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lunes, 18 de octubre de 2021

VISITAMOS "ETRUSCOS, EL AMANECER DE ROMA" LA NUEVA EXPOSICIÓN TEMPORAL EN EL MARQ ALICANTE

Los que, como nosotros (los papis) empezáis a tener ya cierta edad probablemente recordareis este glorioso diálogo de "El milagro de P. Tinto", la ópera prima de Javier Fesser:

"Habrás oído decir muchas veces que los romanos inventaron el pan, que los romanos trajeron el agua, que si los romanos esto, que si los romanos lo otro, que vivan los romanos... pues bien, para que te hagas una idea, los romanos... ¡¡¡una mierda al lado de los etruscos!!!"

Etruscos, el amanecer de Roma

Esta licencia la usamos para introducir este artículo dedicado a la nueva exposición temporal que puede verse en el Museo Arqueológico de Alicante, el MARQ, y que tiene de protagonista a la civilización etrusca. Un pueblo al que envuelve un aura de misterio. Por cierto, Luis Ciges, quien pronuncia ese imponente discurso, era un devoto de los etruscos y parece ser que tenía una biblioteca acerca de esta sociedad bastante bien surtida.

¿Quienes eran los etruscos?



Los etruscos ocuparon una importante extensión de la Península Itálica. Hasta el año 750 a. C. (aproximadamente) ocupaban una franja junto al mar Tirreno, entre los ríos Arno (al norte) y Tíber (al sur). A partir de esa fecha comienzan una expansión que los lleva hacia el sur, ocupando las tierras que ahora son el Lazio y la Campania; y hacia el norte, remontando el valle del Po desde su desembocadura en el Adriático. Las invasiones de tribus del norte, y los conflictos con los cartagineses y los griegos empezaron a hacer decaer esta sociedad que al poco fue conquista y absorbida por los romanos.

Precisamente la romanización de los territorios ocupados por los etruscos fue la clave de que su recuerdo se haya ido diluyendo a lo largo de los siglos, aplastado por esa superpotencia que fue Roma. A pesar de eso son muchos los rasgos culturales que los etruscos aportaron a los romanos, y que han llegado hasta nuestros días. El hecho de que haya investigadores que se preocuparan en devolver a los etruscos a su lugar en la historia ha permitido que conozcamos muchas cosas interesantes de este pueblo.

La estructura de la exposición


Etruscos, el amanecer de Roma

Como en otras ocasiones, la exposición se ubica en las tres salas que el MARQ reserva para las exposiciones temporales. Cada una de las salas, como vamos a ver, aborda un tema distinto acerca de este pueblo, que en muchos aspectos es bastante desconocido para el gran público.

La exposición comienza justo antes de entrar a las salas expositivas. Junto al atrio que distribuye las salas de exposición se proyecta un vídeo introductorio. Este vídeo comienza a explicarnos algunas de las cosas que vamos a ver y hace que podamos comprender mucho mejor la exposición.


En el pasillo que conecta las tres salas en las que se ubica la exposición hay un primer mural en el que se contextualiza geográficamente a los etruscos y su expansión, tal como ya hemos contado en un párrafo anterior.

La escenografía en las tres salas es muy sobria, alejada de los montajes que hemos visto a lo largo de años anteriores, en exposiciones dedicadas a los vikingos, los mayas, Irán o al arte rupestre. Sobria no quiere decir sosa, porque las piezas cobran un mayor protagonismo con los fondos negros, en ocasiones adornados con reproducciones de los textos grabados. La escenografía también se apoya en la iluminación.

La primera sala de exposición


Etruscos, el amanecer de Roma

La primera sala realiza una introducción acerca de la sociedad etrusca. Contextualizan su origen (o lo que sabemos acerca de esto) y muestran algunas de las piezas más antiguas que se conocen. Es reseñable que hasta nosotros ha llegado el nombre que les dieron los romanos, y no el nombre por el que ellos mismos se conocían: rasenas (o rassenas o rasna). Para los griegos eran los tirrenos, nombre que se le da al mar que baña las costas del oeste italiano. 

