lunes, 28 de enero de 2019

MI PRIMERA VEZ EN FITUR

Un año más el sector turístico ha dado el pistoletazo de salida al año turístico con FITUR, la Feria Internacional de Turismo que se celebra cada enero en IFEMA, en Madrid. Este año tuve la oportunidad de acercarme un rato, por motivos laborales, y no dejé desaprovechar la ocasión de conocer esta feria.


No me habían hablado muy bien de FITUR, que si es un peñazo, que si te cansas de ir de pabellón en pabellón, que si la moqueta, que si las colas, que si el postureo... En honor a la verdad, entre ir solo unas horas y quien acude toda la jornada durante cinco días a trabajar es una diferencia abismal, y puedo comprender quien reniega de FITUR.


Dicho esto, y a pesar de no participar de ninguna actividad programada para travelbloggers (no tuve mucho tiempo y la incertidumbre hasta última hora si iba o no mandaban), me lo pasé muy bien en FITUR y me sorprendió para bien. Quizá ayudó que no me hablaran demasiado bien y no tuviera muchas expectativas.


En primer lugar hay que felicitar a los diseñadores de los stands de las diferentes comunidades autónomas presentes en FITUR por el derroche de imaginación. A cada cual más bonito. Si la Comunidad Valenciana tenía como leitmotiv unos aparejos de cabos representando su cara más marinera, Andalucía daba la bienvenida con una inmensa portada con pantallas leds recordando las entradas a las ferias, Madrid simulaba una sala del Museo del Prado y Galicia se teñía de verde. Cada destino ofrecía lo mejor para intentar atraer visitantes y que se conviertan en posibles turistas o en suscriptores de los destinos.


Pero si los pabellones españoles eran espectaculares, los stands de los países de Latinoamérica no se quedaban atrás. Un pedacito de cada país estaba en su stand, destacando el colorido de países como Panamá, Honduras, México o Colombia. No hay mejor manera de poner los dientes largos y desear salir corriendo hacia el cercano aeropuerto Madrid-Barajas-Adolfo Suárez y coger el primer vuelo rumbo a cualquiera de estos países.


También estaba muy interesante el pabellón que albergaba a las empresas turísticas, que al tiempo alojaba todo lo relacionado con las estrategias de turismo inteligente, FiturTechY. La colaboración público-privada en este sector está llamada a convertirse en una de las actividades más productivas en el sector turístico en los próximos años, y ya son pocos los destinos que no luchen por integrarse en las distintas redes DTI.


Y llegó la hora de comer. Muchos stands agasajaban a sus visitantes con algo de comer y beber. Enseguida se notaba el expositor que tenía comida porque se arremolinaban numerosas personas ávidas de echarse algo a la boca. Hay escenas que provocan vergüenza ajena: el propio tumulto, o gente que comía a puñados, aunque fueran aceitunas negras con hueso. Y no lo digo por decir. También hay que decir que algunos stands ofrecían platos fantásticos como ensaladas de quinoa, jamón ibérico o queso curado, y es de agradecer. Y hay que ser agradecido, jeje.


Poco más. Se nos echó el tiempo encima y ya nos tuvimos que ir. Quedó pendiente visitar el pabellón donde se encontraban los stands de los países europeos, aunque quizás por ser más cercanos y conocidos no nos importó mucho. La misión de conocer Fitur estaba cumplida y otro año intentaré visitarlo durante más tiempo. A pesar de la moqueta.


Incluso realizando una visita profesional puedes salir cargado de bolsas y folletos, que una cosa no quita la otra, y también recogí información útil para las próximas vacaciones, que FITUR es el sitio ideal para eso y para recorrer el mundo entero en un rato.

viernes, 18 de enero de 2019

MORA DE RUBIELOS Y RUBIELOS DE MORA, NO ES LO MISMO

No es la primera vez que comentamos que la provincia de Teruel es una de las más chulas de España y al mismo tiempo una de las más desconocidas. Su cercanía a la Comunidad Valenciana hace que hayamos ido varias veces y que cada vez nos guste más. En esta ocasión vamos a recomendaros dos municipios que, por su nombre, podría parecer que tanto monta, monta tanto, pero cada uno tiene sus características especiales que las hacen singulares. Son Mora de Rubielos y Rubielos de Mora.



