viernes, 8 de marzo de 2019

VAPOR VIVO DE TORRELLANO, PEQUEÑA GRAN DIVERSIÓN

Algo tienen los trenes que nos gustan a casi todos. Debe ser que no llevan a la idea romántica de viajar a un ritmo distinto (aunque con el AVE algunos viajes son más cortos que en avión), o porque todavía somos como esas vacas que se quedan mirando asombradas ese engendro metálico que pita y va a toda velocidad.


Después de un año volvimos a las instalaciones de la Asociación Alicantina de Amigos del Ferrocarril, junto a la estación de Torrellano, una pedanía de Elche. Nuestro anterior intento acabó en fracaso, ya que justo ese día celebraban su asamblea anual y no estaban disponibles. Craso error no consultar sus perfiles en redes sociales. Pero esta vez sí, esta vez pudimos disfrutar de una mañana diferente, una gran mañana rodeados de miniaturas.


El recinto de la asociación tiene dos partes diferenciadas, por una el circuito de vapor vivo donde podemos hacer un viaje en unos trenes en miniatura, y por otra el museo, una pequeña colección museográfica que exhibe muchos objetos recogidos por estos amantes de los trenes.


El Museo del Ferrocarril abre todos los sábados del año por la tarde (excepto el de su asamblea, claro) y los domingos por la mañana desde octubre hasta mayo. Además, un día al mes sacan las locomotoras de vapor. Bien, nosotros acudimos el domingo de la locomotora a vapor. La parte positiva es que es una maravilla ver estas locomotoras, la pega es que estaba hasta los topes, con cerca de una hora de cola para poder montar en los trenes.



El resto de jornadas "solo" sacan las locomotoras térmicas y eléctricas, pero como son las únicas que tiran de vagones, os recomendamos, por consejo de los miembros de la Asociación, acudir un sábado por la tarde ya que la afluencia de público es menor y se puede disfrutar más de las miniaturas. De hecho nos dijeron que suelen dar dos vueltas al circuito y aquella mañana, ante tal cantidad de personas, decidieron acortarlo a una sola vuelta.



No les falta detalle: las máquinas son réplicas de locomotoras de varias épocas: una Talgo de los años 70, locomotoras eléctricas de los 90, la Coco (técnicamente, Renfe 270), una más actual con el logo de Adif... El recorrido es un óvalo con un recorrido alternativo que recuerda a las maquetas de trenes. Tienen cambio de agujas, un puente, un túnel, talleres, cocheras y jefes de estación. La taquilla también está hecha a escala y te toca estar un poco agachado para adquirir los billetes, una réplica muy bonita de boletos antiguos.


El recinto muestra un par de locomotoras antiguas, una de 1928 que participaba en los trabajos que se realizaban en el puerto de Alicante; un vagón de madera (yo diría que de tranvía o de tren de "vía estrecha"), señales, cambios de aguja, barreras, traviesas... El escenario perfecto antes de entrar al museo ferroviario.



Ya he comentado que la colección museográfica es pequeña, pero completa. Sorprende un carro equipado con una bomba que usaban los bomberos para apagar incendios. Recrean un jefe de estación, con un maniquí vestido con su uniforme, en su puesto, rodeado de teléfonos y maquinaria de señales que a los niños les parece del pleistoceno, pero que se usaban hasta hace dos días. También se recrea a un mozo de estación transportando maletas. En un hueco representan la construcción de unas vías, con distintas traviesas y las herramientas que se usaban cuando el trabajo era bastante más manual. Billetes antiguos, mapas de las líneas ferroviarias españolas antes de imaginar siquiera la Alta Velocidad. Linternas, luces, e ingenios que advertían de diferentes peligros, como unos pequeños explosivos que se situaban en la vía si había un accidente y con el estallido advertían al maquinista de que debía detener el tren. Ni llamadas, ni sms, ni WhatsApps que valgan...



Llegar es muy fácil. Si no vais desde Elche lo más recomendable es seguir la A-70, coger la salida del aeropuerto Alicante-Elche, seguir las indicaciones hacia el Recinto Ferial y desde ahí hacia Torrellano y por último seguir las indicaciones del Museo del Ferrocarril. Os recomendamos que visitéis a Vapor Vivo, son unos románticos empedernidos. Y para otros románticos, eso es todo un reclamo...

jueves, 28 de febrero de 2019

VISITAMOS EL MUSEO NACIONAL DE CERÁMICA EN VALENCIA

Uno de los edificios más fotografiados de Valencia es el Palacio de Marqués de Dos Aguas, y concretamente su fachada. Diseñada por Ignacio Vergara y realizada con alabastro, destaca la representación de dos atlantes que simbolizan los ríos Júcar y Turia, que delimitaban el marquesado (las dos aguas del título), y la Virgen del Rosario que corona el conjunto. Pero si el edificio por fuera es espectacular, el interior no lo es menos.


