jueves, 2 de agosto de 2018

LOW FESTIVAL EN BENIDORM, TAMBIÉN PARA FAMILIAS

El último fin de semana de julio se celebra en Benidorm el Low Festival. Durante tres días la Ciudad Deportiva Guillermo Amor se llena de música Indie, rock, pop y electrónica. Un festival con muy buen ambiente donde podemos ir con nuestros hijos. ¿Con niños a un festival? Sí, os lo contamos.


Vamos a aclarar, en primer lugar, que nosotros vivimos en Benidorm y eso facilita mucho las cosas para ir con nuestros hijos a un festival así, ya que cuando están cansados o consideramos que es tarde para ellos nos vamos a casa, o están los abuelos al quite para poder quedarse con ellos. Es cierto que a lo largo de los años hemos visto niños pequeños ya dormidos a horas de finalización de algunos conciertos. Suponemos que no tienen otra alternativa. Y si no es así tampoco pienso criticar a los padres, porque cada cual cría como quiere, como hacemos nosotros.


¿Por qué vamos con nuestros hijos a un festival de música? En primer lugar porque queremos estar con ellos, y que ellos estén con nosotros, lo que creemos que de por sí ya es un motivo lo suficientemente bueno. Por otra parte vamos con ellos porque también se merecen disfrutar de un festival donde pueden disfrutar de grandes grupos nacionales e internacionales. Además el Low es muy cómodo para ir con niños. Está muy bien que el recinto no esté abarrotado hasta los topes y que moverte entre un escenario y otro no sea luchar contra una marea de gente. Es digno de elogio que diariamente solo entren 25-30.000 personas cuando cabrían 10.000 más con suma facilidad (en 2003 los Rolling Stones reunieron a 30.000 espectadores solo en el Estadio Guillermo Amor). Por eso cada edición son más padres los que se atreven a ir con sus hijos, algo que este año fue especialmente visible el domingo por la tarde. También ayuda (y mucho) que los niños de hasta 11 años inclusive no paguen entrada, en otros conciertos pagan tengan la edad que tengan, y cueste lo que cueste.

Evidentemente al ser menores hay una serie de condiciones que cumplir para que accedan al recinto del festival. Hay que entregar en la entrada una autorización firmada por los padres (o tutor/a legal). Les ponen una pulsera donde consta el nombre del menor y un teléfono de contacto de la persona responsable. Aconsejan llevar tapones o protectores acústicos para evitar lesiones auditivas ya que el volumen en las actuaciones es alto.


Como os hemos dicho antes, el Low Festival se celebra en la Ciudad Deportiva Guillermo Amor. Cuenta con un escenario principal en el estadio municipal Guillermo Amor, un escenario secundario en la pista de atletismo anexa, un escenario para bandas emergentes y un escenario para DJs junto al Estadio Municipal. En la pista de atletismo se encuentra un numeroso conjunto de food trucks con bastante variedad de comidas de todo el mundo, también vegana y apta para celíacos. En el exterior del estadio hay tiendas con merchadising de grupos, y de ropa y complementos. En la avenida que comunica todos los espacios del recinto, entre la pista de atletismo y el Estadio, hay algunos photocalls de patrocinadores del festival, como Movistar o Radio 3, donde inmortalizar la visita. Además hay barras repartidas por todo el recinto, en especial cerca de los dos escenarios principales. Hay que destacar que este año se haya instalado un "punto violeta" donde informarse acerca del acoso y las agresiones sexuales, y donde poder denunciar si presenciábamos un hecho delictivo de estas características. 


Existen tres tipos de abono: el general, el VIP y el VIP POOL. Comprándolos con antelación, los precios de los abonos arrancan en unos 40, 100 y 150 euros respectivamente, subiendo progresivamente hasta que se agoten o llegue la fecha del festival. Os recomendamos esta opción, ya que los abonos son más económicos incluso que las entradas de día, que este año costaron anticipadas 40 euros para el viernes y domingo, y 60 para el sábado. Nosotros os recomendamos el abono VIP, ya que aunque es más caro, permite acceder a una zona exclusiva de gradas, y un espacio VIP con precios más económicos en consumiciones, food trucks exclusivos, wc con menos usuarios (importante en un festival) y, sobre todo, una zona de sofás y pufs donde descansar y poder ver los conciertos del escenario principal a través de una pantalla gigante. Nuestro hijo mayor se enamoró de los pufs el primer día y no había manera de sacarlo de allí. Por su parte el abono VIP POOL permite acceso a un recinto donde se encuentra la piscina olímpica, con DJs todo el día y barra libre de cerveza (solo para los mayores de edad, obviamente).


Este año se ha celebrado la décima edición del Low Festival, que nació en Alicante pero se trasladó a Benidorm para su segundo año, donde se trasladó a su actual ubicación tras una edición que se realizó en el Parque de l'Aiguera. El jueves 26 se celebró una fiesta pre-festival en la playa de Levante, para ir abriendo boca, con la presencia de Vive la Fête y Joe Crepusculo, y la animación de DJs.

El viernes, primer día de festival, las mujeres abrieron cartel, con Joana Serrat y Christina Rosenvinge. Iván Ferreiro con sus canciones intimistas y la potencia desbocada de León Benavente, precedieron a los franceses Phoenix. Vitalic llenó de música electrónica el escenario principal, en un preludio de lo que sería el plato fuerte del Low Festival de este año.


El día grande fue el sábado, que aguardaba la presencia de los Chemical Brothers, que ofrecieron un show apoteósico, con un setlist que recorría toda su carrera y un espectáculo audiovisual apabullante y muy cuidado (si no estuvisteis buscad el vídeo de los robots con láseres en los ojos). Antes actuaron unos magníficos Vintage Trouble, que fueron la gran sorpresa del festival, Los Planetas, los padres del indie nacional, y los cañeros Biffy Clyro. Carlos Sadness, Javiera Mena y Novedades Carminha completaron el cartel del día. 

