jueves, 28 de junio de 2018

UNO DE LOS PUEBLOS MÁS BONITOS DEL MUNDO: GUADALEST

Dicen que El Castell de Guadalest (Alicante) es una de las atracciones más visitadas en nuestro país, únicamente superada por el Museo del Prado y justo por delante de La Alhambra. Quizás sea una exageración cargada de marketing y que sería más ajustado a la realidad decir que es uno de los pueblos más visitados de España, lo que no deja de tener un enorme mérito porque con algo más de 200 habitantes recibe alrededor de 2.000.000 de turistas al año (turista arriba, turista abajo) procedentes en su inmensa mayoría de excursiones desde los destinos turísticos de costa cercanos (Benidorm, Altea, Calpe, etc.).


Lo que sí que es cierto es que Guadalest (forma abreviada y popular) fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1974, forma parte de la Asociación Los Pueblos más Bonitos de España desde 2015 y fue confirmada como miembro de pleno derecho de la Federación Internacional de los Pueblos más Bonitos del Mundo en 2016.

Todo esto está muy bien, pero, ¿qué podemos hacer en Guadalest? Para empezar, conocer el casco histórico con el castillo de San José y la casa Orduña en la parte más alta del pueblo, disfrutar de las vistas del valle del Guadalest, hacer senderismo o entrar en alguno de los numerosos museos que alberga. Pero será mejor ir por partes.

El Castell de Guadalest está dividido en tres barrios. El barrio nuevo, donde se encuentra el parking en el que obligatoriamente hay que aparcar (2€ el ticket), el barrio del arrabal situado en las faldas de la peña donde se asienta el castillo, y el barrio del castillo, al que se accede a través del portal de San José, excavado en la roca. Una recomendación antes de la visita: muchas de las calles están empedradas y la cuesta por la que se accede al barrio del castillo está muy empinada. Por el mismo motivo intentad evitar los carritos de bebé, siempre y cuando sea posible.

La mayoría de servicios, bares, restaurantes y tiendas se encuentran en el barrio del arrabal. También la mayoría de museos de Guadalest. Es fundamentalmente peatonal, lo que no quita para que alguna vez acceda algún coche a sus calles. El recorrido lo iniciaremos en la calle del Sol, junto al antiguo lavadero. Podemos optar por dos caminos (tranquilidad, veréis que os podéis perder), seguir recto por la calle de la Peña (escaleras) o doblar inmediatamente a la derecha por la calle del Aire para volver a doblar a la izquierda por la calle de la Virgen. Esta opción carece de escaleras, por lo que está recomendada si lleváis carro o silla de ruedas. A unos 100 metros ambos recorridos vuelven a encontrarse. 

Justo en este punto las vistas son impresionantes. Se ve todo el valle de río Guadalest, la cercana Callosa d'en Sarrià y al fondo el mar Mediterráneo. En invierno se suele dar la situación de encontrarse con las montañas nevadas y ver entre ellas el mar, una curiosa estampa. Es el punto perfecto para inmortalizar el campanario de Guadalest, uno de los iconos de la localidad, que se alza solitario sobre una peña. También en este lugar, bajando una pequeña cuesta, hay un parquecito con un par de bancos, una mesa de picnic y varios juegos infantiles donde podremos descansar unos minutos.


La cuesta de Gabriel Miró desemboca en el portal de San José el único acceso que había al antiguo recinto amurallado. A la izquierda se encuentra una de las puertas originales que se conserva como curiosidad, despojada de su función. Este punto entraña cierta dificultad si vamos con carro o silla de ruedas, la cuesta es muy pronunciada y puede resbalar, cuidado.

El barrio del Castillo esconde la parte más antigua de la población, donde se localizan los restos del castillo de San José y del castillo de la Alcozaiba, del que solo queda en pie una torre. También encontramos la Casa Orduña, la vivienda de los señores de Guadalest que fue adquirida por el pueblo y los vecinos en el año 1994 y posteriormente musealizada; la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y, al final de la única calle, la plaza de San Gregorio, con el Ayuntamiento y la prisión del siglo XII, en los bajos de la casa Consistorial. Éste es uno de los primeros edificios históricos que se pudo visitar en Guadalest. Con mi familia subíamos desde Benidorm un par de veces al año, y recuerdo de visitarlo de niño. Hablamos de finales de los años 80. La prisión (por no llamarla calabozo) es una estancia amplia, diáfana, con unas escaleras por las que se desciende al lugar donde se hallarían los presos, y un aljibe en el que se almacenaba agua para su posterior consumo. Tiene más de curiosidad histórica que de testimonio fiel, ya que apenas conserva mobiliario.

