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jueves, 18 de octubre de 2018

NUESTRA EXPERIENCIA EN TERUEL

No nos cansaremos de decirlo: Teruel es una de las provincias que menos se conoce de nuestro país, y es una de las que más vale la pena descubrir. Nosotros ya hemos estado tres veces con nuestros hijos, y otra sin ellos, y nos sigue encantando. Si tuviéramos que recomendar un lugar por el que empezar a visitar esta provincia, recomendaríamos la capital.


La ciudad de Teruel es muy cómoda para visitar con niños. Su centro histórico es pequeño pero "matón". Que gran parte sea peatonal (o semi-peatonal) ayuda mucho a caminar un poco más despreocupado. Mi abuela lo definiría como "amanosita", es decir, que todo se encuentra a mano, algo que también es destacable.


Si hay un lugar de Teruel verdaderamente emblemático esa es la plaza de Carlos Castel. A esta plaza le pasa un poco como a Manolito Gafotas, que si preguntas por Manolito García Moreno la mayoría se encogerá de hombros, pero si preguntas por la plaza del Torico... Es el epicentro de Teruel. El centro de esta plaza con forma ovalada es la fuente, inaugurada en 1858, y decorada con una columna sobre la que se alza una pequeña escultura de un toro, que le da nombre a la plaza. Cuando lo ves por primera vez decepciona el tamaño, pero a la vez hace que sea más simpático. Cuatro cabezas de toro ejercen de caños, de donde surte un agua que en pleno agosto está muy fresca. La columna la decoran estrellas, como el escudo de la ciudad, elementos que provienen de una leyenda medieval.


También la plaza del Torico es uno de los espacios más vivos de la ciudad. Bajo sus soportales se alternan cafeterías con comercios, en su mayoría de productos selectos, sobre todo embutidos y jamón. Es muy recomendable sentarse un poco en una terraza y contemplar los edificios que la envuelven, en especial la casa del Torico, con su característica fachada de color lila. Sale en casi todas las fotos de la plaza ya que está justo detrás de la fuente. Del edificio original sólo se conserva la fachada, una de las más características de la arquitectura modernista en Aragón.


De esta plaza sale un tren turístico que recorre todo el centro. Uno de los puntos más emocionantes en el recorrido (sí, un tren turístico puede guardar grandes emociones) es su paso a través de la torre del Salvador. Pasa a ras, tanto que si tienes la mala cabeza de sacar algún miembro, puedes acabar perdiéndolo (no lo deseamos). Esta es una de las tres torres mudéjares que se alzan en el centro de la ciudad y son otro de sus símbolos. Estas tres torres son, además de la del Salvador, la de San Pedro y San Martín. La duración del recorrido del tren es de unos 45 minutos. Los precios por trayecto son: Adultos 3,50 €, niños de 4 a 10 años y mayores de 65 años 2,50 €. Los menores de 4 años no pagan. El horario del tren turístico es de 11:00 a 14:00 y a partir de las 17:00.


El arte mudéjar se caracteriza por la aplicación de elementos de inspiración andalusí, el uso del ladrillo como principal elemento constructivo, además de la madera, y la decoración con cerámica vidriada. Se circunscribe casi exclusivamente a la Península Ibérica, con algún elemento en Sicilia y América. Las tres torres mudéjares de Teruel junto algunos elementos originales de la Catedral de Santa María fueron declarados Patrimonio de la Humanidad en 1986.


La Catedral se encuentra muy cerca de la plaza del Torico. Se encuentra un poco oculta y puede que pase un poco desapercibida, ya que la fachada a los pies es muy simple, como de una parroquia menor. Esto cambia en la plaza de la Catedral, junto a la torre y a la portada neomudéjar, un movimiento que rescató elementos mudéjares a finales del s. XIX y principios del XX. Conviene entrar y echar un vistazo al techo, ya que es uno de los elementos merecedores de la declaración Patrimonio de la Humanidad. Os sorprenderá gratamente.


