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martes, 8 de diciembre de 2020

ALPUENTE: TAN CERCA, TAN DESCONOCIDO

La actual situación de pandemia en la que las distintas autoridades han decretado diversos cierres perimetrales, ha hecho que tengamos que centrarnos en visitar, siempre que se pueda, lugares cercanos. El cierre perimetral de la Comunidad Valenciana nos llevó a buscar una escapada en los límites permitidos en nuestra comunidad autónoma. Así es como, grosso modo, fuimos a parar a Alpuente. 

Lo primero: Alpuente ha sido un descubrimiento mayúsculo. Nos ha fascinado, nos ha cautivado. Un lugar del que sabíamos muy poquito antes de reservar, apenas que había un museo paleontológico, pero que tiene un montón de actividades para toda la familia. Este municipio está en el interior de la provincia de Valencia, en la comarca de los Serranos, y su término municipal limita con Aragón, concretamente con la provincia de Teruel. Se notaba en el frío que hacía. 

Aunque la historia de Alpuente se remonta a los primeros asentamientos humanos en la Edad de Bronce, su momento de máximo esplendor viene de mano de la conquista musulmana. Alpuente llegó a dar nombre a uno de los reinos de taifas en los que se dividió el califato de Córdoba. Tras la reconquista cristiana por parte del rey aragonés Jaume I, Alpuente vive otro de sus momentos de máximo apogeo ya que cruzaba su casco un Camino Real por el que se comerciaba con trigo y lana y la lonja de Alpuente era muy importante en el comercio de estos productos.

Alpuente se encuentra en una depresión entre dos muelas, la del Castillo y la de San Cristóbal. El paisaje es absolutamente espectacular, con un cañón con unas paredes casi verticales por el que transcurre el río Reguero, un río de poco caudal y que es afluente del Tuéjar, que a su vez es afluente del Turia. Estas muelas están cubiertas por frondosos bosques de pinos que contrastan con los llanos donde hay extensos campos donde se cultivan cereales o viñas. De vez en cuando es posible ver alguno de los buitres que viven en este hábitat, un descubrimiento fabuloso por la enorme envergadura de esta ave.

En la parte superior de una de las dos muelas, la del Castillo, se localizan los restos del… (tachán) antiguo castillo de Alpuente. Esta fortificación se construyó alrededor del s. X, durante el Califato de Córdoba. Este castillo vigilaba el Camino Real, por lo que, como os hemos contado anteriormente, era muy importante para el comercio de productos esenciales. Una muralla rodeaba las estancias de este castillo y otra muralla guardaba la villa de Alpuente. La entrada principal del castillo era bastante inexpugnable, ya que estaba junto a un cortado y solo se podía acceder a través de un puente levadizo. 


El castillo fue reconstruido durante las primeras Guerras Carlistas, ya que Felipe V mandó derruirlo tras la Guerra de Sucesión en represalia por la falta de apoyo de Alpuente. Esta guerra, la Carlista, fue muy dura y el asedio a Alpuente y su castillo supuso la destrucción del 60% de la villa. Esto provocó que al finalizar esta guerra los propios alpontinos derruyeran los restos del castillo para evitar que otro ejército quisiera apostarse en este lugar en el futuro. Muerto el perro se acabó la rabia, pensarían.

La visita al castillo de Alpuente es gratuita y libre. Es cierto que quedan muy pocos restos. Lo más interesante son los antiguos aljibes, que se reconvirtieron en dormitorios por los carlistas y que pueden ser visitados. Hace poco también se ha restaurado y puesto en valor el área palatina y hay paneles explicativos. Pero si por algo merece la pena subir hasta el castillo es para disfrutar de las impresionantes vistas. Enseguida comprendimos porqué el castillo estaba donde estaba. Nosotros, además, tuvimos la suerte de ver un par de buitres volando. Para llegar arriba hay que subir por una escalera y cuesta muy empinada, por lo que preparaos para poner a prueba las piernas. Os recomendamos llevar calzado cómodo ya que hay partes un poco escarpadas y con tacones u otro calzado podría ser peligroso. 


