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jueves, 18 de febrero de 2021

DE RUTA POR LAS PLAZAS DEL CENTRO HISTÓRICO DE VALENCIA

En este blog hemos publicado unos cuantos post sobre cosas que ver y hacer en Valencia. Visitar museos con niños, pasear por los mejores parques o cómo disfrutar de las fallas son algunos de los temas que hemos tratado en anteriores artículos. Pero todavía no habíamos hablado de una de las joyas de la ciudad de Valencia, su centro histórico. Así que vamos a empezar a solucionar esa carencia ahora mismo.

Porque el centro histórico de Valencia es uno de los más importantes de España y Europa. Ocupa una superficie de aproximadamente 1,5 km2. Está delimitado por un perímetro de cerca de 5 kilómetros formado por las calle Colón, Xàtiva, Guillem de Castro y las vías que circulan por el margen derecho del antiguo cauce del río Turia (Paseo de la Petxina, Conde de Trénor, Ciudadela...), que podéis recorrer con la línea C1 del autobús urbano (EMT Valencia). En este espacio (tres veces más grandes que la Ciudad del Vaticano, por ejemplo) conviven edificios religiosos, civiles y administrativos con museos y zonas de marcha y ocio.

En un solo artículo es imposible contar pormenorizadamente todo lo que podéis ver y hacer en el centro histórico de Valencia, así que este artículo será un resumen. Pero no vamos a dejarnos nada importante y todo lo que repasemos en este post es casi de obligada visita (y sin casi). Por eso vamos a ver esta zona de Valencia a través de sus plazas. Valencia, como vais a ver en todo el artículo, es una ciudad muy de plazas. 

Empezaremos esta ruta en una de las plazas más queridas de Valencia, la plaza de la Virgen. Esta plaza fue hasta bien entrado el s. XIX el centro del poder administrativo, civil y religioso. Era el centro de la vida de Valencia. Asumió el papel que siglos antes tenía la actual plaza de l'Almoina, lugar donde se cruzaban el cardo y el decúmano romanos. El centro del poder. En primer lugar encontramos la Catedral de Valencia, un edificio que contiene elementos románicos tardíos (la puerta de l'Almoina), góticos (casi todo), renacentistas (L'Obra Nova, la serliana que se ve rodeando el ábside y las pinturas del altar mayor), barrocos (la puerta de los Hierros, a los pies del templo) y neoclasistas (en la decoración interior). 

El campanario, el queridísimo Micalet (Miguelete en castellano) de planta octogonal es uno de los mejores miradores de Valencia, si aguantas la subida (y la bajada) de los 214 escalones de su escalera de caracol. Desde la plaza de la Reina, que se abre a los pies de la Catedral, se puede observar otra panorámica, incluyendo el exterior del aula capitular, una estancia en forma de cubo donde se guarda el Santo Cáliz que utilizó Jesucristo en la Última Cena. Es la tradición, y más vale que no llevéis la contraria a los valencianos en esto. La Catedral se puede visitar de 10:30 a 17:30 (18:30 de marzo a octubre). Las entradas generales cuestan 8 euros, 5,50 € las reducidas y existe un pack familiar (para familias no numerosas, vaya con la Iglesia) por 18 €. La visita incluye el museo catedralicio, el Micalet y la capilla del Santo Cáliz. De 7:30 a 10:00 y de 18:30 a 20:30 hay horario de visita libre. 

También en la Plaza de la Virgen, que durante las Fallas acoge el final del recorrido de la tradicional ofrenda de flores, se encuentra la Basílica de la Virgen de los Desamparados, la patrona de Valencia. No, la patrona de Valencia no se encuentra en la Catedral, si no en este curioso edificio barroco, cuya planta es un óvalo dentro de un rectángulo. Ni que decir tiene que el fervor pro la patrona es máximo. Para comprobarlo, nada mejor que darse una vueltecita, si cabéis, por la plaza de la Virgen la mañana del segundo domingo de mayo, día de su celebración. 

El tercer edificio importante que hay en la plaza de la Virgen es el Palacio de la Generalitat. Esta es la sede del Gobierno Valenciano. No confundir con el Palacio de Benicarló, situado en la calle Navellos, apenas a unos metros, donde se encuentra el Parlamento valenciano, les Corts Valencianes. El Palacio de la Generalitat es un palacio gótico. Contiene elementos ornamentales muy importantes. En este aspecto hay que destacar la Sala Dorada, una sala noble con un techo de artesonado de masera del s. XVI cubierto de pan de oro. El Palau solo se puede visitar solicitándolo a través de un correo electrónico. En algunas festividades destacadas como el 9 d'Octubre (Día de la Comunidad Valenciana) se puede visitar libremente. En su jardín se encontraba el antiguo Ayuntamiento de Valencia, la Casa de la Ciudad, edificio que hoy en día está desaparecido. 

Antes de seguir con nuestra ruta no podemos pasar por alto la fuente que hay en la plaza de la Virgen y que representa al río Turia. Al igual que la escultura clásica del río Nilo y sus afluentes, el Turia se representa como un señor ya mayor reposando. Alrededor una serie de niñas con cántaros representan las distintas acequias que, partiendo del Turia, riegan (o regaban, más bien) la huerta valenciana. 

El Palacio de la Generalitat se encuentra en la Calle Caballeros. Esta calle toma su nombre de la cantidad de edificios de familias nobles que hay. Si no tenías una casa (bueno, casoplón) en esta calle no eras nadie. Podéis pasaros horas mirando escudos. A mitad de calle se abre la plaza del Tossal (mal llamada plaza del Carmen, que es otra plaza), epicentro de la marcha nocturna y de . Si seguimos la calle Caballeros hasta el final y siguiendo la calle Quart, llegamos a la plaza de Santa Úrsula. Lo verdaderamente importante es que nos encontramos a espaldas de las torres de Quart, una de las dos puertas que se conservan de la Valencia medieval.


En nuestro caso nos desviamos, desde la plaza del Tossal, por la calle Bolsería para alcanzar la plaza del Mercado. Aquí nos encontramos tres edificios que definen tres estilos arquitectónicos muy distintos. Para empezar tenemos la Lonja de la Seda, el único edificio de Valencia declarado Patrimonio de la Humanidad. Obra maestra del gótico, construida en el s. XV, en el Siglo de Oro valenciano. Su sala de las columnas, la estancia más amplia es una auténtica maravilla. Las columnas helicoidales se unen a los nervios de las bóvedas de crucería, simulando un bosque de palmeras. No os podéis perder es su Patio de los naranjos ni la torre con su escalera de caracol. 

