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sábado, 18 de noviembre de 2023

DISFRUTANDO DEL MERCADO CENTRAL DE VALENCIA CON LOS CINCO SENTIDOS

Valencia fue fundada por los romanos en el siglo I antes de Cristo. Pero fue más de diecinueve siglos después cuando se levantó el templo pagano más importante que ha tenido la ciudad. Sus dioses provienen de la tierra, del mar, e incluso alguno del cielo. Y además se incita al pecado. Concretamente a la gula e incluso un poquito a la lujuria. Ese templo es el Mercado Central de Valencia.

Disfrutando del Mercado Central de Valencia con los cinco sentidos

Este templo es también un lugar donde vivir plenamente eso que sea dado en denominar turismo experiencial. El Mercado Central de Valencia necesita los cinco sentidos para poder ser vivido con plenitud e intensidad.

La historia del Mercado Central de Valencia



Si nos vamos unos pocos siglos atrás en el tiempo veremos que nuestra sociedad no ha cambiado demasiado en algunos aspectos. Uno es la provisión diaria de alimentos. Cuando las ciudades se asientan plenamente y la sociedad se diversifica el grueso de la población ya no se dedica a la agricultura, sino solo una parte que intercambia bienes y servicios. Vamos, lo que ocurre hoy en día. Quien no cultivaba sus alimentos debía ir a la compra para poder tener un cierto surtido. Nada que no conozcamos. 

En el espacio donde actualmente se encuentra el Mercado Central de Valencia se ponía todos los días el mercado ambulante,  parecido a lo que hoy llamaríamos mercadillo. Cada uno en sus puestos o paradas vendía sus productos: carne, huevos, pescado, verduras o fruta, así como especias y otra serie de útiles necesarios para la vida diaria. Fue en este lugar donde a finales del siglo XIX se asienta la idea de levantar un edificio en el que se diera cabida al mercado con unas mejores condiciones higiénico-sanitarias.

Disfrutando del Mercado Central de Valencia con los cinco sentidos

Así nace el Mercado Central de Valencia, que es hijo de su tiempo. Una estructura de hierro sostiene un espacio cubierto de 6800 metros cuadrados. En el centro una cúpula a modo de una catedral pagana. Un espacio que cada día miles de personas acuden para hacer la compra. También, simplemente. para visitarlo puesto que se ha convertido en uno de los emblemas turísticos de la ciudad.

Pasear por las distintas calles que se abren en el mercado observando los productos de cada una de las paradas o puestos, es uno de los placeres más grandes que se pueden dar a los sentidos.

La arquitectura del mercado



Como ya hemos comentado antes la estructura que sostiene el mercado es de hierro. De esta manera se consigue un gran espacio diáfano. Bajo el techado se colocan los puestos, que se distribuyen en calles para permitir la circulación de personas. 

En el centro del Mercado Central de Valencia hay una cúpula que ayuda a distribuir la luz por el interior del edificio. La estructura de hierro también ayuda a iluminar el interior, ya que los muros no tienen que sostener el techo y se pueden aligerar para abrir huecos donde situar ventanas. Aunque el clima de Valencia tampoco permite que hayan demasiadas ventanas, ya que hay meses tórridos (y cada vez más).

Otro aspecto importante es la decoración interior del mercado. En su momento el hierro también tiene una función decorativa. Era el material más moderno y con eso casi casi era suficiente. Pero no, porque la cerámica valenciana, los manises, ya eran un elemento de distinción entre una burguesía que empezaba a enriquecerse con el comercio. Se colocan en algunas partes del edificio, con motivos alusivos a los productos que se pueden encontrar, como frutas o pescados.

Disfrutando del Mercado Central de Valencia con los cinco sentidos

Las ventanas también se decoran con vidrieras. No es algo generalizado, ya que su función principal es la de permitir que la luz entre en el interior para iluminar, pero ya que están se aprovechan. 

En el exterior, además de las cúpulas, hay dos elementos muy famosos en toda Valencia. Se trata de las dos veletas del Mercado Central. La más conocida, sobre la cúpula central, representa un ave: un loro o una cotorra, y ese ha convertido en símbolo del mercado. La otra es un pez espada, que se sitúa sobre la zona de pescaderías. Quizás la inspiración vino por la veleta de la contigua Iglesia de los Santos Juanes. Quizás. 