A pesar del pasado islámico de Alpuente, la inmensa mayoría de los monumentos que se pueden visitar son posteriores a la reconquista cristiana. El más importante es la Torre de la Aljama que, a pesar de su origen islámico, se transformó profundamente en el s. XVI y posteriores. Hasta hace diez años alojaba la casa consistorial, incluido el antiguo Salón de Cortes, en el que los reyes de Aragón reunieron dos veces las Cortes. Generalmente lo hacían para pedir dinero. En sus bajos se encuentra temporalmente la Tourist Info. Aquí Jan os informará de todo lo que podéis hacer en Alpuente y sus alrededores.

Nosotros nos decidimos por realizar la denominada “Ruta de la Taifa”, a cargo del propio Jan. Esta visita guiada permite recorrer el centro de Alpuente e incluye visitar la Torre de la Aljama, el Museo Etnológico y el Museo Paleontológico. Tiene un coste de 5€ para adultos y 3€ para niños mayores de 4 años. Tiene una duración de unas 2h y cuarto y es muy interesante por la cantidad de secretos que esconde Alpuente. 

Entre el arranque del camino que lleva al Castillo y la Torre de la Aljama está la Iglesia de la Virgen de la Piedad, que no es la patrona de Alpuente. Es una iglesia de un gótico muy temprano. Si la rodeamos encontraremos un pequeño altar en el lugar donde se encontró la figura de la, ahora sí, patrona de Alpuente, la Virgen de la Consolación. La mayor parte del año se encuentra en la iglesia de la aldea de Corcolilla. Es una iglesia muy sencillita y su entorno está muy chulo. Si os fijáis en alguno de sus sillares descubriréis marcas de canteros, incluso metralla incrustada en tiempos de las Guerras Carlistas. 

El museo etnológico se encuentra junto a los restos de la muralla que rodeaba la villa de Alpuente. De esta infraestructura que medía unos 800 metros, quedan pocos restos, apenas unos lienzos de la muralla y las bases de algunas de las torres que servían para vigilar y defender la plaza. Esta muralla se ve mejor desde la CV-345, que en este punto a su paso por Alpuente se convierte en la calle San Blas. El museo etnológico, por su parte, se encuentra en un edificio construido en el s. XIV y aquí se situaba el horno comunal del pueblo. En este museo se explica la vida, sobre todo, durante el s. XX pero que podría también ser la forma de vida de los habitantes de Alpuente durante los últimos siglos. Es curioso ir con niños para ver su sorpresa ante aquellas labores agrícolas que los alpontinos intentaban poner en común para poder atender otras tareas y subsistir un poco mejor. No os perdáis la historia de los ataúdes comunales… y hasta aquí puedo leer, digo, contar.

Os acabamos de contar que los restos de la muralla se ven mejor desde la CV-345, pero otro punto fantástico es desde uno de los extremos del camino de los huertos medievales. Este paseo discurre entre los antiguos huertos que se situaban extramuros. Aunque no es un paseo muy largo (poco más de 500 metros), tendréis otra perspectiva del paisaje que rodea este municipio. Junto a los restos de la muralla se encuentra el antiguo lavadero, que era alimentado por las aguas que llevaba la Acequia Mayor. En realidad antes del lavadero pasaban por un abrevadero y un lavadero más pequeño destinado a los cacharros de la cocina y domésticos. El agua llegaba a Alpuente desde las fuentes Nueva y Marimacho (sic) gracias, en parte, al Acueducto de los Arcos, un acueducto medieval (sus arcos apuntados lo delatan) que está apenas a 2 kms del núcleo urbano de Alpuente y que estuvo en uso hasta los años 60, cuando se canalizó la conducción del agua.

Una de la actividades que más nos gustaron fue la visita al Museo Paleontológico de Alpuente. Es un museo pequeñito, ubicado en una antigua ermita del siglo XVI, hoy embutida entre otros edificios. Pero tiene una colección importante. Antes de que abriera sus puertas en 2006 los fósiles que se localizaban en esta zona se depositaban en el Museo de Ciencias Naturales de Valencia. Esto ha hecho que este museo sea motivo de orgullo para los alpontinos. En esta zona se han localizado numerosos restos de tres tipos de dinosaurios: por una parte una especie de dinosaurio bípedo carnivoro, tipo T-Rex, para entendernos, pero de tamaño medio; un tipo de estegosaurio; y de un enorme herbívoro similar a los braquiosaurios. Al inicio de la visita un bonito y didáctico audiovisual contextualiza algunos conceptos sobre la época en la que vivieron estos maravillosos animales.