Las piezas que vemos en esta sala recorren varios siglos, y muestran aspectos de la vida cotidiana, como vasijas decoradas, coladores o joyas. También elementos utilizados por los militares, como armas, protecciones o un carro en miniatura que creemos que podía ser un exvoto. Una de las piezas más importantes es una crátera de barniz negro del s. IV a. C., que se muestra al fondo de la sala. Pero si nos permitís, justo en la entrada, hay un sarcófago absolutamente maravilloso. Decorado con una de las escenas más famosas de la Odisea, cuando Ulises pide ser atado al mástil de su barco para evitar sucumbir a los cantos de las sirenas. Es imposible, a ojos inexpertos, distinguirlo de un sarcófago romano o griego.

La segunda sala



La segunda sala se adentra en los aspectos religiosos de los etruscos. Éstos practicaban una religión politeísta. Siempre hemos estudiado que la mitología romana se basa en la griega. Pues bien, el panteón etrusco también se basa en el griego, y es evidente que la traslación en Roma vino por ambas vías. Perviven también algunos dioses de origen itálico, como es el caso de Culsans, Selvans y Voltumna, que pasaron a la mitología romana como Ianus, Silvanus y Vertumno, respectivamente.

Etruscos, el amanecer de Roma

La representación de los dioses etruscos ocupa gran parte de la sala. También hay figuras votivas que representan templos, que eran lugares tanto de culto como de reunión. Las figuras que representan a las deidades etruscas tienen una fuerte influencia helénica, adoptando algunos la famosa curva praxiteliana. 


La figura “estrella" de la sala es una figura de bronce que se conoce como “la sombra de la tarde". Este nombre tan poético proviene de su aspecto extremadamente alargado, que recuerda a las sombras que se proyectan al atardecer. Es mi sorprendente por su aspecto tremendamente moderno. De hecho sirvió de inspiración para artistas de las vanguardias de principios del siglo XX. Uno fue el italiano Giacometti. Éste las vio en los años 20 del pasado siglo. Al igual que a otros artistas como Picasso, influyeron decisivamente en su obra.

La tercera y última sala 


Etruscos, el amanecer de Roma

La tercera y última sala se dedica a dos temas. En primer lugar a los ritos tras la muerte en el mundo etrusco. Como en otras culturas contemporáneas los etruscos creían en una vida después de la muerte. Esto hace que sus inhumaciones adquieran un carácter ritual. En la sala veremos diversos tipos de elementos empleados en enterramientos cómo sarcófagos y urnas cinerarias.

Por otra parte, la tercera sala también se dedica al estrecho contacto que tuvieron entre etruscos y romanos. Estos contactos fueron definitivos. Tanto que los etruscos fueron romanizados, poniendo punto y final a su civilización.

Nos queda por ver unas cuantas piezas. El MARQ siempre intenta vincular de alguna manera las exposiciones temporales con la provincia de Alicante. En esta ocasión se muestran varias piezas de carácter etrusco localizadas en yacimientos alicantinos y que forman parte de la colección del MARQ. Éstas se encuentran en una vitrina en la zona donde se proyecta el vídeo, junto a la entrada/salida del área expositiva.

Etruscos, el amanecer de Roma

Como siempre el MARQ ha realizado una gran exposición que deja un muy buen sabor de boca. 100% recomendada. Aprenderemos bastantes cosas, como que un etrusco es más que el balón con el que se disputó el Mundial de fútbol Italia'90 (veis como ya tenemos una edad...). 

martes, 8 de junio de 2021

NUESTRA SORPRESA EN EL CIRCO ROMANO DE TARRAGONA

Seguro que alguna vez os ha pasado algo parecido. Teníais muchas ganas de visitar algo (un monumento, un museo, un parque, ¡qué sé yo!) y una vez allí os habéis llevado una tremenda decepción. Algo así nos ocurrió en el circo romano de Tarragona, la antigua Tarraco. Aunque esta sensación de decepción vino al inicio de la visita y poco a poco fue pasando. ¿Queréis saber por qué?

Circo romano de Tarragona

Yo personalmente tenía muchas ganas de ver el circo romano de Tarragona porque es una estructura que me llama la atención. Casi tanto como los acueductos. Los circos eran los edificios más espectaculares del Imperio Romano. Solo las ciudades que eran verdaderamente importantes tenían uno. Tal vez esta manía procede de haberme tragado Semana Santa tras Semana Santa Ben-Hur en la tele. Comprendedme, no soy más que una víctima. 

