En
una de nuestras últimas escapadas, queriendo huir un poco de lugares
masificados y optando por visitar sitios al aire libre, hizo que recayéramos
en la localidad castellonense de Onda, donde visitamos su famoso
castillo: el de las 300 torres.
Evidentemente
esto fue una exageración de las gordas. Se atribuye a Ramón
Muntaner, un escrito y caballero de la época del rey aragonés Jaime
I, y a su “Crónica” ese poderío de torres, ya que se decía que
tenía “tantas torres como días tiene el año” en su momento de
máximo esplendor.
El
castillo de Onda está situado en un montículo que domina sobre la
población y que está estratégicamente situado. Desde su recinto se
divisa el mar y la costa, que se encuentra a unos 20 kilómetros del
castillo, y las montañas que rodean Onda, principalmente la sierra
de Espadán, la “plana” (llanura) y el curso del río Mijares.
En
este mismo lugar hubo asentamientos prehistóricos e íberos, pero
fue durante la época musulmana cuando se construyó la fortificación
que ha llegado a nuestros días. Como en tantas otras
fortificaciones, sobre todo de un tamaño tan considerable como esta,
en el interior se encontrarían las viviendas de las tropas militares
y demás servicio del sultán. El castillo de Onda tiene tres líneas
de murallas lo que unido al gran número de torres les daría un
aspecto realmente imponente.
Si
vais con vuestro propio vehículo, en el mismo pie del castillo se
encuentran dos zonas de aparcamiento, no muy grandes pero
suficientes. La entrada del castillo está formado por una puerta
bastante alta flaqueada por dos torres adelantadas, como en otras
puertas como en Valencia las de Quart y Serranos, o el Portal de Sant
Miquel en Morella. Tiene restos de baldosas cerámicas, que es una de
las industrias más potentes de la zona.
Nada
más entrar se encuentra, en una posición elevada el antiguo
edificio de la Escuela, un edificio que, construido por los frailes
carmelitas a principios del s. XX, ubicaba el colegio de Onda.
Actualmente este edificio acoge la oficina de información turística
y centro de recepción de visitantes del castillo de Onda, aseos, y
salas multiusos.
Si
iniciamos la visita hacia nuestra izquierda nos toparemos enseguida
con el ábside de la iglesia del castillo. Este edificio también fue
construido por los carmelitas, en la misma época que la escuela. De
hecho se parecen bastante los dos edificios. En su interior alberga
el Museo de Historia y Arqueología de Onda. Este Museo tiene una
serie de vitrinas que muestran los restos que se han encontrado en
los yacimientos arqueológicos de la localidad. La visita al Museo se
realiza por turnos para poder ver un audiovisual que, a través de la
historia de Onda y su castillo, guía la visión de las vitrinas. En
la entrada, a la izquierda, podréis ver una maqueta del castillo.
La
historia que se relata en este museo (pequeño, pero completo) llega
hasta el s. XX, ya que el castillo de Onda fue testigo de
enfrentamientos durante la Guerra Civil Española. Aunque su
recorrido abarca desde los primeros asentamientos prehistóricos, la
parte más completa es la que afecta al momento de mayor esplendor
del castillo, en la época musulmana. Una de las mejores piezas es la
fachada de una casa que se expone en el centro del museo y sobre la
que se proyecta el audiovisual a modo de mapping.
En
el exterior del museo-iglesia se extiende una enorme plaza interior,
también denominada albacar. Desde esta plaza se tiene una fantástica
vista panorámica tanto del centro de Onda como de los alrededores.
Es desde aquí desde donde se divisa el mar, allá a lo lejos. Junto
a la muralla hay unas escaleras que llegan a la parte más alta del
castillo. Si vais con niños tened cuidado porque no lo veía muy
seguro. Mejor seguir por el camino pavimentado.
Por
este camino llegamos a la alcazaba, el edificio más importante de
todo el conjunto. Se trata de un palacio construido en el s. XI y en
el que residía el sultán y desde el que también se administraban
los territorios. Más adelante serviría de residencia a los
siguientes señores y alcaides que gobernaron el castillo de Onda.
Es
un edificio de forma rectangular con una torre circular en cada
esquina, tres torres más en cada lado largo y una en cada lado
corto, siendo un total de doce torres (ya nos quedan menos para
llegar a 300). El interior, totalmente arruinado, presenta la
distribución de las diversas estancias, y se pueden diferenciar
gracias a las distintas gravas de colores utilizadas. En el
audiovisual del museo se muestra una recreación de cómo pudo ser
este palacio.
El
resto de la visita consiste en transitar por el resto de zonas,
recorriendo las murallas, visitando los restos... Se han realizado
parterres con arbusto y plantas aromáticas para decorar el interior
del castillo. En la parte sur del recinto hay una pinada con bancos
de picnic en los que se puede descansar durante un rato.
A
nosotros nos resultó una visita bastante agradable. La verdad es que
es un recinto muy grande y a los niños les gustó mucho. Es un buen
recurso para enseñar historia, ya que muchos de los hechos
relevantes (sobre todo las guerras) sucedidos en los últimos nueve
siglos tienen relación con el castillo de Onda.
La
entrada es libre y la visita es gratuita. Abre todos los días del
año, excepto durante las fiestas patronales de Onda (a partir del
tercer viernes de octubre), Navidad, Año Nuevo y Reyes. La apertura
de puertas es siempre a las 10:30 y, dependiendo de la época del
año, el cierre es entre las 20:30 (en verano) y las 17:00
(invierno). Pero para mayor seguridad (porque hay días que cierran a
mediodía) consulta la web de Turismo de Onda.
Tenéis
la posibilidad de hacer una visita guiada. Entre octubre y marzo son
a las 12:00, todos los días, y, además, de lunes a sábado también
a las 16:00. Son gratuitas y solo hay que inscribirse 15 minutos
antes en el mismo castillo. Por las condiciones provocadas por el
Covid están limitadas a cinco personas, así que tendréis que estar
atentos.
Por
último, y para completar la visita, os recomendamos dar una vuelta
por el casco histórico de Onda. Es una ciudad con mucha historia y
eso se nota. Si todavía tenéis ganas de más, os recomendamos ir al
Ermitorio del Salvador, y a solo unos kilómetros de Onda se encuentra Fanzara, un pequeño pueblo que se ha convertido en
referencia mundial del arte urbano. Como veis, hay muchas y completas
opciones.