Desde la plaza de San Gregorio tenemos unas vistas bellísimas del pantano de Guadalest, construído entre los años 1953 y 1971 para abastecer a toda la comarca, antes incluso de que se iniciara el boom turístico. Sorprenden sus aguas color turquesa. A nuestra derecha queda la torre del Peñón de Alcalá, en estado de ruina, pero todavía puede verse parte de esta torre vigía a la que se accedía mediante una escala de cuerda. Los aventureros también podéis realizar una ruta senderista circular que parte de la presa del pantano hasta la cercana localidad de Beniardà, y vuelta en paralelo al embalse. No es muy complicada y tiene una duración estimada de unas tres horas y media.



¿Y qué pasa con los museos? Ya hemos comentado que hay nueve (o diez) museos, lo que convierte a El Castell de Guadalest en el municipio con mayor número de museos por habitante, aunque esto no se recoja en los anuarios internacionales por las características de los mismos, que deberían denominarse colecciones mejor que museos, pero bueno. Hay para todos los gustos, y no dejan de ser curiosos:

- Museo de saleros y pimenteros: Situado junto al parking, en el barrio nuevo. Cuenta con unas 20.000 piezas, desde el siglo XIX hasta la actualidad. Solo hay otro museo sobre esta temática en el mundo, concretamente en Tennessee, EEUU. Abre todos los días a las 11:00 hasta las 19:00 en invierno, las 21:00 en verano. La entrada cuesta 3 euros.

- Museo microgigante: Creado por Manuel Ussá, muestra creaciones en miniatura, como esculturas talladas en un pelo, la cabeza de un alfiler, etc. Es bastante curioso y sorprendente. Se encuentra en la calle del Sol, frente al antiguo lavadero. Abre todos los días de 10:00 a 20:00. La entrada cuesta 4 euros para adultos y 3 para niños, aunque hay un bono para visitar conjuntamente el de microminiaturas por 6 euros para adultos y 4 los niños.

- Museo medieval de la tortura y pena capital: Está en la calle Honda, perpendicular a la calle del Sol. Su nombre deja pocas dudas de lo que vamos a encontrar. Más de 70 piezas que dejan a las claras que si la humanidad hubiera empleado su inventiva para alcanzar el bien y no para fastidiar al prójimo, mejor nos iría a todos. Abre todos los días de 10:30 a 21:00. La entrada vale 4 euros para adultos y 2 para niños.




- Museo belén ecológico y casitas de muñecas: Se encuentra en la calle de la Virgen. Dispuesto en varios pisos, la estrella es un belén enorme con un tren a escala que lo recorre periódicamente. Completan la colección varias casitas de muñecas, representando cada una una escena cotidiana con bastante detalle. También se muestran juguetes antiguos como complemento a la visita. Abre de 10:00 a 18:00 en invierno, y hasta las 21:00 en verano. La entrada vale 5 euros para adultos y 3 para niños, algo cara en nuestra opinión. 

- Museo mundo del gato: El museo más reciente. Una amplia colección de figuritas acerca de este felino que tan cuqui es en instagram. Se encuentra en la calle de la Virgen. Abre de martes a domingo, de 10:00 a 18:00 en invierno, y hasta las 19:00 en verano. La entrada cuesta 3 euros para adultos y 2 para niños.

- Museo de arte contemporáneo Ribera Girona: Uno de los primeros museos de arte contemporáneo que abrió en la provincia de Alicante. El artista Ribera Girona reúne tanto obra propia como de otros artistas. La colección se muestra tanto en el interior como en el denominado como Jardín Mágico. Abre de 10:00 a 18:00 en invierno, y hasta las 20:00 en verano. Por la falta de información actualizada que hemos encontrado sobre precios probablemente haya cerrado.

- Museo etnológico: Es una casa típica del s. XVIII en la que se muestran los objetos con los que se realizaban las tareas cotidianas en la época, tanto las domésticas como las laborales, ya fuera en el campo o en oficios artesanales como la carpintería. Es bastante interesante, sobre todo para los niños que no pueden imaginar su vida artilugios contemporáneos (muchos mayores tampoco, para que vamos a engañarnos). Se encuentra en la calle de la Iglesia, frente a la parroquia, en el barrio del castillo. Abre todos los días de 10:00 a 19:00. La entrada es gratuita, pero no está de más hacer una aportación económica que ayude al mantenimiento de esta casa-museo.