El domingo, y para cerrar esta edición del Low, Woods abrieron la tarde. A continuación Santiago Auserón junto a los Sexy Sadie repasaron algunos de los mayores éxitos de Radio Futura. Perro dejó paso a Izal, con un muy buen directo (por cierto, Mikel Izal agradeció a los padres que habían llevado a sus hijos al Low, por acercarlos a la música en directo). Editors con su potente puesta en escena y los noruegos Kakkmaddafakka fueron las estrellas internacionales de la noche, que acompasaron sus actuaciones con Niños Mutantes y La M.O.D.A. 


En un par de semanas comenzara la venta de entradas para el Low Festival de 2019. Nosotros no nos perderemos la cita, y nuestros hijos tampoco. Al Low le pedimos, como anunció hace un tiempo, que habrían actividades para los más pequeños. Estaría muy bien que hubiera actividades exclusivas para ellos y que se sintieran también partícipes del festival. Esperaremos.

jueves, 26 de julio de 2018

LEGO FUN FACTORY AQUA, PERFECTO PARA NIÑOS EN VALENCIA

El pasado fin de semana estuvimos en Valencia visitando a la familia. Descubrimos un sitio muy chulo para ir con los niños. Bueno, en realidad es SOLO para niños. Os vamos a hablar del Lego Fun Factory Aqua.


Se encuentra en la segunda planta del Centro Comercial Aqua, justo enfrente de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Como habréis adivinado por el nombre es un espacio para jugar con Lego, mientras los papás compran o se toman un café en el Centro Comercial. Aunque tiene un truco que os vamos a explicar.


Esta ludoteca es totalmente gratuita (¡bravo, bravo!) y los niños pueden estar un máximo de una hora diaria. Tiene dos espacios diferenciados según la edad. Por una parte el espacio Lego Duplo, en el que pueden entrar niños entre 1 y 4 años, pero deben de estar acompañados por un padre o madre o un acompañante mayor de edad (aquí el truco). Por otro lado los niños de 5 a 11 años juegan en Lego Classic, donde están vigilados por los monitores.



Ambos espacios tienen una piscina con miles de piezas de lego, tipo Duplo para los peques, y normales (o clásicas) para los más mayores; mesas con bases de Lego para poder montar las construcciones; mesas para dibujar y pintar; y bancos para sentarse. Además la parte para los más mayores tiene varias zonas dedicadas a los distintos tipos de Lego.





En la zona Lego Friends hay un pequeño escenario con karaoke, luces y bola de espejos y un minicamerino con un espejo rodeado de bombillas. En la parte de Lego Technic hay un par de cuestas para que prueben los vehículos que han construido. Por último dos zonas con consolas donde pueden jugar a los videojuegos basados en el universo Lego. Aquí, como imaginareis, hay cola y los monitores establecen turnos.





Lego Fun Factory abre todos los días. El horario de lunes a jueves es de 17:00 a 20:00, los viernes de 17:00 a 21:00, los sábados y festivos de 12:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00, y domingos y víspera de festivos mismo horario, pero cerrando a las 20:00.





Mis hijos mayores salieron encantados, si hubieran tenido la oportunidad hubieran estado hasta que cerraran. Nada más salir, y tras explicarles que solo podían estar una hora diaria, ya nos pedían que volviéramos al día siguiente. El pequeño la armó a la hora se salir porque quería jugar en el mismo espacio que sus hermanos mayores.




Esta ludoteca es un buen sitio para que los niños jueguen un rato, potenciando la creatividad con Lego, que últimamente parece que dirigen un poco "obligando" a construir el modelo y dejando la creatividad de lado. Si tienen más de 5 años podemos aprovechar para tomar algo o ir de tiendas. Además el Centro Comercial Aqua tiene tres horas de parking gratuitos. Si no vivís en Valencia hay otras Lego Fun Factory en centros comerciales de Barcelona, León, Madrid y Vitoria. ¿Habéis estado en alguna? ¿Qué tal la experiencia?

jueves, 19 de julio de 2018

VIAJAR CON EL PALADAR: EL GAZPACHO ANDALUZ

Cuando empieza a hacer calor, que suele ser en la primera semana de junio, en casa empezamos lo que denominamos "la temporada del gazpacho", así conocida por el intensivo consumo de esta sopa fría. Tanto como acompañamiento como plato único, es indiscutible el poder de un gazpacho bien fresco para aliviar el calor de una manera deliciosa. 


Este plato aporta multitud de nutrientes, vitaminas, minerales, hidratos de carbono y agua, imprescindible en verano si no queremos morir deshidratados. Es uno de los grandes exponentes de la dieta mediterránea ya que para prepararlo se emplean dos de los ingredientes indiscutibles que definen esta dieta como son el pan y el aceite de oliva, además de las hortalizas que se utilizan. Y ya he pisado uno de los callos acerca del gazpacho, el uso de pan. 

Hablemos de ingredientes. Os dejo mi receta y a partir de aquí empezamos a discutir, como ocurre con cualquier plato famoso y representativo: tomates bien maduros, alrededor de un kilo o seis medianos; media barra de pan, es aconsejable que sea del día anterior para que absorba bien el agua; agua, la que sea capaz de absorber el pan, y un poco más; medio pepino; medio pimiento rojo y otro medio verde; media cebolla; dos o tres dientes de ajo; sal al gusto; vinagre de jerez, al gusto, unas cuatro o cinco cucharadas; y aceite de oliva virgen extra, un buen chorro. Cortamos todo en trozos lo más pequeños posibles y le metemos caña con la batidora. Antes lo pasaba por el chino para dejarle una textura fina, pero por economizar tiempo, y porque nos hemos acostumbrado a los grumos, lo suelo dejar tal cual. Quien tenga batidora de vaso o robot de cocina podrá mejorar la textura.

