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jueves, 18 de febrero de 2021

DE RUTA POR LAS PLAZAS DEL CENTRO HISTÓRICO DE VALENCIA

En este blog hemos publicado unos cuantos post sobre cosas que ver y hacer en Valencia. Visitar museos con niños, pasear por los mejores parques o cómo disfrutar de las fallas son algunos de los temas que hemos tratado en anteriores artículos. Pero todavía no habíamos hablado de una de las joyas de la ciudad de Valencia, su centro histórico. Así que vamos a empezar a solucionar esa carencia ahora mismo.

Porque el centro histórico de Valencia es uno de los más importantes de España y Europa. Ocupa una superficie de aproximadamente 1,5 km2. Está delimitado por un perímetro de cerca de 5 kilómetros formado por las calle Colón, Xàtiva, Guillem de Castro y las vías que circulan por el margen derecho del antiguo cauce del río Turia (Paseo de la Petxina, Conde de Trénor, Ciudadela...), que podéis recorrer con la línea C1 del autobús urbano (EMT Valencia). En este espacio (tres veces más grandes que la Ciudad del Vaticano, por ejemplo) conviven edificios religiosos, civiles y administrativos con museos y zonas de marcha y ocio.

En un solo artículo es imposible contar pormenorizadamente todo lo que podéis ver y hacer en el centro histórico de Valencia, así que este artículo será un resumen. Pero no vamos a dejarnos nada importante y todo lo que repasemos en este post es casi de obligada visita (y sin casi). Por eso vamos a ver esta zona de Valencia a través de sus plazas. Valencia, como vais a ver en todo el artículo, es una ciudad muy de plazas. 

Empezaremos esta ruta en una de las plazas más queridas de Valencia, la plaza de la Virgen. Esta plaza fue hasta bien entrado el s. XIX el centro del poder administrativo, civil y religioso. Era el centro de la vida de Valencia. Asumió el papel que siglos antes tenía la actual plaza de l'Almoina, lugar donde se cruzaban el cardo y el decúmano romanos. El centro del poder. En primer lugar encontramos la Catedral de Valencia, un edificio que contiene elementos románicos tardíos (la puerta de l'Almoina), góticos (casi todo), renacentistas (L'Obra Nova, la serliana que se ve rodeando el ábside y las pinturas del altar mayor), barrocos (la puerta de los Hierros, a los pies del templo) y neoclasistas (en la decoración interior). 

El campanario, el queridísimo Micalet (Miguelete en castellano) de planta octogonal es uno de los mejores miradores de Valencia, si aguantas la subida (y la bajada) de los 214 escalones de su escalera de caracol. Desde la plaza de la Reina, que se abre a los pies de la Catedral, se puede observar otra panorámica, incluyendo el exterior del aula capitular, una estancia en forma de cubo donde se guarda el Santo Cáliz que utilizó Jesucristo en la Última Cena. Es la tradición, y más vale que no llevéis la contraria a los valencianos en esto. La Catedral se puede visitar de 10:30 a 17:30 (18:30 de marzo a octubre). Las entradas generales cuestan 8 euros, 5,50 € las reducidas y existe un pack familiar (para familias no numerosas, vaya con la Iglesia) por 18 €. La visita incluye el museo catedralicio, el Micalet y la capilla del Santo Cáliz. De 7:30 a 10:00 y de 18:30 a 20:30 hay horario de visita libre. 

También en la Plaza de la Virgen, que durante las Fallas acoge el final del recorrido de la tradicional ofrenda de flores, se encuentra la Basílica de la Virgen de los Desamparados, la patrona de Valencia. No, la patrona de Valencia no se encuentra en la Catedral, si no en este curioso edificio barroco, cuya planta es un óvalo dentro de un rectángulo. Ni que decir tiene que el fervor pro la patrona es máximo. Para comprobarlo, nada mejor que darse una vueltecita, si cabéis, por la plaza de la Virgen la mañana del segundo domingo de mayo, día de su celebración. 