- Museo de microminiaturas: Museo hermano del microgigante. Mismo autor, bono conjunto. Se encuentra junto al museo etnológico. Abre todos los días de 10:00 a 20:00 h.

- Museo vehículos históricos: El único museo que no se encuentra en el casco urbano, si no en la carretera que comunica con Callosa d’En Sarrià. Está muy bien señalizado, por lo que no es difícil de encontrar. La colección alberga fundamentalmente motocicletas hasta los años 70, y algunos coches de pequeño tamaño (utilitarios), un biscúter..., hasta casi las 150 piezas. Un guiño a la nostalgia de aquellos viajes con radiocasete y ventanas a medio bajar para mitigar el calor. Quizás necesitaría algo más de espacio, ya que están un poco apiñados. Complementan con una serie de objetos cotidianos antiguos como radios, cafeteras, máquinas de coser, etc. Hay un restaurante y una tienda de recuerdos anexos. Abre de domingo a viernes, de 10:30 a 18:00 y hasta las 19:30 en verano. La entrada vale 3 euros, 2 para niños de 6 a 12 años, y gratis para los menores de 6.

- Museo municipal Casa Orduña - Castillo de San José: Sin lugar a dudas el museo más importante de la localidad, y el más completo. Está situado justo enfrente del túnel por el que se accede al barrio del Castillo. Muestra la casa de la familia Orduña, que se asentaron en Guadalest en el s.XVI como alcaides del castillo al servicio de los marqueses de Guadalest. La familia prosperó hasta llegar a pertenecer a la nobleza. Esta casa muestra el mobiliario, obras de arte y otras piezas que pertenecieron a esta familia, tanto para la vida cotidiana como para el trabajo. Se sabe que la casa fue construida tras el terremoto que asoló Guadalest en 1644. Precisamente este terremoto fue uno de los motivos del arruinamiento del castillo de San José, que se puede visitar conjuntamente. Los daños producidos por el incendio provocado en la Guerra de Sucesión en 1708 (que también afectó a la Casa Orduña) y un posterior terremoto en 1748, acabaron por abandonar esta edificación que fue levantada originalmente por los musulmanes en el s. XI, y que ahora ocupa el cementerio municipal. Ojo, algunas estancias y el castillo solo tienen acceso por escaleras, por lo que las personas con movilidad reducida tienen casi imposible poder visitarlo. Abre todos los días de 10:00 a 18:00 en invierno, y hasta las 20:00 en verano. El precio de la entrada es de 4 euros para adultos y 3 para niños.

Para llegar a El Castell de Guadalest la mejor manera es coger la CV-70 que comunica Benidorm con Alcoi, es decir, la costa con el interior de la provincia. Recomendamos ir desde la costa, ya que la carretera se complica en cuanto a curvas conforme vamos adentrándonos en las sierras. Otra carretera es la CV-755, desde Altea o Callosa d’En Sarrià. También hay servicio de autobuses blicos desde Benidorm.




Dos millones de turistas al año no pueden estar equivocados, Guadalest es un pueblo que no os podéis perder. A pesar de la avalancha turística todavía conserva algo de su esencia original, de su encanto, y eso, a estas alturas, es mucho.

jueves, 21 de junio de 2018

MORELLA: RECOMENDACIONES PARA TODA LA FAMILIA

Estamos en el año 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia esta ocupada por los romanos ¿Toda? ¡No! ... Uy, perdón. Es que la silueta de Morella a lo lejos, sobre el cerro que ocupa, nos recuerda indefectiblemente a la aldea gala donde vive el bravo Astérix. Y algo de eso hay en Morella.


Morella está situada en el interior de la provincia de Castellón, al norte, encajado en la sierra del Maestrazgo, cerca de la provincia de Teruel. Aunque el término municipal es bastante extenso, el casco urbano es bastante pequeño, principalmente por estar constreñido por la muralla medieval, que mide 1,5 km. y cuenta con 16 torres, aunque hay barrios que ocupan el exterior de las murallas. El estado de conservación del centro histórico y de sus edificios medievales le ha servido para estar en la red de Pueblos más Bonitos de España.