A partir de aquí vamos a empezar a divagar. Empezaremos por el tomate, de los pocos elementos que no tienen disputa. En todo caso el tipo de tomate. Hay quien prefiere el de pera, pero nosotros nos decidimos por uno que tenga una buena relación calidad-precio, ya sabéis que el tema tomatil en los supermercados está complicado, que suelen tener una piel como de adamantium y una carne como de porexpan. Respecto al ajo, la cebolla, el pepino, el pimiento, la sal o el vinagre, prevalece el gusto de cada uno. A mi no me gusta el pepino, y aun así le pongo medio (si se despistan no hecho, jeje). La cebolla y el ajo pueden cargar mucho el sabor y hay personas que les produce acidez. Algo parecido pasa con el pimiento o el vinagre. También depende un poco de la tradición familiar, porque hay quien lo prepara sin cebolla ni pepino, que solo utiliza pimientos verdes… 


Y llegamos a la madre del cordero, el pan en el gazpacho. Hay quien pide cárcel para quien pone pan en el gazpacho, que si le pones pan es salmorejo. En un país dividido en concebollistas y sincebollistas, y entre el-arroz-con-cosas-no-es-paella y los que le echan de todo a la paella, menos arroz, este es uno de los grandes debates culinarios nacionales. Yo le pongo pan. Si lo quieres menos espeso puedes añadir agua, siempre antes de batir, que si no se queda aguado y pierde todo el sabor.

No está muy claro el origen del gazpacho. Evidentemente tal y como lo conocemos solo es posible tras la popularización del tomate como producto agrícola tras traerlo los conquistadores castellanos de América, al igual que el pepino. La primera noticia que se tiene del gazpacho viene de la mano del escritor francés Théophile Gautier, que hizo un viaje por España en 1840 y escribió un dietario donde dejó escrita la receta del gazpacho. Si indagamos sobre su origen es posible que remita a algunos majados que se hacían en Al-Andalus con pan, agua, ajo, sal y vinagre, o yendo más atrás en el tiempo, a diversas mezclas de vinagre, agua, pan y hierbas aromáticas que hacían los romanos, como la conocida posca que consumían sus ejércitos.

El gazpacho tiene platos hermanos, voy a destacar dos. Por una parte el salmorejo. Confesaré que me gusta casi más que el gazpacho. El salmorejo únicamente lleva 1 kilo de tomates duros, dos o tres dientes de ajo, una barra de pan, vinagre, sal y aceite de oliva virgen extra. La textura debe quedar fina, y debido a la nula aportación de agua (hay quien empapa un poco el pan, pero la mayoría ni eso) y al aceite, se convierte en una crema más densa que se tiene que tomar inevitablemente con cuchara. Se decora con taquitos de jamón serrano y huevo duro. 


Otro de lo hermano del gazacho e el ajoblanco, que entra más en la categoría de sopas frías, pero tiene elementos comunes al gazpacho como el pan, el ajo y el aliño con sal, vinagre y aceite de oliva. En este caso se usa solo la miga, para conservar el color blanco, y almendras crudas. A mi me decepcionó un poco al principio, ya que el gusto a almendras crudas era muy intenso. 

Si no tenemos tiempo o ganas, siempre podemos recurrir a los gazpachos envasados. Como siempre si lo hacemos en casa probablemente nos saldrá más barato y es posible tener una mayor seguridad en el control de los ingredientes y su trazabilidad. Es decir, sabemos si lleva mucha sal, si los tomates están pochos, que el aceite sea virgen extra realmente... Con todo, ya decimos, no son una mala alternativa. Nosotros compramos de vez en cuando. Además la venta del gazpacho envasado contribuyó a su expansión internacional, ya que comenzó a principios de los 90, y España en el 92 tuvo varios eventos internacionales como la Expo o los Juegos Olímpicos. Tanto que hasta Lisa Simpson recomienda en un capítulo a su familia tomar esta "sopa de tomate muy fresquita" (aunque se la acabe tomando el perro).

El gazpacho (y el salmorejo) no hace que viaje a ningún lugar concreto, si no que me traslada al verano, la época del año de las vacaciones por excelencia. Vienen recuerdos de restaurantes más o menos abarrotados, comidas improvisadas en la terraza, sobremesas interminables. Y siestas. Y el Tour de France. Hacerle aguadillas a los colegas. Bañarse de noche en una piscina (mejor no decimos con que bañador...). Los primeros amores. No estudiar hasta que fuera imprescindible.  


Ya sé que no he nombrado los gazpachos con frutas como melón, sandía, mango, frambuesas, cerezas, etc. Es cierto que son muy refrescantes y una manera distinta de preparar gazpacho, pero soy un poco clásico para estas cosas. Tampoco he hablado de los gazpachos manchegos, hechos con carne. Creo que merecen un capítulo aparte. Con todo, os invitamos a probar el gazpacho como más os guste y, sobre todo, disfrutar del verano.

jueves, 12 de julio de 2018

HEMOS VISITADO RUPESTRE, LOS PRIMEROS SANTUARIOS, LA NUEVA EXPOSICIÓN DEL MARQ


En 1998, en la XXII sesión del Comité Patrimonio de la Humanidad, celebrada del 30 de noviembre al 5 de diciembre en la ciudad japonesa de Kioto, se decidió declarar Patrimonio de la Humanidad al conjunto del arte rupestre del arco mediterráneo de la península Ibérica. Al cumplirse el vigésimo aniversario de esta declaración, el MARQ,el Museo Arqueologíco de Alicante, ha inaugurado su gran exposición anual.


Tomando este aniversario como excusa, y el arte rupestre como hilo conductor, Rupestre. Los primeros santuarios repasa la vida de los habitantes de los territorios de Alicante (y otros cercanos) durante la prehistoria. En la provincia de Alicante se encuentran varios de los abrigos con pinturas rupestres más importantes del conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad, como Pla de Petracos en Castell de Castells, Barranc de L'Infern en Vall de Laguar, las pinturas de Benirrama, o La Sarga entre Alcoi y Jijona, un conjunto del que ya os hablamos. 