Pero no solo se han localizado huesos fosilizados en los yacimientos de Alpuente, ya que también se pueden visitar dos yacimientos de icnitas. Esto es, huellas que los dinosaurios dejaron marcadas en el fango y que han llegado petrificadas hasta nuestros días. Hace 140 millones de años, al igual que otras zonas de Cuenca, Teruel o Morella, aquí estaba la costa del mar de Tetis, antepasado del Mediterráneo. Uno de los yacimientos, el de Cañada París, se encuentra en un camino asfaltado que desemboca en la aldea de Corcolilla, y el otro también en Corcolilla, pero junto a la CV-345, en el kilómetro 7. Cuando visitéis este último os pedimos especial prudencia, ya que el aparcamiento se encuentra al otro lado de la carretera y hay que cruzar. En ambos localizaron huellas de carnívoros y de herbívoros. El de Corcolilla es más grande y tiene incluso un tejado que lo protege en parte de las inclemencias del tiempo. Además han marcado las huellas para facilitar su visión. 

Corcolilla es una de las 15 aldeas que hay dentro del término municipal de Alpuente, uno de los más extensos de la Comunidad Valenciana. Algunas llegaron a tener más habitantes que la villa de Alpuente, ya que sus características orográficas no le permiten crecer. También hay unas cuantas aldeas que no tienen población estable y están deshabitadas gran parte del año. En Corcolilla encontraréis un horno moruno que sigue elaborando pan desde el s. XVI. Es posible comprar pan encargo. Recomendamos las boyas, un pan con aceite típico de la zona, y las tortas saladas, especialmente la de jamón que está exquisita. En cuanto al dulce, que también hacen, las madalenas están muy buenas. Un consejo, si os gusta la miel preguntad en el horno donde podéis comprar ya que por la zona hay una buena producción apícola.

Alpuente se encuentra en una reserva Starlite. Esto no es ninguna cochinada, al contrario, esto significa que su cielo tiene unas condiciones excepcionales para poder realizar observaciones astronómicas. Quizás nunca hayáis visto unos cielos tan azules como los de Alpuente. Nosotros quisimos hacer la observación, acompañados de Alejandro, un guía que nos ayuda en esta tarea, pero las nubes no nos lo permitieron. Esta actividad se realiza en el observatorio que se encuentra en Aras de los Olmos, una población a unos 20 kms que en el s. XVIII se independizó de Alpuente. Otro lugar en el mismo Alpuente para observar el cielo nocturno es el mirador de San Nicolás, que está en lo alto de la otra muela que encaja Alpuente. Las vistas desde aquí son también extraordinarias y os la recomendamos tanto de noche como de día, pero el momento clave es el atardecer. Se llega a través de un camino de tierra que está bastante bien incluso para circular en coche. Otros lugares de observación se encuentran junto a los yacimientos de icnitas, con unos paneles con mapas del cielo nocturno. 

Como podéis ver no os mentíamos cuando os decíamos que Alpuente tiene un montón de actividades para toda la familia. Y más que no hicimos por falta de tiempo como las rutas senderistas o unacata de vino en bodega. Un pueblo que no llega a los 900 habitantes pero que es muy acogedor. Nosotros nos alojamos en uno de los apartamentos rurales de Rustikalpuente, concretamente en uno de la Casa de la Cultura, en el mismo casco urbano de Alpuente, a un paso de todo.

No podemos tener queja alguna de la estancia. El apartamento está muy bien equipado para pasar unos días en familia (¡incluso tiene cafetera Nespresso!). Jesús es un encanto, os hará sentir mejor que en casa y os dará un montón de consejos que os serán útiles en vuestra visita. Si entráis en su página web podéis ver los distintos apartamentos que tienen para comprobar cual se adapta mejor a vuestras necesidades.