El circo y la sociedad romana


El circo daba cabida al espectáculo con mayor número de seguidores en la sociedad romana, las carreras de carros. Los carros podían estar tirados por dos caballos (bigas), tres (trigas) o cuatro (cuadrigas), que eran los más habituales, pero también se han documentado tiros de 6, 8 y hasta 10 caballos. Los espectadores se agrupaban por facciones, que se distinguían por el uso de alguno de estos cuatro colores: azul, verde, rojo y blanco. Comprenderéis rápidamente su dinámica si decimos que estas facciones (y sus colores) eran similares a los seguidores de los equipos de fútbol (o del deporte que sea) de la actualidad. Las pugnas entre seguidores eran tremendas y se realizaban apuestas que podían arruinar a una familia. Algunos emperadores llevaban a gala ser hincha de alguna facción.

Los aurigas (los pilotos) eran verdaderas estrellas. Eran venerados como semideidades y alguno traspasó fronteras con su fama. Solían ser esclavos o libertos. El más popular fue Cayo Apuleyo Diocles, que compitió durante 24 años, una cifra brutal teniendo en cuenta que los accidentes estaban a la orden del día. Pero Tarraco también tuvo sus grandes aurigas, como Fuscus y Eutiches. De ambos se conservan en el circo de Tarraco sus lápidas, donde glosaron sus hazañas.

El circo de Tarraco

Circo romano de Tarragona

Refiriéndonos concretamente al circo de Tarraco, tenía unas medidas de 325 metros de longitud y 115 de anchura. Para ponerlo en contexto, el terreno de juego de un campo de fútbol para albergar competiciones internacionales tiene unas longitudes entre 100 y 110 metros de largo y entre 64 y 75 metros de ancho. Además se ha calculado que tendría una capacidad para unos 25.000 espectadores. Con todo no es nada comparado con el Circo Máximo, en Roma, y que con unas medidas de 621 metros de largo y unos 150 metros de ancho. Tenía capacidad para reunir en sus gradas a 250.000 personas, siendo uno de los mayores recintos deportivos de la historia de la Humanidad. De hecho, en la actualidad, el mayor recinto deportivo es el Indianapolis Motor Speedway, sede de las famosas 500 millas de Indianapolis, que puede llegar a albergar a 375.000 personas.


El circo de Tarraco se encuentra muy cerca del anfiteatro, apenas hay que cruzar una calle para llegar. Se encontraba en el interior de las murallas de la ciudad y en su extremo norte (noreste, si queremos ser precisos) se extendía el Foro Provincial. Esto da cuenta de la importancia que tenía este recinto, y de su carácter propagandístico y de exaltación del poder político. 

Los restos visitables

Circo romano de Tarragona

Por desgracia los circos que hay documentados por los distintos territorios que ocuparon los romanos no se conservan demasiado bien. En el caso del de Tarraco se conserva una de las dos curvas que tenía el circo en cada extremo, usada por los carros para girar, y parte de las gradas. Esta curva es la contraria a las carceres, las caballerizas. 

Las gradas se situaban sobre unos enormes pasillos cubiertos por unas bóvedas de cañón, que llevan 2.000 años en pie. Desde la curva nos podemos hacer una ligera idea de cómo sería el circo, ya que, afortunadamente, dos calles han conservado el trazado de la arena, aunque se cargaran el resto. La spina, la parte central y que separaba las dos rectas del recorrido, se ha perdido. 


La decepción nos (me) llegó cuando solo vi un fragmento de curva y arena. Que al principio puede parecer poco, pero oye, ya es más de lo que se conserva del Circo Máximo de Roma. Pero poco a poco fuimos descubriendo los vestigios restantes. Cada vez nos sorprendíamos más. Y lo mejor estaba por llegar. 

El pretorio

Circo romano de Tarragona

Junto al circo se sitúa el pretorio, el edificio desde donde se administraba la provincia romana y también se administraba justicia. Este cargo lo ostentaba el pretor, y de ahí el nombre del edificio. En este edificio se conservan numerosos restos de época romana, como esculturas, estelas funerarias, restos constructivos como una enorme columna, o un sarcófago realmente bonito. 