El tercer edificio importante que hay en la plaza de la Virgen es el Palacio de la Generalitat. Esta es la sede del Gobierno Valenciano. No confundir con el Palacio de Benicarló, situado en la calle Navellos, apenas a unos metros, donde se encuentra el Parlamento valenciano, les Corts Valencianes. El Palacio de la Generalitat es un palacio gótico. Contiene elementos ornamentales muy importantes. En este aspecto hay que destacar la Sala Dorada, una sala noble con un techo de artesonado de masera del s. XVI cubierto de pan de oro. El Palau solo se puede visitar solicitándolo a través de un correo electrónico. En algunas festividades destacadas como el 9 d'Octubre (Día de la Comunidad Valenciana) se puede visitar libremente. En su jardín se encontraba el antiguo Ayuntamiento de Valencia, la Casa de la Ciudad, edificio que hoy en día está desaparecido. 

Antes de seguir con nuestra ruta no podemos pasar por alto la fuente que hay en la plaza de la Virgen y que representa al río Turia. Al igual que la escultura clásica del río Nilo y sus afluentes, el Turia se representa como un señor ya mayor reposando. Alrededor una serie de niñas con cántaros representan las distintas acequias que, partiendo del Turia, riegan (o regaban, más bien) la huerta valenciana. 

El Palacio de la Generalitat se encuentra en la Calle Caballeros. Esta calle toma su nombre de la cantidad de edificios de familias nobles que hay. Si no tenías una casa (bueno, casoplón) en esta calle no eras nadie. Podéis pasaros horas mirando escudos. A mitad de calle se abre la plaza del Tossal (mal llamada plaza del Carmen, que es otra plaza), epicentro de la marcha nocturna y de . Si seguimos la calle Caballeros hasta el final y siguiendo la calle Quart, llegamos a la plaza de Santa Úrsula. Lo verdaderamente importante es que nos encontramos a espaldas de las torres de Quart, una de las dos puertas que se conservan de la Valencia medieval.


En nuestro caso nos desviamos, desde la plaza del Tossal, por la calle Bolsería para alcanzar la plaza del Mercado. Aquí nos encontramos tres edificios que definen tres estilos arquitectónicos muy distintos. Para empezar tenemos la Lonja de la Seda, el único edificio de Valencia declarado Patrimonio de la Humanidad. Obra maestra del gótico, construida en el s. XV, en el Siglo de Oro valenciano. Su sala de las columnas, la estancia más amplia es una auténtica maravilla. Las columnas helicoidales se unen a los nervios de las bóvedas de crucería, simulando un bosque de palmeras. No os podéis perder es su Patio de los naranjos ni la torre con su escalera de caracol. 

Frente a la Lonja nos encontramos con la Iglesia de los Santos Juanes, una joya del barroco valenciano, que tras años de restauración puede volver a visitarse en su plenitud. La entrada la tiene por la plaza Ciudad de Brujas


El tercer edificio es el Mercado Central. Una maravilla de la arquitectura del hierro con elementos muy valencianos. Es obra de los arquitectos barceloneses Francesc Guàrdia i Vial y Alexandre Soler i March, discípulos del arquitecto Lluís Domènec i Montaner, de quien ya vimos obras suyas en el post sobre Reus. En el exterior, un elemento muy curioso, son las distintas veletas que coronan las cúpulas. En el interior destaca una gran bóveda central, que junto al acristalamiento de los laterales proporciona una gran luminosidad. Y como no, disfrutad con todos los sentidos: la vista, el oído, el tacto, pero sobre todo con el olfato y el gusto. Las frutas y verduras de la huerta de Valencia, las carnes, los pescados frescos... Es imposible resistirse a comprar. 

A menos de 500 metros encontramos la gran plaza de Valencia, la plaza del Ayuntamiento. Una plaza bastante grande y con una forma extraña, de trapecio rectángulo (aproximadamente), como si en realidad fueran dos plazas unidas. Evidentemente destaca la Casa Consitorial, pero no es ni mucho menos el único edificio importante en esta plaza. Este edificio comienza su historia en el S. XVIII como la Casa de la Enseñanza. Desde 1860, cuando asume las funciones de Casa Consistorial, sufre sucesivas modificaciones y añadidos. El último, de los años 20 del s. XX, añade la actual fachada, donde destaca el famoso balcón, desde donde se da la orden de inicio de las mascletaes que se disparan en la plaza durante el período fallero. 