Si vamos en coche llegaremos por la N-232 y aparcaremos en el aparcamiento habilitado. Está muy bien indicado y es la mejor opción, ya que no se puede acceder al interior de Morella con el coche particular sin autorización, y es bastante económico, solo 2,50 € el día entero.


Para entrar a Morella buscaremos una de las puertas de las murallas. Avistaremos a un lado el acueducto de Santa Lucía, una obra construida entre los siglos XIII y XIV, con sus característicos arcos apuntados. Tanto si entramos por el portal de la Nevera como por el portal de San Miguel, unas torres de base octogonal del siglo XV que nos recordaran mucho a las puertas de Serranos de Valencia, lo primero que vamos a encontrar es el Museo Temps de Dinosaures (tiempo de dinosaurios). Y es que Morella es un centro paleontológico de primer orden, dentro de un área que incluye las provincias de Teruel, Cuenca y el interior de Valencia, ya que en el Cretácico se situaba enla costa del mar de Thetys, el antecedente del Mediterráneo. La estrella es el Morelladon beltrani, un dinosaurio que vivía en estas tierras hace 130 millones de años, y podemos hacernos una idea de su envergadura por la réplica a tamaño real que se expone en el interior de casi seis metros de alto. Está abierto de martes a domingo, de 11:00 a 14:00 y de 16:00 a 18:00 (una hora más tarde en verano). La entrada vale 2 €, aunque mayores de 65 años, niños entre 6 y 16 años, estudiantes menores de 25 años, poseedores del carnet joven y discapacitados pagan 1,50 €, mientras que los menores de 6 años acompañados por un adulto tienen la entrada gratuita. No hacen descuentos a familias numerosas.

Frente al museo paleontológico nos encontramos con la oficina de turismo, y muy cerca está el centro de salud, que se encuentra, curiosamente, en una iglesia desacralizada (y muy bien aprovechada, por cierto). Tomaremos la calle Juan Giner en dirección al Ayuntamiento. Éste se encuentra en un edificio medieval que recibió un galardón a su restauración. El patio de entrada se encuentra generalmente abierto, aún fuera de horario de oficina. Si tenéis la oportunidad de visitarlo no os lo perdáis, es muy bonito.


La visita debería continuar por la calle Blasco de Alagón. Con total seguridad esta es la calle más fotografiada de Morella. Perviven los soportales de origen medieval sostenidos por pilares de piedra, donde antiguamente se disponía el mercado. Ahora bajo estos soportales encontraremos muchos comercios y también bares donde disfrutar de un refrigerio.

Otro edificio muy interesante de Morella es la basílica arciprestal de Santa María, mal llamada catedral. Edificada entre los siglos XIII y XVI, en pleno gótico, su rotunda fachada tiene la particularidad de contar con dos puertas, la de los Apóstoles y la de Santa María. La primera nos recuerda tanto en estructura como en decoración a la puerta del mismo nombre de la Catedral de Valencia. En el interior destaca su altar mayor y el órgano, uno de los más grandes que se pueden encontrar en España.


Pero si hay un edificio que sobresale en Morella es su castillo. No lo decimos solo porque está en la parte más alta del pueblo y desde la lejanía configura la característica silueta de la ciudad, toda la historia de Morella podemos explicarla en su castillo, un edificio que ha tenido mucha importancia en las diversas guerras que se han librado en nuestro país, y es que Morella, por su estratégica posición, era un enclave esencial. De El Cid al general Cabrera, de Jaime I al Papa Luna, de la Guerra de la Independencia a la Guerra Civil. Para visitarlo se accede a través del antiguo convento de San Francisco. Atravesando el claustro ascenderemos hasta llegar a las primeras construcciones del Castillo, el Palacio del Gobernador que se construyó aprovechando el interior de una cueva, donde también se encontraron restos de los pobladores neolíticos. Exhibe una exposición que repasa la historia del Castillo. Seguiremos ascendiendo hasta llegar a la arte más alta, donde se encuentran otras estancias que se construyeron adaptándose a la orografía. Podremos recorrer las torres y el enorme patio de armas, el lugar con mejores vistas de Morella. Se puede visitar todos los días desde la 11:00 y hasta las 17:00 en invierno y las 19:00 en horario de verano. El ticket vale 3,50 €, reducida a 2,50 € para mayores de 65 años, niños entre 6 y 16 años, estudiantes menores de 25 años, poseedores del carnet joven y discapacitados. Entrada gratuita para los menores de 6 años acompañados por un adulto. No hay descuentos para familias numerosas.