El pretorio tiene numerosos añadidos posteriores. El más importante fue la construcción en el s. XII sobre la base del pretorio y aprovechando elementos como la denominada bóveda "de Pallol", de un palacio para los reyes de la Corona de Aragón. Más tarde tendría otros usos, como prisión. Un consejo, no dejéis de subir a la terraza del edificio. La vista del centro de Tarragona y del Mediterráneo es realmente fascinante. 


El pretorio ocupaba una de las cuatro esquinas del Foro Provincial. Poco queda ya y la estructura ha desaparecido prácticamente por completo tras tanto tiempo. Hay una plaza, pero ni punto de comparación en tamaño ni decoración. Quedan algunos restos de muralla anexos al pretorio. Aquí se ha situado una escultura de la Loba Capitolina donada por la ciudad de Roma.

Circo romano de Tarragona

Las entradas para el Circo-Pretorio tienen un precio de 3,30 € individualmente. Existe la opción de comprar una entrada conjunta para 4 monumentos romanos de Tarraco. Este bono cuesta 7,40 € u 11,05 € para todos los edificios gestionados por el Museo de Historia de Tarragona. El precio para las familias numerosas es el mismo, pero la misma entrada es válida para toda la familia y no solo para una persona individualmente. Además hay más descuentos para otros colectivos como discapacitados, desempleados, pensionistas y jubilados, grupos, estudiantes mayores de 16 años o familias monoparentales, que pagarían 1,70 €, 3,65 € o 5,50 €, dependiendo del tipo de entrada que adquieran. Además tienen entrada gratuita los menores de 16 años, grupos escolares y los visitantes del cercano parque temático Port Aventura presentando la entrada a dicho parque.


Sin dudarlo, la visita al circo fue un acierto absoluto. A veces no hay que dejarse llevarse por las primeras impresiones. Quizás también deberíamos informarnos antes de lo que vamos a visitar, pero entonces, ¿dónde quedaría el efecto sorpresa? ¿Dónde quedaría esa sensación de descubrir algo inesperado?

domingo, 28 de marzo de 2021

L'ALMOINA, EL LUGAR DONDE CONOCER LA VALENCIA ROMANA

En el año 138 a. C. el paisaje era muy distinto al que vemos en la actualidad en el tramo final del río Turia. Una llanura fluvial hacía que desembocara plácidamente en el Mediterráneo, extendiéndose a sus anchas. Varios brazos partían del cauce principal, regando las tierras colindantes y formando algunas islas fluviales. En una de esas islas decidieron que se instalara Valencia.


Entonces tampoco era Valencia, si no la Colonia Valentia Edetanorum. Estas tierras iban a ser disfrutadas por soldados veteranos que ya se habían licenciado tras guerras lusitanas. Agua, tierra fértil, sol… Un buen lugar para el retiro. Aunque hay artículos que afirman que estas tierras no fueron entregadas a los soldados al mando de Décimo Junio Bruto Galaico, si no a los hombres que se sublevaron junto a Viriato y que fueron desterrados.

Sea como fuere, en aquel lugar se fundó una próspera ciudad que llegó a tener una cierta relevancia, como veremos, y que con el paso de los siglos devino en lo que conocemos actualmente. Y podemos descubrir como se fundó y como fue el principio de esta Colonia gracias al Centro Arqueológico de l’Almoina, un lugar muy interesante y que os recomendamos.


Para entender lo que podéis ver en este lugar hay que explicar un poco de urbanismo romano. No vamos a ser muy chapas, lo prometemos. La mayoría de ciudades o colonias, seguían el esquema del castrum, es decir, de los campamentos que formaban cuando querían conquistar un territorio. Se basaba en el modelo hipodámico o de retícula y se trazaban calles rectas paralelas y transversales formando parcelas cuadrangulares. Las calles que se trazaban de norte a sur eran los decumanos, y las que se trazaban de este a oeste los cardos.

Había un cardo y un decumano máximo, que eran las vías principales y en el punto donde se cruzaban se instalaba el centro (nunca mejor dicho) de la ciudad. Aquí se instalaba una plaza (el foro o forum) y alrededor los principales edificios administrativos y religiosos. Si recordáis el post sobre la Tarraco romana, en esta ciudad habían dos foros, uno para la provincia y otro para la ciudad.