Como es habitual en las exposiciones temporales del MARQ, la muestra ocupa las tres salas dedicadas a este tipo de exposiciones, con paneles explicativos en el pasillo que comunica las salas. Estos paneles contextualizan tanto el arte rupestre, la importancia de la declaración como Patrimonio de la Humanidad, o rinden homenaje a los profesionales que descubrieron, estudiaron y siguen investigando el arte rupestre e intentan poner luz a unas manifestaciones de las que sabemos poco acerca de porqué las realizaron o que significan, ya que la falta de pruebas escritas hace muy difícil su interpretación real, y debemos de ceñirnos a las hipótesis que plantean los historiadores.

Técnicamente la exposición vuelve a ser una maravilla, estéticamente espectacular. En la línea de anteriores exposiciones como Mayas. El enigma de las ciudades perdidas, o Vikingos. Guerreros del Norte. Gigantes del mar, donde la escenografía nos permite una experiencia más inmersiva, te hace sentir como un investigador al entrar por primera vez en una cueva o ver por primera vez una pintura, y cada sala se individualiza para que el tema tratada sea mucho más comprensible. Un 10 al diseño.


La primera sala imita el interior de una cueva. Aquí tratan acerca del arte paleolítico, sobre todo a través de piezas y pinturas que se han hallado en el centro o el norte de España. De esta época son los famosos bisontes de la cueva de Altamira, por ejemplo. En el tiempo es anterior al arte rupestre levantino. A través del arte se recorren diversos aspectos de la vida en el Paleolítico, desde la caza hasta los ritos funerarios, ya que se empleaban muchos objetos decorados. La procedencia de las piezas hace que se pueda comparar las recreaciones que se realizaban en el mismo periodo en distintos puntos, con culturas distintas. Al final de la sala se recrea un fragmento de la Cova Fosca, ubicada en la localidad alicantina de la Vall d'Ebo, donde se hallaron escenas de caza y animales grabados en la roca, que no pintados.

En la sala 2 ya se centran en las pinturas rupestres localizadas en distintos abrigos que se han encontrado en la provincia de Alicante, y en su estilo más característico: el arte macroesquemático, presente en los abrigos del norte de Alicante y sur de Valencia. Precisamente la sala recrea uno de estos abrigos. En la entrada de la sala se muestra un audiovisual en el que se recrea la fabricación de un vaso de cerámica con decoración cardial, es decir, decorado con una serie de dibujos, generalmente geométricos, realizados con la concha de los berberechos. Uno de estos vasos se decoró con un orante, una figura que también aparece en las pinturas rupestres de abrigos como Pla de Petracos. Sorprenden la muestra de calcos, es decir, hojas de papel vegetal o de plástico transparente donde los investigadores realizaban una copia exacta de las imágenes sin tener que extraerlas ni aplicarles cualquier otra técnica invasiva.

La tercera y última sala aborda el arte esquemático. Visualmente es impactante, ya que rompe con la línea de las anteriores salas, siendo como una especie de hojas de papel gigante que cuelgan del techo, en clara referencia a los papeles utilizados por los investigadores. Vemos nuevos calcos, el primero y que abre la sala el del yacimiento de La Sarga. Se hace referencia a un momento clave, el robo de una escena en Benirrama (Vall de Gallinera) donde unos expoliadores arrancaron la pintura con ¡¡¡una radial!!! Estremece ver la foto donde se ve el hueco que dejaron en la roca. Esta sala les gustó mucho a mis hijos. Entre otras cosas porque se exponen los pigmentos base, y redescubrieron que con carbón, tierra o minerales como ocre y un poco de agua pueden pintar.
Al final de la sala se muestran un par de audiovisuales, uno protagonizado por el artista mallorquín Miquel Barceló y otro que explora la creación de una de las obras de Pablo Picasso, visualizando la relación entre el arte contemporáneo y el arte prehistórico, ya que éste, curiosamente, es fuente de inspiración para muchos artistas de vanguardia.

Si leísteis nuestro artículo sobre la exposición de los Mayas recordaréis que hablábamos de las piezas tiflológicas, es decir, esas que permiten mediante manipulación que los invidentes “vean” la exposición. Esta vez no se limitan a copiar piezas, si no que representan en relieve las imágenes de las escenas pintadas en las paredes o hacen un negativo de placas grabadas, de esta manera se pueden tocar las marcas incisas. Ni que decir tiene que mis hijos no se dejaron un solo relieve sin tocar.

La exposición se inauguró el pasado 5 de julio y permanecerá abierta hasta principios de enero de 2019. No, no vamos a hacer tarde, que nos conocemos y al final todo son prisas (ya sabéis lo que pasa en Navidad con los regalos…). Es más, estamos seguros de que volveremos. Además te entra el gusanillo por visitar (o seguir visitando) los yacimientos donde se encuentran las pinturas rupestres.
Ya sabéis que la entrada general cuesta 3 euros, reducida a 1,50 para familias numerosas, además de estudiantes , poseedores de Carnet Joven y jubilados, pensionista o mayores de 65. Además entrada gratuita para los menores de 16 años si van acompañados de sus padres. El MARQ abre sus puertas de martes a domingo a partir de las 10:00, variando la hora de cierre dependiendo de la época del año, no dudéis de consultar su web.

Bola extra: en el hall de entrada del MARQ se expone hasta septiembre, dentro de la muestra “Los pilares del reino”, un capitel gótico de muy bella factura que encontraron en las excavaciones que realizan en la pobla medieval de Ifac (Calpe).

jueves, 5 de julio de 2018

UN PUEBLO QUE DEJA HUELLA: EL CASTELLAR

No mentimos si afirmamos que Teruel es una de las provincias que tiene un mayor número de pueblos por descubrir y disfrutar. Más allá de la capital y de Albarracín (ojo, palabras mayores), Teruel seguramente de un salto en su oferta turística con pueblos como El Castellar y las acciones que emprende por ser conocido.


El ejemplo de El Castellar no es casual. Vamos con unos datos para que veáis: situado en la comarca de Gúdar-Javalambre, a unos 40 km., de la capital, tiene 54 vecinos empadronados. ¡54! Uno de esos pueblos que lucha contra la despoblación, después de que durante la década de los 60 y 70 muchas de sus familias emigraran a las provincias de Barcelona, Valencia y Castellón. Aunque en verano multiplique su población gracias a las familias que vuelven al pueblo, la lucha persiste.