Y es que dentro del Palacio se ubica el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí. Estas navidades estuvimos de visita con nuestros hijos en este centro. Fuimos a ver el belén napolitano que se instala todos los años en este museo y cuya entrada es libre. Los belenes napolitanos son aquellos formados por figuras de unos 35 cm de alto con la cabeza de porcelana,los brazos y manos de madera y vestidos con ropajes realizados con telas que en algunos casos pueden ser de seda con bordados y fina decoración. Esperábamos ver un gran belén con cientos de figuras pero este tiene 29 y se encuentra un poco arrinconado en una sala. Es muy bonito, sí, pero en principio nos decepcionó, quizá porque íbamos mal informados. A pesar de nuestra primera impresión, este nacimiento vale la pena.


Al estar ya dentro del museo, decidimos visitarlo por completo. De hecho entrando al belén tienes que atravesar la primera sala, que contiene los carruajes que formaban parte de la colección de la familia del Marqués de Dos Aguas realizados con una exuberante decoración y que sin duda os van a sorprender.


Se puede decir que el museo tiene dos partes, una dedicada a la historia de la cerámica y la porcelana y otra dedicada a la historia del edificio, que tiene habitaciones antiguas con vigas de madera y suelos con baldosas tradicionales y otras habitaciones reformadas en el s. XVIII que nos recordarán a palacios franceses como el de Versalles (pero a escala, claro). El grueso de la exposición de cerámica histórica se basa en la donación de la colección particular de Manuel González Martí,  intelectual y artista valenciano, en cuyo honor lleva su nombre este museo. Su basta colección de cerámica de todas las épocas, hizo que en 1954 se inaugurara este museo.


No olvidemos que en Valencia la cerámica tiene un papel fundamental. En la cercana Manises había numerosas fábricas que se dedicaban a realizar toda clase de objetos en porcelana desde baldosas pasando por vajillas, figuras ornamentales o el famoso purificador de agua Sinaí, que decora numerosas casas. Una de las tradiciones más queridas en la ciudad de Valencia es el mercado de la escuraeta, un mercado ambulante que cada mes de mayo se monta a los pies de la Catedral, en la Plaza de la Reina, y donde se venden cacharros de cocina realizados en barro cocido y cerámica.


Volviendo al museo, en las salas dedicadas a la cerámica y la porcelana podremos ver desde utensilios antiguos como ánforas hasta cerámicas firmadas por el pintor Pablo Picasso y que fueron donadas en exclusiva a este museo. Son muy interesantes algunas piezas valencianas, como un tondo precioso que estaba en el convento de la Trinidad de Valencia o las piezas de azulejería. Recorriendo algunas salas encontraremos, además, algunos cuadros de gran formato realizados por maestros valencianos como Pinazo o José Benlliure.


Respecto a las salas que formaban parte de las habitaciones de la familia del Marqués de Dos Aguas conservan el mobiliario y la decoración en un estilo rococó un poquito recargado, pero que nada tiene que envidiar algunos palacios de las realezas europeas. Algunas salas, como ya he comentado anteriormente, pueden recordarnos a Versalles, como un salón de baile dónde se exponen varios instrumentos de la época y que está cubierta de espejos. Son curiosas y la verdad es que merece bastante la pena la visita al museo aunque solo sea por estas habitaciones. También sorprenderán los restos de la antigua casa que fue transformada en este palacio.


El edificio se encuentra en una de las zonas más privilegiadas de Valencia, junto a la calle Poeta Querol, también denominada Milla de Oro de Valencia, y dónde se encuentran muchas tiendas de firmas de lujo. Muy cerca también encontramos dos edificios que merece mucho la pena visitar como el antiguo Colegio del Patriarca y el edificio histórico de la Universidad de Valéncia en la calle de la Nave. También merece un buen paseo la calle de la Paz, que se encuentra a pocos metros del museo y que comunica la Plaza de Alfonso el Magnánimo (popularmente conocida como El Parterre) con la Plaza de la Reina y que al fondo tiene la imagen icónica del campanario de la Iglesia de Santa Catalina, uno de las torres más queridas por los valencianos, con permiso del Micalet, el campanario de la Catedral.


Info práctica: La entrada general al Museo cuesta 3€, y la reducida (para grupos, y viajeros de RENFE) 1,50€. La entrada es gratuita todos los sábados a partir de las 16:00, todos los domingos, el 18 de abril (Día Internacional de los Monumentos y Sitios), el 18 de mayo (Día Internacional de los Museos), el 12 de octubre (Fiesta Nacional de España), y el 6 de diciembre (Día de la Constitución Española). Además no pagan entrada los menores de 18 años, estudiantes entre 18 y 25 años y titulares del carnet joven, mayores de 65 años y pensionistas, personas con discapacidad y acompañante, personas en situación legal de desempleo, y miembros de familias numerosas. Vamos, que no hay excusa para no visitar este bonito museo.