Uno de los lugares que más me gustan de Teruel es la escalinata. Fue construida a principios del s.XX para conectar el centro de la ciudad con la recién estrenada estación de ferrocarril. Evidentemente este nuevo espacio y este medio de transporte supuso una revolución en la ciudad. Su arquitectura neomudéjar la pretende emparentar con las torres. Está decorada con paneles cerámicos y relieves con la historia de los amantes de Teruel. Si no queréis (o no podéis) bajar o subir por sus peldaños, entre los años 2001 y 2003 se hizo una importante actuación en la zona e instalaron dos ascensores. Pero ojo, nosotros nos los hemos encontrado fuera de servicio muchas veces. Consejo para padres/madres: a los pies de la escalinata hay un parque con juegos infantiles (hay un módulo que todavía no comprendo para que sirve), donde vuestros hijos pueden desfogarse un ratito.


Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla eran dos chiquines que vivían en el Teruel del siglo XIII. Su historia, mitad leyenda mitad realidad, narra el amor de la pareja, obligada a separarse porque la familia de ella (hija único y con posibles) quería un pretendiente con dinero, no como él, que a pesar de venir de buena casa al ser segundón estaba tieso. Al regresar de un exilio económico de cinco años dispuesto a desposar a Isabel, ella se acababa de casar y él fallece al no recibir un último beso de su amada. Ella, afligida, le besa finalmente en el velatorio de Juan, muriendo de inmediato. No, no son Romeo y Julieta ni ocurrió en la Italia medieval. Son los Amantes de Teruel (tonta ella, tonto él). Esta historia-leyenda se representa cada tercer fin de semana de febrero, recreando las bodas de Isabel y la muerte de ambos, volviendo por unos días al s. XIII.

Pero también podéis visitar el mausoleo de Juan e Isabel, a los que se decidió enterrar juntos, debido al amor que se profesaban. El museo indaga acerca del contexto sociocultural del Teruel de la época, para pasar a explicar la historia de los amantes, el debate acerca de la veracidad de los hechos y su influencia en el arte. La parte central del museo es el sepulcro, que representa a los dos amantes yacentes, con sus manos muy cerca pero sin tocarse. La escultura es obra de Juan de Ávalos, el autor de las esculturas monumentales del Valle de los Caídos. También se habla de amor, incluso los visitantes pueden dejar mensajes en tarjetas en forma de corazón. El edificio fue rehabilitado en 2005. Abre de lunes a domingo de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00. La entrada general cuesta 4€, 3€ la reducida (menores de 15 años, estudiantes hasta 25 y jubilados) y los menores de 7 años entra gratis. También existe la posibilidad de entrada conjunta para visitar la iglesia de San Pedro (donde se veló a Juan y murió Isabel) y su claustro.



En lo que era el exterior del antiguo Teruel (de hecho se adentra en el barrio del Arrabal) se encuentra el acueducto de los Arcos, el más grande de los acueductos renacentistas construidos en España. Bajo del acueducto hay una zona donde suele haber aparcamiento, y no creo que sea posible así olvidar donde dejas el coche.


Uno de los recursos turísticos que ha relanzado a Teruel turísticamente es Dinópolis. No nos vamos a enrrollar mucho en esto porque ya le dedicamos un artículo hace un tiempo, y dentro de unas semanas le dedicaremos otro ampliándolo, con la experiencia de nuestra última visita. Solo decir que si tenéis niños es imprescindible. Si no los tenéis, la visita, sobre todo del museo paleontológico es muy interesante. Además muchos alojamientos ofertan descuentos (o invitaciones) por lo que no tenemos excusa.



La cercanía de Teruel al centro peninsular, a la Comunidad Valenciana y gran parte de Cataluña, hacen que sea un destino excelente para una escapada, para un fin de semana o un puente. Nosotros ya hemos convencido a varias familias (cuando volvamos ya exigiremos nuestra comisión jeje). Si la capital se os queda pequeña siempre podéis hacer excursiones al resto de la provincia. Pero de eso hablaremos otro día.

jueves, 21 de junio de 2018

MORELLA: RECOMENDACIONES PARA TODA LA FAMILIA

Estamos en el año 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia esta ocupada por los romanos ¿Toda? ¡No! ... Uy, perdón. Es que la silueta de Morella a lo lejos, sobre el cerro que ocupa, nos recuerda indefectiblemente a la aldea gala donde vive el bravo Astérix. Y algo de eso hay en Morella.