Frente a la Lonja nos encontramos con la Iglesia de los Santos Juanes, una joya del barroco valenciano, que tras años de restauración puede volver a visitarse en su plenitud. La entrada la tiene por la plaza Ciudad de Brujas


El tercer edificio es el Mercado Central. Una maravilla de la arquitectura del hierro con elementos muy valencianos. Es obra de los arquitectos barceloneses Francesc Guàrdia i Vial y Alexandre Soler i March, discípulos del arquitecto Lluís Domènec i Montaner, de quien ya vimos obras suyas en el post sobre Reus. En el exterior, un elemento muy curioso, son las distintas veletas que coronan las cúpulas. En el interior destaca una gran bóveda central, que junto al acristalamiento de los laterales proporciona una gran luminosidad. Y como no, disfrutad con todos los sentidos: la vista, el oído, el tacto, pero sobre todo con el olfato y el gusto. Las frutas y verduras de la huerta de Valencia, las carnes, los pescados frescos... Es imposible resistirse a comprar. 

A menos de 500 metros encontramos la gran plaza de Valencia, la plaza del Ayuntamiento. Una plaza bastante grande y con una forma extraña, de trapecio rectángulo (aproximadamente), como si en realidad fueran dos plazas unidas. Evidentemente destaca la Casa Consitorial, pero no es ni mucho menos el único edificio importante en esta plaza. Este edificio comienza su historia en el S. XVIII como la Casa de la Enseñanza. Desde 1860, cuando asume las funciones de Casa Consistorial, sufre sucesivas modificaciones y añadidos. El último, de los años 20 del s. XX, añade la actual fachada, donde destaca el famoso balcón, desde donde se da la orden de inicio de las mascletaes que se disparan en la plaza durante el período fallero. 


El interior presenta una suntuosa decoración, que en ocasiones dificulta su funcionalidad como sede del gobierno de la ciudad. En los bajos se ubica el Museo Histórico Municipal (también existe el Museo de Historia de Valencia, junto al Parque de Cabecera), que guarda objetos de especial relevancia para la ciudad como la Real Senyera, el pendón que llevaban las tropas de Jaime I en la Conquista de Valencia, una copia de los antiguos Fueros o planos antiguos de la ciudad.

En el otro lado de la plaza se encuentra el edificio de Correos y Telégrafos. Inaugurado en 1923, tiene elementos de la fachada comunes al Ayuntamiento, como las columnas dobles o los cuerpos redondos coronados por una cúpula en las esquinas. El interior, además de funcional, tiene una bonita cúpula acristalada decorada con los escudos de las provincias españolas. Merece mucho la pena entrar para visitarlo, aunque sea un segundo. El edificio está rematado por una torre metálica a la que se accede por una escalera de caracol. 


Otro edificio que me gusta destacar en la plaza del Ayuntamiento es el antiguo Cine Rialto, sede actualmente de la Filmoteca Valenciana. Este edificio fue construido en 1939. Su fachada es racionalista, pero bebe del Art Decó, lo que lo convierte en un edificio bello y con personalidad, aunque quede un poco escondido al estar encajonado entre otros. 

Ni que decir tiene que la plaza del Ayuntamiento es uno de los puntos vitales de la ciudad. Uno de los lugares neurálgicos, como ya hemos comentado, de las fiestas falleras, y casi de cualquier celebración que se haga en la ciudad, ya sea deportiva, cultural o la Cabalgata de Reyes, por ejemplo. Actualmente se está peatonalizando para que se disfrute mejor sin peligro de los vehículos que circulan por ella. Un elemento muy destacado son las casetas de flores alrededor del centro de la plaza, muy queridos por los valencianos.

Un poco más lejos, siguiendo la calle de las Barcas, y muy cerca de la calle Poeta Querol, sinónimo de tiendas de lujo y donde está el Museo Nacional de Cerámica, se encuentra la Plaza del Patriarca. Este nombre se debe a San Juan de Ribera, conocido como el Patriarca, y que fundó el Real Colegio Seminario del Corpus Christi (colegio del Patriarca, para acortar). Este edificio se encuentra en esta plaza, y aunque noes de los más conocidos de Valencia guarda un tranquilo claustro renacentista, una hermosísima iglesia, o un magnífico museo que alberga pinturas de Juan de Juanes, El Greco, Ribalta, Pinazo, o un arca con un manuscrito de Tomás Moro que pudo ser rescatado. Pero si el Colegio del Patriarca guarda una curiosidad esta es el caimán disecado junto a la puerta, que fue un regalo del Virrey de Perú al Patriarca, y que dicen simboliza el silencio que se debía guardar.  


Justo enfrente del Colegio del Patriarca está el Edificio Histórico de la Universidad de Valencia. Conocido como La Nau (La Nave) ya que se entra por esta calle. Encontramos un bonito claustro, decorado con medallones de personajes relevantes de esta Universidad. Preside el claustro una estatua del humanista Juan Luís Vives, uno de los intelectuales más importantes de la Europa de su tiempo y que estudió en la Universidad de Valencia. En este edificio hay salas de exposiciones y un sala para teatro y actuaciones musicales. Si tenéis oportunidad de visitar la Biblioteca Histórica no lo desaprovechéis. 

Para acabar vamos a hablar brevemente de la plaza de Alfonso el Magnánimo, más conocida por los valencianos como el Parterre, ya que en el centro de la plaza hay un jardín del que toma el nombre. Es una plaza casi de transición, rodeada por edificios de viviendas, comercios, bares, supermercados, grandes almacenes y el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana. En el centro de la plaza (y el jardín) hay una estatua del rey... no, de Alfonso el Magnánimo no, si no de Jaime I, el rey cristiano que conquistó Valencia y la unió a la Corona de Aragón. Es un caso curioso, porque el titular de la plaza reinó dos siglos después y aunque fue rey de Aragón no pertenecía a la misma casa. A los pies de esta estatua finaliza la procesión cívica que con motivo de la festividad del 9 d'Octubre recorre las calles del centro de Valencia.