Precisamente en este Centro Arqueológico de l’Almoina veremos este foro y los restos de varios edificios muy importantes de la época romana de Valencia. En primer lugar, y a pie de calle, veremos un audiovisual donde nos explican la fundación de esta colonia, el rito con el que celebraban la fundación y los primeros años de esta colonia. Hay que decir que Valentia Edetanorum fue destruida en año 75 a. C., en el marco de las guerras sertorianas, y repoblada unos 70 u 80 años después. A esto contribuyó que la vía Augusta, que recorría el Mediterráneo uniendo Roma con Gades (la actual Cádiz) coincidía con el decumano máximo.

También en esta primera parte de la visita veremos una serie de restos que se localizaron en las excavaciones arqueológicas realizadas aquí. No solo hay elementos como cerámicas romanas, también otros objetos de uso diario de los habitantes de los siglos posteriores, como la Balansiya musulmana o la ciudad medieval.


Nada más bajar las escaleras que llevan al nivel inferior, donde están los restos de las construcciones, veremos el lugar donde se practicó el ritual de fundación de la ciudad. De ahí pasamos a ver los restos de unas termas. Si habéis visitado cualquier otra ciudad romana sabréis que este edificio era capital para la vida de los romanos, no solo por la higiene (que también) y la salud, si no por ser un lugar de socialización. Se pueden ver las diversas estancias como el apodyterium (el vestuario), el caldarium, tepidarium y frigidarium (las salas de agua caliente, templada y fría, respectivamente) o las estancias auxiliares donde, por ejemplo, se calentaba el agua. Si vais al mediodía (el solar, no el del reloj) entenderéis el porqué de la lámina de agua sobre un cristal trasparente que hay en la plaza. Se consigue el efecto de reflejar el agua sobre en las termas dando la sensación de que vuelve a correr el agua por aquí.


Estas termas estaban junto al decumano máximo, que, como hemos dicho era el paso de la Vía Augusta por Valentia a partir del s. I de nuestra era. Una pasarela sobre esta vía nos llevará alrededor del foro. En uno de los laterales se han encontrado algunas de las columnas que sostenían el porche que rodeaba este espacio de la ciudad. Con una ilustración se recrea como sería idealmente este espacio. Además se exhiben otros restos, como un mosaico que sería parte del suelo.

Otros de los edificios importantes que se localizaban en el foro eran el horreum y el macellum, el almacén de grano y el mercado. Esa manía que tenemos los seres humanos de comer… Para entender mejor la disposición de los distintos edificios alrededor de este foro, hay una maqueta que muestra como debía ser este lugar. Es bastante interesante ya que nos permite imaginar y situarnos en estos edificios hace unos dos mil años.


En otro de los laterales del foro se ha localizado un templo dedicado a Asklepios (bueno, a Esculapio, que era el equivalente romano) o a las ninfas acuáticas. Este culto se entiende al estar en un lugar tan rodeado de agua, y ante la necesidad de contar con un volumen de agua dulce para las tareas cotidianas.


La visita continúa visitando los restos de otros edificios como la curia (el centro del poder) o la basílica, que era el lugar destinado a la administración de justicia, aunque también se empleaba para cerrar tratos económicos. Este tipo edificio fue adoptado por los primeros cristianos para su culto, tanto es así que en la actualidad siguen existiendo basílicas, como la de la Virgen de los Desamparados que está apenas a unos metros de L’Almoina, y que son templos de una sola nave y diáfanos.


En la parte final del recorrido a los restos romanos se les superponen los de las civilizaciones posteriores, como los edificios visigodos o los medievales. Tal vez por la tradición de este lugar, se construyeron aquí edificios de culto, del que se conservan restos parciales, además de tumbas. La actual plaza de L’Almoina se encuentra rodeada por la basílica de la Virgen de los Desamparados y por la Catedral de Valencia, que se construyó sobre la mezquita mayor musulmana.