Morella está situada en el interior de la provincia de Castellón, al norte, encajado en la sierra del Maestrazgo, cerca de la provincia de Teruel. Aunque el término municipal es bastante extenso, el casco urbano es bastante pequeño, principalmente por estar constreñido por la muralla medieval, que mide 1,5 km. y cuenta con 16 torres, aunque hay barrios que ocupan el exterior de las murallas. El estado de conservación del centro histórico y de sus edificios medievales le ha servido para estar en la red de Pueblos más Bonitos de España.

Si vamos en coche llegaremos por la N-232 y aparcaremos en el aparcamiento habilitado. Está muy bien indicado y es la mejor opción, ya que no se puede acceder al interior de Morella con el coche particular sin autorización, y es bastante económico, solo 2,50 € el día entero.


Para entrar a Morella buscaremos una de las puertas de las murallas. Avistaremos a un lado el acueducto de Santa Lucía, una obra construida entre los siglos XIII y XIV, con sus característicos arcos apuntados. Tanto si entramos por el portal de la Nevera como por el portal de San Miguel, unas torres de base octogonal del siglo XV que nos recordaran mucho a las puertas de Serranos de Valencia, lo primero que vamos a encontrar es el Museo Temps de Dinosaures (tiempo de dinosaurios). Y es que Morella es un centro paleontológico de primer orden, dentro de un área que incluye las provincias de Teruel, Cuenca y el interior de Valencia, ya que en el Cretácico se situaba enla costa del mar de Thetys, el antecedente del Mediterráneo. La estrella es el Morelladon beltrani, un dinosaurio que vivía en estas tierras hace 130 millones de años, y podemos hacernos una idea de su envergadura por la réplica a tamaño real que se expone en el interior de casi seis metros de alto. Está abierto de martes a domingo, de 11:00 a 14:00 y de 16:00 a 18:00 (una hora más tarde en verano). La entrada vale 2 €, aunque mayores de 65 años, niños entre 6 y 16 años, estudiantes menores de 25 años, poseedores del carnet joven y discapacitados pagan 1,50 €, mientras que los menores de 6 años acompañados por un adulto tienen la entrada gratuita. No hacen descuentos a familias numerosas.

Frente al museo paleontológico nos encontramos con la oficina de turismo, y muy cerca está el centro de salud, que se encuentra, curiosamente, en una iglesia desacralizada (y muy bien aprovechada, por cierto). Tomaremos la calle Juan Giner en dirección al Ayuntamiento. Éste se encuentra en un edificio medieval que recibió un galardón a su restauración. El patio de entrada se encuentra generalmente abierto, aún fuera de horario de oficina. Si tenéis la oportunidad de visitarlo no os lo perdáis, es muy bonito.


La visita debería continuar por la calle Blasco de Alagón. Con total seguridad esta es la calle más fotografiada de Morella. Perviven los soportales de origen medieval sostenidos por pilares de piedra, donde antiguamente se disponía el mercado. Ahora bajo estos soportales encontraremos muchos comercios y también bares donde disfrutar de un refrigerio.

Otro edificio muy interesante de Morella es la basílica arciprestal de Santa María, mal llamada catedral. Edificada entre los siglos XIII y XVI, en pleno gótico, su rotunda fachada tiene la particularidad de contar con dos puertas, la de los Apóstoles y la de Santa María. La primera nos recuerda tanto en estructura como en decoración a la puerta del mismo nombre de la Catedral de Valencia. En el interior destaca su altar mayor y el órgano, uno de los más grandes que se pueden encontrar en España.


Pero si hay un edificio que sobresale en Morella es su castillo. No lo decimos solo porque está en la parte más alta del pueblo y desde la lejanía configura la característica silueta de la ciudad, toda la historia de Morella podemos explicarla en su castillo, un edificio que ha tenido mucha importancia en las diversas guerras que se han librado en nuestro país, y es que Morella, por su estratégica posición, era un enclave esencial. De El Cid al general Cabrera, de Jaime I al Papa Luna, de la Guerra de la Independencia a la Guerra Civil. Para visitarlo se accede a través del antiguo convento de San Francisco. Atravesando el claustro ascenderemos hasta llegar a las primeras construcciones del Castillo, el Palacio del Gobernador que se construyó aprovechando el interior de una cueva, donde también se encontraron restos de los pobladores neolíticos. Exhibe una exposición que repasa la historia del Castillo. Seguiremos ascendiendo hasta llegar a la arte más alta, donde se encuentran otras estancias que se construyeron adaptándose a la orografía. Podremos recorrer las torres y el enorme patio de armas, el lugar con mejores vistas de Morella. Se puede visitar todos los días desde la 11:00 y hasta las 17:00 en invierno y las 19:00 en horario de verano. El ticket vale 3,50 €, reducida a 2,50 € para mayores de 65 años, niños entre 6 y 16 años, estudiantes menores de 25 años, poseedores del carnet joven y discapacitados. Entrada gratuita para los menores de 6 años acompañados por un adulto. No hay descuentos para familias numerosas.