Este año Morella celebra una de sus fiestas más especiales, el Sexenni, que se celebran cada seis años desde 1678 en honor a la Virgen de Vallivana (patrona de Morella, cuyo santuario se encuentra a 22 km. del casco urbano) tras librarles de un brote de peste. Es una de las fiestas más antiguas de las que se celebran en España y entre el 17 y el 27 de agosto las verbenas, procesiones, danzas, pasacalles, o los festejos taurinos llenarán la ciudad de diversión. Una tradición asociada a estas fiestas del Sexenni es l'Anunci (el Anuncio), que tiene lugar el último domingo de agosto del año anterior al Sexenni. Durante la celebración las carrozas adornadas con papeles rizados hacen aparición en Morella inundándola, casi literalmente, en toneladas de confeti. Es una celebración muy vistosa que os recomendamos encarecidamente.


Otro de los grandes atractivos de Morella es su gastronomía. La base son productos cárnicos, en especial los derivados de bovinos y ovejas. Al ser una zona montañosa donde suele nevar en invierno (y no poco) los platos típicos son bastante contundentes para poder soportar los rigores del frío. No dejemos de lado las trufas, que tienen una importante producción en toda la comarca, los quesos o la miel. Aunque si hay un producto típico que distingue a Morella son los flaons una especie de empanadillas dulces rellenas de requesón que son tan deliciosas como contundentes.

Nuestra recomendación para alojarse en Morella se decanta claramente por una de las numerosas casas rurales que podemos encontrar. Generalmente podremos ver el casco urbano desde la casa, lo que es siempre un atractivo más. Otra opción para las familias es el albergue que hay en la antigua Fábrica Giner, un conjunto que ha recuperado una antigua factoría textil. En esta zona también hay un circuito multiaventura, un aliciente más para niños a partir de los seis años.


Morella es un destino ideal para toda la familia, en cualquier época del año, ya sea solo o complementándolo con otros como Peñíscola y Sant Mateu, de los que ya os hemos hablado en otros artículos de este blog, pudiendo realizar una magnífica ruta de varios días cargada de paisajes asombrosos, naturaleza e historia.

jueves, 14 de junio de 2018

OTRO AÑO EN LA FIESTA DE LA CEREZA DE VALL DE GALLINERA

El pasado fin de semana acudimos a la 18 edición de la Fiesta de la cereza que se celebra anualmente en Vall de Gallinera, un pueblecito del interior de la provincia de Alicante. Esta fruta es la estrella de un municipio cuya economía se basa en la agricultura. No en vano está protegida por la Denominación de Origen Protegida Cerezas de la Montaña de Alicante, lo que asegura la calidad del producto, que se consume en toda España y se exporta a varios países europeos que reconocen sus cualidades.


La Vall de Gallinera es un municipio que agrupa ocho pueblos: Benirrama, Benialí, Benisivá, Benitaia, La Carroja, Alpatró, Llombay y Benisili. En total residen unas 600 personas entre todos los núcleos de población, aunque se reparten de manera desigual, ya que Alpatró, el más poblado, tiene en torno a 200 habitantes y Benialí unos 150 vecinos. Este hecho marca que la celebración de esta Fiesta de la Cereza sea rotatoria para que cada año la acoja un pueblo. Podéis imaginar que durante ese fin de semana los visitantes se cuentan por millares.

Nosotros acudíamos por cuarta vez. ¿Por qué? Bueno, en primer lugar porque las cerezas don extraordinarias y no siempre se tiene la oportunidad de consumir fruta que hace unas horas todavía colgaba del árbol. También tiene lugar un mercado con paradas de todo tipo, ya que además de poder adquirir cerezas se pueden comprar otras frutas de temporada (higos, albaricoques,...), aceite de oliva virgen extra (en el interior de Alicante se prodece un aceite excelente), embutidos y quesos artesanales, miel de cosecha propia, cerveza artesana, cocas de muuuchos tipos (para los que no lo sepáis, son una especie de pizza con diversos ingredientes, puede ser salada o dulce, como un bizcocho), productos naturales, libros...





También hay diversas actividades para todos los públicos. A mis hijos les gusta bastante ver el concurso de lanzamiento de hueso de cereza, que se lanza escupiéndolo. Charlas sobre temas locales, excursiones por varios lugares de interés del municipio, música en vivo, cuentacuentos o animación infantil son algunas de las actividades que aparecen en la completa programación. Este año para acabar han contado con la Muixeranga de Pego que han realizado sus tradicionales (y emocionantes) figuras y castillos humanos.