Como os decíamos al principio de este post, esto no es más que un resumen tomando como excusa las plazas. Nos quedaría hablar de calles tan emblemática como la de La Paz, que une el Parterre con la plaza de la Reina, con la torre de Santa Catalina siempre vigilante. O la calle Colón, una de las calles comerciales más codiciadas de Valencia. La calle de las Barcas, donde se encuentra el Teatro Principal y lo que hace años fue el centro del poder económico valenciano. O Guillem de Castro, un eje cultural de primer orden con el antiguo Hospital, el MUVIM, el Museo de Prehistoria o el IVAM. Pero para todo eso ya habrá tiempo.

lunes, 8 de febrero de 2021

COMPARATIVA: PORT AVENTURA VS. PARQUE WARNER

En España tenemos muchos y muy buenos parques temáticos. No solo parques de atracciones organizados alrededor de una o más líneas argumentales, que es lo primero que nos viene a la cabeza cuando hablamos de parques temáticos. En esta categoría podrían entrar también zoos de nueva generación, acuarios o parques acuáticos. 


Pero si hay dos parques temáticos que destacan sobre el resto estos son Port Aventura y el Parque Warner. Ambos son los más visitados de España y dos de los más visitados de Europa. En 2019 el parque catalán recibió 3,75 millones de visitantes, mientras que el madrileño, que ha ido progresando mucho en los últimos años, se quedó en 2,23 millones de visitantes.

Nosotros hemos visitado ambos parques y vamos a realizar una pequeña comparativa. Este doble análisis va a ser completamente subjetivo. Si veis los post que en su día dedicamos a cada uno de los parques, tanto al Parque Warner, como a Port Aventura, ya podréis avanzar algo de nuestras conclusiones. También este análisis está un poco sesgado por varios motivos. Visitamos cada parque en año distintos, y con niños pequeños un año es un mundo. También hemos visitado más veces un parque que otro, por lo que al final la experiencia previa también es importante.

Vamos a hacer la comparativa por campos, para así poder desgranar lo que nos parece positivo, y lo que no nos gusta tanto de cada parque:

ATRACCIONES


En uno de los post dedicados a estos dos parques temáticos, ya comentamos que no somos mucho de atracciones espectaculares. No nos montamos en una montaña rusa con nosecuántos loopings ni de coña. Así que por esa parte nuestro análisis cojea. Pero eso no quiere decir que no disfrutemos en otras, como las de agua, y otras un poco menos emocionantes. Ambos parques (y otros muchos) tienen atracciones comunes, que no pueden faltar en ningún parque que se precie (como ciertas tiendas en los centros comerciales).

En este aspecto nos da la sensación que el Parque Warner está más enfocado hacia esos visitantes que buscan emociones fuertes, mientras que Port Aventura tiene un mayor abanico familiar. Eso no quiere decir que Port Aventura sea un muermo, ni mucho menos, como ejemplo el Dragon Khan, el símbolo del parque desde su apertura.

Tampoco interpretéis que si vais en familia vagareis por el Parque Warner sin nada que hacer, ya que tienen un montón de cosas que para que no nos aburramos ni un segundo.

ÁREA INFANTIL


Uno de los aspectos más importantes a la hora de decidirse por uno u otro. En este apartado quizás el Parque Warner esté un puntito por delante que Port Aventura. Influye que el Cartoon Village, el área dedicada a los más peques estuviera desde el principio de la apertura del parque, ya que está mejor integrada que SésamoAventura.

Respecto si nos gustan más los personajes de Barrio Sésamo (que "viven" en Port Aventura) o los Looney Tunes, pues es bastante difícil decidirse. Que se puedan visitar la madriguera de Bugs Bunny, el camerino del Pato Lucas, o la casa de la Abuelita y Piolín, y hacerse fotos con ellos, pues mola bastante. Porque en Port Aventura "solo" puedes visitar la casa del Pájaro Loco (Woody Woodpecker, según su pasaporte) que además está en el Far West.

Además de que hay más atracciones en Cartoon Village que en SésamoAventura, creemos también que están mejor distribuidas Eso sí, de las atracciones familiares de los dos parques nuestra favorita es "Street Mission", en Port Aventura.

ESPECTÁCULOS


Aquí, y sintiéndolo mucho, gana Port Aventura por goleada. Es posible pasarte el día entero de espectáculo en espectáculo. Aunque la estrella sigue siendo el espectáculo de especialistas en el Far West, los bailes de Polinesia o los espectáculos en el Gran Teatro Imperial de China son muy chulos. Este pasado año, por las medidas antiCovid, todos los espectáculos de Port Aventura estaban cancelados. Y se nota, porque tuvimos tiempo de sobra para montar en todas las atracciones que quisimos, ya que tampoco había cola.

Por su parte el espectáculo estrella en el Parque Warner es el de Loca Academia de Policía. Podríamos resumirlo como "especialistas, derrapes y humor". Es muy divertido y os lo recomendamos. Otro de los espectáculos que pudimos ver en el Parque Warner tenía de protagonistas a Batman, Robin y Joker. La lástima es que no tenía muy buena visibilidad si no acudías con bastante antelación. Eso sí, el meet and greet (encuentro para hacerse fotos) con los personajes DC, es decir, Batman, Wonder Woman, Superman, etc.) hizo que se nuestro espíritu friki se disparara.  

También destacar el espectáculo nocturno en el lago central de Port Aventura, que es una auténtica pasada. De hecho en el Parque Warner también han introducido un espectáculo similar en su lago. Eso sí ambos parques tienen desfile para cerrar la jornada, y ahí, también tenemos el corazón partido, pero el Batmóvil...

TEMATIZACIÓN


Premio ex aequo. Cada uno tiene sus propias áreas temáticas, aunque coincidan en el Far West. Una pasada las dos. Podrían servir, casi perfectamente, como escenario para rodajes. De hecho han servido para rodar anuncios, series y películas. Es fácil dejarte llevar a China, New York, Polynesia o Gotham City.

RESTAURACIÓN


Este aspecto solo podemos juzgarlo parcialmente. Cuando visitamos el Parque Warner decidimos llevar un picnic y consumirlo en el parking. Es una opción válida, pero estamos convencidos de que en nuestra próxima visita no lo volveremos a hacer, ya que se pierde un tiempo precioso saliendo y volviendo a entrar en el parque. 

Respecto a Port Aventura sí que podemos recomendar el restaurante que nos recomendaron, que no es otro que Cactus Express, en México. Los menús se componen de burritos, bocadillos y perritos calientes, pero son bastante grandes y vienen acompañados de patatas fritas o nachos, y son suficientes para saciar el hambre de los más comilones. 100 % verídico.

