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martes, 8 de junio de 2021

NUESTRA SORPRESA EN EL CIRCO ROMANO DE TARRAGONA

Seguro que alguna vez os ha pasado algo parecido. Teníais muchas ganas de visitar algo (un monumento, un museo, un parque, ¡qué sé yo!) y una vez allí os habéis llevado una tremenda decepción. Algo así nos ocurrió en el circo romano de Tarragona, la antigua Tarraco. Aunque esta sensación de decepción vino al inicio de la visita y poco a poco fue pasando. ¿Queréis saber por qué?

Circo romano de Tarragona

Yo personalmente tenía muchas ganas de ver el circo romano de Tarragona porque es una estructura que me llama la atención. Casi tanto como los acueductos. Los circos eran los edificios más espectaculares del Imperio Romano. Solo las ciudades que eran verdaderamente importantes tenían uno. Tal vez esta manía procede de haberme tragado Semana Santa tras Semana Santa Ben-Hur en la tele. Comprendedme, no soy más que una víctima. 

El circo y la sociedad romana


El circo daba cabida al espectáculo con mayor número de seguidores en la sociedad romana, las carreras de carros. Los carros podían estar tirados por dos caballos (bigas), tres (trigas) o cuatro (cuadrigas), que eran los más habituales, pero también se han documentado tiros de 6, 8 y hasta 10 caballos. Los espectadores se agrupaban por facciones, que se distinguían por el uso de alguno de estos cuatro colores: azul, verde, rojo y blanco. Comprenderéis rápidamente su dinámica si decimos que estas facciones (y sus colores) eran similares a los seguidores de los equipos de fútbol (o del deporte que sea) de la actualidad. Las pugnas entre seguidores eran tremendas y se realizaban apuestas que podían arruinar a una familia. Algunos emperadores llevaban a gala ser hincha de alguna facción.

Los aurigas (los pilotos) eran verdaderas estrellas. Eran venerados como semideidades y alguno traspasó fronteras con su fama. Solían ser esclavos o libertos. El más popular fue Cayo Apuleyo Diocles, que compitió durante 24 años, una cifra brutal teniendo en cuenta que los accidentes estaban a la orden del día. Pero Tarraco también tuvo sus grandes aurigas, como Fuscus y Eutiches. De ambos se conservan en el circo de Tarraco sus lápidas, donde glosaron sus hazañas.

El circo de Tarraco

Circo romano de Tarragona

Refiriéndonos concretamente al circo de Tarraco, tenía unas medidas de 325 metros de longitud y 115 de anchura. Para ponerlo en contexto, el terreno de juego de un campo de fútbol para albergar competiciones internacionales tiene unas longitudes entre 100 y 110 metros de largo y entre 64 y 75 metros de ancho. Además se ha calculado que tendría una capacidad para unos 25.000 espectadores. Con todo no es nada comparado con el Circo Máximo, en Roma, y que con unas medidas de 621 metros de largo y unos 150 metros de ancho. Tenía capacidad para reunir en sus gradas a 250.000 personas, siendo uno de los mayores recintos deportivos de la historia de la Humanidad. De hecho, en la actualidad, el mayor recinto deportivo es el Indianapolis Motor Speedway, sede de las famosas 500 millas de Indianapolis, que puede llegar a albergar a 375.000 personas.


El circo de Tarraco se encuentra muy cerca del anfiteatro, apenas hay que cruzar una calle para llegar. Se encontraba en el interior de las murallas de la ciudad y en su extremo norte (noreste, si queremos ser precisos) se extendía el Foro Provincial. Esto da cuenta de la importancia que tenía este recinto, y de su carácter propagandístico y de exaltación del poder político. 

Los restos visitables

Circo romano de Tarragona

Por desgracia los circos que hay documentados por los distintos territorios que ocuparon los romanos no se conservan demasiado bien. En el caso del de Tarraco se conserva una de las dos curvas que tenía el circo en cada extremo, usada por los carros para girar, y parte de las gradas. Esta curva es la contraria a las carceres, las caballerizas. 

Las gradas se situaban sobre unos enormes pasillos cubiertos por unas bóvedas de cañón, que llevan 2.000 años en pie. Desde la curva nos podemos hacer una ligera idea de cómo sería el circo, ya que, afortunadamente, dos calles han conservado el trazado de la arena, aunque se cargaran el resto. La spina, la parte central y que separaba las dos rectas del recorrido, se ha perdido. 