Ambos municipios están situados en la comarca de Gúdar-Javalambre una de las más visitadas de Aragón, fundamentalmente por sus dos estaciones de esquí, que de manera irónica se las denomina “las estaciones de esquí de Valencia” ya que en algo menos de 2 horas desde Valencia se puede estar esquiando. Pero no todo es nieve en esta comarca, su exuberante naturaleza y sus pueblos históricos también nos atraparán.



Nosotros comenzamos la visita desde nuestro “campamento base” situado en el camping Casa Fausto en Formiche Alto del que ya os hablamos en otro artículo. Después de pasar por El Castellar, y de tener el segundo susto en este pueblo con nuestro coche, y decidir que nunca más volveríamos a pisar este bello municipio, cogimos la carretera que nos dirigía a Mora de Rubielos. Es una carretera secundaria de esas que ya no quedan con el firme en algunos puntos en bastante mal estado y una cobertura telefónica bastante deficiente, algo que no tranquiliza mucho después de haber tenido un susto con el coche que se quedó en nada pero podía haber sido bastante serio.



Tras atravesar varios pueblecitos y aldeas bastantes chulas llegamos a Mora de Rubielos. Lo primero que nos sorprende en un municipio que tiene algo más 1500 habitantes es una tienda outlet de Adidas, pero pensad que el turismo de nieve es muy importante en este municipio y que el material deportivo se vende con bastante facilidad. Aquí visitamos su centro histórico en el que destaca la Iglesia de la Natividad de la Virgen (antigua colegiata) y su castillo. También un paseo por sus calles nos descubrirá vestigios de un pasado dorado, como las antiguas puertas de la muralla.


Empezamos por su Iglesia. Dedicada a Santa María, demuestra la importancia que tuvo Mora hace unos cuantos siglos. De estilo gótico pleno, su impresionante puerta, que nos recuerda otras como en la Catedral de Valencia o la de Morella, nos invita a entrar. El interior es ancho pero bastante desnudo. La decoración más importante la encontramos en el altar y en el coro, donde se sitúa el órgano. Tuvimos la gran suerte de coincidir con un visita guiada que estaba realizando un colaborador del templo (que no un sacerdote) y que conocía bastante bien la historia del edificio. Acabó con la visita al claustro que se encuentra en bastante mal estado y no se puede visitar habitualmente. Hubo incluso un momento para historias dignas de Iker Jimenez...




Nuestra idea era visitar el castillo de Mora, que se encuentra a escasos metros de la ex-colegiata. Pero como nos alargamos más de lo que esperábamos con la visita guiada ya habían cerrado el castillo. Poco que comentar aparte de que está sobre un alto y su presencia es imponente. Sus gruesos muros dan idea de lo que debían significar la defensa de la población en la Edad Media. Como curiosidad, acogió una de las pruebas de exteriores de la 4ª temporada del concurso MasterChef.




Tras pasear por el centro de Mora nos dirigimos a Rubielos de Mora. Ambas localidades distan unos 12 kilómetros, así que tardamos poco en llegar. Tras buscar aparcamiento en uno de los barrios alrededor del centro, nos dirigimos hacia la Puerta de San Antonio, la más conocida y fotografiada de la muralla de Rubielos. Sobre la puerta se alza una torre de base cuadrangular, de la que sobresale un balcón. En el interior de la puerta unos bancos de piedra nos ayudan a descansar unos minutos a la sombra de un achicharrante día. A partir de este punto es como si nos hubiéramos adentrado en un túnel del tiempo.




Si Mora de Rubielos conserva gran parte de su pasado medieval, Rubielos de Mora es como adentrarse directamente en esta época. La magnífica conservación de sus edificios se valió el reconocimiento de la Unión Europea, que le concedió el premio Europa Nostra que pone en valor la conservación y difusión del patrimonio histórico y artístico europeo. Además pertenece a la red de pueblos más bonitos de España y a la red española de cittàslow o slow cities. Toda una declaración de intenciones.