MOVILIDAD


Victoria contundente de Port Aventura. Este parque cuenta con dos medios de transporte, que también son atracciones. Por una parte un tren que tiene parada en Mediterrània (en la entrada del parque), SésamoAventura y Far West. También podemos tomar el barco que conecta Mediterrània con China. 

Por desgracia el Parque Warner carece que cualquier tipo de transporte. Así que hay que recorrer todo el parque a patita. Puede parecer un rasgo de pereza o vaguería, pero un día entero en un parque temático es muy largo, y más si quieres apurarlo al máximo. Así que cualquier ayuda, por pequeña que sea, siempre es bienvenida.  

OTROS SERVICIOS


Uno de los aspectos a tener en cuenta es el parking. Aquí el Parque Warner tiene una pequeña ventaja al tener plazas cubiertas, especialmente útiles en verano, aunque también más caras. Respecto a Port Aventura, hay una opción de aparcar fuera del aparcamiento del parque. La avenida del alcalde Pere Molas tiene bastantes plazas de aparcamiento, algunas incluso más cerca de la entrada que las del propio parking de Port Aventura. Eso sí, debéis daros prisa para poder aparcar aquí.

Por otra parte, vamos a tratar las tarifas y los descuentos. La entrada general para un día cuesta 51 euros en Port Aventura, mientras que en el Parque Warner cuestan 44,90 euros. En Port Aventura las entradas reducidas cuestan 45 € (para menores entre 4 y 10 años y mayores de 60). A las familias numerosas se les aplica un descuento del 25% respecto al precio de cada entrada. 

El Parque Warner tiene entradas reducidas por 39,90 €. En esta categoría entran los niños entre 100 y 140 cm de altura, mayores de 60 años, personas con diversidad funcional y familias numerosas. Si se compran por la web, las entradas tienen un descuento añadido, por lo que todas las entradas (para 1 día) cuestan 29,90 €.

Siempre se pueden encontrar otras promociones para ambos parques, incluso 2x1, por lo que el precio se rebaja considerablemente. Es cuestión de buscar y esperar. 

Por último falta analizar el entorno de cada uno de estos parques temáticos. Port Aventura es un enorme resort en el que, además del primer parque, cuenta con Ferrari Land, el parque acuático Caribe Aquatic Park y hoteles temáticos. Se puede aprovechar la visita al parque (o al resort) para, además, disfrutar de las playas de la Costa Daurada, Tarragona, el delta del Ebro, Barcelona e incluso el norte de la provincia de Castellón. Por su parte el Parque Warner tiene a Madrid y todo lo que ofrece la capital de España y sus alrededores, como gran atractivo para realizar otras actividades. 

¿Nuestra conclusión? Ya hemos apuntado al principio que este es un análisis bastante subjetivo, en los que prevalecen nuestros gustos y preferencias. Por lo que, si tuviéramos que escoger uno de los dos parques este sería Port Aventura. Con todo, estamos convencidos que debemos de darle otra oportunidad al Parque Warner. Nuestra primera, y única visita, fue un poco precipitada y no la pudimos preparar demasiado bien. Por otra parte nuestros hijos son más mayores y estamos convencidos que disfrutarían más de este parque. Uno de los grandes obstáculos es que cada uno tenga una altura, por lo que las limitaciones en algunas atracciones hacen que puedas frustrarte, o tardar mucho tiempo dividiendo el grupo, guardando cola dos veces, etc.


¿Qué pensáis? ¿Opináis como nosotros? ¿Tenéis otro parque temático favorito? Podéis dejarnos un comentario, aquí abajo o en nuestros perfiles en redes sociales y que toda nuestra comunidad pueda beneficiarse de valiosos consejos. 

jueves, 28 de enero de 2021

DISFRUTANDO DEL ÁREA RECREATIVA DE LA FONT DE PARTEGAT

A los pies de la Sierra de Aitana, en el municipio alicantino de Benifato se encuentra el área recreativa de la Font de Partegat. A poco más de 1.000 msnm, esta es una de las zonas más bonitas y sorprendentes de la provincia de Alicante. Sobre todo porque a unos 25 kilómetros tienes las playas de Benidorm, El Albir o Altea, y puedes pasar de un paisaje casi de alta montaña al mar en poco tiempo.

También es posible que encontréis otros nombres como “Partegàs”, “Partagat” o “Partegaz”. Pero si en la fuente que da nombre a este lugar pone “Partegat” pues así nos referiremos a ella. Esta fuente es la que nos dará la bienvenida. Sus tres caños vierten agua fresca que surge de Aitana. No está potabilizada, pero tampoco tiene una prohibición explícita de consumo. Yo no lo aconsejaría, pero vuestro criterio. A pesar de que en la placa pone 1935, esta placa tiene unos dos años. Lo que no implica que se canalizara en ese año. A continuación el agua discurre por un canal secundado por unas escaleras a ambos lados.   

Quizás os suene esta área recreativa. Si recordáis, hace poco publicamos un post sobre la ruta senderista a la cima de Aitana. Bien, la ruta comienza en este punto. Hay un aparcamiento bastante amplio y se puede descansar en sus mesas una vez se concluye la ruta.

Para llegar hay que dirigirse hacia Benifato por la carretera CV-70, bien desde Alcoi, bien desde Benidorm. Si llegáis desde Alcoi preparaos para las curvas, así que si algún miembro de la familia se marea no vayáis muy deprisa. En el km. 28 está el desvío hacia Benifato. Tras tomarlo, a unos 350 metros se abre un camino a mano derecha, antes de entrar en el casco urbano de Benifato. Empieza un ascenso de unos 4 kms. por un camino que tiene tramos perfectamente asfaltados y otros que no merecen ni el nombre de camino, totalmente bacheados. 


A nosotros nos gusta mucho esta área recreativa y, al menos una vez al año, solemos ir a hacer un picnic. Aunque el área recreativa pincha en el tema de que carece de juegos infantiles (columpios, para entendernos) tiene muchísimo espacio y los niños pueden jugar con bastante libertad. Además solo por el paisaje ya merece la pena llegar hasta aquí.


Podríamos dividir esta área recreativa en dos partes. En primer lugar una zona totalmente despejada, donde hay varias mesas de picnic y dos zonas para realizar fuego. Las mesas de picnic son de piedra y tienen una capacidad de hasta seis personas. Respecto a la zona de fuegos, recordamos que si está prohibido no os empeñéis. Podéis ocasionar un desastre medioambiental. Por eso nosotros solemos optar por bocatas y tuppers para comer.


