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sábado, 8 de julio de 2023

ALREDEDOR DEL EMBALSE DE CONTRERAS: UNA EXCURSIÓN MUY COMPLETA

No dejará de sorprendernos que podamos descubrir lugares fascinantes tan cerca de casa. En esta ocasión os vamos a hablar de un paraje que descubrimos casi por casualidad y que nos dejó realmente asombrados. Vamos a recorrer juntos los alrededores del embalse de Contreras.

Alrededor del embalse de Contreras: una excursión muy completa


Este embalse se encuentra a caballo entre las provincias de Cuenca y Valencia, o lo que es lo mismo, entre Castilla-La Mancha y la Comunidad Valenciana. La mayoría de la lámina de agua se encuentra en territorio castellano, y la presa, muy salomónicamente, está justo en el límite de ambas comunidades. Se alimenta de las aguas del río Cabriel, del que ya os hablamos no hace mucho, y del Guadazaón, un afluente del Cabriel.



Probablemente habréis cruzado el embalse de Contreras si habéis viajado de Valencia a Madrid (o al revés) tanto en coche como en tren de alta velocidad, ya que unos viaductos lo cruzan a decenas de metros de altura, ofreciendo unas vistas espectaculares. Pero esta vez vamos a verlo desde mucho más cerca.

LAS TRINCHERAS, HERIDAS DE GUERRA

Alrededor del embalse de Contreras: una excursión muy completa


La realidad de todo esto es que fuimos un poco a la aventura. Habíamos visto que por la zona habían unas antiguas trincheras que se habían utilizado en la Guerra de la Independencia contra el ejército napoleónico y, más de un siglo después, reutilizadas en la Guerra Civil. La zona es idónea para emboscadas y pillar desprevenido al enemigo. Era una zona de paso, el antiguo Camino Real entre Madrid y Valencia. Haced la prueba, llevaos unos prismáticos (o un teleobjetivo) y observad lo fácil que es ver al enemigo a mucha distancia y preparar un ataque con mucho tiempo de antelación.

Las trincheras se han puesto en valor y habilitado para su visita. Los paneles explicativos nos ayudarán a entender el contexto, tanto histórico como físico. Las siluetas de soldados (o guerrilleros) hechas en acero nos situarán en plena batalla. Es interesante conocer esta historia ya que, por desgracia, en España se han vivido demasiadas guerras en los últimos siglos.



Para llegar, debéis de coger la autovía A-3 hasta llegar a Villargordo del Cabriel, coger la CV-4660 hacia las afueras y enseguida encontraréis las indicaciones que os llevaran hasta la zona de las trincheras. Allí mismo hay un aparcamiento de tierra. Es suficientemente grande para el público que acude. Pero no lleguéis muy tarde.

Una vez vimos las trincheras, que en verdad no lleva mucho tiempo, teníamos dos opciones: volver a casa o recorrer el sendero que seguía una vez pasadas las trincheras. Elegimos la puerta número 2. 

LOS CUCHILLOS, UN ESPECTÁCULO NATURAL

Alrededor del embalse de Contreras: una excursión muy completa


Continuamos por el camino que nos había llevado a las trincheras. Es de tierra y grava aplanada y tiene como final de trayecto un mirador (bueno, en realidad dos) que nos permitirá observar el paraje conocido como los Cuchillos del Cabriel. Son unas formaciones rocosas que, debido a la erosión, tienen unas formas puntiagudas, y de ahí su nombre popular. Forman parte del Parque Natural de las Hoces del Cabriel

El camino apenas tiene dificultad. El buen estado de su firme hace que se pueda recorrer con carros de bebé, y probablemente con silla de ruedas (no os fieis, no somos expertos). Son varios kilómetros de camino hasta llegar al primer mirador, el de Peñas Blancas, así que os recomendamos que os llevéis agua, gorra y crema solar, aunque el sol no “pique”, porque podéis acabar como un tomate maduro.



Llegamos al mirador de Peñas Blancas y la vista es… ¡oh! A nuestros pies el valle que el Cabriel ha ido excavando lentamente a lo largo de los siglos. Toda nuestra vista alcanza a ver un inmenso bosque mediterráneo de carrascas y pinos, fundamentalmente, como el que nos ha ido acompañando por el camino hasta ahora. Según los carteles explicativos se pueden avistar águilas y cabras montesas. Nosotros no vimos nada, excepto insectos, alguna lagartija que quería aprovechar el sol y "restos biológicos" de las cabras. 