Este año Morella celebra una de sus fiestas más especiales, el Sexenni, que se celebran cada seis años desde 1678 en honor a la Virgen de Vallivana (patrona de Morella, cuyo santuario se encuentra a 22 km. del casco urbano) tras librarles de un brote de peste. Es una de las fiestas más antiguas de las que se celebran en España y entre el 17 y el 27 de agosto las verbenas, procesiones, danzas, pasacalles, o los festejos taurinos llenarán la ciudad de diversión. Una tradición asociada a estas fiestas del Sexenni es l'Anunci (el Anuncio), que tiene lugar el último domingo de agosto del año anterior al Sexenni. Durante la celebración las carrozas adornadas con papeles rizados hacen aparición en Morella inundándola, casi literalmente, en toneladas de confeti. Es una celebración muy vistosa que os recomendamos encarecidamente.


Otro de los grandes atractivos de Morella es su gastronomía. La base son productos cárnicos, en especial los derivados de bovinos y ovejas. Al ser una zona montañosa donde suele nevar en invierno (y no poco) los platos típicos son bastante contundentes para poder soportar los rigores del frío. No dejemos de lado las trufas, que tienen una importante producción en toda la comarca, los quesos o la miel. Aunque si hay un producto típico que distingue a Morella son los flaons una especie de empanadillas dulces rellenas de requesón que son tan deliciosas como contundentes.

Nuestra recomendación para alojarse en Morella se decanta claramente por una de las numerosas casas rurales que podemos encontrar. Generalmente podremos ver el casco urbano desde la casa, lo que es siempre un atractivo más. Otra opción para las familias es el albergue que hay en la antigua Fábrica Giner, un conjunto que ha recuperado una antigua factoría textil. En esta zona también hay un circuito multiaventura, un aliciente más para niños a partir de los seis años.


Morella es un destino ideal para toda la familia, en cualquier época del año, ya sea solo o complementándolo con otros como Peñíscola y Sant Mateu, de los que ya os hemos hablado en otros artículos de este blog, pudiendo realizar una magnífica ruta de varios días cargada de paisajes asombrosos, naturaleza e historia.