¿Qué nos atrajo a visitar El Castellar? Dentro de los programas de investigación que lleva a cabo la Fundación Dinópolis en toda la provincia de Teruel, los paleontólogos descubrieron a las afueras de este pueblo un yacimiento de icnitas. ¿Qué son las icnitas? Pues huellas fósiles de dinosaurios. Tras unos trabajos de puesta en valor por parte de la Fundación Dinópolis, el yacimiento se puede visitar gracias a las pasarelas y los techados instalados, y a los carteles que estamos viendo, y ayudan a localizar las huellas, que no siempre es fácil. Para acceder os aconsejamos que llevéis calzado adecuado ya que la senda que baja al yacimiento es pedregosa y puede darnos un susto. Por supuesto, con carros o sillas de ruedas es imposible llegar. Como curiosidad, en mayo El Castellar fue la sede en Teruel del Geolodía, y se visitó el yacimiento a la luz de la luna.



El yacimiento tiene una superficie de unos 500 m2, y se han encontrado cerca de 160 huellas. Gracias a éstas sabemos que hace unos 150 millones de años por estas tierras habitaron grandes dinosaurios. Concretamente algún tipo de dinosaurio carnívoro, alguna especie de gran herbívoro y algún tipo de estegosaurio. En aquel momento el clima era húmedo y caluroso, parecido al clima tropical. Esta era una zona lacustre y la costa del mar de Tethys no debía quedar muy lejos, aunque viendo el actual paisaje plagado de sierras es difícil imaginarlo. Las huellas las dejaron en el barro y han permanecido inmutables hasta hoy.



Aprovechando todo esto en El Castellar han creado un Dinopaseo, es decir una ruta por el pueblo siguiendo 10 paneles en los que hay reproducciones de las icnitas más características del yacimiento. De este modo conoceremos la iglesia de San Miguel, edificada en el s. XVIII. Nos sorprende que en la hornacina de la fachada la imagen ocupa muy poco espacio, probablemente porque sustituye a otra desaparecida y lo que había es lo que había...



También pasaremos por el Ayuntamiento, antigua Casa del Concejo, levantada a finales del s. XVI, y con un soportal muy chulo. Se encuentra en la plaza Mayor, donde está uno de los pocos bares del pueblo. Llegando al Ayuntamiento podremos hacernos una foto con la figura de un allosaurio, un dinosaurio carnívoro que podría ser uno de los que dejó su huella impresa para la eternidad. Esta información, y mucha más, nos la precisa nuestro paleontólogo de cabecera, nuestro hijo mayor, que con 8 años tiene muy claro su futuro. A los niños les encantó hacerse selfies con un dinosaurio "de verdad".



También es interesante saber que el edificio más antiguo de El Castellar es su castillo, que fue levantado originalmente en el s. XII, aunque ha llegado a nuestros días con restauraciones y reconstrucciones. Desde los años 70 del pasado siglo pertenece a una familia que lo adquirió en una subasta al Estado, lo rehabilitó y actualmente es su vivienda.

Por último comentar que hay dos ermitas en El Castellar, ambas erigidas en el s. XVII. La de Santa Bárbara se encuentra en el pueblo. Muy cerca hay un merendero con mesas de picnic donde podemos descansar y dar un bocado. La otra ermita, dedicada a la Virgen del Pilar, está a unos tres kilómetros del pueblos, en la carretera que comunica con Formiche Alto. En esa misma carretera encontraremos también uno de los miradores de estrellas que hay en diferentes puntos de la comarca Gúdar-Javalambre. Es muy interesante para los niños, ya que pueden hacerse unas fotos muy divertidas y descubrir algo acerca de las constelaciones y su traslación a lo largo del año. 



Ya sabéis, un pueblo con 54 habitantes puede ofrecernos suficientes motivos para visitarlo. El despoblamiento de muchas zonas rurales de nuestro país es un hecho que las autoridades intentan atajar, aunque es muy complicado por las condiciones de vida, sin tantas facilidades como cerca de las grandes ciudades, pero con otras características, como la tranquilidad y el encanto de vivir en lugares únicos.



jueves, 28 de junio de 2018

UNO DE LOS PUEBLOS MÁS BONITOS DEL MUNDO: GUADALEST

Dicen que El Castell de Guadalest (Alicante) es una de las atracciones más visitadas en nuestro país, únicamente superada por el Museo del Prado y justo por delante de La Alhambra. Quizás sea una exageración cargada de marketing y que sería más ajustado a la realidad decir que es uno de los pueblos más visitados de España, lo que no deja de tener un enorme mérito porque con algo más de 200 habitantes recibe alrededor de 2.000.000 de turistas al año (turista arriba, turista abajo) procedentes en su inmensa mayoría de excursiones desde los destinos turísticos de costa cercanos (Benidorm, Altea, Calpe, etc.).


Lo que sí que es cierto es que Guadalest (forma abreviada y popular) fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1974, forma parte de la Asociación Los Pueblos más Bonitos de España desde 2015 y fue confirmada como miembro de pleno derecho de la Federación Internacional de los Pueblos más Bonitos del Mundo en 2016.

Todo esto está muy bien, pero, ¿qué podemos hacer en Guadalest? Para empezar, conocer el casco histórico con el castillo de San José y la casa Orduña en la parte más alta del pueblo, disfrutar de las vistas del valle del Guadalest, hacer senderismo o entrar en alguno de los numerosos museos que alberga. Pero será mejor ir por partes.

El Castell de Guadalest está dividido en tres barrios. El barrio nuevo, donde se encuentra el parking en el que obligatoriamente hay que aparcar (2€ el ticket), el barrio del arrabal situado en las faldas de la peña donde se asienta el castillo, y el barrio del castillo, al que se accede a través del portal de San José, excavado en la roca. Una recomendación antes de la visita: muchas de las calles están empedradas y la cuesta por la que se accede al barrio del castillo está muy empinada. Por el mismo motivo intentad evitar los carritos de bebé, siempre y cuando sea posible.