¿Qué encontramos en Rubielos? Calles empedradas, casas señoriales, palacios, barrios que se conservan tal y como fueron concebidos hace varios siglos. Su irregular urbanismo nos habla de una herencia islámica recogida por sus descendientes y por las siguientes culturas que habitaron, hasta hoy este municipio. 




Avanzando por la calle de San Antonio pronto nos topamos con el ayuntamiento, que está en un edificio del siglo XVI. En la plaza que se sitúa a sus pies encontramos la denominada Fuente de la Negrita, que representa a una mujer con un tocado oriental. A pesar de ser una escultura muy posterior al resto de la plaza, no desentona. Siguiendo por la misma calle San Antonio acabaremos en la Iglesia de Santa María la Mayor, la más importante del municipio. Una construcción del s. XVI extremadamente sobria, en el que destacan los dos cuerpos finales del bello campanario. 




Nuestro consejo es que os perdáis callejeando por sus calles hasta que lleguéis al Portal del Carmen, otra de las antiguas puertas de las murallas de Rubielos. No es tan espectacular como la de San Antonio pero merece la pena. 



Aprovechad la visita a Rubielos para entrar en sus tiendas y descubrir los productos de la tierra que ofrecen, en especial los embutidos, la miel y la trufa negra, que se localiza en estas montañas y que son un verdadero manjar. El pueblo os invita a que no tengáis prisa, a que disfrutéis olvidando por un tiempo aquello que arrastramos en nuestro día a día. La oferta la complementan varios museos y una subsede de Dinópolis, Región Ambarina, que está sobre un antiguo lago fosilizado, de los pocos que hay en todo el mundo, en el que se ha encontrado ámbar fósil (¿recordáis Jurassic Park?). 




En nuestro caso fue una visita fugaz a ambas poblaciones, pero no descartamos volver para conocer más detenidamente ambas. Aunque los nombres de Mora de Rubielos y Rubielos de Mora den para chascarrillos y juegos de palabras, os prometemos que toda la familia disfrutará de los dos. 

martes, 8 de enero de 2019

EXPOJOVE, LA CITA IMPRESCINDIBLE DE LA NAVIDAD EN VALENCIA

Un año más, y ya van 37 navidades, se ha celebrado la Feria de la Infancia y la Juventud de València, que dicho así suena muy soso, pero la cosa cambia si decimos que hemos estado en Expojove. Tras ir por primera vez (en mi caso es la segunda, pero la anterior fue hace mucho mucho tiempo) os lo recomendamos encarecidamente.


Desde el 26 de diciembre hasta el 4 de enero ha estado abierta esta feria de ocio enfocada para toda la familia, pero especialmente para los niños y jóvenes (de ahí su nombre, claro). Este año el “hilo argumental” de Expojove ha sido la lectura y la literatura, y muchas de sus actividades tenían relación con los cuentos. 



Expojove ha ocupado los pabellones 6, 7 y 8 de Feria Valencia con una oferta para la que necesitas tiempo y paciencia, ya que algunas colas eran bastante largas y llegaban a desesperar. Se dividía en cuatro espacios.

  1. Todo lo relacionado con la literatura
  2. Estands de diversos sectores: equipos deportivos, Diputación de Valencia, Nintendo, Concejalía de Juventud de Valencia, Junta Central Fallera, etc.
  3. Espacio donde se situaba la Policía Local, Bomberos, Protección Civil y varias unidades militares, como la UME y el cuerpo de telecomunicaciones
  4. Atracciones de feria




La visita se iniciaba por la parte acerca de la literatura. Aquí encontrábamos dos escenarios grandes donde cada día había un montón de actuaciones y varios más pequeños, como una cúpula donde nevaba o un castillo donde había funciones de títeres. Una cosa que nos llamó enseguida la atención fueron unas máquinas que se movían tirando de cuerdas o manivelas y que en ocasiones necesitaban de la colaboración de dos o más personas para ejecutar las acciones. Estaban hechas con materiales reciclados (partes de bicicletas, papeleras viejas, etc.) y estaban muy chulas.