El Centro Arqueológico de L’Almoina, que, por cierto significa “limosna” en castellano, ya que en la época medieval había aquí un centro que atendía a las personas más necesitadas, abre de martes a sábado de 10:00 a 19:00, y los domingos y festivos de hasta las 14:00. Actualmente es gratuito mientras se implanta el pago por datáfono, por lo que es una buena oportunidad. Además los jueves a las 13:00, los viernes a las 17:30 y los sábados y domingos a las 11:00 y 12:00 hay visitas guiadas gratuitas.


Os recomendamos visitar este Centro Arqueológico de l’Almoina con los niños. Es un lugar muy didáctico y les sorprende mucho que hace tanto tiempo ya hubieran ciudades tan bien organizadas como esta. Además si, como alguno de los nuestros, en Ciencias Sociales están viendo a los romanos (o los han visto) pues miel sobre hojuelas.

Si nos hemos quedado con ganas de más Valencia romana os recomendamos varios lugares. El primero es el portus, el puerto fluvial romano. Está junto a las Torres de Serranos. No hay muchos restos, pero un ancla señala el lugar. Un poco más lejos, en la calle del Mar 34, junto plaza de San Vicente Ferrer hay un restaurante (una hamburguesería) que en su sótano conserva una de las curvas del circo, lo que indica que Valentia llegó a tener cierta importancia. Por último, varios museos de la ciudad conservan restos romanos, como los sarcófagos, estelas y mosaicos que se exhiben en el Museo de Bellas Artes, o el Apolo de Pinedo, una escultura de bronce que es una de las piezas estrellas del Museo de Prehistoria de Valencia.


Como veis la historia romana de Valencia es apasionante y, lo mejor, es que se presenta de una forma amena. Esta es una excusa, tan buena como otra cualquiera, de visitar y descubrir la ciudad. Así que ya sabéis, podéis viajar al pasado de una forma sencilla y barata. Vale!

miércoles, 18 de noviembre de 2020

DESCUBRIMOS LOS MONUMENTOS DE LA TARRACO ROMANA

Año 19 a. C., toda Hispania está ocupada por los romanos. ¿Toda? Sí. Aunque hayamos empezado un poco Astérix aquí acaba la broma porque vamos a darle la vuelta. Es más, si hubiera un Frente Popular de Tarraco (o un Frente Tarraconensis Popular, no sé) y se preguntaran "¿Qué han hecho los romanos por nosotros?" la respuesta es obvia: muchas cosas.

Ya es momento de dejar estas citas más o menos pop y centrarnos en la Tarraco Romana. Porque la Colonia Iulia Urbs Triumphalis Tarraco fue una de las más importantes ciudades del Imperio Romano, no solo de Hispania. En primer lugar fue capital de la provincia de la Hispania Citerior (que se correspondería, más o menos, con Cataluña, la Comunidad Valenciana y la Región de Murcia hasta Cartagena) y posteriormente de la Hispania Tarraconensis, que en su momento de máxima extensión comprendía la mayoría de la Península Ibérica, todo lo que quedaba al norte de una línea imaginaria entre el Duero al llegar a Portugal y la zona de Carboneras/Mojácar en Almería.

Esta importancia se demostraba en la cantidad de edificios públicos que existían en la ciudad, y sus alrededores. Vamos a realizar una ruta en la que iremos viendo, poco a poco, los monumentos romanos más importantes de Tarraco que han llegado a nuestros días. Las primeras paradas requieren de vehículo, aunque hay alguna alternativa a través de transporte público. En el año 2000 la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad el Conjunto arqueológico de Tarraco. Y merece mucho la pena una visita.

Pero no vamos a empezar por Tarraco. En primer lugar vamos a hablar del arco de Bará. Éste es un arco del triunfo que se encuentra a unos 20 kilómetros al norte de Tarragona, en la localidad de Roda de Barà. Localizarlo es muy sencillo. Se encuentra en plena N-340. Recordad que esta carretera nacional comparte gran parte de su trazado con la Vía Augusta. De hecho se puede apreciar unos cuantos metros de esta vía. Nosotros recomendamos que lo veáis en sentido Tarragona, ya que así estaréis en disposición de seguir la ruta que os proponemos. 