La mayoría de servicios, bares, restaurantes y tiendas se encuentran en el barrio del arrabal. También la mayoría de museos de Guadalest. Es fundamentalmente peatonal, lo que no quita para que alguna vez acceda algún coche a sus calles. El recorrido lo iniciaremos en la calle del Sol, junto al antiguo lavadero. Podemos optar por dos caminos (tranquilidad, veréis que os podéis perder), seguir recto por la calle de la Peña (escaleras) o doblar inmediatamente a la derecha por la calle del Aire para volver a doblar a la izquierda por la calle de la Virgen. Esta opción carece de escaleras, por lo que está recomendada si lleváis carro o silla de ruedas. A unos 100 metros ambos recorridos vuelven a encontrarse. 

Justo en este punto las vistas son impresionantes. Se ve todo el valle de río Guadalest, la cercana Callosa d'en Sarrià y al fondo el mar Mediterráneo. En invierno se suele dar la situación de encontrarse con las montañas nevadas y ver entre ellas el mar, una curiosa estampa. Es el punto perfecto para inmortalizar el campanario de Guadalest, uno de los iconos de la localidad, que se alza solitario sobre una peña. También en este lugar, bajando una pequeña cuesta, hay un parquecito con un par de bancos, una mesa de picnic y varios juegos infantiles donde podremos descansar unos minutos.


La cuesta de Gabriel Miró desemboca en el portal de San José el único acceso que había al antiguo recinto amurallado. A la izquierda se encuentra una de las puertas originales que se conserva como curiosidad, despojada de su función. Este punto entraña cierta dificultad si vamos con carro o silla de ruedas, la cuesta es muy pronunciada y puede resbalar, cuidado.

El barrio del Castillo esconde la parte más antigua de la población, donde se localizan los restos del castillo de San José y del castillo de la Alcozaiba, del que solo queda en pie una torre. También encontramos la Casa Orduña, la vivienda de los señores de Guadalest que fue adquirida por el pueblo y los vecinos en el año 1994 y posteriormente musealizada; la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y, al final de la única calle, la plaza de San Gregorio, con el Ayuntamiento y la prisión del siglo XII, en los bajos de la casa Consistorial. Éste es uno de los primeros edificios históricos que se pudo visitar en Guadalest. Con mi familia subíamos desde Benidorm un par de veces al año, y recuerdo de visitarlo de niño. Hablamos de finales de los años 80. La prisión (por no llamarla calabozo) es una estancia amplia, diáfana, con unas escaleras por las que se desciende al lugar donde se hallarían los presos, y un aljibe en el que se almacenaba agua para su posterior consumo. Tiene más de curiosidad histórica que de testimonio fiel, ya que apenas conserva mobiliario.

Desde la plaza de San Gregorio tenemos unas vistas bellísimas del pantano de Guadalest, construído entre los años 1953 y 1971 para abastecer a toda la comarca, antes incluso de que se iniciara el boom turístico. Sorprenden sus aguas color turquesa. A nuestra derecha queda la torre del Peñón de Alcalá, en estado de ruina, pero todavía puede verse parte de esta torre vigía a la que se accedía mediante una escala de cuerda. Los aventureros también podéis realizar una ruta senderista circular que parte de la presa del pantano hasta la cercana localidad de Beniardà, y vuelta en paralelo al embalse. No es muy complicada y tiene una duración estimada de unas tres horas y media.



¿Y qué pasa con los museos? Ya hemos comentado que hay nueve (o diez) museos, lo que convierte a El Castell de Guadalest en el municipio con mayor número de museos por habitante, aunque esto no se recoja en los anuarios internacionales por las características de los mismos, que deberían denominarse colecciones mejor que museos, pero bueno. Hay para todos los gustos, y no dejan de ser curiosos:

- Museo de saleros y pimenteros: Situado junto al parking, en el barrio nuevo. Cuenta con unas 20.000 piezas, desde el siglo XIX hasta la actualidad. Solo hay otro museo sobre esta temática en el mundo, concretamente en Tennessee, EEUU. Abre todos los días a las 11:00 hasta las 19:00 en invierno, las 21:00 en verano. La entrada cuesta 3 euros.

- Museo microgigante: Creado por Manuel Ussá, muestra creaciones en miniatura, como esculturas talladas en un pelo, la cabeza de un alfiler, etc. Es bastante curioso y sorprendente. Se encuentra en la calle del Sol, frente al antiguo lavadero. Abre todos los días de 10:00 a 20:00. La entrada cuesta 4 euros para adultos y 3 para niños, aunque hay un bono para visitar conjuntamente el de microminiaturas por 6 euros para adultos y 4 los niños.

- Museo medieval de la tortura y pena capital: Está en la calle Honda, perpendicular a la calle del Sol. Su nombre deja pocas dudas de lo que vamos a encontrar. Más de 70 piezas que dejan a las claras que si la humanidad hubiera empleado su inventiva para alcanzar el bien y no para fastidiar al prójimo, mejor nos iría a todos. Abre todos los días de 10:30 a 21:00. La entrada vale 4 euros para adultos y 2 para niños.




- Museo belén ecológico y casitas de muñecas: Se encuentra en la calle de la Virgen. Dispuesto en varios pisos, la estrella es un belén enorme con un tren a escala que lo recorre periódicamente. Completan la colección varias casitas de muñecas, representando cada una una escena cotidiana con bastante detalle. También se muestran juguetes antiguos como complemento a la visita. Abre de 10:00 a 18:00 en invierno, y hasta las 21:00 en verano. La entrada vale 5 euros para adultos y 3 para niños, algo cara en nuestra opinión. 