Visitando el interior



Dentro del edificio del Mercado Central de Valencia vamos a encontrar, evidentemente, puestos en los que vamos a poder adquirir todo tipo de productos. De unos años a esta parte hemos visto una evolución. Al ser parte de la sociedad progresa con ella, pero al mismo tiempo conviven puestos muy tradicionales como otros muy rompedores.

La columna vertebral del Mercado Central sigue siendo el producto que suministran las huertas de la Vega de Valencia, las carnes y huevos de las granjas cercanas y los pescados de las lonjas de la costa valenciana. Producto de proximidad, kilómetro cero. Pero esa evolución ha llevado a que se vendan frutas exóticas o hayan puestos de productos gourmet, dedicados al vermut o al vino, tiendas de souvenirs o bares, destacando La Central, el bar del chef Ricard Camarena, con 2 estrellas Michelín, que tiene en Valencia cinco establecimientos para todo tipo de públicos, entre ellos uno de los mejores 100 restaurantes del mundo.

Disfrutando del Mercado Central de Valencia con los cinco sentidos

Los puestos no están agrupados por tipología es decir, las carnicerías, por ejemplo, no están todas juntas, ni las fruterías, ni los despachos de pan. Aunque puedan haber algunos grupos de puestos que puedan coincidir. La excepción son las pescaderías, que se agrupan en un apartado, que, como hemos comentado, se destaca en el exterior con una veleta.

 
El entorno del Mercado



En el Mercado Central de Valencia no solo hay puestos en el interior. Se aprovecha para situar en el exterior, pero en el mismo edificio, unos cuantos puestos más. Existe uno que vende, fundamentalmente, cazuelas de barro y paellas. Recordatorio: la paella es el recipiente donde se cocina la paella. El paellero o paellera es el lugar donde se hace, o sobre el que se hace. Por mucho que diga la RAE, en Valencia de esta burra no nos bajan.

Otros de los puestos exteriores del Mercado Central de Valencia alojan bares y establecimientos que preparan comidas para llevar. En Valencia, no solo la ciudad, sigue estando muy presente la tradición del almuerzo. Aquí se entiende como la comida que se hace a media mañana. Suele constar de bocadillo, bebida, algún aperitivo (generalmente encurtidos) y un café. En estos bares del Mercado se puede almorzar a buen precio.

Disfrutando del Mercado Central de Valencia con los cinco sentidos

En las dos esquinas que dan a la plaza del Mercado existen dos edificios adosados. Se conocen como Les Llotgetes (las lonjitas). Son edificios muy distintos al Mercado, con fachadas de ladrillo caravista y tejados a varias aguas. Además están coronados con una aguja. Son propiedad de entidades bancarias y los dedican a realizar actividades culturales.

Por último, hay que reseñar los edificios que rodean al Mercado Central de Valencia. En la misma plaza del Mercado, justo enfrente, se encuentra la Lonja de la Seda, el único edificio de la ciudad que está declarado Patrimonio de la Humanidad. Imprescindible. Al lado la Iglesia de los Santos Juanes, uno de los mejores ejemplos del barroco valenciano. Y muy cerca la Plaza del Ayuntamiento, o la Catedral, o el Palau de la Generalitat, verdaderas joyas arquitectónicas.


Es imposible que en un solo post quepa todo lo que hay en el Mercado Central de Valencia. Nuestra recomendación obvia es que lo visitéis, sin prisa, y que os dejéis llevar por vuestros instintos más primarios. Que sean los sentidos quienes os guíen. Disfrutad, disfrutad mucho esta visita.

martes, 28 de diciembre de 2021

LA VIDA PASEA POR LA RAMBLA NOVA DE TARRAGONA

En todas las ciudades, y pueblos, del mundo (o eso suponemos) existe una calle, que no tiene que ser la principal, por donde la vida no solo pasa, también se palpa. Son esas calles que sabemos reconocer de un simple vistazo. La Gran Vía en Madrid, Champs Élysées en París o la Quinta Avenida en Nueva York serían ejemplos. En Tarragona esta calle por donde transcurre la vida es la Rambla Nova.