El interior presenta una suntuosa decoración, que en ocasiones dificulta su funcionalidad como sede del gobierno de la ciudad. En los bajos se ubica el Museo Histórico Municipal (también existe el Museo de Historia de Valencia, junto al Parque de Cabecera), que guarda objetos de especial relevancia para la ciudad como la Real Senyera, el pendón que llevaban las tropas de Jaime I en la Conquista de Valencia, una copia de los antiguos Fueros o planos antiguos de la ciudad.

En el otro lado de la plaza se encuentra el edificio de Correos y Telégrafos. Inaugurado en 1923, tiene elementos de la fachada comunes al Ayuntamiento, como las columnas dobles o los cuerpos redondos coronados por una cúpula en las esquinas. El interior, además de funcional, tiene una bonita cúpula acristalada decorada con los escudos de las provincias españolas. Merece mucho la pena entrar para visitarlo, aunque sea un segundo. El edificio está rematado por una torre metálica a la que se accede por una escalera de caracol. 


Otro edificio que me gusta destacar en la plaza del Ayuntamiento es el antiguo Cine Rialto, sede actualmente de la Filmoteca Valenciana. Este edificio fue construido en 1939. Su fachada es racionalista, pero bebe del Art Decó, lo que lo convierte en un edificio bello y con personalidad, aunque quede un poco escondido al estar encajonado entre otros. 

Ni que decir tiene que la plaza del Ayuntamiento es uno de los puntos vitales de la ciudad. Uno de los lugares neurálgicos, como ya hemos comentado, de las fiestas falleras, y casi de cualquier celebración que se haga en la ciudad, ya sea deportiva, cultural o la Cabalgata de Reyes, por ejemplo. Actualmente se está peatonalizando para que se disfrute mejor sin peligro de los vehículos que circulan por ella. Un elemento muy destacado son las casetas de flores alrededor del centro de la plaza, muy queridos por los valencianos.

Un poco más lejos, siguiendo la calle de las Barcas, y muy cerca de la calle Poeta Querol, sinónimo de tiendas de lujo y donde está el Museo Nacional de Cerámica, se encuentra la Plaza del Patriarca. Este nombre se debe a San Juan de Ribera, conocido como el Patriarca, y que fundó el Real Colegio Seminario del Corpus Christi (colegio del Patriarca, para acortar). Este edificio se encuentra en esta plaza, y aunque noes de los más conocidos de Valencia guarda un tranquilo claustro renacentista, una hermosísima iglesia, o un magnífico museo que alberga pinturas de Juan de Juanes, El Greco, Ribalta, Pinazo, o un arca con un manuscrito de Tomás Moro que pudo ser rescatado. Pero si el Colegio del Patriarca guarda una curiosidad esta es el caimán disecado junto a la puerta, que fue un regalo del Virrey de Perú al Patriarca, y que dicen simboliza el silencio que se debía guardar.  


Justo enfrente del Colegio del Patriarca está el Edificio Histórico de la Universidad de Valencia. Conocido como La Nau (La Nave) ya que se entra por esta calle. Encontramos un bonito claustro, decorado con medallones de personajes relevantes de esta Universidad. Preside el claustro una estatua del humanista Juan Luís Vives, uno de los intelectuales más importantes de la Europa de su tiempo y que estudió en la Universidad de Valencia. En este edificio hay salas de exposiciones y un sala para teatro y actuaciones musicales. Si tenéis oportunidad de visitar la Biblioteca Histórica no lo desaprovechéis. 

Para acabar vamos a hablar brevemente de la plaza de Alfonso el Magnánimo, más conocida por los valencianos como el Parterre, ya que en el centro de la plaza hay un jardín del que toma el nombre. Es una plaza casi de transición, rodeada por edificios de viviendas, comercios, bares, supermercados, grandes almacenes y el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana. En el centro de la plaza (y el jardín) hay una estatua del rey... no, de Alfonso el Magnánimo no, si no de Jaime I, el rey cristiano que conquistó Valencia y la unió a la Corona de Aragón. Es un caso curioso, porque el titular de la plaza reinó dos siglos después y aunque fue rey de Aragón no pertenecía a la misma casa. A los pies de esta estatua finaliza la procesión cívica que con motivo de la festividad del 9 d'Octubre recorre las calles del centro de Valencia.