Es un arco bastante sencillo, con un solo vano central con un arco de medio punto que sostiene un entablamento rematado por una cornisa. Por su aspecto recuerda al arco de Tito que se encuentra en el Foro de Roma, aunque carece del remate donde se lee la inscripción del arco romano. Además la decoración difiere, ya que no tiene relieves y las semicolumnas han sido sustituidas por pilastras. Pero es un buen ejemplo de arco de triunfo y, sobre todo, siempre sorprende.

Nos dirigiremos hacia el peaje de la AP-7 de Torredembarra para llegar al siguiente punto de la visita. Son poco más de 7 kilómetros. Tranquilos porque el peaje entre Torredembarra y Tarragona es gratuito, y a partir del 31 de agosto de 2021 se libera la AP-7 entre Tarragona y Francia. A unos 4 kilómetros nos detendremos en el área de servicio del Médol. No vamos a repostar, ni hacer pipí, ni tomar algo. Bueno, si lo necesitáis sí, claro, que no obligamos a nada. Pero paramos aquí para visitar la cantera del Médol, de la que se extrajeron 50.000 metros cúbicos de piedra para construir numerosos edificios. Todavía se pueden ver algunos sillares, pero lo más espectacular es un testigo de 16 metros de altura que nos hace una idea de la cantidad de piedra que se extrajo de esta cantera.

No abandonamos la AP-7. Siempre en sentido Tarragona-Castellón. A unos 9 kilómetros del área de servicio del Médol se encuentra un área de descanso. Entrad muy despacio, con mucho cuidado y aparcad, no es muy grande y suele haber gente. Este es el punto más cercano para poder visitar el acueducto de les Ferreres, o Pont del Diable (puente del Diablo). Una maravilla arquitectónica y de ingeniería que estuvo en uso hasta el s. XVII.

A nosotros nos pareció precioso. Puede que los acueductos sean los edificios romanos más bellos por sus arcadas y su esbeltez. Este, además, se encuentra en un entorno paisajístico privilegiado, rodeado de bosque mediterráneo. Podemos recorrer sus 217 metros de longitud y observar los alrededores desde sus 27 metros de altura dentro del canal que transportaba el agua en su momento. Sin duda una experiencia irrepetible. 

Ahora, por fin, llegamos al centro histórico de Tarragona. Vamos al meollo, a lo gordo. Os proponemos que aparquéis (si es que vais con vuestro propio vehículo) en la Rambla Nova o cerca, ya que estaréis en una buena posición para visitar los distintos edificios.

Empezaremos por el teatro romano. Será el primero porque es el edificio del que menos restos nos han llegado. El teatro era uno de los tres edificios, junto al circo y el anfiteatro, que dejaban a las claras la importancia de la ciudad. Y Tarraco tenía los tres. Es posible realizar una visita guiada y gratuita, aunque con motivo de las restricciones por la pandemia de Covid debéis de informaros en la web del MNAT (Museo Nacional Arqueológico de Tarragona) que es quien gestiona las visitas. 

Apenas quedan unas pocas filas de las gradas y algún elemento del escenario. Esto se debe a que, tras un incendio, los bloques de piedra fueron aprovechados para construir nuevos edificios. Este "reciclaje" de materiales es una constante a lo largo de la historia. ¿Bloques de piedra tallada más baratos y más cercanos? ¡Sí, por favor! Una estructura metálica, un poco fea y aparatosa para nuestro gusto, recrea el total del graderío. 

La siguiente visita nos lleva al foro de la colonia, el foro local. En esta parte de la ciudad, junto a una plaza, era donde se encontraban los edificios administrativos y de representación de la ciudad. El yacimiento se divide en dos parcelas, unidas por un puente que salva la calle que se abre entre ambas parcelas. Hasta nuestros días han llegado parte de la basílica, edificio que servía de tribunal, sede de transacciones económicas o mercado; una ínsula (manzana) de viviendas y una calle pavimentada. También hay restos de columnas y estatuas. 

A continuación nos vamos a dirigir a uno de los edificios más impresionantes que nos ha llegado. Este es el anfiteatro. Hace un tiempo ya le dedicamos un post en el blog, por lo que poco más nos queda para añadir. Simplemente decir que era el edificio donde se celebraban las luchas de los gladiadores y que está ubicado en un lugar privilegiado junto al mar. 