jueves, 25 de enero de 2018

GUARDIANES Y CABALLEROS EN SEGOVIA

Si buscáis una ciudad para poder visitar en familia, una opción muy destacable es Segovia. Cuenta con atracciones que les gustarán a los papás y mamás y a los niños, aunque parezca mentira un castillo puede ser muy divertido. Además en 1985 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO tanto el centro histórico de Segovia como su monumento más famoso, el Acueducto.
He visitado Segovia y, por consiguiente, su acueducto (el punto donde iniciamos la visita) varias veces y siempre me produce la misma sensación: es tan grandioso que te empequeñece, te aplasta, puedes sentir el paso del tiempo con mirarlo, desprende armonía, hipnotiza. Poco se puede añadir que no se sepa ya del acueducto de Segovia. Obra cumbre de la ingeniería romana que nos ha llegado en un excelente estado de conservación. Mide 29 metros de altos y sus 170 arcos permitían salvar un desnivel y transportar agua a través del canal (más bien una acequia) superior.
Prácticamente bajo el Acueducto se encuentra el Centro de Recepción de Visitantes, donde te atienden muy bien y hay bastante información tanto de este monumento como del resto de la ciudad. Una gran maqueta preside este espacio. Aquí hay una de las atracciones para los niños, unos juegos con los que pueden conseguir el Diploma de Guardián del Acueducto. El juego obra la magia de tenerlos entretenidos durante un rato.
Es importante comentar que todo el centro de Segovia es peatonal, por lo que se puede andar con tranquilidad, pero con precaución porque algunos vehículos tienen permitido el paso y nos pueden dar un susto. Desde el Centro de Recepción de Visitantes subiremos andando por la calle Cervantes y a continuación tomaremos la calle Juan Bravo. Aquí nos encontramos con la Casa de los Picos, un edificio levantado en el s. XV que recibe su nombre por la decoración de la fachada, formada por más de 600 picos de granito.
Al final de Juan Bravo encontraremos la Plaza de Medina del Campo. Aquí haremos una parada, ya que hay varias varias cosas que ver. Una escalinata preside la plaza, flanqueada por sendas esfinges. Una estatua de Juan Bravo, el héroe comunero, vigila toda la plaza. Lo más interesante lo encontraremos en la iglesia de San Martín. Este templo data del s. XII y destaca la galería porticada exterior con columnas pareadas y capiteles románicos, la portada a los pies del edificio y su sobrio campanario.
Siguiendo nuestro paseo llegamos a la Plaza Mayor. Aquí se encuentra el Ayuntamiento y el teatro Juan Bravo, como edificios destacados, amén de otros muchos porticados que resguardan bares, tabernas y otros comercios. No vendría mal una parada para tomar algo y degustar las sabrosas tapas segovianas. En el centro de la plaza hay un templete, lo que demuestra su intención de ser un centro cultural, además de ser el corazón de la ciudad. Podemos aprovechar la ocasión para fotografiarnos junto a Don Antonio Machado, que tiene una estatua con una placa que recuerda unos versos dedicados por el poeta a la ciudad.
En un lateral de la Plaza Mayor veremos la cabecera de la Catedral segoviana, donde rápidamente distinguiremos sus pináculos en estilo gótico flamígero. Se la conoce como la "Dama de las catedrales" ya que aunque fue construida en estilo gótico tardío al levantarse en el s. XVI adopta algunas soluciones de inspiración renacentista que le dan una inusitada elegancia.
Tras visitar el interior de la Catedral (respetando siempre los horarios dedicados al culto) nos dirigiremos a la última parada de nuestra visita a Segovia, el Alcázar. Fue construido sobre un cerro en la confluencia de los ríos Eresma y Clamores. Esta posición implicaba una fácil defensa ya que retirando el puente de acceso es prácticamente inaccesible. Lo precede un bonito y frondoso jardín donde los días de calor se está bien, muy bien. Desde esta posición, con la torre de Juan II frente a nosotros, su aspecto es imponente, pero si tenemos la oportunidad deberíamos verlo desde el otro costado, a orillas del río, para apreciar mejor su monumentalidad.
No soy mucho de visitar palacios ni castillos, porque creía que visto uno (o unos cuantos) vistos todos. Pero me equivocaba. No recuerdo porqué, pero tras insistirme decidí entrar a ver el Alcázar de Segovia y no me arrepiento en absoluto. Os aconsejamos que incluyáis en la visita la ruta guiada. En poco más de media hora podréis visitar las estancias (las que se pueden visitar, claro) y conoceréis la historia de este edificio, que tiene mucha. Además de haber sido palacio de los Reyes Católicos, fue fortín, cárcel, escuela militar...
Atesora, además, una gran colección de armaduras y armas medievales (solo imaginar llevarlas puestas ya cansa) y un museo militar. Fue academia de artillería y se nota, quizás hasta demasiado. Aunque sólo sea por las vistas, que son maravillosas, esta es una visita muy recomendada. Una curiosidad: el Alcázar inspiró el castillo de Blancanieves, sí el de la peli de dibujos de Disney.
La entrada general al Alcázar cuesta 5,50€, la completa (permite subir a la torre de Juan II) son 8€. Si queremos visita guiada hay que sumar 1€ más. Se aplica una reducción a menores entre 5 y 16, mayores de 65, desempleados y familias numerosas pasando a costar la entrada general 3,50€. Los menores de 5 tienen entrada gratuita.
Por último, y no por ello menos importante, hay que hacer una mención a la gastronomía segoviana, no solo por su afamado cochinillo al horno, también por los judiones, las carnes a la brasa, y el ponche segoviano, el postre tradicional. Después del paseo nos lo hemos ganado.