Nuestro consejo es acudir el sábado, ya que el domingo la actividad acaba antes y suele haber más gente, lo que agobia un poco en las calles estrechas. Además cada año acude más gente atraída no solo por la Fiesta, que es una excusa, si no por el pueblo en sí. Imaginad: se encuentra en el interior de un valle de unos 16 kilómetros de longitud que se abre del noroeste al sudeste, hacia el mar. En ambos extremos se encuentran las ruinas de sendos castillos de origen musulmán que guardaban el valle. Dos sierras escoltan el valle. En la que se encuentra al sur, la sierra de la Foradà (forma popular de pronunciar "foradada", es decir, agujereada en valenciano), podemos llegar al mirador del Xap, desde el que podemos ver una soberbia panorámica de todo el valle. Os recomendamos ir por la carretera CV-712 ya que, aunque hay que dar un cierto rodeo, es más segura que subir desde Benitaia. Por la carretera CV-700, que atraviesa todo el valle, también encontraremos varios miradores, pero ninguno tan espectacular como el Xap.




La Foradà tiene un hueco en la roca (de aquí el nombre) que los días 10 y 11 de marzo y 4 y 5 de octubre es protagonista de un fenómeno conocido como "alineación solar" que se produce cuando el sol al ponerse atraviesa este agujero. El mejor punto para verlo es el antiguo convento de San Francisco en Benitaia. Precisamente la festividad del santo es el 4 de octubre. 

Pero volvamos a las cerezas. Nos gusta que nuestros hijos conozcan de donde vienen algunos productos que comemos. Que las cerezas, por ejemplo, no salen espontáneamente en unas cajas en el supermercado. Conocen un cerezo, ven a las abejas libando de alguna flor tardía o de una cereza un poco pocha, distinguen los diferentes árboles como los almendros, los olivos, etc. Y ven como es un pueblo, más allá de lo que cuenta el libro de Conocimiento del medio, que somos muy urbanitas. En definitiva, aprenden mientras se divierten. 




Os avisamos con tiempo, no faltéis el año que viene. Es un evento muy chulo, con actividades para toda la familia, donde podéis pasarlo muy bien, y comer muy bien. Y si tenéis ganas de visitar Vall de Gallinera, cualquier momento es bueno, descubriréis que hay muchas cosas que hacer.

jueves, 7 de junio de 2018

8 RECOMENDACIONES PARA DISFRUTAR DEL CABO DE GATA

¿Es posible que la zona de España que registra el menor número de precipitaciones anuales sea un paraíso? Sí, y además un sí rotundo. El Parque Natural del Cabo de Gata, en Almería, es un paraíso y no solo por sus magníficas playas.


Situado en el sudeste de la costa almeriense, el Parque Natural de Cabo de Gata es una zona de altísimo valor ecológico. Su inscripción como Parque Natural a finales de 1987 se debe a su riqueza geológica, ecológica, histórica, antropológica y paisajística. La vegetación semidesértica (fundamentalmente matorral) se funde con paisajes volcánicos que dan paso a playas inmensas. No en vano abarca 63 de km de litoral. 


Estas características tan singulares hace que el Cabo de Gata sea un destino muy reputado. Es un lugar muy tranquilo, ideal para familias, con múltiples posibilidades de ocio. Es muy apreciado por los amantes del campismo y el autocaravanismo, llegando a concentrarse numerosas AC en varios enclaves del parque (generalmente cerca de la costa). Como curiosidad, en la Cala San Pedro, una de las más inaccesibles, vive una de las últimas colonias hippies que aún perviven en nuestro país.


Os recomendamos que no os perdáis:

La Isleta del Moro: Una playa de fácil acceso, tiene una zona de aparcamiento muy cerca. La arena es de origen volcánico. Las vistas están muy chulas, con acantilados de origen volcánico. Es muy tranquila para ir con los niños. Su elemento más distintivo es una gran roca en mitad de la playa que recibe el nombre de peñón blanco.