Nosotros hemos vuelto encantados de Alpuente. Ha sido uno de los grandes descubrimientos que hemos hecho recientemente. Nos ha enamorado todo de esta villa y sus alrededores. Y eso que nos ha faltado realizar alguna actividad o probar alguno de sus platos típicos, pero de esta manera nos obligaremos a volver, porque volveremos. Un lugar así, tan cercano, no merece ser tan desconocido.

jueves, 5 de julio de 2018

UN PUEBLO QUE DEJA HUELLA: EL CASTELLAR

No mentimos si afirmamos que Teruel es una de las provincias que tiene un mayor número de pueblos por descubrir y disfrutar. Más allá de la capital y de Albarracín (ojo, palabras mayores), Teruel seguramente de un salto en su oferta turística con pueblos como El Castellar y las acciones que emprende por ser conocido.


El ejemplo de El Castellar no es casual. Vamos con unos datos para que veáis: situado en la comarca de Gúdar-Javalambre, a unos 40 km., de la capital, tiene 54 vecinos empadronados. ¡54! Uno de esos pueblos que lucha contra la despoblación, después de que durante la década de los 60 y 70 muchas de sus familias emigraran a las provincias de Barcelona, Valencia y Castellón. Aunque en verano multiplique su población gracias a las familias que vuelven al pueblo, la lucha persiste.


¿Qué nos atrajo a visitar El Castellar? Dentro de los programas de investigación que lleva a cabo la Fundación Dinópolis en toda la provincia de Teruel, los paleontólogos descubrieron a las afueras de este pueblo un yacimiento de icnitas. ¿Qué son las icnitas? Pues huellas fósiles de dinosaurios. Tras unos trabajos de puesta en valor por parte de la Fundación Dinópolis, el yacimiento se puede visitar gracias a las pasarelas y los techados instalados, y a los carteles que estamos viendo, y ayudan a localizar las huellas, que no siempre es fácil. Para acceder os aconsejamos que llevéis calzado adecuado ya que la senda que baja al yacimiento es pedregosa y puede darnos un susto. Por supuesto, con carros o sillas de ruedas es imposible llegar. Como curiosidad, en mayo El Castellar fue la sede en Teruel del Geolodía, y se visitó el yacimiento a la luz de la luna.



El yacimiento tiene una superficie de unos 500 m2, y se han encontrado cerca de 160 huellas. Gracias a éstas sabemos que hace unos 150 millones de años por estas tierras habitaron grandes dinosaurios. Concretamente algún tipo de dinosaurio carnívoro, alguna especie de gran herbívoro y algún tipo de estegosaurio. En aquel momento el clima era húmedo y caluroso, parecido al clima tropical. Esta era una zona lacustre y la costa del mar de Tethys no debía quedar muy lejos, aunque viendo el actual paisaje plagado de sierras es difícil imaginarlo. Las huellas las dejaron en el barro y han permanecido inmutables hasta hoy.



Aprovechando todo esto en El Castellar han creado un Dinopaseo, es decir una ruta por el pueblo siguiendo 10 paneles en los que hay reproducciones de las icnitas más características del yacimiento. De este modo conoceremos la iglesia de San Miguel, edificada en el s. XVIII. Nos sorprende que en la hornacina de la fachada la imagen ocupa muy poco espacio, probablemente porque sustituye a otra desaparecida y lo que había es lo que había...



También pasaremos por el Ayuntamiento, antigua Casa del Concejo, levantada a finales del s. XVI, y con un soportal muy chulo. Se encuentra en la plaza Mayor, donde está uno de los pocos bares del pueblo. Llegando al Ayuntamiento podremos hacernos una foto con la figura de un allosaurio, un dinosaurio carnívoro que podría ser uno de los que dejó su huella impresa para la eternidad. Esta información, y mucha más, nos la precisa nuestro paleontólogo de cabecera, nuestro hijo mayor, que con 8 años tiene muy claro su futuro. A los niños les encantó hacerse selfies con un dinosaurio "de verdad".



También es interesante saber que el edificio más antiguo de El Castellar es su castillo, que fue levantado originalmente en el s. XII, aunque ha llegado a nuestros días con restauraciones y reconstrucciones. Desde los años 70 del pasado siglo pertenece a una familia que lo adquirió en una subasta al Estado, lo rehabilitó y actualmente es su vivienda.