Rambla Nova de Tarragona

La Rambla Nova es una calle que tiene una longitud aproximada de casi 2 kilómetros y una anchura entre 45 y 50 dependiendo del tramo. Aunque esto tiene un poco de trampa. La Rambla Nova se abrió a mediados del siglo XIX, concretamente en 1854. Tras el derribo de la antigua muralla del siglo XVI, conocida como la muralla de Sant Joan, se precisaba un espacio que comunicará el casco histórico, rodeado por las antiguas murallas de Tarraco, y los barrios que se asentaban en la parte baja, alrededor de un puerto que cada vez cobraba mayor importancia.

LA RAMBLA NOVA


El primer tramo que se urbanizó tenía una longitud de unos 700 metros. Se amplió hasta la plaza Imperial Tarraco, y en 2006 se abrió una nueva ampliación de alrededor de 1 kilómetro, que conecta la Rambla Nova con el río Francolí. Pero a partir de la plaza Imperial Tarraco la rambla toma los nombres de Lluís Companys y Francesc Macià, por lo que no se le puede considerar parte de la Rambla Nova.

Además la Rambla Nova esconde una mentirijilla. No había una rambla antes de urbanizar esta calle. En realidad toma su nombre de la Rambla de Barcelona. En principio se le iba a llamar "La Explanada", pero pronto se adoptó su nombre, que ha cambiado varias veces a lo largo de su historia. Pero de la Rambla barcelonesa no solo imita su nombre, sino también adopta su estructura. Es decir un paseo central con arboles a ambos lados y un espacio para el paso de carruajes, que con el aumento del tráfico rodado en las ciudades acabará siendo tomado por los vehículos a motor.

La Rambla Nova pronto se convirtió en el espacio de referencia de la ciudad. Se iba a reservar para situar aquí equipamientos de primera calidad para la ciudad, como bancos, centros sanitarios o teatro. Sería un lugar dónde pasear era un acto que se realizaba tanto para ver como para ser visto. Pero pronto fue un espacio muy codiciado para construir nuevas viviendas. Éstas trasladarían el importante estatus de la familia constructora o poseedora del inmueble.

UN LUGAR DE LUGARES IMPRESCINDIBLES



Hoy en día la Rambla Nova de Tarragona sigue teniendo este halo de importancia, siendo una de las vías más importantes y en la que no solo se sitúan entidades públicas y privadas. Además aquí también se ubican importantes comercios, bares y cafeterías, con sus terrazas abiertas al trasiego de las personas que vienen y van.

Rambla Nova de Tarragona

Uno de los lugares más peculiares de toda la ciudad de Tarragona se encuentra al principio de la Rambla Nova (atendiendo a la numeración de los portales). Este es el Balcón del Mediterráneo, un fantástico mirador sobre el Mar Mediterráneo, obviamente. Si tenéis vértigo no os lo aconsejamos ya que este balcón está sobre un acantilado bajo el cual circulan las avenidas que comunican norte y sur de Tarragona y las vías del tren que parten y llegan de la cercana estación tarraconense. "Tocar ferro", es decir, tocar el hierro de la barandilla dicen que trae suerte.

Rambla Nova de Tarragona

Si aún así os decidís a mirar, si echáis un vistazo al parterre que hay a los pies del balcón, vereis el escudo de Tarragona junto a una T o una tau. A la izquierda podréis ver la playa del Miracle, la Punta homónima y el fortín de Sant Jordi, entre otras cosas. Si miráis a la derecha podréis ver el puerto con su incesante tráfico. Hay un punto de ingravidez al poder mirar desde esa posición al mar, dándonos la sensación de que, por un momento, estamos flotando.

LAS ESCULTURAS DE LA RAMBLA NOVA



En ese punto, justo a nuestra espalda, encontraremos una de las varias esculturas que se encuentran repartidas a lo largo de la Rambla Nova. Esta en concreto está dedicada a Roger de Lauria, almirante de la flota de la Corona de Aragón bajo el reinado de Pedro III, hijo de Jaume I. Inaugurada en 1889 no se decidían si debía darle la espalda al mar o a la ciudad. Ganó la primera opción.