Como os decíamos al principio de este post, esto no es más que un resumen tomando como excusa las plazas. Nos quedaría hablar de calles tan emblemática como la de La Paz, que une el Parterre con la plaza de la Reina, con la torre de Santa Catalina siempre vigilante. O la calle Colón, una de las calles comerciales más codiciadas de Valencia. La calle de las Barcas, donde se encuentra el Teatro Principal y lo que hace años fue el centro del poder económico valenciano. O Guillem de Castro, un eje cultural de primer orden con el antiguo Hospital, el MUVIM, el Museo de Prehistoria o el IVAM. Pero para todo eso ya habrá tiempo.

domingo, 28 de junio de 2020

UN PASEO POR CUENCA, MUCHO MÁS QUE LAS CASAS COLGADAS

Usualmente una referencia a Cuenca se utiliza de manera jocosa. Por un lado para indicar algo que está muy lejos, y por otra, bueno, ya sabéis, la que tiene la consabida connotación sexual. Pero lejos de tópicos y prejuicios bastante infundados, Cuenca es una ciudad muy bonita que merece una visita para conocer todo lo que ofrece, que es bastante. 


Para este paseo nos vamos a centrar en el centro histórico de la ciudad. Su importancia es tal que en 1996 obtuvo la declaración de Patrimonio de la Humanidad por ser “un ejemplo excepcional de la ciudad fortaleza medieval que ha conservado su paisaje urbano original notablemente intacto con muchos ejemplos excelentes de arquitectura religiosa y secular de los siglos XII al XVIII. También es excepcional porque la ciudad amurallada se mezcla y mejora el hermoso paisaje rural y natural en el que se encuentra”. Hace un tiempo ya os hablamos del Museo Paleontológico de Castilla-La Mancha, que se ubica en las afueras de Cuenca, y de una bonita excursión al nacimiento del Río Cuervo



Vamos a empezar este paseo visitando el lugar más típico de Cuenca, ese que se ha convertido en su símbolo. Hablamos, como no, de las Casas Colgadas. Y hay que ser cuidadosos, porque son casas colgadas y no colgantes, como erróneamente las califica mucha gente. Es absolutamente imposible que no las conozcáis. Actualmente solo se conservan tres, la “Casa de la Sirena” y dos “Casas de los Reyes”, que fueron construidas entre los siglos XIII y XV, aunque hace unos cuantos siglos había una hilera de casas mucho más numerosa. El elemento más conocido son los balcones realizados en madera. 




En el interior de las Casas Colgadas se encuentra el Museo de Arte Abstracto Español. El museo se abrió al público en 1966, y tiene el honor de ser el primer museo de arte abstracto español y el primero con una colección de arte contemporáneo, mucho antes que que surgiera el IVAM, el Reina Sofía o el Museo Patio Herreriano. En su colección figuran obras de algunos de los artistas españoles más importantes del s. XX, como Tàpies, Chillida, Pablo Serrano, Eusebio Sempere, Chirino, César Manrique, Antonio Saura o Gerardo Rueda. La entrada es libre, así que no hay excusa. Si queréis más museos, muy cerquita (justo enfrente) está el Museo de Cuenca, y apenas a 300 metros, se encuentra el Museo de las Ciencias de Castilla-La Mancha, en el que destaca su planetario. 




El mejor lugar para admirar las casas colgadas es el puente de San Pablo. Si sufrís de vértigo será mejor que no crucéis este puente peatonal, pero si no es así disfrutaréis de unas vistas maravillosas. En primer lugar de las casas colgadas, como os hemos comentado, pero también de las Hoces del Huécar. Fue construido en 1903 en hierro, y de esta manera sustituía otro puente de piedra del s. XVI que se había derrumbado. Mide 100 metros de largo y salva un desnivel máximo de 60 metros de altura. 




Precisamente el puente de San Pablo cruza sobre (muy sobre, por cierto) el río Huécar, un afluente del Júcar, que se une a éste en el centro de Cuenca. El Huécar ha ido horadando a través de los siglos un profundo cañón: las Hoces del Huécar. Podéis recorrer estas Hoces por la carretera que discurre paralela a estas. Un paseo muy tranquilo y muy bonito, aunque no hay que fiarse de los coches. Sobre estas Hoces se sitúan las Casas Colgadas, el barrio de San Martín, las casas que dan a la calle de San Pedro… Una maravilla Patrimonio de la Humanidad. 