La visita al Museo Nacional de Cerámica González Martí tanto por las obras expuestas, como por el edificio en el que se encuentra, como por la amabilidad del personal que respondieron todas las dudas que les planteamos, como por el entorno en el que se encuentra, vale mucho la pena. Si os encontráis en Valencia no dejes de visitarlo porque no os vais a arrepentir y, aunque parezca raro, los niños se lo pasan muy bien.

lunes, 18 de febrero de 2019

SOLIDARIDAD CON NOSTALGIA EN ORIHUELA: RETRO SANTO DOMINGO

El pasado sábado estuvimos por tercer año consecutivo en Retro Santo Domingo, un evento solidario que se celebra en el Colegio Diocesano Santo Domingo de Orihuela y tiene como fin recoger alimentos para repartirlos a través de Cáritas entre las familias necesitadas de la ciudad, y un año más contribuimos con esta buena causa.



¿Pero qué tiene de especial Retro Santo Domingo? Varias cosas, vayamos por partes. En primer lugar contribuir a una causa solidaria y saber que estás ayudando a familias que les hace mucha falta. Esto es algo que nos gusta enseñara nuestros hijos, porque por poco que tengas siempre puedes ayudar a alguien que lo está pasando peor que tú. En segundo lugar, y lo más importante, la cantidad de actividades que tiene este evento que se está superando año tras año. De hecho en 2018 batió el récord de España de recoger alimentos con más de 8100 kg., superando la marca de Barcelona que estaba en unos 6.500 kg. de alimentos. Y por último el edificio que alberga el evento, una auténtica maravilla.




A lo largo de todo el sábado Retro Santo Domingo ofrece actividades para todos los gustos, pero si has nacido en la década de los 80 y te has criado en los 90 este evento te tocará el corazoncito. El plato fuerte son los distintos photocall con personajes de series y películas, muchas de ellas de los años 80 y 90, como acabo de referir. Encontramos a los personajes de Star Wars gracias a la Legión 501 Spanish Garrison, el club oficial en España de Los Cazafantasmas y V (sí, los lagartos extraterrestres zampa ratones). También un photocall de Barrio Sésamo con Espinete y los personajes de Toy Story




Una de las atracciones más solicitadas durante todo el día fue la que estaba basada en el mundo de Harry Potter y que invitaba a hacer un viaje por Hogwarts. La verdad es que estaba muy bien y agotaron las entradas disponibles. Durante todo el día se veía pequeños fans del mago de las gafas redondas, con sus capas, sus varitas, sus cicatrices y sus bufandas.




También había una exposición con objetos de coleccionista de la saga de películas de Indiana Jones. Lo curioso era que en la entrada había una moto con sidecar y un par de personas ataviadas como el arqueólogo más famoso de la historia del cine y su señor padre. Otra exposición, esta vez en el patio del Colegio, mostraba varios coches de películas y series: Kitt, el coche fantástico (Pontiac Firebird Trans Am v8); la furgoneta de El Equipo A ( GMC Vandura de 1983); el Ford Explorer que recorría Jurassic Park, el Delorean DMC-1 con el que Doc y Marty McFly viajban en el tiempo; el Ford Gran Torino que conduce Starsky (acompañado por Hutch, claro) y el Dodge Charger de 1969 "General Lee" de los Dukes de Hazzard.




Otra de las actividades que más público congrega son los videojuegos. Precisamente como muestra de videojuegos y cultura retro nació este evento. Podemos dividir en tres partes diferenciadas los videojuegos a los que se podía jugar. Por una parte los videojuegos retro en consolas u ordenadores de hace años, de esos que se cargaban en cintas de casete y se jugaban en commodores o amstrads con teclados de teclas de goma. Por otra parte máquinas de arcades, como aquellas que en los recreativos nos íbamos dejando moneda tras moneda de 25 pesetas (o de 100 si el juego molaba mucho). Por últimos los juegos de nueva generacion en las videoconsolas más avanzadas: Fornite, Fifa 2019, Red Dead Redemption,...




Pero no solo se podía jugar a videojuegos viejunos, ya que en el mercadillo que se instala en los dos claustros del colegio se pueden adquirir consolas descatalogadas y videojuegos. Es curioso ver juegos a los que nos “viciábamos” hace más de 20 años (y 25 años también…). Pero no solo hay consolas y videojuegos: objetos relativos al fandom, desde camisetas a tazas, pasando por muñecos o pegatinas; cómics y libros antiguos, o puestos con accesorios para Nancy. Este año seguimos ampliando el armario de la nuestra.