Al ser lo primero que te encuentras al llegar íbamos con ganas de verlo todo, a pesar de que ya habíamos echado un ojo en la web a parte de lo que había y lo que más le gustaba estaba al fondo de la feria. Pero merece la pena, ya que aquí había un montón de talleres (crear un cuento, pintar un marcapáginas) y a los niños les encantó. 


Avanzando como podíamos, llegamos a la parte donde están los estands de diferentes entidades, tanto públicas como privadas. Las actividades deportivas de la Diputación de Valencia se sitúan junto a un estudio móvil de radio y televisión de los medios de comunicación autonómicos. Un poco más allá el espacio de los principales equipos deportivos de la ciudad, Valencia C. F., Levante U. D., y Valencia Basket. Un estand con consolas de Nintendo. Una muestra de ninots de la Junta Central Fallera… Esto lo dejamos para el final, ya que querían ir a ver otras cosas y había unas colas horribles. Mala decisión, nos quedó poco tiempo y apenas pudieron probar unas camas elásticas y jugar con juegos tradicionales que habían instalado en el espacio de À Punt Media (radiotelevisión valenciana). Pero aunque no fuera tanto rato como quisieron, ni hicieron todo lo que querían, si que pudieron aprovechar algo el tiempo aquí.


Donde más tiempo pasamos fue en la parte donde estaba la Policía Local, Bomberos, Protección Civil, UME, etc. Querían montar en un circuito de seguridad vial y en los karts, pero ambas actividades eran de pago. Pero había mucho más. La UME tenía un circuito de aventura y una tirolina que fue una de las estrellas de Expojove. La Policía Local y los Bomberos permitían hacerse fotos con los equipos y medios de los que disponen: cascos, chaquetas, mangueras, vehículos, algo que a los niños les encantó…y a los padres que rápidamente enviamos las fotos a los grupos familiares de Whatsapp. Los bomberos repartían unos cascos de plástico de tipo vintage, pero llegamos tarde. Hubo tiempo para que Protección Civil nos hiciera un curso rápido sobre Reanimación Cardiorespiratoria (RCP) algo que en vista de algunas noticias recientes es muy necesario saber.

Sobre las atracciones de feria poco os vamos a contar. Las típicas que encontramos en cualquier feria: coches de coche, “scalextric”,etc. Como podemos montar en cualquier feria, se pagaban aparte, y preferimos aprovechar el tiempo para otras actividades, pues las vimos de lejos y no nos acercamos.



Vamos a cuestiones más prácticas: el precio general de la entrada, que da derecho a estar todo el día (de 11:00 a 20:00, excepto Nochevieja y Año Nuevo que tienen jornada reducida) y participar de las actividades, es de 5 euros; medio día, 2,5 euros; mientras que grupos a partir de 15 personas, familias numerosas y titulares del Carnet Jove, pagan 3 euros. Los niños de 0 a 4 años y las personas con discapacidad, presentando la documentación acreditativa tenían entrada gratuita. Para llegar a Feria Valencia la opción más cómoda es ir en transporte público, ya que tanto bus como tranvía paran en la misma puerta. Si vamos con nuestro coche, la opción más económica es aparcar por el barrio de Benimàmet, contiguo al recinto ferial, aunque no siempre es fácil. Si no encontramos sitio o perdemos la paciencia siempre nos quedará el parking de Feria Valencia. 



Mis hijos se lo pasaron muy bien en Expojove, y es bastante seguro que si pasamos otra vez varios días por Navidades en Valencia volvamos. Tanto es así que nos supo a poco. La pregunta que nos hacíamos al salir era ¿por qué no habremos venido antes? Llegamos después de comer, y para disfrutar de actividades y espectáculos (y recoger obsequios), lo mejor es llegar lo antes posible. En pocos sitios encontraremos una oferta de actividades tan variada y divertida, y bajo techo, algo que en invierno siempre se agradece. Después supimos que se podía entrar comida, y en todo caso allí mismo hay restaurantes y kioscos con comida. Pagamos la novatada, lo confesamos.