La decepción nos (me) llegó cuando solo vi un fragmento de curva y arena. Que al principio puede parecer poco, pero oye, ya es más de lo que se conserva del Circo Máximo de Roma. Pero poco a poco fuimos descubriendo los vestigios restantes. Cada vez nos sorprendíamos más. Y lo mejor estaba por llegar. 

El pretorio

Circo romano de Tarragona

Junto al circo se sitúa el pretorio, el edificio desde donde se administraba la provincia romana y también se administraba justicia. Este cargo lo ostentaba el pretor, y de ahí el nombre del edificio. En este edificio se conservan numerosos restos de época romana, como esculturas, estelas funerarias, restos constructivos como una enorme columna, o un sarcófago realmente bonito. 

El pretorio tiene numerosos añadidos posteriores. El más importante fue la construcción en el s. XII sobre la base del pretorio y aprovechando elementos como la denominada bóveda "de Pallol", de un palacio para los reyes de la Corona de Aragón. Más tarde tendría otros usos, como prisión. Un consejo, no dejéis de subir a la terraza del edificio. La vista del centro de Tarragona y del Mediterráneo es realmente fascinante. 


El pretorio ocupaba una de las cuatro esquinas del Foro Provincial. Poco queda ya y la estructura ha desaparecido prácticamente por completo tras tanto tiempo. Hay una plaza, pero ni punto de comparación en tamaño ni decoración. Quedan algunos restos de muralla anexos al pretorio. Aquí se ha situado una escultura de la Loba Capitolina donada por la ciudad de Roma.

Circo romano de Tarragona

Las entradas para el Circo-Pretorio tienen un precio de 3,30 € individualmente. Existe la opción de comprar una entrada conjunta para 4 monumentos romanos de Tarraco. Este bono cuesta 7,40 € u 11,05 € para todos los edificios gestionados por el Museo de Historia de Tarragona. El precio para las familias numerosas es el mismo, pero la misma entrada es válida para toda la familia y no solo para una persona individualmente. Además hay más descuentos para otros colectivos como discapacitados, desempleados, pensionistas y jubilados, grupos, estudiantes mayores de 16 años o familias monoparentales, que pagarían 1,70 €, 3,65 € o 5,50 €, dependiendo del tipo de entrada que adquieran. Además tienen entrada gratuita los menores de 16 años, grupos escolares y los visitantes del cercano parque temático Port Aventura presentando la entrada a dicho parque.


Sin dudarlo, la visita al circo fue un acierto absoluto. A veces no hay que dejarse llevarse por las primeras impresiones. Quizás también deberíamos informarnos antes de lo que vamos a visitar, pero entonces, ¿dónde quedaría el efecto sorpresa? ¿Dónde quedaría esa sensación de descubrir algo inesperado?

miércoles, 18 de noviembre de 2020

DESCUBRIMOS LOS MONUMENTOS DE LA TARRACO ROMANA

Año 19 a. C., toda Hispania está ocupada por los romanos. ¿Toda? Sí. Aunque hayamos empezado un poco Astérix aquí acaba la broma porque vamos a darle la vuelta. Es más, si hubiera un Frente Popular de Tarraco (o un Frente Tarraconensis Popular, no sé) y se preguntaran "¿Qué han hecho los romanos por nosotros?" la respuesta es obvia: muchas cosas.

Ya es momento de dejar estas citas más o menos pop y centrarnos en la Tarraco Romana. Porque la Colonia Iulia Urbs Triumphalis Tarraco fue una de las más importantes ciudades del Imperio Romano, no solo de Hispania. En primer lugar fue capital de la provincia de la Hispania Citerior (que se correspondería, más o menos, con Cataluña, la Comunidad Valenciana y la Región de Murcia hasta Cartagena) y posteriormente de la Hispania Tarraconensis, que en su momento de máxima extensión comprendía la mayoría de la Península Ibérica, todo lo que quedaba al norte de una línea imaginaria entre el Duero al llegar a Portugal y la zona de Carboneras/Mojácar en Almería.

Esta importancia se demostraba en la cantidad de edificios públicos que existían en la ciudad, y sus alrededores. Vamos a realizar una ruta en la que iremos viendo, poco a poco, los monumentos romanos más importantes de Tarraco que han llegado a nuestros días. Las primeras paradas requieren de vehículo, aunque hay alguna alternativa a través de transporte público. En el año 2000 la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad el Conjunto arqueológico de Tarraco. Y merece mucho la pena una visita.