Playazo de Rodalquilar: Una de las mejores playas del Cabo de Gata. Una inmensa playa de arena fina y blanca. En el agua la profundidad va aumentada poco a poco, por lo que es bastante segura. Cuando estuvimos había una plaga de medusas, y ante la duda de si eran muy venenosas o no, preferimos no arriesgar y se fastidió el baño. Para llegar os recomendamos ir con vuestro vehículo, ya que hay bastante distancia desde cualquier punto de civilización. En verano hay controladores para que no se masifique (cobrando por aparcar), algo que permite disfrutar todavía más del día. En el extremo norte se encuentra el Castillo de San Ramón, un fuerte defensivo construido sobre una duna fósil. La carretera de acceso es muy chula y recuerda a algunas películas (cerca de Rodalquilar se rodaron escenas de Indiana Jones y la Última Cruzada). También podemos desviarnos un poco hasta visitar las minas de unas antiguas minas. También cerca de Rodalquilar se encuentra el Cortijo del Fraile, un antiguo monasterio dominico que pasó a manos privadas tras la desamortización de 1836, donde un asesinato cometido en 1928 inspiró a Federico García Lorca para escribir Bodas de Sangre.



Playa de los Escullos: Una playa bastante grande, de arena fina y dorada. Muy cerca de varios campings, por lo que hay muy buen ambiente. En el extremo derecho se encuentra el Castillo de San Felipe con su peculiar balcón redondo. Geológicamente se pueden divisar formaciones rocosas bastante curiosas y una duna fósil. 


Playa de Mónsul: Una de las más famosas de todo el Parque Natural de Cabo de Gata. Se accede por una carretera de tierra sin asfaltar que parece que no va a terminar nunca. Allí hay un aparcamiento que no es muy grande. La alternativa es llegar con el autobús que varias veces al día acude a la Mónsul desde San José. La arena oscura delata el origen volcánico de esta zona. A la izquierda una inmensa duna de arena nos recibe. Por un camino entre piteras llegamos a una cala acotada por acantilados y una inmensa roca de forma curva que es uno de los mayores atractivos, ya que apareció en Indiana Jones y la Última Cruzada, cuando Indy y el Sr. Jones (su padre, interpretado por Sean Connery) huyen de los nazis y el Sr. Jones espanta unas gaviotas con su paraguas consiguiendo que se estrellen los aviones que les persiguen. Nuestra playa favorita, 150% recomendada.

Mirador de La Amatista: De camino hacia Rodalquilar por la carretera AL-4200 que atraviesa el Parque Natural del Cabo de Gata encontramos este mirador desde el que se ven unas impresionantes vistas. No os lo podéis perder. Aquí también se encuentra un Centro de Interpretación donde podréis conseguir bastante información sobre actividades.



Faro de Cabo de Gata y arrecife de las Sirenas: Una de las vistas más conocidas del Cabo de Gata es su faro. Junto a él se encuentra el conocido como arrecife de las Sirenas. Su nombre no procede de las singulares rocas que asoman del agua (antiguas chimeneas volcánicas), si no porque hace tiempo habitaban focas monje y los marineros “las confundían” desde los barcos con los seres mitológicos. La carretera de acceso circula paralela a una inmensa y preciosa playa y a un pueblecito con una antigua explotación salinera, que parece parado en el tiempo. No es raro ver flamencos y otras aves acuáticas en las aguas de las salinas. Si vais desde San José podréis ver antes de llegar a las salinas parte de una pista de pruebas de la multinacional francesa Michelin. El faro de Cabo de Gata es una visita muy recomendada, ya que todo el conjunto es muy evocador y realmente nos gustó mucho.

San José: La población más turística de la zona, es una pedanía de Níjar. Cuenta con gran cantidad de servicios, hoteles, apartamentos, puerto deportivo, etc. Si buscáis la tranquilidad que proporciona el Cabo de Gata no es vuestro lugar, aunque siempre puede ser el “campo base” y moveros, a partir de aquí, buscando las distintas playas. 

Níjar: El núcleo principal de población. Su casco histórico está formado por casitas bajas pintadas de blanco. Es interesante visitar la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, del siglo XVI, la plaza del Mercado y el barrio de la Atalaya, de origen árabe.



¿Os habéis quedado con ganas de más? ¡¡¡De verdad que sois insaciables!!! jeje. El Cabo de Gata es un excelente destino en cualquier época del año, aunque quizás en verano aumenta su interés por poder exprimir las playas y practicar deportes náuticos como la vela o el submarinismo. Una vez lo conozcáis os pasará como a nosotros, querréis volver y seguir descubriendo este paraíso.