Muy cerquita del anfiteatro está el circo. Es decir, el lugar destinado a las carreras de carros (bigas, cuadrigas, etc.). Hacemos esta matización porque hay cierta confusión entre los edificios romanos, errores de hace años que hemos heredado. Con el circo es cuando una ciudad demostraba ser top. Medía 325 metros de longitud por 115 de anchura (en medidas de campos de fútbol, serían más de tres). Tendría capacidad para unos 25.000 espectadores. Alrededor de las dos rectas se situaban las gradas y en el centro la spina separaba ambos "carriles". En uno de los extremos se situarían las caballerizas (carceres) y en la otra una curva para permitir un mejor giro de los carros.

Era uno de los grandes entretenimientos de la época, y los mejores tenían una gran fama y consideración (veis, no hemos cambiado tanto). En Tarraco se conservan varios niveles de gradas en una curva y parte de una recta y varias bóvedas que permitían acceder a las gradas. Es impresionante imaginarse este inmenso estadio, sobre todo porque hay dos calles que coinciden con el recorrido de la pista.

Anexo al circo se visita el edificio del pretorio, que era donde residía el pretor, el encargado de impartir justicia y de gobernar la provincia. Tanto el circo como el pretorio se encontraban dentro del Foro Provincial, que era el espacio donde, alrededor de dos grandes plazas porticadas, se encontraban los edificios que administraban la provincia. Con la importancia que llegó a tener la Tarraconensis, supondréis que era un espacio privilegiado. Se distribuía en tres terrazas. La más baja ocupada por el circo, la media donde estaba las grandes plazas rodeadas de edificios administrativos, y la superior, donde se ubicó el espacio de culto. 

Sobre el pretorio, en época medieval, se construyó un edificio que servía como palacio para los reyes de la Corona de Aragón y, posteriormente, prisión. Para ello se aprovecharon elementos como la llamada bóveda "del Pallol". En el interior de este edificio se pueden ver diferentes restos, del antiguo Foro Provincial, como columnas y capiteles, esculturas, estelas o un bello sarcófago. Especial mención tiene su terraza. Si podéis, subid. Como curiosidad, en un patio hay una réplica de la famosa Loba Capitolina, regalo de la ciudad de Roma, hermanada con Tarragona.

Las entradas para el Foro de la Colonia, el anfiteatro y el Circo-Pretorio (entre otros centros del Museo de Historia de Tarragona) cuestan 3,30 € individualmente. Pero si compráis una entrada conjunta para 4 edificios cuesta 7,40 € u 11,05 € para todos los edificios gestionados por el Museo de Historia de Tarragona. Las familias numerosas pagaríamos lo mismo, con la salvedad que la misma entrada sería conjunta para toda la familia y no individual. Pero hay más descuentos para pensionistas y jubilados, desempleados, discapacitados, grupos, estudiantes mayores de 16 años y familias monoparentales, que pagarían 1,70 €, 3,65 € o 5,50 €, dependiendo del tipo de entrada. Además los menores de 16 años, grupos escolares y (¡ojocuidao!) visitantes de Port Aventura presentando la entrada del parque, entrarían gratuitamente.


Todo el conjunto de Tarraco, estaba rodeado de una muralla, uno de las primeras estructuras que se construyeron en la ciudad. Gran parte de éstas todavía se conservan, incluyendo las torres que servían para vigilar y defender. Es posible pasear por el denominado paseo arqueológico que incluye los jardines del Campo de Marte

Por último vamos a mencionar el Museo Nacional Arqueológico de Tarragona. Se encuentra en una zona de la ciudad junto al río Francolí. En el exterior del museo se encuentra una necrópolis paleocristiana con cerca de cincuenta tumbas excavadas. Como curiosidad, en el parking del Centro Comercial Parc Central, que se encuentra junto al MNAT, cruzando la calle, se halló parte de la necrópolis y de restos urbanos. Los restos son visitables. Si no me falla la memoria creo que es la primera vez que veo un yacimiento arqueológico (visitable) en el parking de un centro comercial.   

Como veis Tarragona tiene muchas cosas para visitar. ¡Y solo hemos hablado de los monumentos romanos! Evidentemente son los más importantes de la ciudad pero no podemos dejar de visitar muchas otras cosas de Tarragona. Pero de eso ya hablaremos en otro post.