- Museo mundo del gato: El museo más reciente. Una amplia colección de figuritas acerca de este felino que tan cuqui es en instagram. Se encuentra en la calle de la Virgen. Abre de martes a domingo, de 10:00 a 18:00 en invierno, y hasta las 19:00 en verano. La entrada cuesta 3 euros para adultos y 2 para niños.

- Museo de arte contemporáneo Ribera Girona: Uno de los primeros museos de arte contemporáneo que abrió en la provincia de Alicante. El artista Ribera Girona reúne tanto obra propia como de otros artistas. La colección se muestra tanto en el interior como en el denominado como Jardín Mágico. Abre de 10:00 a 18:00 en invierno, y hasta las 20:00 en verano. Por la falta de información actualizada que hemos encontrado sobre precios probablemente haya cerrado.

- Museo etnológico: Es una casa típica del s. XVIII en la que se muestran los objetos con los que se realizaban las tareas cotidianas en la época, tanto las domésticas como las laborales, ya fuera en el campo o en oficios artesanales como la carpintería. Es bastante interesante, sobre todo para los niños que no pueden imaginar su vida artilugios contemporáneos (muchos mayores tampoco, para que vamos a engañarnos). Se encuentra en la calle de la Iglesia, frente a la parroquia, en el barrio del castillo. Abre todos los días de 10:00 a 19:00. La entrada es gratuita, pero no está de más hacer una aportación económica que ayude al mantenimiento de esta casa-museo.



- Museo de microminiaturas: Museo hermano del microgigante. Mismo autor, bono conjunto. Se encuentra junto al museo etnológico. Abre todos los días de 10:00 a 20:00 h.

- Museo vehículos históricos: El único museo que no se encuentra en el casco urbano, si no en la carretera que comunica con Callosa d’En Sarrià. Está muy bien señalizado, por lo que no es difícil de encontrar. La colección alberga fundamentalmente motocicletas hasta los años 70, y algunos coches de pequeño tamaño (utilitarios), un biscúter..., hasta casi las 150 piezas. Un guiño a la nostalgia de aquellos viajes con radiocasete y ventanas a medio bajar para mitigar el calor. Quizás necesitaría algo más de espacio, ya que están un poco apiñados. Complementan con una serie de objetos cotidianos antiguos como radios, cafeteras, máquinas de coser, etc. Hay un restaurante y una tienda de recuerdos anexos. Abre de domingo a viernes, de 10:30 a 18:00 y hasta las 19:30 en verano. La entrada vale 3 euros, 2 para niños de 6 a 12 años, y gratis para los menores de 6.

- Museo municipal Casa Orduña - Castillo de San José: Sin lugar a dudas el museo más importante de la localidad, y el más completo. Está situado justo enfrente del túnel por el que se accede al barrio del Castillo. Muestra la casa de la familia Orduña, que se asentaron en Guadalest en el s.XVI como alcaides del castillo al servicio de los marqueses de Guadalest. La familia prosperó hasta llegar a pertenecer a la nobleza. Esta casa muestra el mobiliario, obras de arte y otras piezas que pertenecieron a esta familia, tanto para la vida cotidiana como para el trabajo. Se sabe que la casa fue construida tras el terremoto que asoló Guadalest en 1644. Precisamente este terremoto fue uno de los motivos del arruinamiento del castillo de San José, que se puede visitar conjuntamente. Los daños producidos por el incendio provocado en la Guerra de Sucesión en 1708 (que también afectó a la Casa Orduña) y un posterior terremoto en 1748, acabaron por abandonar esta edificación que fue levantada originalmente por los musulmanes en el s. XI, y que ahora ocupa el cementerio municipal. Ojo, algunas estancias y el castillo solo tienen acceso por escaleras, por lo que las personas con movilidad reducida tienen casi imposible poder visitarlo. Abre todos los días de 10:00 a 18:00 en invierno, y hasta las 20:00 en verano. El precio de la entrada es de 4 euros para adultos y 3 para niños.

Para llegar a El Castell de Guadalest la mejor manera es coger la CV-70 que comunica Benidorm con Alcoi, es decir, la costa con el interior de la provincia. Recomendamos ir desde la costa, ya que la carretera se complica en cuanto a curvas conforme vamos adentrándonos en las sierras. Otra carretera es la CV-755, desde Altea o Callosa d’En Sarrià. También hay servicio de autobuses blicos desde Benidorm.




Dos millones de turistas al año no pueden estar equivocados, Guadalest es un pueblo que no os podéis perder. A pesar de la avalancha turística todavía conserva algo de su esencia original, de su encanto, y eso, a estas alturas, es mucho.

jueves, 21 de junio de 2018

MORELLA: RECOMENDACIONES PARA TODA LA FAMILIA

Estamos en el año 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia esta ocupada por los romanos ¿Toda? ¡No! ... Uy, perdón. Es que la silueta de Morella a lo lejos, sobre el cerro que ocupa, nos recuerda indefectiblemente a la aldea gala donde vive el bravo Astérix. Y algo de eso hay en Morella.


Morella está situada en el interior de la provincia de Castellón, al norte, encajado en la sierra del Maestrazgo, cerca de la provincia de Teruel. Aunque el término municipal es bastante extenso, el casco urbano es bastante pequeño, principalmente por estar constreñido por la muralla medieval, que mide 1,5 km. y cuenta con 16 torres, aunque hay barrios que ocupan el exterior de las murallas. El estado de conservación del centro histórico y de sus edificios medievales le ha servido para estar en la red de Pueblos más Bonitos de España.

Si vamos en coche llegaremos por la N-232 y aparcaremos en el aparcamiento habilitado. Está muy bien indicado y es la mejor opción, ya que no se puede acceder al interior de Morella con el coche particular sin autorización, y es bastante económico, solo 2,50 € el día entero.