El sendero continúa unos pocos metros, alrededor de 200, hacia otro mirador. El camino está un poco disimulado por la vegetación pero no es difícil seguirlo. En este otro mirador, más o menos, seguiremos con una vista muy parecida. Quizás un poco más cercana a la presa de Contreras y los viaductos que antes hemos comentado. Estamos convencidos de que la visita ha merecido la pena y no queda otra que volver al coche, que sigue aparcado en el parking junto a las trincheras.

EL ANTIGUO POBLADO, VIAJAR EN EL TIEMPO

Alrededor del embalse de Contreras: una excursión muy completa


Una vez llegamos al coche descansamos unos minutos y pensamos en que hacemos a continuación. Decidimos que hemos venido a jugar, esto..., de excursión, y seguimos la carretera hacia el antiguo poblado que se construyó para los trabajadores de la presa de Contreras.

Llamar carretera a la vía es un poco por decirle algo porque tiene más de camino arreglado que de carretera al uso. No podemos ir a mucha velocidad porque puede saltar la grava y dañarnos el coche, y estamos en medio de ninguna parte. Por lo menos disfrutamos de las vistas. Al cabo de unos kilómetros un cartel nos prohíbe el paso excepto a vehículos autorizados. Pero el cartel está tan viejo y en tan mal estado que, oye, igual ya no está ni vigente.



Unos minutos más tarde llegamos al antiguo poblado. Sobreviven algunas casas frente a las que habían coches aparcados. Entendimos que son segundas residencias porque el sitio merece la pena pero hay una evidente falta de servicios. Estos poblados eran una solución habitual en la época franquista (la construcción del embalse se alargó entre 1948 y 1974) para alojar a los numerosos obreros y sus familias,  generalmente desplazados de otras zonas del país, y que así estuvieran cerca del lugar de trabajo. Al acabar la obra se abandonaban los poblados. Algunos se han recuperado para actividades turísticas.

A lo mejor porque es distinto a todo lo que estamos acostumbrados a ver nos sorprendió la antigua cementera que surtía de hormigón a la construcción de la presa. También hay un par de puntos que sirven de mirador hacia las Hoces y los Cuchillos del Cabriel. También vemos, a lo lejos, los mismos miradores en los que hace apenas un rato estábamos.

COMER EN EL SIGLO XVII

Alrededor del embalse de Contreras: una excursión muy completa


Ya no nos quedaba otro remedio que seguir la visita por la carretera. Ahora nuestro objetivo estaba en ver la presa de Contreras desde la base. Uno frente a otro nos encontraremos dos elementos por los que habrá merecido la pena nuestra excursión. Una es la propia presa, que nos observa con sus 129 metros de altura de puritito hormigón. El otro es un puente construido a mitad del siglo XIX, obra del arquitecto Lucio del Valle, que también dirigió las obras del Canal de Isabel II y la ampliación de la madrileña puerta del Sol.

Ya era la hora de comer y casi de forma milagrosa ante nosotros apareció un pequeño bar restaurante, ya en territorio castellano-manchego. Averiguamos que fue una antigua venta del siglo XVII que se dedicó a alimentar y dar posada a los antiguos viajeros. ¿Vamos a comer en un lugar con historia? ¡Adelante!

El interior es pequeño, pero tiene una amplia terraza. Al ser la hora de comer tuvimos que esperar un poco para que una mesa quedara libre. Nos sentamos en la terraza y la vista era espectacular, con la presa de Contreras y el puente de Lucio justo enfrente de nosotros. La brisa era muy agradable y… ¡todo lo que pedimos estaba buenísimo! Anexo hay un resort turístico en otras construcciones de la venta.



Y más o menos así acabó nuestra excursión. Al volver a casa, en vez de tomar directamente la A-3 recorrimos un tramo de la antigua N-III para aprovechar y pasar justo por encima de la presa. Fue un bonito día, que fue surgiendo sin mucha preparación. Os animamos a hacer esta excursión, os sumergiréis en la historia, en paisajes fantásticos y seguro que lo disfrutáis tanto como lo hicimos nosotros.