La otra zona es una arboleda, no demasiado grande pero sí bastante espesa. Los árboles son de hoja caduca, así que si queremos verlo en todo su esplendor habrá que ir en primavera o verano. A nosotros nos recuerda a los bosques de los cuentos clásicos donde el lobo, o la bruja, acecha a los inocentes niños protagonistas. Cruza un arrollito que es el que desemboca en la fuente. Entre las dos zonas hay un edificio que hace poco han remodelado, que contiene los servicios (aunque no suelen estar abiertos) y lo que creemos que son almacenes. 


Lo más impresionante de la Font de Partegat es el paisaje que rodea este lugar. El área recreativa se encuentra en una especie de circo que se forma al estar rodeado de paredes casi verticales. Recuerda, en cierto modo, a otros paisajes de alta montaña y la verdad es que impresiona bastante.

Cada época es especial para visitar la Font de Partegat porque se pueden observar los cambios que cada estación del año aplica al paisaje. También en verano, ya que es una zona muy fresca y os podréis librar, en parte, del asfixiante calor que suele hacer en esta zona y, como ya hemos comentado, los árboles tienen todas las hojas de su follaje.

Uno de los grandes atractivos es visitar la Font del Partegat en invierno, cuando ha nevado. No es extraño que al menos una vez cada invierno llegue a nevar. Nosotros quisimos verlo con las abundantes nieves que trajo el ya famoso temporal Filomena. Sí, aquí también nevó, y bastante. Tanto que una semana después seguía habiendo una buena cantidad de nieve.  

Bueno, nieve y sobre todo mucho hielo. Nosotros fuimos advertidos por Fran Mercader, del blog Más allá de la ciudad, de que era difícil llegar en coche hasta la Font del Partegat por las placas de hielo. Así que en cuanto vimos una aparcamos inmediatamente, a una distancia prudente. Pero había tanto hielo incluso andando era muy difícil llegar. No nos la jugamos, lo único que podíamos conseguir es fracturarnos algún hueso y colapsar aún más los centros hospitalarios.

Así que nos conformamos con andar hasta donde pudimos, apenas 200 metros. Nos hicimos unas fotos en un ambiente totalmente exótico para nosotros y nos volvimos al coche con sumo cuidado. Mejor prevenir que curar.

Así que ya sabéis, tanto como “campo base” para iniciar la ruta senderista a la cima de Aitana, como para pasar un rato agradable al aire libre en compañía de la familia y/o amigos, la Font del Partegat es un lugar estupendo. ¡Disfrutadlo!

lunes, 18 de enero de 2021

VISITAMOS EL ACUEDUCTO DE FERRERES DE TARRAGONA

Desde hace siglos el contínuo abastecimiento de agua ha sido una de las preocupaciones constantes. No sólo para beber o cocinar, también para otra serie de actividades inherentes al ser humano. Ello derivó en encontrar diversas soluciones para transportarla. Una de las construcciones más impresionantes usadas para este menester son los acueductos. Uno de los mejores ejemplos es el acueducto de Ferreres, en Tarragona.

Aunque ya hablamos de él en el post dedicado a los monumentos de la Tarraco romana, nos gustó tanto que merece un artículo para él solito. En toda Hispania tenemos grandes ejemplos de estas obras de ingeniería. Por encima de todos destaca el de Segovia, tanto que si aparece en mayúscula se entiende que 'Acueducto' se refiere al segoviano. 

El acueducto de Les Ferreres no tiene nada que desmerecer al de Segovia. Se encuentra a unos 3 kilómetros de la antigua ciudad romana, hacia el noroeste. Para visitarlo podemos llegar con nuestro coche desde la AP-7, únicamente en sentido Tarragona-Castellón (por ejemplo desde Torredembarra). Está indicado en un área de descanso. Esta área no es muy grande, y es fácil pasársela de largo. Además suelen haber coches aparcados y dificultan el paso. Mucha precaución. También se llega (en coche o caminando) desde el centro de Tarragona mediante la N-240 (C/ de Valls, Av. Principat d'Andorra, ...) y siguiendo a pie por el camino del barranco del Diablo, que es el que salva el acueducto. 


Ya sea desde el cauce del barranco del Diablo o desde el área de descanso, donde hay un mirador para observarlo, enseguida nos maravillaremos de los 36 arcos que presenta el acueducto. Están dispuestos en dos niveles, el inferior cuenta con 11 arcos y el superior con 25. El acueducto mide 217 metros de longitud y tiene una altura máxima de 27 metros. Como curiosidad, tiene un desnivel de 40 centímetros para facilitar que el agua corriera hacia Tarraco. 

Fue construido en el s. I d. C., en tiempos del emperador Augusto. Éste pasó una buena temporada en Tarraco durante las guerras cántabras recuperandose de sus achaques. La función del acueducto, como no podía ser de otra manera, era llevar agua desde el río Francolí hasta la ciudad de Tarraco. Para ello se servía, además, de una serie de túneles y canalizaciones. De hecho en el extremo norte se puede ver la curva que realizaba el canal para entrar en el acueducto. En realidad todo el conjunto es el acueducto, ya que la palabra significa eso, precisamente: conducción de agua. Pero por regla general entendemos por acueducto la infraestructura de arcos y arquerías que salvan un terreno irregular. 


La buena conservación del acueducto de les Ferreres se debe a que hasta el s. XVII estuvo en funcionamiento transportando agua. De esta manera se sometía a un constante mantenimiento. Por otra parte se le sometió a una restauración entre 2009 y 2011, tras la declaración como Patrimonio de la Humanidad del conjunto arqueológico de Tarraco en el año 2000.

Esta restauración ha permitido que los visitantes puedan recorrer del specus, es decir, el canal que servía para transportar el agua en la parte superior. Además de permitir cruzar de un lado a otro del barranco, podremos ver el fantástico bosque mediterráneo que rodea el acueducto. Porque estas vistas son otro de los grandes atractivos de la zona. Me hizo gracia que en las losas sobre el canal hayan simulado unas colas de milano, unas piezas con forma de reloj de arena con las que engarzaban los sillares para que no se soltaran. 

En la base, por el barranco del Diablo, vimos bastante gente practicando deporte por la zona, tanto corriendo como en bicicleta de montaña. Y desde luego que esa parte de Tarragona nos parece increíble a quienes llegamos de fuera, muy sorprendimos por la frondosidad vegetal. 