Ante tanta actividad debe haber un rato para el descanso, y el colegio ofrece comidas solidarias para financiar proyectos. El menú se compone de ensalada, el típico arroz con costra de Orihuela, caldo con pelotas (una especie de albóndigas grandes) y brazo de gitano de postre. La verdad es que el arroz estaba buenísimo. Cerca, puesto que la comida se hizo en el patio del colegio (el año pasado fue en el comedor del centro), había unos cuantos hinchables en el que se divirtieron los más pequeños.


Además del sábado, este año hubo otras actividades previas el viernes, como cine forum solidario. Toda el sábado se realizaron charlas con distintos invitados, de los que dos eran los más destacados. Por una parte Miguel Ángel Valero, que puede que no te suene mucho, pero si digo que era El piraña de Verano Azul, la cosa cambia. El otro gran invitado fue Alberto Moreno, responsable del mítico videojuego made in Spain “PC Fútbol”.




Si todo esto no os parece suficiente, siempre queda apelar a que visitéis el Colegio Santo Domingo por el edificio en el que está ubicado. Empezó a ser construido en el s. XVI. El papa Julio II le otorgó bula para ser Colegio Pontificio y al tiempo se convirtió en Universidad Pontificia, como Salamanca, Alcalá o Valencia. En el s. XIX deja de ser universidad tras la prohibición de las universidades menores, pero continúa como colegio hasta nuestros días. Destaca la fachada del edificio, con tres portadas; sus dos claustros, el “Mayor” de estilo renacentista, y el de la “Universidad” de estilo barroco, y su iglesia, de arquitectura renacentista y decoración barroca. Además tiene un pequeño museo acerca de la historia del edificio.




Nosotros ya aguardamos la jornada del año que viene, y es que todos nos lo pasamos estupendamente en un día en el que además de divertirnos ayudamos a gente que lo necesita. No lo dudéis si estáis cerca de Orihuela. Si sois tan frikis como nosotros, disfrutaréis.

viernes, 8 de febrero de 2019

VIAJAR CON EL PALADAR: DORAYAKI

Que vivimos en un mundo globalizado no es ninguna sorpresa para nadie. La información viaja de una punta a la otra del planeta a una velocidad de vértigo. Internet nos ha permitido que desde la pantalla de nuestro ordenador podamos visitar cualquier lugar que se nos ocurra, y en nuestra mano tenemos un pequeño ordenador abierto al mundo.




Los dorayaki son un dulce de origen japonés que se ha popularizado gracias a la serie anime Doraemon. Por si habéis estado en un bunker ultrasecreto durante los últimos veinticinco años os explico que Doraemon es un gato robot del futuro que viaja al pasado (a nuestros días) para ayudar a Nobita, el tatarabuelo del propietario de Doraemon, para ayudarlo a mejorar ya que es un desastre en los estudios y eso tendrá desgraciadas consecuencias en el futuro para su familia. Doraemon posee un bolsillo donde almacena inventos de su tiempo que ayudarán a Nobita y sus amigos. ¿Quién no ha deseado tener un gorro-cóptero o una puerta mágica?

Los dulces favoritos de Doraemon y Nobita son los dorayaki, incluso se llegan a pelear por ellos. Si te fijas, Doraemon y dorayaki empiezan ambas por “dora” que en japonés significa “gong” y hacen referencia a la forma redonda, tanto del disco del gong como del pastelito del dorayaki como de la cabeza de Doraemon. Estas Navidades le prometí a mi hijo que le haría unos dorayaki. Y aquí estoy.





El dorayaki tiene dos partes, un par de bollos llamados kasutera, que se parecen bastante a las tortitas (pancakes) y un relleno que se denomina anko, y que se realiza con una judías del tipo azuki, primas hermanas de las judías pintas. El anko es el relleno tradicional, pero también puede rellenarse con dulce de castaña, chocolate, fruta, crema pastelera, nocilla/nutella, etc.

Probablemente lo más complicado para elaborar los dorayakis es encontrar las azuki. Por suerte, y casi por casualidad, las encontré entre las legumbres ecológicas que venden en los supermercados Aldi. También se pueden encontrar en Alcampo. Como recurso final siempre os quedan las tiendas online, ya que es un alimento no perecedero y aguanta bastante tiempo sin problemas.


Para los kasutera seguí la receta de la web Japonpedia  y la verdad es que las medidas que proporciona dicen que son para 4 o 5 raciones, pero a mi me salieron al menos siete, aunque de distintas medidas. Cuando le cogí el truco los hacía más o menos iguales, pero al principio mezclaba unos pequeños con otros grandes. La cosa no es una tontería, porque necesitamos dos kasutera más o menos iguales para hacer cada dorayaki.

Necesitáis los siguientes ingredientes:
    • 200 gramos de harina. 
    • 2 huevos. 
    • 150 gramos de azúcar. 
    • 120 mililitros de agua. 
    • 60 gramos de miel. 
    • 1,5 gramos de levadura en polvo (una cucharadita de café). 
    • 1,5 gramos de bicarbonato. 

