíamos que Alpuente tiene un montón de actividades para toda la familia. Y más que no hicimos por falta de tiempo como las rutas senderistas o unacata de vino en bodega. Un pueblo que no llega a los 900 habitantes pero que es muy acogedor. Nosotros nos alojamos en uno de los apartamentos rurales de Rustikalpuente, concretamente en uno de la Casa de la Cultura, en el mismo casco urbano de Alpuente, a un paso de todo.
No podemos tener queja alguna de la estancia. El apartamento está muy bien equipado para pasar unos días en familia (¡incluso tiene cafetera Nespresso!). Jesús es un encanto, os hará sentir mejor que en casa y os dará un montón de consejos que os serán útiles en vuestra visita. Si entráis en su página web podéis ver los distintos apartamentos que tienen para comprobar cual se adapta mejor a vuestras necesidades.
Nosotros hemos vuelto encantados de Alpuente. Ha sido uno de los grandes descubrimientos que hemos hecho recientemente. Nos ha enamorado todo de esta villa y sus alrededores. Y eso que nos ha faltado realizar alguna actividad o probar alguno de sus platos típicos, pero de esta manera nos obligaremos a volver, porque volveremos. Un lugar así, tan cercano, no merece ser tan desconocido.
sábado, 28 de noviembre de 2020
ESCAPADA AL CASTILLO DE ONDA
En una de nuestras últimas escapadas, queriendo huir un poco de lugares masificados y optando por visitar sitios al aire libre, hizo que recayéramos en la localidad castellonense de Onda, donde visitamos su famoso castillo: el de las 300 torres.
Evidentemente esto fue una exageración de las gordas. Se atribuye a Ramón Muntaner, un escrito y caballero de la época del rey aragonés Jaime I, y a su “Crónica” ese poderío de torres, ya que se decía que tenía “tantas torres como días tiene el año” en su momento de máximo esplendor.
El castillo de Onda está situado en un montículo que domina sobre la población y que está estratégicamente situado. Desde su recinto se divisa el mar y la costa, que se encuentra a unos 20 kilómetros del castillo, y las montañas que rodean Onda, principalmente la sierra de Espadán, la “plana” (llanura) y el curso del río Mijares.
En este mismo lugar hubo asentamientos prehistóricos e íberos, pero fue durante la época musulmana cuando se construyó la fortificación que ha llegado a nuestros días. Como en tantas otras fortificaciones, sobre todo de un tamaño tan considerable como esta, en el interior se encontrarían las viviendas de las tropas militares y demás servicio del sultán. El castillo de Onda tiene tres líneas de murallas lo que unido al gran número de torres les daría un aspecto realmente imponente.
Si vais con vuestro propio vehículo, en el mismo pie del castillo se encuentran dos zonas de aparcamiento, no muy grandes pero suficientes. La entrada del castillo está formado por una puerta bastante alta flaqueada por dos torres adelantadas, como en otras puertas como en Valencia las de Quart y Serranos, o el Portal de Sant Miquel en Morella. Tiene restos de baldosas cerámicas, que es una de las industrias más potentes de la zona.
Nada más entrar se encuentra, en una posición elevada el antiguo edificio de la Escuela, un edificio que, construido por los frailes carmelitas a principios del s. XX, ubicaba el colegio de Onda. Actualmente este edificio acoge la oficina de información turística y centro de recepción de visitantes del castillo de Onda, aseos, y salas multiusos.
Si iniciamos la visita hacia nuestra izquierda nos toparemos enseguida con el ábside de la iglesia del castillo. Este edificio también fue construido por los carmelitas, en la misma época que la escuela. De hecho se parecen bastante los dos edificios. En su interior alberga el Museo de Historia y Arqueología de Onda. Este Museo tiene una serie de vitrinas que muestran los restos que se han encontrado en los yacimientos arqueológicos de la localidad. La visita al Museo se realiza por turnos para poder ver un audiovisual que, a través de la historia de Onda y su castillo, guía la visión de las vitrinas. En la entrada, a la izquierda, podréis ver una maqueta del castillo.
La historia que se relata en este museo (pequeño, pero completo) llega hasta el s. XX, ya que el castillo de Onda fue testigo de enfrentamientos durante la Guerra Civil Española. Aunque su recorrido abarca desde los primeros asentamientos prehistóricos, la parte más completa es la que afecta al momento de mayor esplendor del castillo, en la época musulmana. Una de las mejores piezas es la fachada de una casa que se expone en el centro del museo y sobre la que se proyecta el audiovisual a modo de mapping.