El resto de esculturas dispuestas en la Rambla Nova están dedicadas, con motivo de su 125 aniversario, al Club Gimnàstic, más conocido como el Nàstic, que es el club deportivo más longevo de España (con actividad ininterrumpida) cuya sección de fútbol es, probablemente, la más conocida. Otra de las esculturas está dedicada a la sardana, el baile catalán más conocido. Uno de los conjuntos más queridos por los tarraconenses es el dedicado a los "héroes de 1811", conocida popularmente como "els despullats (los desnudados)". Representa a los defensores de la ciudad durante el asedio francés, en el marco de la Guerra de la Independencia, durante los meses de mayo y junio de aquel 1811.

Rambla Nova de Tarragona

Quizás la escultura más entrañable es la que representa a l'avi Virgili. Josep Virgili, (el abuelo Virgili) fue un impresor, escritor y aficionado a la historia local. Un personaje muy estimado en Tarragona, que desde joven fue recogiendo y coleccionando las historias de Tarragona para compilarlas. La escultura lo homenajea representándolo sentado, observando su querida ciudad. Por último mencionar la fuente del Centenario. Realizada en 1954, año que se cumplió el centenario de la Rambla Nova, marcaba el fin de esta calle antes de las ampliaciones realizadas y que le han dado su aspecto actual.

LA VIDA ALREDEDOR



Aunque no pertenezcan a la Rambla Nova, sensu stricto, no está de más mencionar los monumentos dedicados a los Castellers, una tradición que tiene gran raigambre en Tarragona, y que representa a 250 castellers que realizan un castillo de 4 alturas. También la escultura dedicada al expresidente de la Generalitat Lluís Companys. Por último, la escultura más reciente, de 2006, denominada la Torre de los Vientos, que cierra la Rambla.

Caminar tanto por el paseo central como por las aceras situadas ambos lados de la Rambla Nova es observar un ir y venir de gentes. También la vida se manifiesta en las terrazas de los diferentes establecimientos, bares cafeterías y heladerías, qué se encuentran a lo largo de esta vía punto. También el Teatro Metropol y el Teatro de Tarragona contribuyen a ese trasiego continuo de personas.

ARQUITECTURA EN LA RAMBLA NOVA


Rambla Nova de Tarragona

Como ya hemos comentado al principio del artículo, desde que se abrió la Rambla Nova fue un punto estratégico donde construir nuevos edificios que demostraran la capacidad de Tarragona. De ahí que un paseo por esta arteria sea también un repaso por los estilos arquitectónicos más importantes del último siglo y medio.

El edificio más representativo del modernismo es la conocida como Casa Salas. Construida en 1907, obra del arquitecto Ramón Salas i Ricomà (de ahí el nombre) fue una el primer edificio de viviendas realizado en la Rambla Nova. Ubicada en el número 25, como elemento más destacado cuenta con una tribuna que sobresale de la vertical de la esquina de la primera planta. Esta planta es la que cuenta con una decoración más suntuosa. Esto es porque las plantas más altas se dedicaban al alquiler.


Otros edificios importantes situados en la Rambla Nova son el Colegio de las Teresianas, inaugurado en 1926 y obra de Bernardí Martorell i Puig, discípulo de Antoni Gaudí. También destaca el Teatro Metropol, construido en 1908 y uno de los centros culturales más importantes de Tarragona. Otros edificios a destacar son la sede del Banco de España, la Casa de la Punxa (el pincho), el edificio de viviendas de La Caixa o el edificio Enher, de 1927.

UN POCO MÁS ALLÁ


Rambla Nova de Tarragona

Pero la importancia de la Rambla Nova rebasa los límites estrictos de esta calle, para inundar las calles colindantes. Un ejemplo está en el Mercado Central. Este edificio de 1915 es un claro hijo de su tiempo. Sobre una parcela de 75 x 35 metros, es una especie de templo laico. Lo forman tres naves, sostenidas por unas finas columnas de hierro que le dan ligereza al conjunto y una visión casi diáfana del interior. La decoración exterior no es demasiado excesiva, destacando la cerámica que recubre el techo y las rejas de las puertas.

La Rambla Nova es una visita fundamental en Tarragona. Se encuentra muy cerca de los principales monumentos romanos, como son el anfiteatro o el circo-pretorio. Como elemento de transición entre la ciudad alta o baja, también nos sirve de vía de cohesión con los restos del teatro romano o el foro local. No solo es un lugar de paso, es un lugar para ser disfrutado y para que la vida nos recuerde que debemos aprovechar cada instante.