Pero no vamos a empezar por Tarraco. En primer lugar vamos a hablar del arco de Bará. Éste es un arco del triunfo que se encuentra a unos 20 kilómetros al norte de Tarragona, en la localidad de Roda de Barà. Localizarlo es muy sencillo. Se encuentra en plena N-340. Recordad que esta carretera nacional comparte gran parte de su trazado con la Vía Augusta. De hecho se puede apreciar unos cuantos metros de esta vía. Nosotros recomendamos que lo veáis en sentido Tarragona, ya que así estaréis en disposición de seguir la ruta que os proponemos. 

Es un arco bastante sencillo, con un solo vano central con un arco de medio punto que sostiene un entablamento rematado por una cornisa. Por su aspecto recuerda al arco de Tito que se encuentra en el Foro de Roma, aunque carece del remate donde se lee la inscripción del arco romano. Además la decoración difiere, ya que no tiene relieves y las semicolumnas han sido sustituidas por pilastras. Pero es un buen ejemplo de arco de triunfo y, sobre todo, siempre sorprende.

Nos dirigiremos hacia el peaje de la AP-7 de Torredembarra para llegar al siguiente punto de la visita. Son poco más de 7 kilómetros. Tranquilos porque el peaje entre Torredembarra y Tarragona es gratuito, y a partir del 31 de agosto de 2021 se libera la AP-7 entre Tarragona y Francia. A unos 4 kilómetros nos detendremos en el área de servicio del Médol. No vamos a repostar, ni hacer pipí, ni tomar algo. Bueno, si lo necesitáis sí, claro, que no obligamos a nada. Pero paramos aquí para visitar la cantera del Médol, de la que se extrajeron 50.000 metros cúbicos de piedra para construir numerosos edificios. Todavía se pueden ver algunos sillares, pero lo más espectacular es un testigo de 16 metros de altura que nos hace una idea de la cantidad de piedra que se extrajo de esta cantera.

No abandonamos la AP-7. Siempre en sentido Tarragona-Castellón. A unos 9 kilómetros del área de servicio del Médol se encuentra un área de descanso. Entrad muy despacio, con mucho cuidado y aparcad, no es muy grande y suele haber gente. Este es el punto más cercano para poder visitar el acueducto de les Ferreres, o Pont del Diable (puente del Diablo). Una maravilla arquitectónica y de ingeniería que estuvo en uso hasta el s. XVII.

A nosotros nos pareció precioso. Puede que los acueductos sean los edificios romanos más bellos por sus arcadas y su esbeltez. Este, además, se encuentra en un entorno paisajístico privilegiado, rodeado de bosque mediterráneo. Podemos recorrer sus 217 metros de longitud y observar los alrededores desde sus 27 metros de altura dentro del canal que transportaba el agua en su momento. Sin duda una experiencia irrepetible. 

Ahora, por fin, llegamos al centro histórico de Tarragona. Vamos al meollo, a lo gordo. Os proponemos que aparquéis (si es que vais con vuestro propio vehículo) en la Rambla Nova o cerca, ya que estaréis en una buena posición para visitar los distintos edificios.

Empezaremos por el teatro romano. Será el primero porque es el edificio del que menos restos nos han llegado. El teatro era uno de los tres edificios, junto al circo y el anfiteatro, que dejaban a las claras la importancia de la ciudad. Y Tarraco tenía los tres. Es posible realizar una visita guiada y gratuita, aunque con motivo de las restricciones por la pandemia de Covid debéis de informaros en la web del MNAT (Museo Nacional Arqueológico de Tarragona) que es quien gestiona las visitas. 

Apenas quedan unas pocas filas de las gradas y algún elemento del escenario. Esto se debe a que, tras un incendio, los bloques de piedra fueron aprovechados para construir nuevos edificios. Este "reciclaje" de materiales es una constante a lo largo de la historia. ¿Bloques de piedra tallada más baratos y más cercanos? ¡Sí, por favor! Una estructura metálica, un poco fea y aparatosa para nuestro gusto, recrea el total del graderío. 

La siguiente visita nos lleva al foro de la colonia, el foro local. En esta parte de la ciudad, junto a una plaza, era donde se encontraban los edificios administrativos y de representación de la ciudad. El yacimiento se divide en dos parcelas, unidas por un puente que salva la calle que se abre entre ambas parcelas. Hasta nuestros días han llegado parte de la basílica, edificio que servía de tribunal, sede de transacciones económicas o mercado; una ínsula (manzana) de viviendas y una calle pavimentada. También hay restos de columnas y estatuas. 