Si en un lado del puente de San Pablo se sitúa el centro histórico de Cuenca, en el otro encontramos el Parador Nacional, antiguo convento de San Pablo. Construido por los dominicos en el s. XVI, está a caballo entre el gótico (la estructura) y el Renacimiento (decoración). Fue Manuel Fraga quien sugirió en sus tiempos de ministro franquista la posibilidad de dotar a Cuenca de un parador, pero no fue hasta 1993 cuando se inauguró como tal. Ya se sabe como van las cosas de palacio... Vale mucho la pena visitarlo, aunque solo sea para tomarse un café en un entorno tan privilegiado. 




Ya en el centro histórico de Cuenca encontramos la Catedral de Santa María y San Julián. Erigida a lo largo del s. XIII, es un magnífico ejemplo de arquitectura gótica, aunque tiene elementos posteriores, como la fachada, reconstruida a principios del XX. Es una catedral muy bonita, que tiene más parecido con las catedrales francesas que con otras construidas en España. 




En la misma Plaza Mayor en la que encontramos la Catedral, se sitúa el Ayuntamiento. Su construcción se data en 1762, como indica una inscripción en su fachada. Es el edificio barroco más importante de la ciudad y se levanta sobre tres arcos de medio punto. Estos tres arcos le dan un carácter bastante curioso al edificio, acostumbrados como estamos a construcciones de casas consistoriales más compactas. 




Si pasamos bajo el Ayuntamiento y seguimos bajando, ya sea por la calle de Alfonso VII o por la Calle del Fuero y después por la de Santa María, nos dirigimos a la Plaza Mangana. En esta plaza se sitúa la Torre de Mangana, una torre de la que se tiene constancia en el s. XVI. Aparte de ser la torre uno de los símbolos de la ciudad, la plaza es uno de los mejores miradores que hay en Cuenca. 




Como ya hemos hecho un buen paseo, y Cuenca no es precisamente una ciudad edificada en una llanura (ya veréis las cuestas, ya), probablemente tengáis hambre. Estáis de suerte, Cuenca es una ciudad donde se come excelentemente bien, pero no tiene la fama de otras ciudades. Yo me declaro fan del morteruelo. Este es un contundente paté realizado con hígado de cerdo cocido y pan. Se añade carne de caza, tanto de ave (tradicionalmente perdiz, codorniz y gallina) como de mamífero (liebre, conejo y cerdo). Aunque en cada casa varía la receta dependiendo del gusto de cada uno o de la disponibilidad del producto. Es un plato bastante contundente, que no se unta, si no que se come con tenedor y pan. Los zarajos o el ajoarriero son otros platos tradicionales. El postre más típico de Cuenca es el alajú, una torta de origen árabe, compuesta por dos obleas entre las que se coloca una pasta elaborada con miel y almendras. 




Ya veis que Cuenca tiene bastantes razones para ser visitada. Una magnífica propuesta para pasar unos días en familia. Si no la conocéis os va a sorprender bastante, porque es una ciudad muy bonita. Además ya tiene enlace en AVE desde Madrid, Valencia y Alicante. Así que no tenéis excusa y debéis de visitar Cuenca, como decían aquellas pegatinas que decoraron los coches de los 80, ¡es única! 

jueves, 18 de julio de 2019

DESCUBRIENDO ALBARRACÍN EN FAMILIA

Si Teruel es una de nuestras provincias favoritas, es por el atractivo que reside en sus municipios, algunos de ellos tan pintorescos (que decían las guías de viaje antiguas) como Albarracín, una villa que cada año recibe miles de turistas atraídos por la belleza de su arquitectura y los paisajes que la rodean.


Su centro histórico se encuentra cerrado al tráfico algo que las familias nos relaja bastante ya que no tenemos que andar esquivando coches ni sufriendo por nuestros hijos. Por ello estaréis casi obligados a estacionar en el parking municipal que se encuentra junto al río Guadalaviar, que en este punto de su recorrido todavía no se ha convertido en el Turia. A escasos metros tenemos la oficina de turismo y justo enfrente la primera de las muchas cuestas que vamos a tener que subir y bajar durante nuestra visita a Albarracín, debido a su indómita orografía, ya que todo el pueblo se encuentra sobre la ladera de una colina coronada por sus famosas murallas.