Muy cerca del acueducto hay unos jardines modernistas creados a principios del s. XX por los hermanos Puig i Valls en su villa de verano. Mariano era poeta y Rafael ingeniero forestal. Estos jardines forman parte del Parque Ecohistórico Puente del Diablo, que incluye al acueducto como la parte más destaca. La antigua casa del guarda del Mas dels Arcs, o del Angel (la villa de los Puig i Valls) acoge hoy día un restaurante.

¿Qué es eso del "Puente del Diablo"? Pues el nombre por el que es más conocido el acueducto de Ferreres en Tarragona. El nombre proviene de la creencia popular de que el diablo lo construyó en una sola noche. Hay varias leyendas que visten esta historia con diversos protagonistas: una matrimonio de ancianos, una doncella o un jugador empedernido, entre otros. Las historias de diablos que construyen puentes en una noche son habituales, y si buscáis en Google encontraréis un montón de puentes del diablo.

No os lo penséis. Si estáis cerca de Tarragona no dejéis de visitar este acueducto. Os va a impresionar tanto como a nosotros y, además, la gran riqueza natural que lo rodea os va a sorprender. Sin duda esta es una excursión top para toda la familia. 

lunes, 28 de diciembre de 2020

VIAJAR CON EL PALADAR: RATATOUILLE

Si nombramos la ratatouille estamos convencidos que enseguida os vendrá a la mente la fantástica película de Pixar. Pero como dice Nieves Concostrina, antes que una película fue un plato. Un plato campesino, como dicen en la película. Esta vez vamos a viajar hasta Francia para preparar una receta que tiene muchos “primos”. ¿Venís?


Supongo que habréis visto la película un millón de veces. Por si acaso os hago un resumen: Rémy es una rata que tiene un extraordinario sentido del olfato y el gusto. Por diversos azares llega hasta París, hasta el restaurante de Gusteau, uno de los chefs más famosos de Francia recientemente fallecido. Gusteau, cuyo lema es “cualquiera puede cocinar”, es el chef favorito de Rémy. Allí conoce al recién llegado Lingüini, un joven un poco torpe que ha llegado para trabajar en la cocina de Gusteau. Rémy comenzará a manejar a Lingüini como una marioneta para cocinar. El buen hacer de “mini-chef”, como Lingüini llama a Rémy, hará que Gusteau recobre la fama que tenía cuando su creador todavía estaba vivo. Esa fama atrae a Anton Ego, el crítico culinario más influyente de París, que tras su última crítica hizo perder una estrella al restaurante. 

La ratatouille es una receta muy sencillita de hacer, con ingredientes que son muy fáciles de encontrar. Necesitaremos berenjena, pimientos, tomates, calabacines, cebollas, ajo, aceite de oliva y hierbas aromáticas. Dependiendo de la receta, los ingredientes pueden cambiar algo, pero estos son los más habituales. En este caso la vamos a preparar al horno, pero también se puede preparar en una sartén o cazuela. 


Cortamos los ingredientes en rodajas, excepto el ajo, que lo picaremos muy fino. Tened en cuenta que cada verdura tiene un tiempo distinto de cocción, por lo que el calabacín, que se prepara muy rápido, debería ser más grueso que los pimientos, tardan más en cocinarse. Haremos “sudar” a la berenjena para sacarle un poco de amargor. Esto es, ponerla sobre un papel de cocina y echarle un poco de sal. Secaremos el líquido que exuda con el papel de cocina. 

En una bandeja que pueda usarse en el horno iremos colocando los ingredientes. Para que sea más colorido os recomendamos que los vayáis intercalando, formando una especie de escalera de caracol multicolor. Aderezaremos con un chorro generoso de aceite de oliva virgen extra, y echaremos sal y una mezcla de hierbas aromáticas como romero, tomillo, orégano, albahaca, etc. En nuestro caso usamos las famosas “hierbas provenzales” que venden en cualquier supermercado. Nosotros las metimos un rato antes en el aceite para hidratarlas un poco. 


El horno estará previamente precalentado a 180ºC, y meteremos la ratatouille unos 20 minutos, quizá un poco más si no son muy finas las lonchas. Con calor arriba y abajo y sin aire. Si notáis que se queman las verduras taparlas con papel de horno. Estará listo cuando las verduras estén cocinadas, pero todavía firmes. 

La ratatouille nació en la Provenza francesa. De hecho su nombre completo es “ratatouille niçoise”, es decir, de Niza. Como ya hemos dicho, es una receta campesina, de gente humilde, preparada con las verduras que cultivaban. Se tiene noticias desde el s. XVIII de su preparación. 

Antes también hemos comentado que esta receta tiene muchos “primos”. ¿Os suena otra receta que lleve tomate, pimientos, cebolla y calabacines? Si estáis pensando en un pisto, tanto manchego como murciano, habéis acertado. Este sería uno de los familiares directos de la ratatouille. El pisto también tiene otros familiares como la samfaina catalana o el tumbet mallorquín. 


Pero encontramos otros parientes en otros países, todos bañados por el Mediterráneo. En Italia hay un plato denominado ciambotta que lleva patatas hervidas, berenjenas, tomates y pimientos. En Malta la kapunata es una receta con tomates, pimiento verde, berenjena y ajo que suele acompañar a los platos de pescado. Y en Turquía se prepara el Imán Bayaldi. Dicen los expertos que lo que Rémy le prepara a Ego en la película no es una ratatouille, si no un confit byaldi, una receta que en los años 70 creó el chef Michel Guérad, fusionando las preparaciones francesas y turcas. 

Sea como sea. Este es un plato estupendo para toda la familia. Con la excusa de la película, podemos hacer que los niños se aficionen a comer verduras. Incluso podremos aprovechar para ver la película mientras degustamos nuestra ratatouille. 

Y podemos imaginar que estamos en París en un restaurante como el de Gusteau, o paseando por las orillas del Sena. O incluso que recorremos la Provenza, atravesando sus campos al atardecer. Podemos seguir volando en sueños y nos vamos al Bistro Chez Rémy, el restaurante de Disneyland París que se basa en la peli Ratatouille, donde nos sentiremos del tamaño de unas ratitas. Como veis imaginación no nos falta, jeje. 