A continuación nos vamos a dirigir a uno de los edificios más impresionantes que nos ha llegado. Este es el anfiteatro. Hace un tiempo ya le dedicamos un post en el blog, por lo que poco más nos queda para añadir. Simplemente decir que era el edificio donde se celebraban las luchas de los gladiadores y que está ubicado en un lugar privilegiado junto al mar. 

Muy cerquita del anfiteatro está el circo. Es decir, el lugar destinado a las carreras de carros (bigas, cuadrigas, etc.). Hacemos esta matización porque hay cierta confusión entre los edificios romanos, errores de hace años que hemos heredado. Con el circo es cuando una ciudad demostraba ser top. Medía 325 metros de longitud por 115 de anchura (en medidas de campos de fútbol, serían más de tres). Tendría capacidad para unos 25.000 espectadores. Alrededor de las dos rectas se situaban las gradas y en el centro la spina separaba ambos "carriles". En uno de los extremos se situarían las caballerizas (carceres) y en la otra una curva para permitir un mejor giro de los carros.

Era uno de los grandes entretenimientos de la época, y los mejores tenían una gran fama y consideración (veis, no hemos cambiado tanto). En Tarraco se conservan varios niveles de gradas en una curva y parte de una recta y varias bóvedas que permitían acceder a las gradas. Es impresionante imaginarse este inmenso estadio, sobre todo porque hay dos calles que coinciden con el recorrido de la pista.

Anexo al circo se visita el edificio del pretorio, que era donde residía el pretor, el encargado de impartir justicia y de gobernar la provincia. Tanto el circo como el pretorio se encontraban dentro del Foro Provincial, que era el espacio donde, alrededor de dos grandes plazas porticadas, se encontraban los edificios que administraban la provincia. Con la importancia que llegó a tener la Tarraconensis, supondréis que era un espacio privilegiado. Se distribuía en tres terrazas. La más baja ocupada por el circo, la media donde estaba las grandes plazas rodeadas de edificios administrativos, y la superior, donde se ubicó el espacio de culto. 

Sobre el pretorio, en época medieval, se construyó un edificio que servía como palacio para los reyes de la Corona de Aragón y, posteriormente, prisión. Para ello se aprovecharon elementos como la llamada bóveda "del Pallol". En el interior de este edificio se pueden ver diferentes restos, del antiguo Foro Provincial, como columnas y capiteles, esculturas, estelas o un bello sarcófago. Especial mención tiene su terraza. Si podéis, subid. Como curiosidad, en un patio hay una réplica de la famosa Loba Capitolina, regalo de la ciudad de Roma, hermanada con Tarragona.

Las entradas para el Foro de la Colonia, el anfiteatro y el Circo-Pretorio (entre otros centros del Museo de Historia de Tarragona) cuestan 3,30 € individualmente. Pero si compráis una entrada conjunta para 4 edificios cuesta 7,40 € u 11,05 € para todos los edificios gestionados por el Museo de Historia de Tarragona. Las familias numerosas pagaríamos lo mismo, con la salvedad que la misma entrada sería conjunta para toda la familia y no individual. Pero hay más descuentos para pensionistas y jubilados, desempleados, discapacitados, grupos, estudiantes mayores de 16 años y familias monoparentales, que pagarían 1,70 €, 3,65 € o 5,50 €, dependiendo del tipo de entrada. Además los menores de 16 años, grupos escolares y (¡ojocuidao!) visitantes de Port Aventura presentando la entrada del parque, entrarían gratuitamente.


Todo el conjunto de Tarraco, estaba rodeado de una muralla, uno de las primeras estructuras que se construyeron en la ciudad. Gran parte de éstas todavía se conservan, incluyendo las torres que servían para vigilar y defender. Es posible pasear por el denominado paseo arqueológico que incluye los jardines del Campo de Marte

Por último vamos a mencionar el Museo Nacional Arqueológico de Tarragona. Se encuentra en una zona de la ciudad junto al río Francolí. En el exterior del museo se encuentra una necrópolis paleocristiana con cerca de cincuenta tumbas excavadas. Como curiosidad, en el parking del Centro Comercial Parc Central, que se encuentra junto al MNAT, cruzando la calle, se halló parte de la necrópolis y de restos urbanos. Los restos son visitables. Si no me falla la memoria creo que es la primera vez que veo un yacimiento arqueológico (visitable) en el parking de un centro comercial.   

Como veis Tarragona tiene muchas cosas para visitar. ¡Y solo hemos hablado de los monumentos romanos! Evidentemente son los más importantes de la ciudad pero no podemos dejar de visitar muchas otras cosas de Tarragona. Pero de eso ya hablaremos en otro post.