En el exterior del museo-iglesia se extiende una enorme plaza interior, también denominada albacar. Desde esta plaza se tiene una fantástica vista panorámica tanto del centro de Onda como de los alrededores. Es desde aquí desde donde se divisa el mar, allá a lo lejos. Junto a la muralla hay unas escaleras que llegan a la parte más alta del castillo. Si vais con niños tened cuidado porque no lo veía muy seguro. Mejor seguir por el camino pavimentado.
Por este camino llegamos a la alcazaba, el edificio más importante de todo el conjunto. Se trata de un palacio construido en el s. XI y en el que residía el sultán y desde el que también se administraban los territorios. Más adelante serviría de residencia a los siguientes señores y alcaides que gobernaron el castillo de Onda.
Es un edificio de forma rectangular con una torre circular en cada esquina, tres torres más en cada lado largo y una en cada lado corto, siendo un total de doce torres (ya nos quedan menos para llegar a 300). El interior, totalmente arruinado, presenta la distribución de las diversas estancias, y se pueden diferenciar gracias a las distintas gravas de colores utilizadas. En el audiovisual del museo se muestra una recreación de cómo pudo ser este palacio.
El resto de la visita consiste en transitar por el resto de zonas, recorriendo las murallas, visitando los restos... Se han realizado parterres con arbusto y plantas aromáticas para decorar el interior del castillo. En la parte sur del recinto hay una pinada con bancos de picnic en los que se puede descansar durante un rato.
A nosotros nos resultó una visita bastante agradable. La verdad es que es un recinto muy grande y a los niños les gustó mucho. Es un buen recurso para enseñar historia, ya que muchos de los hechos relevantes (sobre todo las guerras) sucedidos en los últimos nueve siglos tienen relación con el castillo de Onda.
La entrada es libre y la visita es gratuita. Abre todos los días del año, excepto durante las fiestas patronales de Onda (a partir del tercer viernes de octubre), Navidad, Año Nuevo y Reyes. La apertura de puertas es siempre a las 10:30 y, dependiendo de la época del año, el cierre es entre las 20:30 (en verano) y las 17:00 (invierno). Pero para mayor seguridad (porque hay días que cierran a mediodía) consulta la web de Turismo de Onda.
Tenéis la posibilidad de hacer una visita guiada. Entre octubre y marzo son a las 12:00, todos los días, y, además, de lunes a sábado también a las 16:00. Son gratuitas y solo hay que inscribirse 15 minutos antes en el mismo castillo. Por las condiciones provocadas por el Covid están limitadas a cinco personas, así que tendréis que estar atentos.
Por último, y para completar la visita, os recomendamos dar una vuelta por el casco histórico de Onda. Es una ciudad con mucha historia y eso se nota. Si todavía tenéis ganas de más, os recomendamos ir al Ermitorio del Salvador, y a solo unos kilómetros de Onda se encuentra Fanzara, un pequeño pueblo que se ha convertido en referencia mundial del arte urbano. Como veis, hay muchas y completas opciones.
miércoles, 18 de noviembre de 2020
DESCUBRIMOS LOS MONUMENTOS DE LA TARRACO ROMANA
Año 19 a. C., toda Hispania está ocupada por los romanos. ¿Toda? Sí. Aunque hayamos empezado un poco Astérix aquí acaba la broma porque vamos a darle la vuelta. Es más, si hubiera un Frente Popular de Tarraco (o un Frente Tarraconensis Popular, no sé) y se preguntaran "¿Qué han hecho los romanos por nosotros?" la respuesta es obvia: muchas cosas.
Ya es momento de dejar estas citas más o menos pop y centrarnos en la Tarraco Romana. Porque la Colonia Iulia Urbs Triumphalis Tarraco fue una de las más importantes ciudades del Imperio Romano, no solo de Hispania. En primer lugar fue capital de la provincia de la Hispania Citerior (que se correspondería, más o menos, con Cataluña, la Comunidad Valenciana y la Región de Murcia hasta Cartagena) y posteriormente de la Hispania Tarraconensis, que en su momento de máxima extensión comprendía la mayoría de la Península Ibérica, todo lo que quedaba al norte de una línea imaginaria entre el Duero al llegar a Portugal y la zona de Carboneras/Mojácar en Almería.