Uno de los primeros lugares emblemáticos que vamos a visitar en Albarracín es la Plaza Mayor. Aquí se encuentra el Ayuntamiento de la ciudad. Tres de los cuatro lados de la plaza se encuentran porticados y uno de los elementos más singulares son sus balcones de madera, con unas vistas panorámicas al valle que surca el Guadalaviar, además de a los edificios más conocidos del municipio.


Para proseguir la visita podemos dirigirnos hacia el noroeste por la calle Santiago. A través de su intrincado recorrido llegaremos hasta el portal de Molina una de las aberturas que existen en la muralla, flanqueada por torreones para poder entrar y salir de la ciudad en su momento. Frente al portal nos encontramos con una de las edificaciones más conocidas de Albarracín, la casa de Julianeta, que adquiere forma de una especie de Flat Iron Building medieval.

Pasando el Portal de Molina a mano derecha encontramos la indicación que nos señala el camino para poder visitar la muralla de Albarracín. No hacemos ningún spoiler si os decimos que necesitaréis dos cosas: en primer lugar unas buenas piernas y, sobre todo, mucho ánimo para llegar hasta el final de la visita.


Seguiremos nuestro camino por la calle Portal de Molina donde seguiremos disfrutando de las edificaciones tradicionales de Albarracín. De estas nos van a llamar la atención su abigarrada estructura, que en ocasiones nos pueden recordar a un Lego, el uso de forja en el exterior y el color rojizo que presenta en sus paredes. Esto se debe a que los materiales de construcción empleados se extrajeron de los alrededores, lo que se conoce como rodeno.


Llegaremos de nuevo a la Plaza Mayor, donde doblando la esquina junto al estanco enfilaremos la calle de la Catedral. A pocos metros nos aparecerá en primer lugar el Palacio Episcopal y justo detrás el campanario. La catedral, dedicada a El Salvador, fue levantada en apenas 28 años, entre 1572 y 1600, con una sola nave central con capillas a ambos lados, en estilo gótico tardío. Las vistas junto a la Catedral también son impresionantes y el propio templo merece una visita, ya que además en su claustro conserva magníficas obras de arte.


Si continuamos nuestro paseo, calle arriba calle abajo, llegaremos hasta la Torre de Doña Blanca, una imponente edificación que formaba parte del conjunto defensivo de la ciudad. ¿Queréis más?Entonces os recomendamos el paseo fluvial junto al curso del río Guadalaviar. No solo es interesante desde el punto de vista ambiental y paisajístico sino que también nos proporcionará un punto de vista distinto de la ciudad observando mucho mejor como los edificios se aferran a la roca sobre la que se sitúan.


Pero aquí no acaba la visita a Albarracín ya que en las afueras podemos acudir a Mar Nummus, una de las subsedes de Territorio Dinópolis. Hace 150 millones de años el mar de Tethys cubría el territorio que actualmente ocupa Albarracín. Es por eso que se han localizado en la cercanía restos de unos enormes dinosaurios marinos y de diferentes animales como los antepasados de las actuales caracolas


También os recomendamos la visita al paraje protegido de los Pinares de Rodeno muy interesante por sus impresionantes paisajes, por sus formaciones geológicas y por albergar varios abrigos con pinturas rupestres además tiene áreas recreativas con mesas de picnic y juegos infantiles. What else?

Podríamos estar hasta el fin delos tiempos haciendo recomendaciones sobre Albarracín porque en los alrededores también cuentan con bastantes puntos de interés como el acueducto romano excavado junto a Gea de Albarracín, la serranía de Albarracín o un recorrido por el nacimiento de los ríos Guadalaviar, Júcar y Tajo que se concentran en muy pocos kilómetros, entre las provincias de Teruel, Cuenca y Guadalajara.


Por todo esto y mucho más Albarracín es uno de los lugares cuya visita nunca defrauda. Un municipio al que debería de ser obligatorio ir al menos una vez en la vida.