Por último comentar que hay dos ermitas en El Castellar, ambas erigidas en el s. XVII. La de Santa Bárbara se encuentra en el pueblo. Muy cerca hay un merendero con mesas de picnic donde podemos descansar y dar un bocado. La otra ermita, dedicada a la Virgen del Pilar, está a unos tres kilómetros del pueblos, en la carretera que comunica con Formiche Alto. En esa misma carretera encontraremos también uno de los miradores de estrellas que hay en diferentes puntos de la comarca Gúdar-Javalambre. Es muy interesante para los niños, ya que pueden hacerse unas fotos muy divertidas y descubrir algo acerca de las constelaciones y su traslación a lo largo del año. 



Ya sabéis, un pueblo con 54 habitantes puede ofrecernos suficientes motivos para visitarlo. El despoblamiento de muchas zonas rurales de nuestro país es un hecho que las autoridades intentan atajar, aunque es muy complicado por las condiciones de vida, sin tantas facilidades como cerca de las grandes ciudades, pero con otras características, como la tranquilidad y el encanto de vivir en lugares únicos.



jueves, 11 de enero de 2018

CÓMO CONSEGUIMOS QUITARNOS UNA ESPINITA CLAVADA EN CASA FAUSTO

Este pasado verano vivimos nuestra primera experiencia yendo de camping. Por extraño que parezca íbamos con un poco de temor y quisimos que fuera una prueba por si los niños no acababan de adaptarse, no les gustaba o no hacían más que quejarse. Tonterías de padres, se lo pasaron de 10. Y nosotros también.


Teníamos una espinita clavada, ya que hace unos años lo intentamos y llegando a Teruel (íbamos a la sierra de Albarracín) para comprar víveres, nuestro coche dijo que no hay tu tía. Reparación importante, tres días de cabreo y a freír espárragos las vacaciones.

Esta vez volvimos a optar por Teruel pero nos decidimos por el camping Casa Fausto en Formiche Alto, en la comarca de Gudar-Javalambre. Su entorno rural nos ofrecía la posibilidad de que los niños tuvieran un contacto directo con la naturaleza, algo que no tienen habitualmente.


El camping tiene dos espacios diferenciados. En la parte baja se encuentra la recepción, el aparcamiento, un bar-restaurante y un edificio de una planta que tiene un albergue para grupos y apartamentos. Junto al edificio hay una granja que hace las veces de zoo. A los niños les encantó ver los cerdos, los ponis, la vaca, las gallinas, etc. 

Subiendo por una pista de tierra se llega a la zona de cabañas de madera y parcelas de camping, tanto para caravanas y autocaravanas como para tiendas. Las parcelas son bastante grandes. Nosotros llevamos tienda y con el coche y toda nuestra escampada de trastos nos sobraba mucho espacio. La pendiente es pronunciada y si llevas caravana y no puedes subirla el personal te ayuda con sus vehículos.


Junto a las parcelas se encuentra el bloque de servicios comunes. Los baños estaban súper limpios, algo que personalmente siempre miramos en cualquier alojamiento. También hay zona para fregar los cachorros y una lavandería. Junto a este bloque hay unas barbacoas de uso común. Hay leña de uso gratuito, pero si se necesitan troncos gratis se deben de pagar aparte.

El camping es familiar y muy tranquilo. Está frecuentado por familias, algo que hace que el ambiente sea muy bueno. Se encuentra a 1.200 msnm, en plena sierra, y las vistas son impresionantes. Por la noche al estar en la montaña hace frío. Nosotros estuvimos para el puente del 15 de agosto y por la noche hubo 10°C de mínima. Somos de Benidorm, así que imaginaos la diferencia, algo así como 15°C menos, pero ojo, que fue un gusto poder dormir fresco.


Está muy cerca de Teruel. Para llegar hay que tomar la A-23 que comunica Zaragoza con Teruel y con Sagunto y tomar la salida 100 de Formiche Alto y seguir las indicaciones. Otra de las razones por las que elegimos este camping fue porque tenía una promoción de descuento para Dinopolis, a la que añadimos las entradas gratis que teníamos para los peques. También hay posibilidad de visitar los pueblos cercanos como El Castellar, Rubielos de Mora, etc que están muy chulos.

Las tarifas son muy económicas. Nosotros pagamos 25€ por noche por la parcela, incluyendo ahí todos los gastos. El personal es encantador. Para ser nuestra "primera vez" solo nos arrepentimos de quedarnos dos noches "por si acaso". Vista la reacción de los niños repetiremos experiencia con total seguridad.