Para entrar a Morella buscaremos una de las puertas de las murallas. Avistaremos a un lado el acueducto de Santa Lucía, una obra construida entre los siglos XIII y XIV, con sus característicos arcos apuntados. Tanto si entramos por el portal de la Nevera como por el portal de San Miguel, unas torres de base octogonal del siglo XV que nos recordaran mucho a las puertas de Serranos de Valencia, lo primero que vamos a encontrar es el Museo Temps de Dinosaures (tiempo de dinosaurios). Y es que Morella es un centro paleontológico de primer orden, dentro de un área que incluye las provincias de Teruel, Cuenca y el interior de Valencia, ya que en el Cretácico se situaba enla costa del mar de Thetys, el antecedente del Mediterráneo. La estrella es el Morelladon beltrani, un dinosaurio que vivía en estas tierras hace 130 millones de años, y podemos hacernos una idea de su envergadura por la réplica a tamaño real que se expone en el interior de casi seis metros de alto. Está abierto de martes a domingo, de 11:00 a 14:00 y de 16:00 a 18:00 (una hora más tarde en verano). La entrada vale 2 €, aunque mayores de 65 años, niños entre 6 y 16 años, estudiantes menores de 25 años, poseedores del carnet joven y discapacitados pagan 1,50 €, mientras que los menores de 6 años acompañados por un adulto tienen la entrada gratuita. No hacen descuentos a familias numerosas.

Frente al museo paleontológico nos encontramos con la oficina de turismo, y muy cerca está el centro de salud, que se encuentra, curiosamente, en una iglesia desacralizada (y muy bien aprovechada, por cierto). Tomaremos la calle Juan Giner en dirección al Ayuntamiento. Éste se encuentra en un edificio medieval que recibió un galardón a su restauración. El patio de entrada se encuentra generalmente abierto, aún fuera de horario de oficina. Si tenéis la oportunidad de visitarlo no os lo perdáis, es muy bonito.


La visita debería continuar por la calle Blasco de Alagón. Con total seguridad esta es la calle más fotografiada de Morella. Perviven los soportales de origen medieval sostenidos por pilares de piedra, donde antiguamente se disponía el mercado. Ahora bajo estos soportales encontraremos muchos comercios y también bares donde disfrutar de un refrigerio.

Otro edificio muy interesante de Morella es la basílica arciprestal de Santa María, mal llamada catedral. Edificada entre los siglos XIII y XVI, en pleno gótico, su rotunda fachada tiene la particularidad de contar con dos puertas, la de los Apóstoles y la de Santa María. La primera nos recuerda tanto en estructura como en decoración a la puerta del mismo nombre de la Catedral de Valencia. En el interior destaca su altar mayor y el órgano, uno de los más grandes que se pueden encontrar en España.


Pero si hay un edificio que sobresale en Morella es su castillo. No lo decimos solo porque está en la parte más alta del pueblo y desde la lejanía configura la característica silueta de la ciudad, toda la historia de Morella podemos explicarla en su castillo, un edificio que ha tenido mucha importancia en las diversas guerras que se han librado en nuestro país, y es que Morella, por su estratégica posición, era un enclave esencial. De El Cid al general Cabrera, de Jaime I al Papa Luna, de la Guerra de la Independencia a la Guerra Civil. Para visitarlo se accede a través del antiguo convento de San Francisco. Atravesando el claustro ascenderemos hasta llegar a las primeras construcciones del Castillo, el Palacio del Gobernador que se construyó aprovechando el interior de una cueva, donde también se encontraron restos de los pobladores neolíticos. Exhibe una exposición que repasa la historia del Castillo. Seguiremos ascendiendo hasta llegar a la arte más alta, donde se encuentran otras estancias que se construyeron adaptándose a la orografía. Podremos recorrer las torres y el enorme patio de armas, el lugar con mejores vistas de Morella. Se puede visitar todos los días desde la 11:00 y hasta las 17:00 en invierno y las 19:00 en horario de verano. El ticket vale 3,50 €, reducida a 2,50 € para mayores de 65 años, niños entre 6 y 16 años, estudiantes menores de 25 años, poseedores del carnet joven y discapacitados. Entrada gratuita para los menores de 6 años acompañados por un adulto. No hay descuentos para familias numerosas.

Este año Morella celebra una de sus fiestas más especiales, el Sexenni, que se celebran cada seis años desde 1678 en honor a la Virgen de Vallivana (patrona de Morella, cuyo santuario se encuentra a 22 km. del casco urbano) tras librarles de un brote de peste. Es una de las fiestas más antiguas de las que se celebran en España y entre el 17 y el 27 de agosto las verbenas, procesiones, danzas, pasacalles, o los festejos taurinos llenarán la ciudad de diversión. Una tradición asociada a estas fiestas del Sexenni es l'Anunci (el Anuncio), que tiene lugar el último domingo de agosto del año anterior al Sexenni. Durante la celebración las carrozas adornadas con papeles rizados hacen aparición en Morella inundándola, casi literalmente, en toneladas de confeti. Es una celebración muy vistosa que os recomendamos encarecidamente.


Otro de los grandes atractivos de Morella es su gastronomía. La base son productos cárnicos, en especial los derivados de bovinos y ovejas. Al ser una zona montañosa donde suele nevar en invierno (y no poco) los platos típicos son bastante contundentes para poder soportar los rigores del frío. No dejemos de lado las trufas, que tienen una importante producción en toda la comarca, los quesos o la miel. Aunque si hay un producto típico que distingue a Morella son los flaons una especie de empanadillas dulces rellenas de requesón que son tan deliciosas como contundentes.

Nuestra recomendación para alojarse en Morella se decanta claramente por una de las numerosas casas rurales que podemos encontrar. Generalmente podremos ver el casco urbano desde la casa, lo que es siempre un atractivo más. Otra opción para las familias es el albergue que hay en la antigua Fábrica Giner, un conjunto que ha recuperado una antigua factoría textil. En esta zona también hay un circuito multiaventura, un aliciente más para niños a partir de los seis años.


Morella es un destino ideal para toda la familia, en cualquier época del año, ya sea solo o complementándolo con otros como Peñíscola y Sant Mateu, de los que ya os hemos hablado en otros artículos de este blog, pudiendo realizar una magnífica ruta de varios días cargada de paisajes asombrosos, naturaleza e historia.