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jueves, 6 de septiembre de 2018

DESCUBRIMOS EL SABOR MEDIEVAL DE GIRONA

A medio camino entre la costa y los Pirineos, muy cerca de la frontera con Francia se encuentra Girona. Gracias a su estratégica posición y, entre otras razones, estar atravesada por cuatro ríos (Ter, Güell, Galligants y Onyar), hunde sus raíces en el Imperio Romano, viviendo un gran esplendor en la época medieval, lo que configurará un centro histórico único y singular.

Si llegáis en coche a Girona os recomendamos buscar aparcamiento de uno de los parkings que se encuentran en la zona del puente de Pedret, cerca del Parque de la Devesa. No es fácil estacionar, os avisamos, pero estaréis muy cerca de la ciudad histórica, y podréis iniciar desde aquí la visita.
Lo primero que os aconsejamos es pasear junto al río Onyar. Reconoceremos fácilmente el tramo que discurre junto al centro histórico porque en su ribera izquierda las fachadas de colores de sus casas se asientan prácticamente encima del cauce. Esta es una de las estampas más bonitas de Girona y una de las más reconocibles de la ciudad. El paseo es muy agradable ya que al rumor del agua se le suma la sombra que proporcionan los árboles de la orilla. Atravesando uno de sus puentes (en este tramo son todos peatonales) llegaremos al centro. Nosotros lo hicimos por el de Gómez, pero también tenéis el de Piedra (o de Isabel II), el de Sant Feliu (San Félix), o el de Hierro, o de las Pescaderías, construido por la compañía Eiffel.

La Catedral de Girona es el epicentro de la ciudad y en torno a ella ordenaremos nuestra visita. Se encuentra dentro del antiguo recinto amurallado romano, que describía un triangulo. Al alzarse sobre un podio se yergue majestuosa, acentuando esta visión una larga escalinata compuesta por 90 escalones que se construyó entre 1686 y 1699. La Catedral, por su parte, se construyó entre los siglos XI y XVIII, y es una mezcla de estilos románico, gótico y barroco. La fachada, por ejemplo, es de estilo barroco igual que la escalinata, la nave interior gótica (la más ancha que existe), y el claustro, junto a las torres anexas, de estilo románico.

Junto a la escalinata de la Catedral numerosas personas susurraban mientras sonreían "Vergüenza, vergüenza" o "Shame, shame". No estaban locos, es que emulaban una de las escenas más conocidas de Juegos de Tronos que, efectivamente, tuvo como escenario la capital gironina. Como ha sucedido con otros muchos destinos, el fenómeno mundial que supone la serie de HBO atrae un gran número de fans de la serie a los lugares de rodaje, como también han sido en nuestro país Peñíscola o Sevilla. Pero Juego de Tronos no ha sido el único rodaje que ha acogido Girona. El Perfume, Tengo ganas de ti o Soldados de Salamina, por citar algunos ejemplos, también se rodaron en Girona. Como curiosidad, en la web de la Film Office de Girona se puede descargar un plano con los puntos exactos de las localizaciones cinematográficas. Pero la relación de Girona con el cine no acaba ahí, ya que tiene un Museo del Cine con aparatos antiguos y una amplia colección de carteles, entre otros materiales.

Si rodeamos la Catedral por la parte derecha de la escalinata llegaremos hasta el antiguo palacio episcopal que hoy en día alberga el Museo de Arte de Girona. Junto a la entrada hay un arco que nos conduce a un pasadizo por el que llegaremos al ábside de la Catedral. Esta parte de la ciudad conserva el aspecto medieval, un trabajo que le ha valido a la ciudad el reconocimiento del Consejo de Europa. Si tomamos la cuesta arriba llegaremos a unos jardines. Junto a estos jardines podremos ver un tramo de la muralla medieval que todavía se conserva. Si no fuera por algunos elementos contemporáneos (farolas, bancos, papeleras...) tendríamos la sensación de haber viajado a plena Edad Media.
A partir de este momento tendremos dos alternativas para continuar la visita. Por un lado seguir rodeando la Catedral para dirigirnos a la Basílica de San Félix, y de ahí al Monasterio de San Pedro de Galligants; o dirigirnos hacia el sur al Barrio Judío.

Si optamos por la primera opción descubriremos la que fue la primera catedral de Girona. Destaca su espigado campanario y su fachada barroca con escalinata, que nos recuerda a la Catedral. Muy cerca encontramos uno de los símbolos de la ciudad: la lleona (la leona). Es una escultura en piedra datada en el s. XII que representa a este animal trepando una columna. La leyenda dice que hay que besar el culo de la leona para volver a Girona. Aunque hay unas escaleras tened cuidado, porque se han producido varios accidentes, uno de ellos con un desenlace fatal. Continuando nuestra ruta llegaremos hasta el Monasterio de San Pedro de Galligants, un edificio de época románica que actualmente alberga el Museo Arqueológico de Girona.
Por su parte el Barrio Judío es una de las juderías medievales mejor conservadas del mundo. Es curioso pasear por sus intrincadas callejuelas, ya que mantiene la peculiar estructura urbanística más orgánica que racional. En la antigua sinagoga se instaló el Museo de Historia de los Judíos, como muestra de que este credo tuvo mucha importancia para la ciudad de Girona hasta su expulsión en el año 1492. Realmente os recomendamos que callejeéis por esta parte de la ciudad, ya que es muy peculiar.

Girona también es un lugar destacado dentro de la gastronomía mundial. El relevo de El Bulli, que se encontraba en la cercana Roses, como mejor restaurante del mundo (2002, 2006, 2007, 2008 y 2009) fue tomado por El Celler de Can Roca (en 2013 y 2015). Supongo que conocéis la propuesta de los hermanos Roca. Si no es así os aconsejo que corráis a ver algún reportaje (si puede ser espera a acabar de leer este post) sobre la cocina de El Celler, o la participación de los Roca en programas tipo Master Chef para que se os haga la boca agua. Hay una alternativa a El Celler, ya que el menú degustación clásico cuesta la nada despreciable cantidad de 180 euros, el Restaurante Can Roca, abierto por los padres de los Roca, muy cerca de El Celler y donde su equipo come antes del servicio. Sirven menú del día a 11 euros y la especialidad de la casa son los canelones. Otra alternativa es tomarse un helado en Rocambolesc, las heladerías de Jordi Roca. Aquí podremos probar sorprendentes creaciones heladas. Aunque no hace falta ir hasta Girona a probarlas porque ha abierto sucursales en Barcelona, Madrid y Alicante.

Habitualmente dedicamos el último párrafo a recapitular lo que os hemos contado en el artículo, pero esta vez queremos hacer un pequeño alegato en vista de lo que está ocurriendo en Cataluña. Cuando visitamos Girona (hace unos dos años) había bastantes símbolos independentistas en balcones, calles, carreteras… No hay que olvidar que Carles Puigdemont fue alcalde de Girona y la provincia es la que más poya la independencia, según las encuestas. Todavía no se había producido la declaración de independencia. Hoy nos venden dos versiones contrapuestas sobre la situación allí. Puede que todos tengan razón, al menos en parte, o que ninguno la tenga. Pero están olvidando a mucha gente que vive el día a día, ajena a independencias y que necesita servicios públicos de calidad. La solución requiere diálogo, mucho diálogo, muchísimo diálogo. Todo el diálogo del mundo. La confrontación que muchos buscan solo beneficia a los que están directamente implicados, nunca al resto que mira atónito. Probablemente ambas partes necesiten tomar perspectiva. Y para esto, viajar ayuda.