De momento lo más lejos que vamos a ir es a la cocina. Elegiremos verduras y prepararemos una rica ratatouille para disfrutar en familia. Coged pan y...¡Bon appetit!

martes, 8 de diciembre de 2020

ALPUENTE: TAN CERCA, TAN DESCONOCIDO

La actual situación de pandemia en la que las distintas autoridades han decretado diversos cierres perimetrales, ha hecho que tengamos que centrarnos en visitar, siempre que se pueda, lugares cercanos. El cierre perimetral de la Comunidad Valenciana nos llevó a buscar una escapada en los límites permitidos en nuestra comunidad autónoma. Así es como, grosso modo, fuimos a parar a Alpuente. 

Lo primero: Alpuente ha sido un descubrimiento mayúsculo. Nos ha fascinado, nos ha cautivado. Un lugar del que sabíamos muy poquito antes de reservar, apenas que había un museo paleontológico, pero que tiene un montón de actividades para toda la familia. Este municipio está en el interior de la provincia de Valencia, en la comarca de los Serranos, y su término municipal limita con Aragón, concretamente con la provincia de Teruel. Se notaba en el frío que hacía. 

Aunque la historia de Alpuente se remonta a los primeros asentamientos humanos en la Edad de Bronce, su momento de máximo esplendor viene de mano de la conquista musulmana. Alpuente llegó a dar nombre a uno de los reinos de taifas en los que se dividió el califato de Córdoba. Tras la reconquista cristiana por parte del rey aragonés Jaume I, Alpuente vive otro de sus momentos de máximo apogeo ya que cruzaba su casco un Camino Real por el que se comerciaba con trigo y lana y la lonja de Alpuente era muy importante en el comercio de estos productos.

Alpuente se encuentra en una depresión entre dos muelas, la del Castillo y la de San Cristóbal. El paisaje es absolutamente espectacular, con un cañón con unas paredes casi verticales por el que transcurre el río Reguero, un río de poco caudal y que es afluente del Tuéjar, que a su vez es afluente del Turia. Estas muelas están cubiertas por frondosos bosques de pinos que contrastan con los llanos donde hay extensos campos donde se cultivan cereales o viñas. De vez en cuando es posible ver alguno de los buitres que viven en este hábitat, un descubrimiento fabuloso por la enorme envergadura de esta ave.

En la parte superior de una de las dos muelas, la del Castillo, se localizan los restos del… (tachán) antiguo castillo de Alpuente. Esta fortificación se construyó alrededor del s. X, durante el Califato de Córdoba. Este castillo vigilaba el Camino Real, por lo que, como os hemos contado anteriormente, era muy importante para el comercio de productos esenciales. Una muralla rodeaba las estancias de este castillo y otra muralla guardaba la villa de Alpuente. La entrada principal del castillo era bastante inexpugnable, ya que estaba junto a un cortado y solo se podía acceder a través de un puente levadizo. 


El castillo fue reconstruido durante las primeras Guerras Carlistas, ya que Felipe V mandó derruirlo tras la Guerra de Sucesión en represalia por la falta de apoyo de Alpuente. Esta guerra, la Carlista, fue muy dura y el asedio a Alpuente y su castillo supuso la destrucción del 60% de la villa. Esto provocó que al finalizar esta guerra los propios alpontinos derruyeran los restos del castillo para evitar que otro ejército quisiera apostarse en este lugar en el futuro. Muerto el perro se acabó la rabia, pensarían.

La visita al castillo de Alpuente es gratuita y libre. Es cierto que quedan muy pocos restos. Lo más interesante son los antiguos aljibes, que se reconvirtieron en dormitorios por los carlistas y que pueden ser visitados. Hace poco también se ha restaurado y puesto en valor el área palatina y hay paneles explicativos. Pero si por algo merece la pena subir hasta el castillo es para disfrutar de las impresionantes vistas. Enseguida comprendimos porqué el castillo estaba donde estaba. Nosotros, además, tuvimos la suerte de ver un par de buitres volando. Para llegar arriba hay que subir por una escalera y cuesta muy empinada, por lo que preparaos para poner a prueba las piernas. Os recomendamos llevar calzado cómodo ya que hay partes un poco escarpadas y con tacones u otro calzado podría ser peligroso. 


A pesar del pasado islámico de Alpuente, la inmensa mayoría de los monumentos que se pueden visitar son posteriores a la reconquista cristiana. El más importante es la Torre de la Aljama que, a pesar de su origen islámico, se transformó profundamente en el s. XVI y posteriores. Hasta hace diez años alojaba la casa consistorial, incluido el antiguo Salón de Cortes, en el que los reyes de Aragón reunieron dos veces las Cortes. Generalmente lo hacían para pedir dinero. En sus bajos se encuentra temporalmente la Tourist Info. Aquí Jan os informará de todo lo que podéis hacer en Alpuente y sus alrededores.

Nosotros nos decidimos por realizar la denominada “Ruta de la Taifa”, a cargo del propio Jan. Esta visita guiada permite recorrer el centro de Alpuente e incluye visitar la Torre de la Aljama, el Museo Etnológico y el Museo Paleontológico. Tiene un coste de 5€ para adultos y 3€ para niños mayores de 4 años. Tiene una duración de unas 2h y cuarto y es muy interesante por la cantidad de secretos que esconde Alpuente. 

Entre el arranque del camino que lleva al Castillo y la Torre de la Aljama está la Iglesia de la Virgen de la Piedad, que no es la patrona de Alpuente. Es una iglesia de un gótico muy temprano. Si la rodeamos encontraremos un pequeño altar en el lugar donde se encontró la figura de la, ahora sí, patrona de Alpuente, la Virgen de la Consolación. La mayor parte del año se encuentra en la iglesia de la aldea de Corcolilla. Es una iglesia muy sencillita y su entorno está muy chulo. Si os fijáis en alguno de sus sillares descubriréis marcas de canteros, incluso metralla incrustada en tiempos de las Guerras Carlistas. 

El museo etnológico se encuentra junto a los restos de la muralla que rodeaba la villa de Alpuente. De esta infraestructura que medía unos 800 metros, quedan pocos restos, apenas unos lienzos de la muralla y las bases de algunas de las torres que servían para vigilar y defender la plaza. Esta muralla se ve mejor desde la CV-345, que en este punto a su paso por Alpuente se convierte en la calle San Blas. El museo etnológico, por su parte, se encuentra en un edificio construido en el s. XIV y aquí se situaba el horno comunal del pueblo. En este museo se explica la vida, sobre todo, durante el s. XX pero que podría también ser la forma de vida de los habitantes de Alpuente durante los últimos siglos. Es curioso ir con niños para ver su sorpresa ante aquellas labores agrícolas que los alpontinos intentaban poner en común para poder atender otras tareas y subsistir un poco mejor. No os perdáis la historia de los ataúdes comunales… y hasta aquí puedo leer, digo, contar.