Empezaremos por batir los huevos. No es necesario separar las yemas de las claras. Añadimos la miel, el azúcar y lo batimos todo. Mientras, echamos el bicarbonato en el agua y lo removemos hasta disolverlo. Lo añadimos a la masa y echamos la harina y la levadura. Aunque no es necesario, es conveniente tamizarlo. ¡Y a batirlo todo! La masa estará lista cuando sea homogénea y no hay grumos. Es un poco consistente, líquida pero un poco viscosa, como la miel. No es preciso dejarla reposar.


Solo queda coger una sartén o una plancha e ir echando la masa con un cucharón. Previamente hay que engrasar la sartén con aceite de girasol. El fuego debe estar medio-bajo, aunque según vayáis haciéndolas iréis ajustando la temperatura. Se hacen enseguida, en un minuto o minuto y medio. Darles las vuelta y esperar a que se hagan. Las ponéis en un plato y esperáis para rellenarlas con el anko.


Lo suyo es que hagáis el anko al mismo tiempo, o antes. Necesitáis la misma cantidad de judías azuki que de azúcar (azúcar-azuki... no voy a seguir por este terreno pantanoso de las bromas fáciles) y una pizca de sal. Es decir, su usáis 100 gramos de judías, necesitáis 100 gramos de azúcar (blanco).


Antes hemos tenido que dejar en remojo las judías, al menos 12 horas. Si es más no pasa nada. Las escurrimos y la ponemos en una olla grande con agua a cocer. Se cuecen a fuego fuerte hasta que hierven y entonces se baja el fuego y las dejamos unos 10 minutos. Las escurrimos, volvemos a ponerlas en la olla, las cubrimos de agua y las volvemos a poner al fuego. Cuando hiervan bajamos el fuego y las dejamos a fuego bajo al menos hora y media, moviéndolas de vez en cuando. Cuando estén blandas se escurren. Hay que volver a ponerlas en la cacerola y con el fuego bajo echamos la sal y el azúcar. Removemos mientras la mezcla va espesando. Si vemos que la cosa no espesa, podemos triturar la mezcla con la batidora. Y una vez se haya enfriado...¡a rellenar! 


Sólo queda una cosa, comer y disfrutar. Nuestra primera tirada de dorayaki quedó bastante buena. Los kasutera tienen un sabor lo suficientemente intenso como para que no necesiten relleno. Pero no seré yo quien contradiga a los japoneses. Además son muy contundentes, con uno apenas estaba lleno, y no soy una persona que coma poco, precisamente. Aunque aguantan unos días en la nevera envueltos en film transparente, no hagáis mucha cantidad si sois pocos. Con las cantidades que os hemos proporcionado salen 7-8 dorayaki. 

FUENTE: https://www.flickr.com/photos/phuongkim1981/11820527984
Seguiremos perfeccionando la preparación de los dorayaki y esperamos ir algún día a Japón y probar unos auténticos en alguna pastelería de Tokio. Y vosotros, ¿habéis probado los dorayaki? ¿Los habéis comido en Japón? Podéis dejar comentarios acerca de esta u otra receta japonesa. ¡Qué aproveche!

lunes, 28 de enero de 2019

MI PRIMERA VEZ EN FITUR

Un año más el sector turístico ha dado el pistoletazo de salida al año turístico con FITUR, la Feria Internacional de Turismo que se celebra cada enero en IFEMA, en Madrid. Este año tuve la oportunidad de acercarme un rato, por motivos laborales, y no dejé desaprovechar la ocasión de conocer esta feria.


No me habían hablado muy bien de FITUR, que si es un peñazo, que si te cansas de ir de pabellón en pabellón, que si la moqueta, que si las colas, que si el postureo... En honor a la verdad, entre ir solo unas horas y quien acude toda la jornada durante cinco días a trabajar es una diferencia abismal, y puedo comprender quien reniega de FITUR.


Dicho esto, y a pesar de no participar de ninguna actividad programada para travelbloggers (no tuve mucho tiempo y la incertidumbre hasta última hora si iba o no mandaban), me lo pasé muy bien en FITUR y me sorprendió para bien. Quizá ayudó que no me hablaran demasiado bien y no tuviera muchas expectativas.


En primer lugar hay que felicitar a los diseñadores de los stands de las diferentes comunidades autónomas presentes en FITUR por el derroche de imaginación. A cada cual más bonito. Si la Comunidad Valenciana tenía como leitmotiv unos aparejos de cabos representando su cara más marinera, Andalucía daba la bienvenida con una inmensa portada con pantallas leds recordando las entradas a las ferias, Madrid simulaba una sala del Museo del Prado y Galicia se teñía de verde. Cada destino ofrecía lo mejor para intentar atraer visitantes y que se conviertan en posibles turistas o en suscriptores de los destinos.