Esta importancia se demostraba en la cantidad de edificios públicos que existían en la ciudad, y sus alrededores. Vamos a realizar una ruta en la que iremos viendo, poco a poco, los monumentos romanos más importantes de Tarraco que han llegado a nuestros días. Las primeras paradas requieren de vehículo, aunque hay alguna alternativa a través de transporte público. En el año 2000 la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad el Conjunto arqueológico de Tarraco. Y merece mucho la pena una visita.
Pero no vamos a empezar por Tarraco. En primer lugar vamos a hablar del arco de Bará. Éste es un arco del triunfo que se encuentra a unos 20 kilómetros al norte de Tarragona, en la localidad de Roda de Barà. Localizarlo es muy sencillo. Se encuentra en plena N-340. Recordad que esta carretera nacional comparte gran parte de su trazado con la Vía Augusta. De hecho se puede apreciar unos cuantos metros de esta vía. Nosotros recomendamos que lo veáis en sentido Tarragona, ya que así estaréis en disposición de seguir la ruta que os proponemos.
Es un arco bastante sencillo, con un solo vano central con un arco de medio punto que sostiene un entablamento rematado por una cornisa. Por su aspecto recuerda al arco de Tito que se encuentra en el Foro de Roma, aunque carece del remate donde se lee la inscripción del arco romano. Además la decoración difiere, ya que no tiene relieves y las semicolumnas han sido sustituidas por pilastras. Pero es un buen ejemplo de arco de triunfo y, sobre todo, siempre sorprende.
Nos dirigiremos hacia el peaje de la AP-7 de Torredembarra para llegar al siguiente punto de la visita. Son poco más de 7 kilómetros. Tranquilos porque el peaje entre Torredembarra y Tarragona es gratuito, y a partir del 31 de agosto de 2021 se libera la AP-7 entre Tarragona y Francia. A unos 4 kilómetros nos detendremos en el área de servicio del Médol. No vamos a repostar, ni hacer pipí, ni tomar algo. Bueno, si lo necesitáis sí, claro, que no obligamos a nada. Pero paramos aquí para visitar la cantera del Médol, de la que se extrajeron 50.000 metros cúbicos de piedra para construir numerosos edificios. Todavía se pueden ver algunos sillares, pero lo más espectacular es un testigo de 16 metros de altura que nos hace una idea de la cantidad de piedra que se extrajo de esta cantera.
No abandonamos la AP-7. Siempre en sentido Tarragona-Castellón. A unos 9 kilómetros del área de servicio del Médol se encuentra un área de descanso. Entrad muy despacio, con mucho cuidado y aparcad, no es muy grande y suele haber gente. Este es el punto más cercano para poder visitar el acueducto de les Ferreres, o Pont del Diable (puente del Diablo). Una maravilla arquitectónica y de ingeniería que estuvo en uso hasta el s. XVII.
A nosotros nos pareció precioso. Puede que los acueductos sean los edificios romanos más bellos por sus arcadas y su esbeltez. Este, además, se encuentra en un entorno paisajístico privilegiado, rodeado de bosque mediterráneo. Podemos recorrer sus 217 metros de longitud y observar los alrededores desde sus 27 metros de altura dentro del canal que transportaba el agua en su momento. Sin duda una experiencia irrepetible.
Ahora, por fin, llegamos al centro histórico de Tarragona. Vamos al meollo, a lo gordo. Os proponemos que aparquéis (si es que vais con vuestro propio vehículo) en la Rambla Nova o cerca, ya que estaréis en una buena posición para visitar los distintos edificios.
Empezaremos por el teatro romano. Será el primero porque es el edificio del que menos restos nos han llegado. El teatro era uno de los tres edificios, junto al circo y el anfiteatro, que dejaban a las claras la importancia de la ciudad. Y Tarraco tenía los tres. Es posible realizar una visita guiada y gratuita, aunque con motivo de las restricciones por la pandemia de Covid debéis de informaros en la web del MNAT (Museo Nacional Arqueológico de Tarragona) que es quien gestiona las visitas.
Apenas quedan unas pocas filas de las gradas y algún elemento del escenario. Esto se debe a que, tras un incendio, los bloques de piedra fueron aprovechados para construir nuevos edificios. Este "reciclaje" de materiales es una constante a lo largo de la historia. ¿Bloques de piedra tallada más baratos y más cercanos? ¡Sí, por favor! Una estructura metálica, un poco fea y aparatosa para nuestro gusto, recrea el total del graderío.