Os acabamos de contar que los restos de la muralla se ven mejor desde la CV-345, pero otro punto fantástico es desde uno de los extremos del camino de los huertos medievales. Este paseo discurre entre los antiguos huertos que se situaban extramuros. Aunque no es un paseo muy largo (poco más de 500 metros), tendréis otra perspectiva del paisaje que rodea este municipio. Junto a los restos de la muralla se encuentra el antiguo lavadero, que era alimentado por las aguas que llevaba la Acequia Mayor. En realidad antes del lavadero pasaban por un abrevadero y un lavadero más pequeño destinado a los cacharros de la cocina y domésticos. El agua llegaba a Alpuente desde las fuentes Nueva y Marimacho (sic) gracias, en parte, al Acueducto de los Arcos, un acueducto medieval (sus arcos apuntados lo delatan) que está apenas a 2 kms del núcleo urbano de Alpuente y que estuvo en uso hasta los años 60, cuando se canalizó la conducción del agua.

Una de la actividades que más nos gustaron fue la visita al Museo Paleontológico de Alpuente. Es un museo pequeñito, ubicado en una antigua ermita del siglo XVI, hoy embutida entre otros edificios. Pero tiene una colección importante. Antes de que abriera sus puertas en 2006 los fósiles que se localizaban en esta zona se depositaban en el Museo de Ciencias Naturales de Valencia. Esto ha hecho que este museo sea motivo de orgullo para los alpontinos. En esta zona se han localizado numerosos restos de tres tipos de dinosaurios: por una parte una especie de dinosaurio bípedo carnivoro, tipo T-Rex, para entendernos, pero de tamaño medio; un tipo de estegosaurio; y de un enorme herbívoro similar a los braquiosaurios. Al inicio de la visita un bonito y didáctico audiovisual contextualiza algunos conceptos sobre la época en la que vivieron estos maravillosos animales.

Pero no solo se han localizado huesos fosilizados en los yacimientos de Alpuente, ya que también se pueden visitar dos yacimientos de icnitas. Esto es, huellas que los dinosaurios dejaron marcadas en el fango y que han llegado petrificadas hasta nuestros días. Hace 140 millones de años, al igual que otras zonas de Cuenca, Teruel o Morella, aquí estaba la costa del mar de Tetis, antepasado del Mediterráneo. Uno de los yacimientos, el de Cañada París, se encuentra en un camino asfaltado que desemboca en la aldea de Corcolilla, y el otro también en Corcolilla, pero junto a la CV-345, en el kilómetro 7. Cuando visitéis este último os pedimos especial prudencia, ya que el aparcamiento se encuentra al otro lado de la carretera y hay que cruzar. En ambos localizaron huellas de carnívoros y de herbívoros. El de Corcolilla es más grande y tiene incluso un tejado que lo protege en parte de las inclemencias del tiempo. Además han marcado las huellas para facilitar su visión. 

Corcolilla es una de las 15 aldeas que hay dentro del término municipal de Alpuente, uno de los más extensos de la Comunidad Valenciana. Algunas llegaron a tener más habitantes que la villa de Alpuente, ya que sus características orográficas no le permiten crecer. También hay unas cuantas aldeas que no tienen población estable y están deshabitadas gran parte del año. En Corcolilla encontraréis un horno moruno que sigue elaborando pan desde el s. XVI. Es posible comprar pan encargo. Recomendamos las boyas, un pan con aceite típico de la zona, y las tortas saladas, especialmente la de jamón que está exquisita. En cuanto al dulce, que también hacen, las madalenas están muy buenas. Un consejo, si os gusta la miel preguntad en el horno donde podéis comprar ya que por la zona hay una buena producción apícola.

Alpuente se encuentra en una reserva Starlite. Esto no es ninguna cochinada, al contrario, esto significa que su cielo tiene unas condiciones excepcionales para poder realizar observaciones astronómicas. Quizás nunca hayáis visto unos cielos tan azules como los de Alpuente. Nosotros quisimos hacer la observación, acompañados de Alejandro, un guía que nos ayuda en esta tarea, pero las nubes no nos lo permitieron. Esta actividad se realiza en el observatorio que se encuentra en Aras de los Olmos, una población a unos 20 kms que en el s. XVIII se independizó de Alpuente. Otro lugar en el mismo Alpuente para observar el cielo nocturno es el mirador de San Nicolás, que está en lo alto de la otra muela que encaja Alpuente. Las vistas desde aquí son también extraordinarias y os la recomendamos tanto de noche como de día, pero el momento clave es el atardecer. Se llega a través de un camino de tierra que está bastante bien incluso para circular en coche. Otros lugares de observación se encuentran junto a los yacimientos de icnitas, con unos paneles con mapas del cielo nocturno. 

Como podéis ver no os mentíamos cuando os decíamos que Alpuente tiene un montón de actividades para toda la familia. Y más que no hicimos por falta de tiempo como las rutas senderistas o unacata de vino en bodega. Un pueblo que no llega a los 900 habitantes pero que es muy acogedor. Nosotros nos alojamos en uno de los apartamentos rurales de Rustikalpuente, concretamente en uno de la Casa de la Cultura, en el mismo casco urbano de Alpuente, a un paso de todo.

No podemos tener queja alguna de la estancia. El apartamento está muy bien equipado para pasar unos días en familia (¡incluso tiene cafetera Nespresso!). Jesús es un encanto, os hará sentir mejor que en casa y os dará un montón de consejos que os serán útiles en vuestra visita. Si entráis en su página web podéis ver los distintos apartamentos que tienen para comprobar cual se adapta mejor a vuestras necesidades.

Nosotros hemos vuelto encantados de Alpuente. Ha sido uno de los grandes descubrimientos que hemos hecho recientemente. Nos ha enamorado todo de esta villa y sus alrededores. Y eso que nos ha faltado realizar alguna actividad o probar alguno de sus platos típicos, pero de esta manera nos obligaremos a volver, porque volveremos. Un lugar así, tan cercano, no merece ser tan desconocido.