Pero si los pabellones españoles eran espectaculares, los stands de los países de Latinoamérica no se quedaban atrás. Un pedacito de cada país estaba en su stand, destacando el colorido de países como Panamá, Honduras, México o Colombia. No hay mejor manera de poner los dientes largos y desear salir corriendo hacia el cercano aeropuerto Madrid-Barajas-Adolfo Suárez y coger el primer vuelo rumbo a cualquiera de estos países.


También estaba muy interesante el pabellón que albergaba a las empresas turísticas, que al tiempo alojaba todo lo relacionado con las estrategias de turismo inteligente, FiturTechY. La colaboración público-privada en este sector está llamada a convertirse en una de las actividades más productivas en el sector turístico en los próximos años, y ya son pocos los destinos que no luchen por integrarse en las distintas redes DTI.


Y llegó la hora de comer. Muchos stands agasajaban a sus visitantes con algo de comer y beber. Enseguida se notaba el expositor que tenía comida porque se arremolinaban numerosas personas ávidas de echarse algo a la boca. Hay escenas que provocan vergüenza ajena: el propio tumulto, o gente que comía a puñados, aunque fueran aceitunas negras con hueso. Y no lo digo por decir. También hay que decir que algunos stands ofrecían platos fantásticos como ensaladas de quinoa, jamón ibérico o queso curado, y es de agradecer. Y hay que ser agradecido, jeje.


Poco más. Se nos echó el tiempo encima y ya nos tuvimos que ir. Quedó pendiente visitar el pabellón donde se encontraban los stands de los países europeos, aunque quizás por ser más cercanos y conocidos no nos importó mucho. La misión de conocer Fitur estaba cumplida y otro año intentaré visitarlo durante más tiempo. A pesar de la moqueta.


Incluso realizando una visita profesional puedes salir cargado de bolsas y folletos, que una cosa no quita la otra, y también recogí información útil para las próximas vacaciones, que FITUR es el sitio ideal para eso y para recorrer el mundo entero en un rato.

viernes, 18 de enero de 2019

MORA DE RUBIELOS Y RUBIELOS DE MORA, NO ES LO MISMO

No es la primera vez que comentamos que la provincia de Teruel es una de las más chulas de España y al mismo tiempo una de las más desconocidas. Su cercanía a la Comunidad Valenciana hace que hayamos ido varias veces y que cada vez nos guste más. En esta ocasión vamos a recomendaros dos municipios que, por su nombre, podría parecer que tanto monta, monta tanto, pero cada uno tiene sus características especiales que las hacen singulares. Son Mora de Rubielos y Rubielos de Mora.



Ambos municipios están situados en la comarca de Gúdar-Javalambre una de las más visitadas de Aragón, fundamentalmente por sus dos estaciones de esquí, que de manera irónica se las denomina “las estaciones de esquí de Valencia” ya que en algo menos de 2 horas desde Valencia se puede estar esquiando. Pero no todo es nieve en esta comarca, su exuberante naturaleza y sus pueblos históricos también nos atraparán.



Nosotros comenzamos la visita desde nuestro “campamento base” situado en el camping Casa Fausto en Formiche Alto del que ya os hablamos en otro artículo. Después de pasar por El Castellar, y de tener el segundo susto en este pueblo con nuestro coche, y decidir que nunca más volveríamos a pisar este bello municipio, cogimos la carretera que nos dirigía a Mora de Rubielos. Es una carretera secundaria de esas que ya no quedan con el firme en algunos puntos en bastante mal estado y una cobertura telefónica bastante deficiente, algo que no tranquiliza mucho después de haber tenido un susto con el coche que se quedó en nada pero podía haber sido bastante serio.



Tras atravesar varios pueblecitos y aldeas bastantes chulas llegamos a Mora de Rubielos. Lo primero que nos sorprende en un municipio que tiene algo más 1500 habitantes es una tienda outlet de Adidas, pero pensad que el turismo de nieve es muy importante en este municipio y que el material deportivo se vende con bastante facilidad. Aquí visitamos su centro histórico en el que destaca la Iglesia de la Natividad de la Virgen (antigua colegiata) y su castillo. También un paseo por sus calles nos descubrirá vestigios de un pasado dorado, como las antiguas puertas de la muralla.


Empezamos por su Iglesia. Dedicada a Santa María, demuestra la importancia que tuvo Mora hace unos cuantos siglos. De estilo gótico pleno, su impresionante puerta, que nos recuerda otras como en la Catedral de Valencia o la de Morella, nos invita a entrar. El interior es ancho pero bastante desnudo. La decoración más importante la encontramos en el altar y en el coro, donde se sitúa el órgano. Tuvimos la gran suerte de coincidir con un visita guiada que estaba realizando un colaborador del templo (que no un sacerdote) y que conocía bastante bien la historia del edificio. Acabó con la visita al claustro que se encuentra en bastante mal estado y no se puede visitar habitualmente. Hubo incluso un momento para historias dignas de Iker Jimenez...