La siguiente visita nos lleva al foro de la colonia, el foro local. En esta parte de la ciudad, junto a una plaza, era donde se encontraban los edificios administrativos y de representación de la ciudad. El yacimiento se divide en dos parcelas, unidas por un puente que salva la calle que se abre entre ambas parcelas. Hasta nuestros días han llegado parte de la basílica, edificio que servía de tribunal, sede de transacciones económicas o mercado; una ínsula (manzana) de viviendas y una calle pavimentada. También hay restos de columnas y estatuas.
A continuación nos vamos a dirigir a uno de los edificios más impresionantes que nos ha llegado. Este es el anfiteatro. Hace un tiempo ya le dedicamos un post en el blog, por lo que poco más nos queda para añadir. Simplemente decir que era el edificio donde se celebraban las luchas de los gladiadores y que está ubicado en un lugar privilegiado junto al mar.
Muy cerquita del anfiteatro está el circo. Es decir, el lugar destinado a las carreras de carros (bigas, cuadrigas, etc.). Hacemos esta matización porque hay cierta confusión entre los edificios romanos, errores de hace años que hemos heredado. Con el circo es cuando una ciudad demostraba ser top. Medía 325 metros de longitud por 115 de anchura (en medidas de campos de fútbol, serían más de tres). Tendría capacidad para unos 25.000 espectadores. Alrededor de las dos rectas se situaban las gradas y en el centro la spina separaba ambos "carriles". En uno de los extremos se situarían las caballerizas (carceres) y en la otra una curva para permitir un mejor giro de los carros.
Era uno de los grandes entretenimientos de la época, y los mejores tenían una gran fama y consideración (veis, no hemos cambiado tanto). En Tarraco se conservan varios niveles de gradas en una curva y parte de una recta y varias bóvedas que permitían acceder a las gradas. Es impresionante imaginarse este inmenso estadio, sobre todo porque hay dos calles que coinciden con el recorrido de la pista.
Anexo al circo se visita el edificio del pretorio, que era donde residía el pretor, el encargado de impartir justicia y de gobernar la provincia. Tanto el circo como el pretorio se encontraban dentro del Foro Provincial, que era el espacio donde, alrededor de dos grandes plazas porticadas, se encontraban los edificios que administraban la provincia. Con la importancia que llegó a tener la Tarraconensis, supondréis que era un espacio privilegiado. Se distribuía en tres terrazas. La más baja ocupada por el circo, la media donde estaba las grandes plazas rodeadas de edificios administrativos, y la superior, donde se ubicó el espacio de culto.
Sobre el pretorio, en época medieval, se construyó un edificio que servía como palacio para los reyes de la Corona de Aragón y, posteriormente, prisión. Para ello se aprovecharon elementos como la llamada bóveda "del Pallol". En el interior de este edificio se pueden ver diferentes restos, del antiguo Foro Provincial, como columnas y capiteles, esculturas, estelas o un bello sarcófago. Especial mención tiene su terraza. Si podéis, subid. Como curiosidad, en un patio hay una réplica de la famosa Loba Capitolina, regalo de la ciudad de Roma, hermanada con Tarragona.
Las entradas para el Foro de la Colonia, el anfiteatro y el Circo-Pretorio (entre otros centros del Museo de Historia de Tarragona) cuestan 3,30 € individualmente. Pero si compráis una entrada conjunta para 4 edificios cuesta 7,40 € u 11,05 € para todos los edificios gestionados por el Museo de Historia de Tarragona. Las familias numerosas pagaríamos lo mismo, con la salvedad que la misma entrada sería conjunta para toda la familia y no individual. Pero hay más descuentos para pensionistas y jubilados, desempleados, discapacitados, grupos, estudiantes mayores de 16 años y familias monoparentales, que pagarían 1,70 €, 3,65 € o 5,50 €, dependiendo del tipo de entrada. Además los menores de 16 años, grupos escolares y (¡ojocuidao!) visitantes de Port Aventura presentando la entrada del parque, entrarían gratuitamente.
Como veis Tarragona tiene muchas cosas para visitar. ¡Y solo hemos hablado de los monumentos romanos! Evidentemente son los más importantes de la ciudad pero no podemos dejar de visitar muchas otras cosas de Tarragona. Pero de eso ya hablaremos en otro post.