Nuestra idea era visitar el castillo de Mora, que se encuentra a escasos metros de la ex-colegiata. Pero como nos alargamos más de lo que esperábamos con la visita guiada ya habían cerrado el castillo. Poco que comentar aparte de que está sobre un alto y su presencia es imponente. Sus gruesos muros dan idea de lo que debían significar la defensa de la población en la Edad Media. Como curiosidad, acogió una de las pruebas de exteriores de la 4ª temporada del concurso MasterChef.




Tras pasear por el centro de Mora nos dirigimos a Rubielos de Mora. Ambas localidades distan unos 12 kilómetros, así que tardamos poco en llegar. Tras buscar aparcamiento en uno de los barrios alrededor del centro, nos dirigimos hacia la Puerta de San Antonio, la más conocida y fotografiada de la muralla de Rubielos. Sobre la puerta se alza una torre de base cuadrangular, de la que sobresale un balcón. En el interior de la puerta unos bancos de piedra nos ayudan a descansar unos minutos a la sombra de un achicharrante día. A partir de este punto es como si nos hubiéramos adentrado en un túnel del tiempo.




Si Mora de Rubielos conserva gran parte de su pasado medieval, Rubielos de Mora es como adentrarse directamente en esta época. La magnífica conservación de sus edificios se valió el reconocimiento de la Unión Europea, que le concedió el premio Europa Nostra que pone en valor la conservación y difusión del patrimonio histórico y artístico europeo. Además pertenece a la red de pueblos más bonitos de España y a la red española de cittàslow o slow cities. Toda una declaración de intenciones.


¿Qué encontramos en Rubielos? Calles empedradas, casas señoriales, palacios, barrios que se conservan tal y como fueron concebidos hace varios siglos. Su irregular urbanismo nos habla de una herencia islámica recogida por sus descendientes y por las siguientes culturas que habitaron, hasta hoy este municipio. 




Avanzando por la calle de San Antonio pronto nos topamos con el ayuntamiento, que está en un edificio del siglo XVI. En la plaza que se sitúa a sus pies encontramos la denominada Fuente de la Negrita, que representa a una mujer con un tocado oriental. A pesar de ser una escultura muy posterior al resto de la plaza, no desentona. Siguiendo por la misma calle San Antonio acabaremos en la Iglesia de Santa María la Mayor, la más importante del municipio. Una construcción del s. XVI extremadamente sobria, en el que destacan los dos cuerpos finales del bello campanario. 




Nuestro consejo es que os perdáis callejeando por sus calles hasta que lleguéis al Portal del Carmen, otra de las antiguas puertas de las murallas de Rubielos. No es tan espectacular como la de San Antonio pero merece la pena. 



Aprovechad la visita a Rubielos para entrar en sus tiendas y descubrir los productos de la tierra que ofrecen, en especial los embutidos, la miel y la trufa negra, que se localiza en estas montañas y que son un verdadero manjar. El pueblo os invita a que no tengáis prisa, a que disfrutéis olvidando por un tiempo aquello que arrastramos en nuestro día a día. La oferta la complementan varios museos y una subsede de Dinópolis, Región Ambarina, que está sobre un antiguo lago fosilizado, de los pocos que hay en todo el mundo, en el que se ha encontrado ámbar fósil (¿recordáis Jurassic Park?). 




En nuestro caso fue una visita fugaz a ambas poblaciones, pero no descartamos volver para conocer más detenidamente ambas. Aunque los nombres de Mora de Rubielos y Rubielos de Mora den para chascarrillos y juegos de palabras, os prometemos que toda la familia disfrutará de los dos. 

martes, 8 de enero de 2019

EXPOJOVE, LA CITA IMPRESCINDIBLE DE LA NAVIDAD EN VALENCIA

Un año más, y ya van 37 navidades, se ha celebrado la Feria de la Infancia y la Juventud de València, que dicho así suena muy soso, pero la cosa cambia si decimos que hemos estado en Expojove. Tras ir por primera vez (en mi caso es la segunda, pero la anterior fue hace mucho mucho tiempo) os lo recomendamos encarecidamente.


Desde el 26 de diciembre hasta el 4 de enero ha estado abierta esta feria de ocio enfocada para toda la familia, pero especialmente para los niños y jóvenes (de ahí su nombre, claro). Este año el “hilo argumental” de Expojove ha sido la lectura y la literatura, y muchas de sus actividades tenían relación con los cuentos. 



Expojove ha ocupado los pabellones 6, 7 y 8 de Feria Valencia con una oferta para la que necesitas tiempo y paciencia, ya que algunas colas eran bastante largas y llegaban a desesperar. Se dividía en cuatro espacios.

  1. Todo lo relacionado con la literatura
  2. Estands de diversos sectores: equipos deportivos, Diputación de Valencia, Nintendo, Concejalía de Juventud de Valencia, Junta Central Fallera, etc.
  3. Espacio donde se situaba la Policía Local, Bomberos, Protección Civil y varias unidades militares, como la UME y el cuerpo de telecomunicaciones
  4. Atracciones de feria




La visita se iniciaba por la parte acerca de la literatura. Aquí encontrábamos dos escenarios grandes donde cada día había un montón de actuaciones y varios más pequeños, como una cúpula donde nevaba o un castillo donde había funciones de títeres. Una cosa que nos llamó enseguida la atención fueron unas máquinas que se movían tirando de cuerdas o manivelas y que en ocasiones necesitaban de la colaboración de dos o más personas para ejecutar las acciones. Estaban hechas con materiales reciclados (partes de bicicletas, papeleras viejas, etc.) y estaban muy chulas.

Al ser lo primero que te encuentras al llegar íbamos con ganas de verlo todo, a pesar de que ya habíamos echado un ojo en la web a parte de lo que había y lo que más le gustaba estaba al fondo de la feria. Pero merece la pena, ya que aquí había un montón de talleres (crear un cuento, pintar un marcapáginas) y a los niños les encantó. 


Avanzando como podíamos, llegamos a la parte donde están los estands de diferentes entidades, tanto públicas como privadas. Las actividades deportivas de la Diputación de Valencia se sitúan junto a un estudio móvil de radio y televisión de los medios de comunicación autonómicos. Un poco más allá el espacio de los principales equipos deportivos de la ciudad, Valencia C. F., Levante U. D., y Valencia Basket. Un estand con consolas de Nintendo. Una muestra de ninots de la Junta Central Fallera… Esto lo dejamos para el final, ya que querían ir a ver otras cosas y había unas colas horribles. Mala decisión, nos quedó poco tiempo y apenas pudieron probar unas camas elásticas y jugar con juegos tradicionales que habían instalado en el espacio de À Punt Media (radiotelevisión valenciana). Pero aunque no fuera tanto rato como quisieron, ni hicieron todo lo que querían, si que pudieron aprovechar algo el tiempo aquí.


Donde más tiempo pasamos fue en la parte donde estaba la Policía Local, Bomberos, Protección Civil, UME, etc. Querían montar en un circuito de seguridad vial y en los karts, pero ambas actividades eran de pago. Pero había mucho más. La UME tenía un circuito de aventura y una tirolina que fue una de las estrellas de Expojove. La Policía Local y los Bomberos permitían hacerse fotos con los equipos y medios de los que disponen: cascos, chaquetas, mangueras, vehículos, algo que a los niños les encantó…y a los padres que rápidamente enviamos las fotos a los grupos familiares de Whatsapp. Los bomberos repartían unos cascos de plástico de tipo vintage, pero llegamos tarde. Hubo tiempo para que Protección Civil nos hiciera un curso rápido sobre Reanimación Cardiorespiratoria (RCP) algo que en vista de algunas noticias recientes es muy necesario saber.

Sobre las atracciones de feria poco os vamos a contar. Las típicas que encontramos en cualquier feria: coches de coche, “scalextric”,etc. Como podemos montar en cualquier feria, se pagaban aparte, y preferimos aprovechar el tiempo para otras actividades, pues las vimos de lejos y no nos acercamos.



Vamos a cuestiones más prácticas: el precio general de la entrada, que da derecho a estar todo el día (de 11:00 a 20:00, excepto Nochevieja y Año Nuevo que tienen jornada reducida) y participar de las actividades, es de 5 euros; medio día, 2,5 euros; mientras que grupos a partir de 15 personas, familias numerosas y titulares del Carnet Jove, pagan 3 euros. Los niños de 0 a 4 años y las personas con discapacidad, presentando la documentación acreditativa tenían entrada gratuita. Para llegar a Feria Valencia la opción más cómoda es ir en transporte público, ya que tanto bus como tranvía paran en la misma puerta. Si vamos con nuestro coche, la opción más económica es aparcar por el barrio de Benimàmet, contiguo al recinto ferial, aunque no siempre es fácil. Si no encontramos sitio o perdemos la paciencia siempre nos quedará el parking de Feria Valencia. 



Mis hijos se lo pasaron muy bien en Expojove, y es bastante seguro que si pasamos otra vez varios días por Navidades en Valencia volvamos. Tanto es así que nos supo a poco. La pregunta que nos hacíamos al salir era ¿por qué no habremos venido antes? Llegamos después de comer, y para disfrutar de actividades y espectáculos (y recoger obsequios), lo mejor es llegar lo antes posible. En pocos sitios encontraremos una oferta de actividades tan variada y divertida, y bajo techo, algo que en invierno siempre se agradece. Después supimos que se podía entrar comida, y en todo caso allí mismo hay restaurantes y kioscos con comida. Pagamos la novatada, lo confesamos.